1904 - 2006
102º Aniversario
de la presencia ininterrumpida de los Argentinos en la Antártida
El
día 22 de febrero se conmemora el Día de la Antártida Argentina
y 101 años de la Ocupación Permanente de la Antártida Argentina
Desde hace algunos años atrás, los responsables de esta página nos
preocupamos por saber cuántos y cuales eran los medios periodísticos que en
este día se referían a la conmemoración y al acontecimiento histórico de esta
fecha, que tendrían que ser muy caro para nuestros sentimientos, porque está
relacionado con la soberanía de nuestro país, pero vimos muy pocas
publicaciones en general, salvo en los últimos años, que esta difusión está
dando sus frutos.
También estuvimos preguntando a muchas personas de distintos niveles de
conocimientos y muy pocos sabían que el 22 de febrero es el Día de la Antártida Argentina,
a las que les contestábamos que no tengan vergüenza, ya que pocos Argentinos
lo saben, porque para esa fecha las escuelas permanecen en receso y no ocurre
como con otras conmemoraciones patrióticas que son recordadas en el
transcurso de nuestra vida, debido a que están en el calendario escolar,
porque lo que se aprende de niño en la Escuela, difícilmente se olvide.
Lo expresado lo confirmamos, porque desde hace algunos años enviamos mensajes
con texto similar a éste informe a varias personas y entidades y nos
sorprendió de sobremanera, que muy pocos sabían cuando era el Día de la Antártida Argentina;
algunos recordaban esta fecha, desconociendo el motivo de esta celebración,
pero con la retransmisión de este mensaje y publicación en distintos medios,
hemos observado que la gente no es indiferente a estas manifestaciones
patrióticas y últimamente se le está dando amplia repercusión.
A continuación bajo el titulo Argentina en la Antártida se
amplia la información de esta presencia y el motivo por el cual en esa fecha
se conmemora ese día, como así también ampliamos en nuestra página http://www.marambio.aq/
esta información antecedentes sobre la Base Orcadas y el
acto del izamiento de la
Bandera Argentina en la Isla Laurie el 22 de
febrero de 1904.
Para nosotros fue una utopía, cuando pensábamos que se recuerde con más
énfasis esta conmemoración, lo hemos manifestado y solicitábamos que
retransmitan esta información a todos sus amigos y a los medios
periodísticos, educativos y gubernamentales para que se difunda; es por el
bien de nuestra Patria, porque no se puede defender lo que no se amar y no se
puede amar lo que no se conoce.
ARGENTINA EN LA ANTÁRTIDA
Antártida Argentina o Sector Antártico Argentino, a la que nosotros
consideramos parte del territorio nacional, integra una vasta área que ocupa
el casquete polar austral y en la que prevalecen condiciones ambientales
particulares -distintas a las de América del Sur- las cuales tienen una
influencia muy marcada en la presencia y en las actividades del hombre.
Por otra parte, esa zona está afectada a un régimen jurídico especial cuyo
ámbito territorial abarca toda el área al sur de los 60º de latitud Sur.
La región antártica delimitada por los meridianos 25º y 74º Oeste y el
paralelo 60º de latitud Sur, forma parte del que fuera Territorio Nacional de
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, establecido por
Decreto-Ley Nº 2129 de fecha 28 de febrero de 1957, hoy por ley provincial.
Las autoridades provinciales residen en Ushuaia y el Gobernador designa
anualmente su delegado para la región antártica, quien representa así al
poder civil de la zona.
La presencia Argentina en nuestro Sector, según la actividad de los foqueros
criollos y de acuerdo con la investigación histórica, se produjo en la
segunda década del siglo XIX; aunque algunos afirman incluso que tuvo lugar a
fines de dicho siglo.
Eran buques que desde el puerto de Buenos Aires iban a las llamadas
actualmente Islas Shetland del Sur en busca de sus presas.
El secreto mantenido por nuestros foqueros hizo que el descubrimiento de esas
tierras fuera ignorado por mucho tiempo y se lo atribuyeran navegantes de
otros países.
A fines del siglo XIX y principios del siglo pasado, la ayuda prestada por
nuestro país a expediciones extranjeras, en particular la de Nordenskjöld, de
Gerlache y Charcot, fueron debidamente apreciadas, quedando como resultado
tangible toda una serie de nombres argentinos puestos a accidentes
geográficos: Isla Uruguay, Islas Argentinas, Roca, Quintana, entre otros.
22 FEBRERO 1904
SE INICIA LA
OCUPACIÓN PERMANENTE DE LA ANTÁRTIDA ARGENTINA
Como ya fuera mencionado, en 1904 se inicia la ocupación permanente de la Antártida Argentina,
con el izamiento del pabellón en Orcadas el 22 de febrero de ese año.
Cabe destacar que durante 40 años la Argentina fue el único ocupante permanente del
Antártico, hecho que constituye el mejor aval de nuestros títulos de
soberanía en el área.
La presencia Argentina en la Antártida tiene más de un siglo, récord que nos
enorgullece, y han sido frecuentes los actos de gobierno y administrativos en
relación con nuestras actividades y en defensa de los derechos argentinos.
Entre las disposiciones legales de mayor importancia debemos citar el decreto
del Presidente Julio Argentino Roca de 1904 por el que se establece el
Observatorio Meteorológico Antártico Argentino, el decreto de 1951 que crea
el Instituto Antártico Argentino, el Decreto-Ley 2191, que fija los límites
del Sector Antártico, la ley 18.513 de 1969 que crea la Dirección Nacional
del Antártico.
A estas disposiciones deben agregarse desde la vigencia del Tratado Antártico,
las recomendaciones aprobadas por el Gobierno argentino que fueron adoptadas
en cada una de las Reuniones Consultivas Antárticas.
Los títulos de soberanía de nuestro país sobre ese sector son múltiples,
siendo los principales los siguientes:
Continuidad geográfica y geológica
Herencia histórica de España
Actividades foqueras desde que éstas comenzaron en la región.
Ocupación permanente de una estación científica que se mantiene desde
comienzos de siglo hasta nuestros días: el Observatorio Meteorológico y
Magnético de las Islas Orcadas del Sur, inaugurado en 1904.
Instalación y mantenimiento de otras bases permanentes y temporarias en la
península antártica e islas adyacentes; también en la barrera de hielo de
Filchner, aparte de numerosos refugios en distintos puntos del sector.
Trabajos de exploración, estudios científicos y cartográficos en forma
continuada.
Instalación y mantenimiento de faros y ayudas a la navegación.
Tareas de rescate, auxilio o apoyo, tales como el salvamento a comienzos del
siglo pasado, del eminente sabio explorador sueco Otto Nordenskjöld y sus
compañeros; el rescate de un enfermo y un accidentado, ambos ingleses de la
apartada estación de Fossil Bluff.
Presencia Argentina en tierra, mar y aire en todo el Sector, inclusive el
mismo Polo Sur, alcanzado en varias oportunidades alternativamente por
aviones de la Armada
y de la Fuerza
Aérea y por las expediciones terrestres del Ejército.
Durante el año 1969, la Patrulla Soberanía de la Fuerza Aérea
llegó a la entonces Isla Seymour, quienes utilizando solamente picos, palas y
explosivos construyeron la primera pista de aterrizaje de tierra del
Continente Antártico, que permitió operar aviones de gran porte con tren de
aterrizaje convencional, es decir con sus ruedas, rompiendo, a partir del
29-OCT-1969 con la fundación de la Base Aérea Vicecomodoro Marambio, el
aislamiento con dicho Continente, donde ahora se puede llegar en cualquier
época del año; hecho de trascendencia nacional, histórica y geopolítica, como
así también la apertura de rutas en sentido transpolar.
Apoyo logístico y operativo en forma permanente, a las actividades
científicas a nivel internacionales.
BASES ANTÁRTICAS ARGENTINAS
En el mapa que está inserto en este mensaje figuran las Bases Antárticas
Argentinas:
Permanentes: Orcadas, Jubany, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II.
Temporarias: Cámara, Decepción, Petrel, Primavera, Melchior, Brown y Matienzo
INFORMACIÓN SOBRE LA BASE ORCADAS
El Lugar
Las Islas Orcadas del Sur constituyen un archipiélago situado a unos 1100 km. al sudeste de la
isla de los Estados, casi en el mismo limite norte del Sector Antártico
Argentino entre los paralelos 60º y 61º S y los meridianos 44 y 47º W. Se
trata de unas 40 islas e islotes pequeños que totalizan una superficie de
casi 1000 km.
cuadrados.
Estrechos y pasos, casi todos navegables, separan unas de otras a estas islas
montañosas que ostentan sus picos casi totalmente cubiertos de hielo y nieve,
excepto en los lugares donde las laderas caen acantiladas. Sus costas, con
algunas bahías más o menos amplias, suelen congelarse por influencia del mar
de Weddell, impidiendo la navegación fuera de los meses del verano.
La mayoría de las islas de este archipiélago se elevan bruscamente desde el
mar, presentado en su interior una cadena montañosa que las recorre de este a
oeste, de la que descienden glaciares hacia el mar.
En las costas libres de hielo, especialmente en las islas que emergen en el
sur del archipiélago, los musgos y líquenes formando un compacto tapiz verde
ponen en el paisaje una nota singular y atractiva que, unida a la presencia
de las aves antárticas, principalmente petreles y pingüinos, que acuden en
primavera y verano, atempera la sensación de soledad que produce el lugar.
Las islas más importantes del archipiélago son: Coronación, destacada por su
extensión, con sus 450 km2 es la mayor del conjunto y la que también ostenta
el pico más elevado, el cerro Noble, de 1642 metros. Sus
costas ofrecen diversos aspectos: la costa norte es más bien baja y el hielo
que la cubre desciende suavemente hacia el mar; la costa oriental es quebrada
e irregular con bahías y altos acantilados; la costa oeste es en parte
acantilada; la costa sur cubierta totalmente por glaciares, es la más alta de
todas.
Frente a la parte media de la costa sur de la isla Coronación emerge la isla
Signy, y en el extremo sudoeste de la isla de referencia muy próximo a su
costa están las isla Larsen y, más hacia el oeste, las Inaccesibles.
Entre las isla Coronación y Laurie, al este de aquella, se interpone la isla
Powell, y el nordeste de ésta, surge la isla Montura.
La isla Laurie es la que sigue en extensión a la isla Coronación.
Aproximadamente mide 21 km.
de este a oeste, variando su ancho desde 222 m en la parte más
estrecha, hasta 9 km.
en la más amplia.
La costa norte de la isla Laurie presenta cuatro bahías, una de las cuales,
denominada Uruguay, mide 7 km.
de ancho. En la costa sur de esta bahía se abre la caleta homónima en la que
se encuentra la instalación argentina, en los 60º 44’ latitud S y 56º 38’ longitud W. En el fondo
de la caleta se forma entre las montañas un pequeño pasaje o istmo de poco
más de 400 m
de ancho, que separa la bahía Uruguay con la Bahía Scotia
que se abre en la costa sur de la isla. Esta tiene una entrada de casi 4 km. de ancho. En el fondo
de esta bahía se abre la caleta homónima. Con relación a las operaciones de
desembarco se prefiere, por lo general, operar en Bahía Scotia, por la
relativa tranquilidad de sus aguas, protegidas por la península Mossman.
El nombre actual del archipiélago es traducción de “South Orkneys Islands”,
topónimo con el que aparece en la carta de James Weddell, quien en 1823
visitó las islas, o sea un año después de haber sido descubiertas por el
capitán Powell.
En cuanto a la denominación “isla Laurie” fue usada por primera vez en un
mapa editado en 1822 por el agente de ventas de cartas del Almirantazgo
británico, R.H. Laurie.
La expedición del Dr. Bruce
El Dr. William S. Bruce partió de Edimburgo el 2 de noviembre de 1902 para
cumplir trabajos científicos en la Antártida que le fueron encomendados por la Real Sociedad de
Geografía de Escocia, de acuerdo con las recomendaciones del VII Congreso
Internacional de Geografía celebrado en Berlín en 1899.
El Dr. Bruce se había propuesto explorar y estudiar el sector del casquete
polar situado al sur de nuestro continente. Arribado a las latitudes
antárticas a bordo del “Scotia”, después de haber recalado en las Malvinas, y
no pudiendo continuar la navegación por impedírselo el hielo que ya cubría en
gran parte el mar, decidió poner proa hacia las Orcadas del Sur, descubiertas
por Powell en 1821, que ya había visitado en un viaje anterior.
Llegado a la isla Laurie, una de las mayores del archipiélago, el “Scotia”
penetró en una bahía en la costa sur de la isla, bahía que fue bautizada por
Bruce con el nombre de su barco.
Esto ocurría en el mes de Marzo, y a esta altura del año el mar comienza a
cubrirse rápidamente de hielo. El “Scotia” quedó aprisionado, Bruce y sus
hombres decidieron invernar en la isla. Era necesario, tener una casa para
sobrevivir en un lugar tan inhóspito y en la peor época del año, y los
expedicionarios se dedicaron a la tarea de construir un albergue donde pasar
el invierno. Así surgió “Omond House”, la primera casa-habitación en Orcadas
del Sur, una pequeña casilla de madera protegida por fuera con piedra de las
faldas de los cerros próximos. El nombre le fue dado en honor de uno de los
patrocinadores de la expedición.
Tal fue el humilde origen de nuestro primer observatorio en las Orcadas y
primer establecimiento permanente en la Antártida.
En Omond House pasó Bruce aquel invierno de 1903 en espera
de que el deshielo le permitiera salir con el “Scotia” en procura del puerto
de Buenos Aires con el fin de reaprovisionarse. Mientras tanto, los hombres
no permanecían inactivos. Otra pequeña casilla de madera para deposito del
instrumental de magnetismo terrestre se levanto en un lugar próximo a Omond
House, además de pequeños abrigos para observaciones meteorológicas
instalados en la playa de Bahía Scotia.
Llegada la época propicia para la navegación, Bruce dejó en Omond House una
dotación de seis hombres encabezadas por el meteorólogo Robert C. Mossman,
que durante los años 1896 a
1900 había ejercido la dirección de la estación de meteorología de Edimburgo
y la superintendencia del observatorio de Ben Nevis (Escocia). Así
continuaría con los estudios y observaciones hasta el regreso de Bruce.
En Diciembre de 1903 el “Scotia” llegaba a Buenos Aires en donde la Antártida
comenzaba a despertar la curiosidad y atraer la atención de la gente.
Cuando llego el “Scotia” hacia apenas dos años que nuestro puerto había sido
visitado por el Antartic de paso hacia el Sur, y a principios de Diciembre
había arribado el buque “Le Français”, de Charcot, regresado de su viaje a
los mares australes y la corbeta “Uruguay” de la Armada Nacional,
trayendo a su bordo al Dr. Nordenskjöld y sus hombres que habían quedado
aislados y en peligro al perder al “Antartic” aprisionado por los hielos.
La propuesta de Bruce
Durante la presidente del general Julio Argentino Roca se daban las
condiciones para que nuestro país pudiera colaborar en el quehacer
científico.
La Argentina había decidido la instalación de un observatorio meteorológico y
geofísico en la isla del Año Nuevo, cerca de la costa norte de la isla de los
Estados.
Este hecho sumado a la acción que nuestra marina acababa de realizar
rescatando a la expedición de Nordenskjöld, y apoyando luego al “Scotia” en
su viaje a Buenos Aires, inclinaron quizás al Dr. Bruce, preocupado por la
continuación de las observaciones iniciadas en la isla Laurie, a pensar que
nuestro país podía acometer esa empresa. El 9 de diciembre se había realizado
en el teatro Politeama un homenaje a los expedicionarios, y en esa
oportunidad Nordenskjöld dijo: “Aquí las expediciones son bien preparadas y
llevadas a buen termino, como lo sabe cualquier persona que observe la
expedición realizada con tan buen éxito por la Armada Argentina”.
Bruce se dirigió al jefe de la oficina Meteorológica dependiente del
Ministerio de Agricultura, señor Walterio Davis, con la siguiente
proposición: ofrecía al gobierno argentino la instalación de Omond House, el
deposito de instrumental y los aparatos de observación, todo por la suma de
cinco mil pesos moneda nacional. Solo ponía una condición: que dicha venta no
se hiciera publica, que figurase como donación hecha por él a nuestro
gobierno en retribución por la cooperación que le prestara la Armada durante su viaje a
Buenos Aires.
Los funcionarios no necesitaron meditar mucho la propuesta para comprender
los beneficios que resultarían de su aceptación no solo desde el punto de
vista práctico, sino por el prestigio que daría a nuestro país el emprender
tales empresas. Así fue que el señor Davis valoró en su justa medida la
importancia de continuar con las observaciones comenzadas en la isla Laurie y
entrevisto al subsecretario del Ministerio de Agricultura Dr. Carlos
Ibarguren. “En cuanto me enteré de la propuesta del señor Bruce – escribió
después Ibarguren- percibí la importancia que tendría para la Argentina, no solo el
interés científico, sino también político, practico, el establecimiento
permanente de una instalación oficial del gobierno en lo que entonces se
llamaban <mares australes de la República>, hoy Antártida; era un primer
paso; tornaríamos así en efectiva la posición de lo que era y es parte
integrante de nuestro país” (Carlos Ibarguren, “La Historia que he
vivido”). Esto es lo que el subsecretario de Agricultura informó al ministro
Wenceslao Escalante, quien inmediatamente dio su aprobación al proyecto
encargando a su subordinado redactase el decreto con fecha 2 de enero de 1904
que fue publicado en el Boletín Oficial del 5 de enero.
En ningún momento no Bruce ni la legación inglesa en la Argentina habían
considerado bajo soberanía británica a las Orcadas y menos aun se dio
proyección política a la enajenación de la casilla instalada allí. Los
expedicionarios del “Scotia” reconocieron que esa región no pertenecía a Gran
Bretaña, como se dice en la obra publicada por Bruce en 1906, titulada “The
voyage of the Scotia”.
Muchas veces –se afirma en la pagina 78 de ese libro- en los variados temas
examinados durante las largas veladas de invierno surgió la cuestión de la propiedad
de las islas Orcadas del Sur y después de muchas y largas discusiones
llegamos a la grata conclusión de que, aun en esta época del imperialismo,
las Orcadas del Sur, habían escapado al poder de todo país y que gozábamos
del privilegio de vivir en una tierra de nadie (no man’s land). Pero temo que
esto no dure mucho, no porque la pretendamos para Inglaterra, porque aun
cuando siempre hemos deseado ensanchar los confines de nuestro imperio no
hubiéramos podido pretender nuevos territorios en nombre de nuestro país sin
un mandato de nuestro gobierno.
Sin embargo, cuando el <Scotia> volvió a las islas en febrero de 1904
con una comisión argentina para hacerse cargo del Observatorio bajo los
auspicios del gobierno argentino, la bandera argentina fue izada donde
primeramente ondeara el león escocés y yo presumo que las Orcadas del Sur son
consideradas como una posesión de aquella potencia”.
Junto con el observatorio se instalo también en la isla Laurie la primera
oficina de correos que funcionó en Antártida, siendo su primer jefe el señor
Hugo Acuña, miembro de la comisión, que fue designado para esa tarea por el
entonces Director de Correos y Telégrafos de la Nación, don Manuel
García Fernández, y provistos para tal fin de una valija postal con formularios
del correo nacional y un matasellos para anular las estampillas argentinas
utilizadas por el personal del observatorio. Autor de la iniciativa había
sido el naturalista y geógrafo don Francisco P. Moreno, preocupado por la
defensa de nuestros intereses en la Patagonia y de nuestra presencia en Antártida.
Grande fue la satisfacción del Dr. Bruce por el resultado de su gestión, pues
al mismo tiempo que veía asegurada la continuación de los trabajos realizados
por sus hombres en la isla Laurie, contaba ahora con el dinero necesario para
proseguir su viaje hacia el Polo Sur.
Como debía hacer escala en Laurie para embarcar al equipo que había quedado
en Omond House, se ofreció para trasladar a los integrantes de la comisión
argentina que iría a hacerse cargo de las instalaciones adquiridas, ya que al
estar en reparación la “Uruguay” nuestra marina carecía de medios para
hacerlo.
El 21 de enero de 1904, el “Scotia” zarpaba de nuestro puerto rumbo a las
Orcadas del Sur. A su bordo viajaban los siguientes integrantes de la
comisión argentina: Edgard C. Szmula, empleado de la oficina Meteorología
Argentina, Hugo A. Acuña, de la división de Ganadería y Luciano H. Valette,
de la oficina de Zoología del Ministerio de Agricultura. Este personal
trabajaría en Orcadas bajo la dirección del señor Roberto C. Mossman, que de
ese modo pasaría un año más en Laurie, lo mismo que Williams Smith, otro
miembro de la expedición escocesa, que quedaría en la isla como cocinero de
la comisión.
Después de recalar en las Malvinas, el “Scotia” llegó a Laurie el 14 de
febrero; el día 22 se efectuó la sencilla ceremonia de traspaso de las
instalaciones, y desde ese momento comenzó a flamear nuestra bandera en aquel
desolado lugar.
Los cinco hombres que por primera vez invernaron en la isla Laurie durante
aquel año de 1904 para estudiar la naturaleza del extremo austral del mundo,
fueron, junto a Sobral, Irízar y sus marinos, los pioneros de nuestra
historia antártica, los que iniciaron la pléyade de hombres que en una u otra
forma, vienen trabajando ininterrumpidamente aportando su esfuerzo a la ardua
tarea de investigar la naturaleza antártica en sus múltiples aspectos,
posibilitando así la participación de nuestro país en el que hacer científico
junto a otras naciones empeñadas en la misma obra.
En 1927 se inauguró en Laurie la primera estación radiotelegráfica en la Antártida.
Del ámbito del Ministerio de Agricultura, el Observatorio
de las Orcadas del Sur, pasó a depender en 1951 de la Fuerza Aérea
Argentina, siendo su dotación:
Jefe: Primer Teniente aviador Enrique de los Sagrados Corazones Smith
Estrada, medico teniente de aviación Lauro Vigil, Reinaldo Soto, Benito P.
Rodríguez, Baltazar Silva, Alejandro Dubini, Salvador Américo, Osvaldo
Castrogiovanni, Emilio Escobar, Orlando A. Angio y Jacobo Leitman.
En 1952 por Decreto Nº 13.714, pasa a jurisdicción del Servicio de
Hidrografía Naval como Destacamento Naval Orcadas, Servicio del cual depende
desde entonces a través de su Departamento Antártida; su dotación estuvo
integrada por:
Teniente de Fragata Ifigenio Sanz, medico Alberto R. Torres, Cabo Mayor José
Alvarez, cabo principal Carlos A. Rojas, marinero segundo Ricardo González,
marinero primero Feliciano Aguaysol, observador meteorológico Eduardo Leyton,
observador meteorológico Armando Pico, señor Rogelio Souto y señor Enrique
Poveda.
Peripecias de la primera Comisión Argentina
En “Viaje a las Islas Orcadas Australes” publicado en Buenos Aires en 1906,
dice el señor Luciano H. Valette.
“El panorama que nos rodeaba era constituido de cerros escabrosos cubiertos
de eterno hielo, témpanos formidables y enormes ventisqueros.
“Nuestra habitación revestida exteriormente por una muralla de piedras era,
sin ser confortable, muy sólida y debido a su edificación primitiva tuvimos
siempre una ventilación natural excelente, tanto más necesaria cuanto que la
sola pieza que la constituía era colectiva. Por esa circunstancia, la mala
higiene domestica fue inevitable con motivo del amontonamiento de materiales
en un reducido espacio, el cual servia a la vez de cocina, dormitorio,
comedor, laboratorio, etc.”
Al poco tiempo de instalados ya tuvieron los expedicionarios las primeras
experiencias desagradables de la vida en aquellas regiones. El clima frío y
húmedo, el cielo permanentemente cubierto por espeso manto de nubes que muy
de vez en cuando se abre para dejar paso al sol; la niebla, que al ocultar el
paisaje torna monótono el ambiente, todo ello hace dura la existencia del
hombre allí.
En días de cielo descubierto, a pleno sol, el paisaje es maravilloso. Pero
tal cosa ocurre muy rara vez. En aquellas latitudes, precisamente, predominan
las tormentas con fuertes vientos y nevadas. Y es lo que tuvieron que
soportar nuestros hombres en los comienzos de su vida antártica. Tras una
primera tormenta con ráfagas de 95
km. por hora desencadenada a fines de febrero, y que
produjo la pérdida de algunas pieles de aves y peces que había coleccionado
el señor Valette, encargado de los estudios de zoología, el 8 de marzo un
segundo temporal mucho más violento aun llegó a amenazar seriamente a la
pequeña vivienda cuyo parapeto de piedras fue derrumbado por el golpe de las
olas que llegaron hasta 2 m
de la puerta de Omond House. Pasado el temporal comenzó la dura tarea de las
reparaciones. Hubo que rehacer el parapeto que servia de protección a la
casa, para lo cual se transportaron grandes bloques de piedra utilizando
palancas y una considerable cantidad de piedras menores en trineos. Todo el
material era de la falda de los cerros que se levantan a unos 100 m de las instalaciones.
Casi todo el mes de marzo se empleó en estas tareas que dejaron casi
exhaustos a nuestros inexpertos expedicionarios, recién llegados de Buenos
Aires. En la madrugada del 4 de abril comenzó a soplar desde el sudeste un
viento amenazador, a la hora no quedaba nada del parapeto y las defensas que
habían costado un mes de agotador trabajo. Todo cayó bajo los embates del mar
que, en sucesivas y violentas oleadas, había llegado hasta el lugar. Y no
solo piedras se llevó el mar; también algunos cajones de víveres, lo que fue
peligroso para una expedición que permanecería totalmente aislada y sin
ningún contacto con el exterior, por un tiempo que no podía ser establecido
con certeza, ya que son las condiciones climáticas las que decidirán la fecha
del relevo. La pequeña casa-habitación tuvo que se abandonada pues el agua la
rodeó totalmente. Con el viento soplando a 110 km. por hora, el frío
intenso y la molesta borrasca de nieve, los castigados hombres se dirigieron
hacia la costa de la bahía Uruguay, más separada de los vientos del sudeste;
llevaban consigo dos carpas para utilizarlas como vivienda temporaria, pero
el furioso y enloquecido viento ni siquiera permitió desatarlas. La diminuta
casilla de los instrumentos magnéticos fue la salvación. A ella se dirigieron
los cinco hombres y en ella permanecieron en incomoda situación, pero al
reparo, hasta las diez de la mañana en que amainó el temporal y aprovecharon
para penetrar en la vivienda y poner a salvo cuanto pudieron.
Valette mismo relató la situación: “Estabamos empapados y con mucho frío,
pero el salvamento nos hacia olvidar todo. Mientras nos encontrábamos
ocupados en esa tarea oímos unos crujidos terribles. El viento había
arrancado el techo del deposito de víveres; la rompiente del mar llegaba a
más de 50 metros
adentro de la línea de las más altas aguas!
“Eran las tres de la tarde y a pesar de la bajamar las olas aun alcanzaban al
borde de la casita. El viento seguía en su furia.
"Adentro de la cabaña era todo confusión y afuera, en el deposito de
víveres, destechado, el cuadro era desconsolador. A pesar de todo esto no
podíamos optar por el abandono de nuestra vivienda. A donde iríamos?
“En el desgraciado caso de que el derrumbe de la cabaña se hubiera producido,
pusimos un hacha al lado de la ventanita para hacerla saltar y salir luego
por ella, pues la puerta hubiera quedado sin acceso.
“Entretanto, llegaba la hora de la otra pleamar y el viento nada había
calmado. La noche era horrorosa y el mar bañaba nuevamente los cimientos de
la casita.
“En ese momento la obsesión de aquellos hombres era la siguiente pleamar cuya
hora ya se aproximaba. Fue entonces que la Providencia quiso
que el mar arrastrara a la playa unos grandes bloques de hielo que sirvieron
luego para romper y disminuir así la fuerza de las olas”, narra Valette.
“Al día siguiente, concluido el temporal, comenzó de nuevo la tarea de las
reparaciones. Hubo que arreglar el almacén de provisiones que había quedado
sin techo y en desorden. Con los mismos cajones de víveres se hicieron las
paredes y se utilizaron todos los elementos posibles y todas las artes del
ingenio para hacer la mejor construcción posible.
“A fin de obtener tirantes y gruesos clavos –dice Valette-, tuvimos que
deshacer un gran trineo. El techo se cubrió con lona y sobre ésta un tejido
impermeable. Luego se fortificaron las paredes exteriormente con una espesa
capa de piedra que acarreamos en trineo desde la falda de los cerros más
próximos. Muchas de estas obras se hicieron con grandes dificultades, no solo
por la falta de elementos, sino debido a los fuertes vientos. La tarea era
tanta y tan pesada que nuestros semblantes agobiados se asemejaban a
presidiarios condenados a trabajos forzados.”
Para el 22 de abril se concluyeron los trabajos y el 30 ya cubría la
superficie del mar una gruesa capa de hielo, fenómeno tan esperado por los
expedicionarios ya que el peso del hielo le hacia perder al mar toda potencia
y peligrosidad.
En adelante el pero enemigo seria el hastío. Efectivamente, durante el
invierno antártico la actividad es casi nula, salvo las tareas habituales
domesticas y, sobre todo, despejar de nieve ventanas y accesos. La
inclemencia del tiempo y la oscuridad, excepto unas pocas horas al mediodía,
obligan a permanecer en la vivienda días enteros. Si se piensa que la
reducida Omond House era utilizada como cocina, comedor, dormitorio y
laboratorio, podremos imaginar lo que fue la vida de los cinco integrantes de
aquella primera comisión argentina en Antártida durante el invierno de 1904.
Pero llegó octubre y arribaron a Laurie los primeros pingüinos, lo cual fue
muy celebrado por nuestro hombres, cansados ya de tanta soledad y silencio
como habían soportado aquel singular invierno, durante el cual la única
compañía extraña había sido la de las palomas antárticas. Ahora por lo menos
había otros seres en Laurie, a quienes escuchar y contemplar, observar sus
costumbres y movimientos. Todos se alegraron con esta nueva compañía en la
isla, el más entusiasmado habrá sido Valette, cuya misión era precisamente
estudiar la fauna del lugar. “Una bella mañana del mes de octubre –dice- me
presenté por primera vez en un criadero. Me encontré allí ante la mejor
sociedad de la isla. El pueblo no dio muestras de impaciencia y continuó sin
interrupción su tarea de construcciones para el dulce <plaisir
d’amour>”.
En efecto, los pingüinos viviendo durante el invierno principalmente en el
mar libre de hielos en latitudes más bajas, llegan a la Argentina avanzada ya
la primavera y se instalan en tierra firme para procrear, lo cual realizan
una vez concluida la sencilla construcción del nido, un montoncito de
piedritas que acarrea el macho y deposita junto a la hembra encargada de
acomodarlas en circulo y en cantidad suficiente para albergar e incubar los huevos.
Puede suceder que la hembra permanezca impasible ante la donación de las
primeras piedritas o bien que se aleje del lugar, entonces el “galán”, ante
el rechazo, busca una nueva “doncella”.
Repartiendo el tiempo entre las tareas domesticas, los trabajos específicos
de cada uno, las largas caminatas en dos días muy buenos, llego el 31 de
diciembre y con él el “aguinaldo de Año Nuevo”, como dice Valette.
“Gloria y contento –escribió-, era la corbeta <Uruguay>, la mascota
polar de la Armada
Argentina, que avanzaba lentamente entre los hielos en
demanda del puerto.” Con ella llegaba el relevo para el segundo año del
observatorio de Orcadas, y para nuestros hombres la hora del regreso.
Es destacable la actuación de José Manuel Moneta; formó parte de las expediciones
a las islas Orcadas durante 1923, 1925, 1927 y 1929 actuando como jefe en las
dos últimas. Volcó su experiencia en la obra “cuatro años en las Orcadas del
Sur” (ver: Argentina en la Antártida, T.I, pp.56-59).
La base Orcadas, ha significado para la Armada una continua tarea, no sólo por la
permanencia de sus dotaciones sino también por los relevos efectuados año
tras año, realizados incluso con buques balleneros y mercantes, continuando
la tarea con buques como la corbeta “Uruguay”, el ARA. “Guardia Nacional”, el
ARA. “1º de Mayo”, el rompehielos ARA. “General San Martín”, el buque polar
ARA. “Bahía Paraíso” y actualmente el rompehielos ARA. “Almirante Irízar”,
apoyado año tras año por distintos avisos como el ARA. “Gurruchaga” o el ARA.
“Irigoyen”.
Por otra parte, las comunicaciones con el Sector Antártico Argentino han sido
ininterrumpidas a partir de la instalación de la primera estación
radioeléctrica en 1927, a
cargo del Suboficial Emilio BALDONI, quien se comunicó con Ushuaia el 30 de
mayo de ese año. Desde entonces Orcadas ha estado unida al continente a
través de los distintos sistemas radioeléctricos, a pesar del incendio
sufrido el 25 de agosto de 1975 que destruyó la casa principal. Durante la Campaña Antártica
de Verano de 1979/80 se inicio la construcción de una moderna
casa-habitación, y posteriormente en 1992 se concretó la instalación de una
antena satelital que permite la recepción de señales de televisión.
Estructura y funcionamiento
La base cuenta con las siguientes dependencias:
Casa Principal
Casa de Emergencia
Capilla
Casa Museo Moneta
Casa “Omond House”
Laboratorio de biología
Estación sismográfica
Casa Pampa – Radio EGA
Usina Nº 1
Usina Nº 2
Casa Variómetro
Deposito de Lubricantes, de Gas y de Baterías
Galpón Nº 1 – Frigorífica – Despensa
Galpón Nº 2 – Talleres – Garaje – Despensa
Galpón Nº 3 – Ferretería – Maquinas – Electricidad
Pañol de Pinturas, etcétera.
Actividades
Se realizan trabajos sobre: meteorología de superficie y de altura, cuenta
con una central de pronósticos antárticos; magnetismo, componente vertical y
horizontal, cómputos, observaciones y lectura de registros, relevamientos
geológicos y localización de sensores; observación visual de auroras;
científicos del IAA-DNA realizan estudios glaciológicos, estado del hielo en
el mar; en biología, observación de la fauna, trabajos sobre aves y mamíferos
marinos y monitoreo de colonias de pingüinos; la actividad geológica y
geofísica es discontinua.
DECRETO FIRMADO POR EL PRESIDENTE ROCA,
ACEPTANDO LA PROPUESTA
DE BRUCE
Buenos Aires, enero 2 de 1904
“En vista de la nota del jefe de la Oficina
Meteorológica Argentina y de los demás antecedentes y
documentos relativos al establecimiento de nuevas estaciones meteorológicas y
magnéticas en los mares del Sur de la República, y CONSIDERANDO:
Que es de alta conveniencia científica y práctica extender a dichas regiones
las observaciones que se hacen en la isla de Año Nuevo y en el Sur de la
República,
El Presidente de la Nación Argentina, decreta:
Articulo 1º - Autorizase al Jefe de la Oficina
Meteorológica Argentina para recibir la instalación
ofrecida por el señor William S. Bruce en las islas Orcadas del Sur, y
establecer un nuevo observatorio meteorológico y magnético en las mismas.
Articulo 2º - El personal se compondrá de los empleados que el Ministerio de
Agricultura designe y de los que posteriormente puede suministrar el
Ministerio de Marina.
Articulo 3º - Anualmente serán reemplazados dichos empleados por los que se
designe para relevarlos y que conducirá un buque de la Armada.
Articulo 4º - La asignación de sueldo y viático para los
que no lo tengan determinado por el Presupuesto, así como los demás gastos
requeridos, serán determinados por el Ministerio de Agricultura e imputados
al ítem correspondiente del Presupuesto General.
Articulo 5º - Comuníquese, publíquese y desde al Registro Nacional.”
Julio Argentino Roca
Wenceslao Escalante
DATOS CLIMÁTICOS
Los siguientes son datos de temperaturas suministrados por el SMN; corresponden
al periodo 1981 – 1990:
Temperatura máxima anual: -0,4 ºC (años considerados: 10)
Temperatura máxima: 3,2
ºC (febrero)
Temp. máximo valor medio: 4,1 ºC (febrero 1990)
Temp. mínimo valor medio: -9,8 ºC (agosto 1988)
Temperatura mínima anual: -5,7 ºC (años considerados: 10)
Temp. mínima: -13 ºC
(julio)
Temp. máximo valor medio: 0,8 ºC (febrero 1990)
Temp. mínimo valor medio: -19,1 ºC (julio 1987)
TOPÓNIMOS DE LA ZONA
LAURIE, ISLA - La isla apareció con este nombre en la carta de su descubridor,
el foquero ingles George Powell publicado en Londres por R.H. Laurie.
MACKENZIE, PENÍNSULA - Fue cartografiada por la expedición antártica escocesa
(1902-04) del Dr. William S. Bruce quien la denominó con el apellido de
soltera de su esposa.
MONTURA, ISLA - Topónimo de carácter descriptivo. Descubierta por la
expedición de James Weddell.
ORCADAS DEL SUR, ISLAS - Este nombre es traducción
del original “South Orkney Islands” con el que aparecieron señaladas las
islas en una carta de James Weddell.
POWELL, ISLA - Recuerda al capitán ballenero británico George Powell que
junto con el norteamericano N.B. Palmer descubrió las islas Orcadas del Sur
el 06-SEP-1821.
SCOTIA, BAHÍA - Recuerda al buque “Scotia” de la expedición antártica
escocesa del Dr. William S. Bruce (1902-04)
URUGUAY, BAHÍA - En homenaje a la corbeta ARA. “Uruguay” que rescató a la
expedición antártica sueca del Dr. Otto Nordenskjöld.
WEDDELL, MAR DE - En homenaje al capitán británico James Weddell, que
descubrió el mar en 1823.
EL HIELO NO DEBE CONGELAR LA HISTORIA Y LA SOBERANÍA
La
presencia argentina en la
Antártida tiene casi un siglo, luego de que el 22-FEB-1904
se izara la bandera en el Continente Blanco. Múltiples son los títulos de
soberanía nacional sobre esa porción delimitada por los meridianos 25º y 74º
Oeste y el paralelo 60º de latitud Sur.
HUGO ALBERTO ACUÑA
PRIMER ARGENTINO QUE IZO LA BANDERA ARGENTINA EN LA ANTÁRTIDA
Con
18 años, no sólo fue el primer argentino que izó nuestra enseña patria en el
Continente Blanco, sino que se constituyó en el primer estafeta postal. Sus
restos descansan en Bahía Blanca.
Su nombre y su historia no es ampliamente conocida por todos los argentinos.
Se llamaba Hugo Alberto Acuña y a los 18 años fue enviado por el Correo
Argentino a las Islas Orcadas para habilitar la primer estafeta postal. Allí
protagonizó un hecho trascendente de soberanía: iza la bandera argentina en
territorio antártico el 22 de febrero de 1904.
En una desgastada libreta de tapas negras, con caligrafía prolija, casi elegante,
describe ese momento: "A pesar del frío, vestimos traje de paseo, como
en Buenos Aires. Hay 5 grados bajo cero. La bandera asciende en el modesto
mástil y comienza a flamear. Ya tenemos listo el pabellón azul y blanco. Ya
estamos en nuestra propia casa..."
Para llegar a esa tierra polar, el joven estafeta había abordado el bergantín
"Scotia" junto a un alemán y un uruguayo. Doce meses después -en
febrero de 1905- regresaba al territorio continental argentino aquilatando la
experiencia vivida en una cabaña de 14 metros cuadrados,
construida con piedra, forrada con lona y con techo de cumbrera.
"Nuestra cabaña -relata en su diario- tiene dos ventanas pequeñas. Todo
su moblaje es una biblioteca chica, una cómoda, una mesa, cuatro banquitos y
cinco coys".
La modesta vivienda austral no pocas veces fue presa de feroces tormentas.
Una vez más, las viejas libretas escritas por Acuña dan cuenta de ello:
"El 8 de marzo de 1904 el despertar fue un poco feliz. El mar, con olas
gigantescas, violentas, deshizo una barranca de nieve que había contra la
cabaña. El único bote estuvo a punto de perderse. El mar también se llevó la
defensa de piedra que tenía la casa. Diez días después terminamos el nuevo
parapeto, hecho con grandes piedras que acarreábamos desde la montaña. Muchas
veces hubo que interrumpir el trabajo por nevadas y vientos. El 4 de abril
volvió la furia del mar. Se llevó de nuevo la muralla. Por momentos, la
cabaña quedaba cubierta por las olas. La temperatura habla descendido.
Estábamos enteramente mojados. Nuestra ropa pronto se cubrió con una espesa
capa de hielo. La pared había quedado en pie, curiosamente, gracias a que las
piedras están unidas por el hielo..."
FESTEJO PATRIO
El 25 de mayo de 1904 Acuña vuelve a protagonizar otro hecho histórico.
"El himno resuena en una mandolina que también tocará la marcha de
Ituzaingó. Es la primera vez que se conmemora la fecha patria del 25 de mayo
debajo de los 60º de latitud sur".
La lectura de las libretas –que hace 20 años me mostrara su hija Zulema Acuña
de Castro- desprende anécdotas, vivencias y apasionantes descripciones del
paisaje antártico.
“A nuestro alrededor se extiende un panorama maravilloso, imposible de
describir. Sólo dos colores se distinguen: el azul del cielo, el blanco de la
nieve. Un poco afuera de la bahía y en medio del hielo, vemos una gran mancha
oscura. Es el agua del mar, que parece hervir; de su superficie se escapan
densas columnas de vapor que se elevan en formas caprichosas. Nuestros ojos
tienen un círculo blanco. Pestañas y cejas desaparecen bajo una capa de
hielo. El vapor de la respiración también se hiela. Las ventanas de la nariz
están blancas. Pegamos la boca al abrigo...”
Aquel jovencito que se hizo hombre de golpe en el confín antártico, fue
también un paciente filatelista y recordado en 1975 con un sello postal
conmemorativo junto a los pioneros australes José María Sobral, Luis Piedra
Buena, Carlos M. Moyano y Francisco P. Moreno.
Radicado en Bahía Blanca, Hugo Alberto Acuña falleció en 1953 y sus restos
descansan en la necrópolis de esta ciudad.
FUNDACIÓN MARAMBIO
Antártida Argentina
Sector Antártico Argentino - República Argentina
Argentina en la
Antártida
Antártida Argentina o Sector Antártico Argentino, a lo que nosotros
consideramos parte del Territorio Nacional, integra una vasta área que ocupa
el casquete polar austral y en la que como ya se viera, prevalecen
condiciones ambientales particulares -distintas a las de América del Sur- las
cuales tienen una influencia muy marcada en la presencia y actividades del
hombre. Por otra parte, esa zona está afectada a un régimen jurídico especial
cuyo ámbito territorial abarca toda el área al sur de los 60º de latitud Sur.
La región antártica delimitada por los meridianos 25º y 74º Oeste y el
paralelo 60º de latitud Sur, forma parte del que fuera Territorio Nacional de
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, establecido por
Decreto-Ley Nº 2129 de fecha 28 de febrero de 1957, hoy por ley provincia.
Las autoridades provinciales residen en Ushuaia y el Gobernador designa
anualmente su delegado para la región antártica, quien representa así al
poder civil de la zona.
La presencia Argentina en nuestro Sector, según la ya señalada actividad de
los foqueros criollos y de acuerdo con la investigación histórica, se produjo
en la segunda década del siglo XIX; algunos afirman incluso que tuvo lugar a
fines del siglo anterior. Eran buques que desde el puerto de Buenos Aires
iban a las llamadas actualmente Islas Shetland del Sur en busca de sus
presas.
El secreto mantenido por nuestros foqueros hizo que el descubrimiento de esas
tierras fuera ignorado por mucho tiempo y se lo atribuyeran navegantes de
otros países. A fines del siglo XIX y principios del presente la ayuda
prestada por nuestro país a expediciones extranjeras, en particular la de
Nordenskjöld, de Gerlache y Charcot, fueron debidamente apreciadas, quedando
como resultado tangible toda una serie de nombres argentinos puestos a
accidentes geográficos: Isla Uruguay, Islas Argentinas, Roca, Quintana, entre
otros.
22 de FEBRERO de 1904: SE INICIA LA OCUPACIÓN PERMANENTE
DE LA
ANTÁRTICA ARGENTINA
En 1904 se inicia la ocupación permanente de la Antártida Argentina,
con el izamiento del pabellón en Orcadas el 22 de febrero de ese año. Cabe
destacar que durante 40 años la
Argentina fue el único ocupante permanente del Antártico,
hecho que constituye el mejor de nuestros títulos de soberanía en el área.
La presencia Argentina en la Antártida tiene casi un siglo, récord que nos
enorgullece, y han sido frecuentes los actos de gobierno y administrativos en
relación con nuestras actividades y en defensa de los derechos argentinos.
Entre las disposiciones legales de mayor importancia debemos citar el decreto
del Presidente Julio Argentino Roca de 1904 por el que se establece el
Observatorio Meteorológico Antártico Argentino, el decreto de 1951 que crea
el Instituto Antártico Argentino, el Decreto-Ley 2191, ya mencionado
anteriormente, que fija los límites del Sector Antártico, la ley 18.513 de
1969 que crea la
Dirección Nacional del Antártico. A estas disposiciones
deben agregarse desde la vigencia del Tratado Antártico, las recomendaciones
aprobadas por el Gobierno argentino que fueron adoptadas en cada una de las
Reuniones Consultivas antárticas.
Los títulos de soberanía de Argentina sobre ese sector son múltiples, siendo
los principales las siguientes:
1. Continuidad geográfica y geológica.
2. Herencia histórica de España.
3. Actividades foqueras desde que éstas comenzaron en la región.
4. Ocupación permanente de una estación científica que se mantiene desde
comienzos de siglo hasta nuestros días: el Observatorio Meteorológico y
Magnético de las Islas Orcadas del Sur, inaugurado en 1904.
5. Instalación y mantenimiento de otras bases temporarias en la península
antártica e islas adyacentes; también en la barrera de hielo de Filchner,
aparte de numerosos refugios en distintos puntos del sector.
6. Trabajos de exploración, estudios científicos y cartográficos en forma
continuada.
7. Instalación y mantenimiento de faros y ayudas a la navegación.
8. Tareas de rescate, auxilio o apoyo, tales como el salvamento a comienzos
del eminente sabio explorador sueco Otto Nordenskjöld y sus compañeros, el
rescate de un enfermo y un accidentado, ambos ingleses de la apartada
estación de Fossil Bluff.
9. Presencia Argentina en tierra, mar y aire en todo el Sector, inclusive el
mismo Polo Sur, alcanzado en tres oportunidades alternativamente por aviones
navales y de la
Fuerza Aérea y por las expediciones terrestre del Ejército
90.
Durante el año 1969 la Patrulla Soberanía de la Fuerza Aérea
llegó a la entonces Isla Seymour, quienes utilizando solamente picos, palas y
explosivos construyó la primera pista de aterrizaje de tierra del Continente
Antártico, que permitió operar aviones de gran porte con tren de aterrizaje
convencional, es decir con sus ruedas, rompiendo a partir del 29-OCT-1969,
con la fundación de la
Base Marambio, el aislamiento con dicho Continente, donde
ahora se puede llegar en cualquier época del año; hecho de trascendencia
nacional, histórica y geopolítica.
Bases Antárticas:
ARGENTINA: bases: General Belgrano II y Vicecomodoro Marambio
AUSTRALIA: base: Mawson - CHILE: bases: Libertador Gral. Bernardo O'Higgins,
Presidente Eduardo Frei - ESPAÑA: base: Juan Carlos I - EE.UU: bases: Palmer,
Amundsen-Scott - GRAN BRETAÑA: bases: Bird Island Field Station, Halley
Research Station URUGUAY: base: Artigas
Fuente: Veteranos de Marambio Conmemoracion Dia de la Antartida Argentina
Cronología de los descubrimientos y ocupación:
Principales sucesos desde 1519
a 1899
Desde el descubrimiento del estrecho bioceanico por Fernando de Magallanes
pasando por los descubrimientos de James Cook y el primer desembarco de
Fabian von Bellingshausen, los descubrimientos de Wilkes, Ross y la primera
invernada de Borchgrevink.
Principales sucesos desde 1900
a 1970
Las exploraciones de Otto Nordenskjöld, Robert Scott y William S. Bruce a
comienzos de siglo y la conquista del Polo por Roald Amundsen, hasta las
exploraciones aéreas de George Hubert Wilkins y Richard Byrd, concluyendo en
la ocupacion efectiva del territorio.
La Operacion Highjump de EE.UU.en 1947
Ocupacion Argentina desde 1904
a 1970
El comienzo de la presencia efectiva argentina a partir de 1904 en las Islas
Orcadas. la primera estación radioeléctrica en la Antartida, las
campañas a partir de 1940. El Tratado Antartico y el nuevo status. Los
primeros vuelos aereos al Polo y el establecimiento de la base Marambio.
Bases Argentinas
Ubicación y breve descripción
Temperatura en Bases Argentinas
Bases permanentes de 18 países: nombres, coordenadas y ubicación de 36 bases:
Ubicación, coordenadas, origen y características
Documentos: (ENERO -2001)
El fenómeno de fusión de los hielos
Nuevos reportes acerca del derretimiento de hielos principalmente en el
sector occidental reclaman atención sobre este fenómeno.
texto completo
Efemérides Antárticas: Calendario
Exploradores antárticos:
Breves reseñas biograficas
George Hubert Wilkins - Roald Amundsen - Richard Evelyn Byrd - Douglas Mawson
El rescate de Otto Nordenskjold a comienzos de siglo
Geografía física:
Características físicas principales
Guía para el Turista
Informe Tránsito Turístico 2000-2001
Mapas Antárticos:
Mapas y Webcam en Vivo
United States Geologycal Service
Div. Antártica Australiana y RADARSAT
Mapas generales satelitales en 3D
Mapas generales y parciales satelitales
Mapa en 3D de los Valles Secos
Mapas generales y del cuadrante australiano
Mapa del cuadrante sudamericano
Mapa general areas protegidas
Mapa general
Misión Argentina al Polo Sur (Enero 2000)
Sitios Relacionados: Enlaces Externos
Tratado y Protocolos Antárticos:
Tratado Antártico - Texto completo
Protocolo de Protección Ambiental - Texto completo
Foto: Perry Castañeda Collection
Aerofoto de la base polar Amundsen-Scott con su domo en el Polo Sur
Desde el 22 de febrero de 1904 la presencia
permanente en la Antártida Argentina
Hacer Patria en la Antártida
En
1904 se inicia la presencia permanente en la Antártida Argentina,
con el izamiento del pabellón en Orcadas el 22 de febrero de ese año. Durante
40 años la Argentina
fue el único ocupante permanente del Antártico, hecho que constituye el mejor
de nuestros títulos de soberanía en el área. Las investigaciones científicas
llevadas a cabo por estudiosos argentinos, fueron un factor muy importante
para revalidar el título de posesión.
Geólogos del Instituto Antártico Argentino y personal de la Fuerza Aérea
durante el despliegue de un grupo de trabajo en la Barrera de Hielos
Larsen.
La Argentina
tiene una larga historia de actividad científica en territorio antártico. De
hecho, fue el primer país del mundo en establecer una estación científica
permanente. El Observatorio Metereológico y Magnético de la isla Laurie
Orcadas del Sur es mantenido desde 1904 por nuestro país. La vieja
construcción de piedra –creada por el científico escocés William Speirs Bruce
en 1903 y adquirida por el gobierno de Roca en 1904- se convirtió hoy en una
moderna estación científica con instrumental de última generación que sirve
de apoyo a un variado programa de investigaciones sobre ciencias de la
tierra.
Así, la Argentina
es pionera en la investigación científica en la Antártida. Con
más de 100 años de tradición e historia Antártida, nuestro país tiene un
lugar de prestigio mundial por las investigaciones científicas que realiza en
el continente de hielo.
Sin embargo, no siempre la investigación científica estuvo al tope de la
agenda Antártida. En realidad, hasta 1985 prevaleció un criterio geopolítico
de ocupación del territorio antártico. “Luego de ese año cambió el enfoque de
manera drástica, ya que se impuso la actividad científica por sobre la de
ocupación”, cuenta Claudio Parica, experto en geología Antártida. Un punto
crucial de este cambio, dice el geólogo, es que por primera vez el director
del Instituto Antártico Argentino (IAA) fue un científico, Carlos Rinaldi.
“Esto fue un factor importantísimo, fue un quiebre a partir del cual la Argentina empezó a
tener una proyección científica importante en la Antártida. Nuestro
país hizo pié en este sentido, porque muchos países empezaron a depender del
apoyo que podían tener de nuestro país, tanto a nivel logístico como
científico, porque la manera de acceder al territorio antártico era
colaborando y cooperando científicamente con científicos argentinos, ya que
muchos no pueden ir por sus propios medios”, dice Parica.
Campamento al pie del Cerro Negro, en la isla Livingston.
Pero también, gran parte de la responsabilidad de este cambio fue la firma
del Tratado Antártico, vigente desde 1961, en donde todos los países con
intereses en el continente, incluyendo Argentina, Chile y Gran Bretaña, que
tienen reclamos de soberanía, se comprometieron a limitar sus actividades a
la investigación científica y a declarar el territorio como “Territorio de
Paz y dedicado a la Ciencia”.
Esto se vio reforzado en 1993 con la firma del Protocolo de Madrid donde se
estipulan los compromisos medio ambientales de los países en el continente
blanco.
Hoy se puede decir que se ha llegado a un punto de síntesis entre las
estrategias geopolíticas y científicas en los intereses argentinos en la Antártida. “En
realidad lo que se concibe ahora es que la actividad científica es el mejor
argumento para ejercer la soberanía”, dice Parica.
Con 6 bases científicas (Marambio, Esperanza, Jubany, Belgrano, San Martín y
Orcadas), nuestro país es el que más asentamientos permanentes tiene. La Argentina desarrolla
investigación en meteorología y alta atmósfera durante todo el año. Pero hay
actividades que sólo pueden hacerse durante el verano, como la geología,
oceanografía, arqueología y biología en las cuales tenemos una fuerte
presencia en la comunidad científica internacional.
Base General Marambio.
Una epopeya científica
Pero tal vez una de las dimensiones más desconocidas de la investigación en la Antártida es la
parte humana. “La forma que se hace geología es completamente diferente, en
cuanto a la investigación en sí misma y también en cuanto a la parte humana”,
cuenta Parica.
El primer problema que se tiene es el clima, porque el ambiente antártico es
muy hostil. “Lo peor, lo que mata, son los temporales, pues no se puede hacer
nada más que guardarse en la carpa”, cuenta.
Y él sabe de lo que habla. Con 17 campañas en la Antártida, 11
de las cuales realizó en carpa, ha llegado a pasar 5 meses en un continente
donde los temporales son comunes y donde hay vientos de hasta 160 kilómetros
por hora. Ni hablar del frío, que puede variar entre los –50º y los –20º C.
Como las investigaciones geológicas estudian los afloramientos rocosos,
glaciares, auroras y cadenas montañosas y estas no pueden ser trasladadas a
un laboratorio, los científicos deben trasladarse al terreno. Esto implica el
envío de grupos de investigadores y la organización de campamentos en lugares
recónditos, donde para llegar deben trasladarse en el rompehielos Almirante
Irízar y son bajados en helicópteros al lugar del campamento.
Los campamentos están organizados como para maximizar las investigaciones,
que muchas veces pueden durar meses. Así, cuentan carpas individuales,
carpa-baño, carpa-laboratorio, carpa-ducha y carpa-cocina.
Pero los esfuerzos tienen sus recompensas. Parica fue el responsable de haber
realizado el tercer hallazgo en el mundo de una especie de palmera que creció
cuando la Antártida,
América del Sur, África, Oceanía y la India conformaban el gran continente que se
denominó Gondwana, hace aproximadamente 280 millones de años. En esa época
habían además dos grandes masas de tierra: Laurasia y Cataysia.
El hallazgo lo realizó en la isla Livingston, lugar de trabajo frecuente para
él en la Antártida
junto con las islas Shetland.
Vista parcial de las instalaciones de la Base Orcadas.
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1904 - 2006
102º Aniversario
de la presencia ininterrumpida de los Argentinos en la Antártida
El día 22 de febrero se conmemora el Día de la Antártida Argentina
y 101 años de la Ocupación Permanente de la Antártida Argentina
Desde hace algunos años atrás, los responsables de esta página nos
preocupamos por saber cuántos y cuales eran los medios periodísticos que en
este día se referían a la conmemoración y al acontecimiento histórico de esta
fecha, que tendrían que ser muy caro para nuestros sentimientos, porque está
relacionado con la soberanía de nuestro país, pero vimos muy pocas
publicaciones en general, salvo en los últimos años, que esta difusión está
dando sus frutos.
También estuvimos preguntando a muchas personas de distintos niveles de
conocimientos y muy pocos sabían que el 22 de febrero es el Día de la Antártida Argentina,
a las que les contestábamos que no tengan vergüenza, ya que pocos Argentinos
lo saben, porque para esa fecha las escuelas permanecen en receso y no ocurre
como con otras conmemoraciones patrióticas que son recordadas en el
transcurso de nuestra vida, debido a que están en el calendario escolar,
porque lo que se aprende de niño en la Escuela, difícilmente se olvide.
Lo expresado lo confirmamos, porque desde hace algunos años enviamos mensajes
con texto similar a éste informe a varias personas y entidades y nos
sorprendió de sobremanera, que muy pocos sabían cuando era el Día de la Antártida Argentina;
algunos recordaban esta fecha, desconociendo el motivo de esta celebración,
pero con la retransmisión de este mensaje y publicación en distintos medios,
hemos observado que la gente no es indiferente a estas manifestaciones
patrióticas y últimamente se le está dando amplia repercusión.
A continuación bajo el titulo Argentina en la Antártida se
amplia la información de esta presencia y el motivo por el cual en esa fecha
se conmemora ese día, como así también ampliamos en nuestra página http://www.marambio.aq/
esta información antecedentes sobre la Base Orcadas y el
acto del izamiento de la
Bandera Argentina en la Isla Laurie el 22 de
febrero de 1904.
Para nosotros fue una utopía, cuando pensábamos que se recuerde con más
énfasis esta conmemoración, lo hemos manifestado y solicitábamos que
retransmitan esta información a todos sus amigos y a los medios
periodísticos, educativos y gubernamentales para que se difunda; es por el
bien de nuestra Patria, porque no se puede defender lo que no se amar y no se
puede amar lo que no se conoce.
ARGENTINA EN LA
ANTÁRTIDA
Antártida Argentina o Sector Antártico Argentino, a la que
nosotros consideramos parte del territorio nacional, integra una vasta área
que ocupa el casquete polar austral y en la que prevalecen condiciones
ambientales particulares -distintas a las de América del Sur- las cuales
tienen una influencia muy marcada en la presencia y en las actividades del
hombre.
Por otra parte, esa zona está afectada a un régimen jurídico especial cuyo
ámbito territorial abarca toda el área al sur de los 60º de latitud Sur.
La región antártica delimitada por los meridianos 25º y 74º Oeste y el
paralelo 60º de latitud Sur, forma parte del que fuera Territorio Nacional de
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, establecido por
Decreto-Ley Nº 2129 de fecha 28 de febrero de 1957, hoy por ley provincial.
Las autoridades provinciales residen en Ushuaia y el Gobernador designa
anualmente su delegado para la región antártica, quien representa así al
poder civil de la zona.
La presencia Argentina en nuestro Sector, según la actividad de los foqueros
criollos y de acuerdo con la investigación histórica, se produjo en la
segunda década del siglo XIX; aunque algunos afirman incluso que tuvo lugar a
fines de dicho siglo.
Eran buques que desde el puerto de Buenos Aires iban a las llamadas
actualmente Islas Shetland del Sur en busca de sus presas.
El secreto mantenido por nuestros foqueros hizo que el descubrimiento de esas
tierras fuera ignorado por mucho tiempo y se lo atribuyeran navegantes de
otros países.
A fines del siglo XIX y principios del siglo pasado, la ayuda prestada por
nuestro país a expediciones extranjeras, en particular la de Nordenskjöld, de
Gerlache y Charcot, fueron debidamente apreciadas, quedando como resultado
tangible toda una serie de nombres argentinos puestos a accidentes
geográficos: Isla Uruguay, Islas Argentinas, Roca, Quintana, entre otros.
22 FEBRERO 1904
SE INICIA LA
OCUPACIÓN PERMANENTE DE LA ANTÁRTIDA ARGENTINA
Como ya fuera mencionado, en 1904 se inicia la ocupación permanente de la Antártida Argentina,
con el izamiento del pabellón en Orcadas el 22 de febrero de ese año.
Cabe destacar que durante 40 años la Argentina fue el único ocupante permanente del
Antártico, hecho que constituye el mejor aval de nuestros títulos de
soberanía en el área.
La presencia Argentina en la Antártida tiene más de un siglo, récord que nos
enorgullece, y han sido frecuentes los actos de gobierno y administrativos en
relación con nuestras actividades y en defensa de los derechos argentinos.
Entre las disposiciones legales de mayor importancia debemos citar el decreto
del Presidente Julio Argentino Roca de 1904 por el que se establece el
Observatorio Meteorológico Antártico Argentino, el decreto de 1951 que crea
el Instituto Antártico Argentino, el Decreto-Ley 2191, que fija los límites
del Sector Antártico, la ley 18.513 de 1969 que crea la Dirección Nacional
del Antártico.
A estas disposiciones deben agregarse desde la vigencia del Tratado
Antártico, las recomendaciones aprobadas por el Gobierno argentino que fueron
adoptadas en cada una de las Reuniones Consultivas Antárticas.
Los títulos de soberanía de nuestro país sobre ese sector son múltiples, siendo
los principales los siguientes:
Continuidad geográfica y geológica
Herencia histórica de España
Actividades foqueras desde que éstas comenzaron en la región.
Ocupación permanente de una estación científica que se mantiene desde
comienzos de siglo hasta nuestros días: el Observatorio Meteorológico y
Magnético de las Islas Orcadas del Sur, inaugurado en 1904.
Instalación y mantenimiento de otras bases permanentes y temporarias en la
península antártica e islas adyacentes; también en la barrera de hielo de
Filchner, aparte de numerosos refugios en distintos puntos del sector.
Trabajos de exploración, estudios científicos y cartográficos en forma
continuada.
Instalación y mantenimiento de faros y ayudas a la navegación.
Tareas de rescate, auxilio o apoyo, tales como el salvamento a comienzos del
siglo pasado, del eminente sabio explorador sueco Otto Nordenskjöld y sus
compañeros; el rescate de un enfermo y un accidentado, ambos ingleses de la
apartada estación de Fossil Bluff.
Presencia Argentina en tierra, mar y aire en todo el Sector, inclusive el
mismo Polo Sur, alcanzado en varias oportunidades alternativamente por
aviones de la Armada
y de la Fuerza
Aérea y por las expediciones terrestres del Ejército.
Durante el año 1969, la Patrulla Soberanía de la Fuerza Aérea
llegó a la entonces Isla Seymour, quienes utilizando solamente picos, palas y
explosivos construyeron la primera pista de aterrizaje de tierra del
Continente Antártico, que permitió operar aviones de gran porte con tren de
aterrizaje convencional, es decir con sus ruedas, rompiendo, a partir del
29-OCT-1969 con la fundación de la Base Aérea Vicecomodoro Marambio, el
aislamiento con dicho Continente, donde ahora se puede llegar en cualquier
época del año; hecho de trascendencia nacional, histórica y geopolítica, como
así también la apertura de rutas en sentido transpolar.
Apoyo logístico y operativo en forma permanente, a las actividades
científicas a nivel internacionales.
BASES ANTÁRTICAS ARGENTINAS
En el mapa que está inserto en este mensaje figuran las Bases Antárticas
Argentinas:
Permanentes: Orcadas, Jubany, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II.
Temporarias: Cámara, Decepción, Petrel, Primavera, Melchior, Brown y Matienzo
INFORMACIÓN SOBRE LA BASE ORCADAS
El Lugar
Las Islas Orcadas del Sur constituyen un archipiélago situado a unos 1100 km. al sudeste de la
isla de los Estados, casi en el mismo limite norte del Sector Antártico
Argentino entre los paralelos 60º y 61º S y los meridianos 44 y 47º W. Se
trata de unas 40 islas e islotes pequeños que totalizan una superficie de
casi 1000 km.
cuadrados.
Estrechos y pasos, casi todos navegables, separan unas de otras a estas islas
montañosas que ostentan sus picos casi totalmente cubiertos de hielo y nieve,
excepto en los lugares donde las laderas caen acantiladas. Sus costas, con
algunas bahías más o menos amplias, suelen congelarse por influencia del mar
de Weddell, impidiendo la navegación fuera de los meses del verano.
La mayoría de las islas de este archipiélago se elevan bruscamente desde el
mar, presentado en su interior una cadena montañosa que las recorre de este a
oeste, de la que descienden glaciares hacia el mar.
En las costas libres de hielo, especialmente en las islas que emergen en el
sur del archipiélago, los musgos y líquenes formando un compacto tapiz verde
ponen en el paisaje una nota singular y atractiva que, unida a la presencia
de las aves antárticas, principalmente petreles y pingüinos, que acuden en
primavera y verano, atempera la sensación de soledad que produce el lugar.
Las islas más importantes del archipiélago son: Coronación, destacada por su
extensión, con sus 450 km2 es la mayor del conjunto y la que también ostenta
el pico más elevado, el cerro Noble, de 1642 metros. Sus
costas ofrecen diversos aspectos: la costa norte es más bien baja y el hielo
que la cubre desciende suavemente hacia el mar; la costa oriental es quebrada
e irregular con bahías y altos acantilados; la costa oeste es en parte
acantilada; la costa sur cubierta totalmente por glaciares, es la más alta de
todas.
Frente a la parte media de la costa sur de la isla Coronación emerge la isla
Signy, y en el extremo sudoeste de la isla de referencia muy próximo a su
costa están las isla Larsen y, más hacia el oeste, las Inaccesibles.
Entre las isla Coronación y Laurie, al este de aquella, se interpone la isla
Powell, y el nordeste de ésta, surge la isla Montura.
La isla Laurie es la que sigue en extensión a la isla Coronación.
Aproximadamente mide 21 km.
de este a oeste, variando su ancho desde 222 m en la parte más
estrecha, hasta 9 km.
en la más amplia.
La costa norte de la isla Laurie presenta cuatro bahías, una de las cuales,
denominada Uruguay, mide 7 km.
de ancho. En la costa sur de esta bahía se abre la caleta homónima en la que
se encuentra la instalación argentina, en los 60º 44’ latitud S y 56º 38’ longitud W. En el fondo
de la caleta se forma entre las montañas un pequeño pasaje o istmo de poco
más de 400 m
de ancho, que separa la bahía Uruguay con la Bahía Scotia
que se abre en la costa sur de la isla. Esta tiene una entrada de casi 4 km. de ancho. En el fondo
de esta bahía se abre la caleta homónima. Con relación a las operaciones de
desembarco se prefiere, por lo general, operar en Bahía Scotia, por la
relativa tranquilidad de sus aguas, protegidas por la península Mossman.
El nombre actual del archipiélago es traducción de “South Orkneys Islands”,
topónimo con el que aparece en la carta de James Weddell, quien en 1823
visitó las islas, o sea un año después de haber sido descubiertas por el
capitán Powell.
En cuanto a la denominación “isla Laurie” fue usada por primera vez en un
mapa editado en 1822 por el agente de ventas de cartas del Almirantazgo
británico, R.H. Laurie.
La expedición del Dr. Bruce
El Dr. William S. Bruce partió de Edimburgo el 2 de noviembre de 1902 para
cumplir trabajos científicos en la Antártida que le fueron encomendados por la Real Sociedad de
Geografía de Escocia, de acuerdo con las recomendaciones del VII Congreso
Internacional de Geografía celebrado en Berlín en 1899.
El Dr. Bruce se había propuesto explorar y estudiar el sector del casquete
polar situado al sur de nuestro continente. Arribado a las latitudes
antárticas a bordo del “Scotia”, después de haber recalado en las Malvinas, y
no pudiendo continuar la navegación por impedírselo el hielo que ya cubría en
gran parte el mar, decidió poner proa hacia las Orcadas del Sur, descubiertas
por Powell en 1821, que ya había visitado en un viaje anterior.
Llegado a la isla Laurie, una de las mayores del archipiélago, el “Scotia”
penetró en una bahía en la costa sur de la isla, bahía que fue bautizada por
Bruce con el nombre de su barco.
Esto ocurría en el mes de Marzo, y a esta altura del año el mar comienza a
cubrirse rápidamente de hielo. El “Scotia” quedó aprisionado, Bruce y sus
hombres decidieron invernar en la isla. Era necesario, tener una casa para
sobrevivir en un lugar tan inhóspito y en la peor época del año, y los
expedicionarios se dedicaron a la tarea de construir un albergue donde pasar
el invierno. Así surgió “Omond House”, la primera casa-habitación en Orcadas
del Sur, una pequeña casilla de madera protegida por fuera con piedra de las
faldas de los cerros próximos. El nombre le fue dado en honor de uno de los
patrocinadores de la expedición.
Tal fue el humilde origen de nuestro primer observatorio en las Orcadas y
primer establecimiento permanente en la Antártida.
En Omond House pasó Bruce aquel invierno de 1903 en espera
de que el deshielo le permitiera salir con el “Scotia” en procura del puerto
de Buenos Aires con el fin de reaprovisionarse. Mientras tanto, los hombres
no permanecían inactivos. Otra pequeña casilla de madera para deposito del
instrumental de magnetismo terrestre se levanto en un lugar próximo a Omond
House, además de pequeños abrigos para observaciones meteorológicas
instalados en la playa de Bahía Scotia.
Llegada la época propicia para la navegación, Bruce dejó en Omond House una
dotación de seis hombres encabezadas por el meteorólogo Robert C. Mossman,
que durante los años 1896 a
1900 había ejercido la dirección de la estación de meteorología de Edimburgo
y la superintendencia del observatorio de Ben Nevis (Escocia). Así
continuaría con los estudios y observaciones hasta el regreso de Bruce.
En Diciembre de 1903 el “Scotia” llegaba a Buenos Aires en donde la Antártida
comenzaba a despertar la curiosidad y atraer la atención de la gente.
Cuando llego el “Scotia” hacia apenas dos años que nuestro puerto había sido
visitado por el Antartic de paso hacia el Sur, y a principios de Diciembre
había arribado el buque “Le Français”, de Charcot, regresado de su viaje a
los mares australes y la corbeta “Uruguay” de la Armada Nacional,
trayendo a su bordo al Dr. Nordenskjöld y sus hombres que habían quedado
aislados y en peligro al perder al “Antartic” aprisionado por los hielos.
La propuesta de Bruce
Durante la presidente del general Julio Argentino Roca se daban las
condiciones para que nuestro país pudiera colaborar en el quehacer
científico.
La Argentina había decidido la instalación de un observatorio meteorológico y
geofísico en la isla del Año Nuevo, cerca de la costa norte de la isla de los
Estados.
Este hecho sumado a la acción que nuestra marina acababa de realizar
rescatando a la expedición de Nordenskjöld, y apoyando luego al “Scotia” en
su viaje a Buenos Aires, inclinaron quizás al Dr. Bruce, preocupado por la
continuación de las observaciones iniciadas en la isla Laurie, a pensar que
nuestro país podía acometer esa empresa. El 9 de diciembre se había realizado
en el teatro Politeama un homenaje a los expedicionarios, y en esa
oportunidad Nordenskjöld dijo: “Aquí las expediciones son bien preparadas y
llevadas a buen termino, como lo sabe cualquier persona que observe la
expedición realizada con tan buen éxito por la Armada Argentina”.
Bruce se dirigió al jefe de la oficina Meteorológica dependiente del
Ministerio de Agricultura, señor Walterio Davis, con la siguiente
proposición: ofrecía al gobierno argentino la instalación de Omond House, el
deposito de instrumental y los aparatos de observación, todo por la suma de
cinco mil pesos moneda nacional. Solo ponía una condición: que dicha venta no
se hiciera publica, que figurase como donación hecha por él a nuestro
gobierno en retribución por la cooperación que le prestara la Armada durante su viaje a
Buenos Aires.
Los funcionarios no necesitaron meditar mucho la propuesta para comprender
los beneficios que resultarían de su aceptación no solo desde el punto de
vista práctico, sino por el prestigio que daría a nuestro país el emprender
tales empresas. Así fue que el señor Davis valoró en su justa medida la
importancia de continuar con las observaciones comenzadas en la isla Laurie y
entrevisto al subsecretario del Ministerio de Agricultura Dr. Carlos
Ibarguren. “En cuanto me enteré de la propuesta del señor Bruce – escribió
después Ibarguren- percibí la importancia que tendría para la Argentina, no solo el
interés científico, sino también político, practico, el establecimiento
permanente de una instalación oficial del gobierno en lo que entonces se
llamaban <mares australes de la República>, hoy Antártida; era un primer
paso; tornaríamos así en efectiva la posición de lo que era y es parte
integrante de nuestro país” (Carlos Ibarguren, “La Historia que he
vivido”). Esto es lo que el subsecretario de Agricultura informó al ministro
Wenceslao Escalante, quien inmediatamente dio su aprobación al proyecto
encargando a su subordinado redactase el decreto con fecha 2 de enero de 1904
que fue publicado en el Boletín Oficial del 5 de enero.
En ningún momento no Bruce ni la legación inglesa en la Argentina habían
considerado bajo soberanía británica a las Orcadas y menos aun se dio
proyección política a la enajenación de la casilla instalada allí. Los
expedicionarios del “Scotia” reconocieron que esa región no pertenecía a Gran
Bretaña, como se dice en la obra publicada por Bruce en 1906, titulada “The
voyage of the Scotia”.
Muchas veces –se afirma en la pagina 78 de ese libro- en los variados temas
examinados durante las largas veladas de invierno surgió la cuestión de la
propiedad de las islas Orcadas del Sur y después de muchas y largas
discusiones llegamos a la grata conclusión de que, aun en esta época del
imperialismo, las Orcadas del Sur, habían escapado al poder de todo país y
que gozábamos del privilegio de vivir en una tierra de nadie (no man’s land).
Pero temo que esto no dure mucho, no porque la pretendamos para Inglaterra,
porque aun cuando siempre hemos deseado ensanchar los confines de nuestro
imperio no hubiéramos podido pretender nuevos territorios en nombre de
nuestro país sin un mandato de nuestro gobierno.
Sin embargo, cuando el <Scotia> volvió a las islas en febrero de 1904
con una comisión argentina para hacerse cargo del Observatorio bajo los
auspicios del gobierno argentino, la bandera argentina fue izada donde
primeramente ondeara el león escocés y yo presumo que las Orcadas del Sur son
consideradas como una posesión de aquella potencia”.
Junto con el observatorio se instalo también en la isla Laurie la primera
oficina de correos que funcionó en Antártida, siendo su primer jefe el señor
Hugo Acuña, miembro de la comisión, que fue designado para esa tarea por el
entonces Director de Correos y Telégrafos de la Nación, don Manuel
García Fernández, y provistos para tal fin de una valija postal con
formularios del correo nacional y un matasellos para anular las estampillas
argentinas utilizadas por el personal del observatorio. Autor de la
iniciativa había sido el naturalista y geógrafo don Francisco P. Moreno, preocupado
por la defensa de nuestros intereses en la Patagonia y de nuestra
presencia en Antártida.
Grande fue la satisfacción del Dr. Bruce por el resultado de su gestión, pues
al mismo tiempo que veía asegurada la continuación de los trabajos realizados
por sus hombres en la isla Laurie, contaba ahora con el dinero necesario para
proseguir su viaje hacia el Polo Sur.
Como debía hacer escala en Laurie para embarcar al equipo que había quedado
en Omond House, se ofreció para trasladar a los integrantes de la comisión
argentina que iría a hacerse cargo de las instalaciones adquiridas, ya que al
estar en reparación la “Uruguay” nuestra marina carecía de medios para
hacerlo.
El 21 de enero de 1904, el “Scotia” zarpaba de nuestro puerto rumbo a las
Orcadas del Sur. A su bordo viajaban los siguientes integrantes de la
comisión argentina: Edgard C. Szmula, empleado de la oficina Meteorología
Argentina, Hugo A. Acuña, de la división de Ganadería y Luciano H. Valette,
de la oficina de Zoología del Ministerio de Agricultura. Este personal
trabajaría en Orcadas bajo la dirección del señor Roberto C. Mossman, que de
ese modo pasaría un año más en Laurie, lo mismo que Williams Smith, otro
miembro de la expedición escocesa, que quedaría en la isla como cocinero de
la comisión.
Después de recalar en las Malvinas, el “Scotia” llegó a Laurie el 14 de
febrero; el día 22 se efectuó la sencilla ceremonia de traspaso de las
instalaciones, y desde ese momento comenzó a flamear nuestra bandera en aquel
desolado lugar.
Los cinco hombres que por primera vez invernaron en la isla Laurie durante
aquel año de 1904 para estudiar la naturaleza del extremo austral del mundo,
fueron, junto a Sobral, Irízar y sus marinos, los pioneros de nuestra
historia antártica, los que iniciaron la pléyade de hombres que en una u otra
forma, vienen trabajando ininterrumpidamente aportando su esfuerzo a la ardua
tarea de investigar la naturaleza antártica en sus múltiples aspectos,
posibilitando así la participación de nuestro país en el que hacer científico
junto a otras naciones empeñadas en la misma obra.
En 1927 se inauguró en Laurie la primera estación radiotelegráfica en la Antártida.
Del ámbito del Ministerio de Agricultura, el Observatorio
de las Orcadas del Sur, pasó a depender en 1951 de la Fuerza Aérea
Argentina, siendo su dotación:
Jefe: Primer Teniente aviador Enrique de los Sagrados Corazones Smith
Estrada, medico teniente de aviación Lauro Vigil, Reinaldo Soto, Benito P.
Rodríguez, Baltazar Silva, Alejandro Dubini, Salvador Américo, Osvaldo
Castrogiovanni, Emilio Escobar, Orlando A. Angio y Jacobo Leitman.
En 1952 por Decreto Nº 13.714, pasa a jurisdicción del Servicio de
Hidrografía Naval como Destacamento Naval Orcadas, Servicio del cual depende
desde entonces a través de su Departamento Antártida; su dotación estuvo
integrada por:
Teniente de Fragata Ifigenio Sanz, medico Alberto R. Torres, Cabo Mayor José
Alvarez, cabo principal Carlos A. Rojas, marinero segundo Ricardo González,
marinero primero Feliciano Aguaysol, observador meteorológico Eduardo Leyton,
observador meteorológico Armando Pico, señor Rogelio Souto y señor Enrique
Poveda.
Peripecias de la primera Comisión Argentina
En “Viaje a las Islas Orcadas Australes” publicado en Buenos Aires en 1906,
dice el señor Luciano H. Valette.
“El panorama que nos rodeaba era constituido de cerros escabrosos cubiertos
de eterno hielo, témpanos formidables y enormes ventisqueros.
“Nuestra habitación revestida exteriormente por una muralla de piedras era,
sin ser confortable, muy sólida y debido a su edificación primitiva tuvimos
siempre una ventilación natural excelente, tanto más necesaria cuanto que la
sola pieza que la constituía era colectiva. Por esa circunstancia, la mala
higiene domestica fue inevitable con motivo del amontonamiento de materiales
en un reducido espacio, el cual servia a la vez de cocina, dormitorio,
comedor, laboratorio, etc.”
Al poco tiempo de instalados ya tuvieron los expedicionarios las primeras
experiencias desagradables de la vida en aquellas regiones. El clima frío y
húmedo, el cielo permanentemente cubierto por espeso manto de nubes que muy
de vez en cuando se abre para dejar paso al sol; la niebla, que al ocultar el
paisaje torna monótono el ambiente, todo ello hace dura la existencia del
hombre allí.
En días de cielo descubierto, a pleno sol, el paisaje es maravilloso. Pero
tal cosa ocurre muy rara vez. En aquellas latitudes, precisamente, predominan
las tormentas con fuertes vientos y nevadas. Y es lo que tuvieron que
soportar nuestros hombres en los comienzos de su vida antártica. Tras una
primera tormenta con ráfagas de 95
km. por hora desencadenada a fines de febrero, y que
produjo la pérdida de algunas pieles de aves y peces que había coleccionado
el señor Valette, encargado de los estudios de zoología, el 8 de marzo un
segundo temporal mucho más violento aun llegó a amenazar seriamente a la
pequeña vivienda cuyo parapeto de piedras fue derrumbado por el golpe de las
olas que llegaron hasta 2 m
de la puerta de Omond House. Pasado el temporal comenzó la dura tarea de las
reparaciones. Hubo que rehacer el parapeto que servia de protección a la
casa, para lo cual se transportaron grandes bloques de piedra utilizando
palancas y una considerable cantidad de piedras menores en trineos. Todo el
material era de la falda de los cerros que se levantan a unos 100 m de las instalaciones.
Casi todo el mes de marzo se empleó en estas tareas que dejaron casi
exhaustos a nuestros inexpertos expedicionarios, recién llegados de Buenos
Aires. En la madrugada del 4 de abril comenzó a soplar desde el sudeste un
viento amenazador, a la hora no quedaba nada del parapeto y las defensas que
habían costado un mes de agotador trabajo. Todo cayó bajo los embates del mar
que, en sucesivas y violentas oleadas, había llegado hasta el lugar. Y no
solo piedras se llevó el mar; también algunos cajones de víveres, lo que fue
peligroso para una expedición que permanecería totalmente aislada y sin
ningún contacto con el exterior, por un tiempo que no podía ser establecido
con certeza, ya que son las condiciones climáticas las que decidirán la fecha
del relevo. La pequeña casa-habitación tuvo que se abandonada pues el agua la
rodeó totalmente. Con el viento soplando a 110 km. por hora, el frío
intenso y la molesta borrasca de nieve, los castigados hombres se dirigieron
hacia la costa de la bahía Uruguay, más separada de los vientos del sudeste;
llevaban consigo dos carpas para utilizarlas como vivienda temporaria, pero
el furioso y enloquecido viento ni siquiera permitió desatarlas. La diminuta casilla
de los instrumentos magnéticos fue la salvación. A ella se dirigieron los
cinco hombres y en ella permanecieron en incomoda situación, pero al reparo,
hasta las diez de la mañana en que amainó el temporal y aprovecharon para
penetrar en la vivienda y poner a salvo cuanto pudieron.
Valette mismo relató la situación: “Estabamos empapados y con mucho frío,
pero el salvamento nos hacia olvidar todo. Mientras nos encontrábamos
ocupados en esa tarea oímos unos crujidos terribles. El viento había
arrancado el techo del deposito de víveres; la rompiente del mar llegaba a
más de 50 metros
adentro de la línea de las más altas aguas!
“Eran las tres de la tarde y a pesar de la bajamar las olas aun alcanzaban al
borde de la casita. El viento seguía en su furia.
"Adentro de la cabaña era todo confusión y afuera, en el deposito de
víveres, destechado, el cuadro era desconsolador. A pesar de todo esto no
podíamos optar por el abandono de nuestra vivienda. A donde iríamos?
“En el desgraciado caso de que el derrumbe de la cabaña se hubiera producido,
pusimos un hacha al lado de la ventanita para hacerla saltar y salir luego
por ella, pues la puerta hubiera quedado sin acceso.
“Entretanto, llegaba la hora de la otra pleamar y el viento nada había
calmado. La noche era horrorosa y el mar bañaba nuevamente los cimientos de
la casita.
“En ese momento la obsesión de aquellos hombres era la siguiente pleamar cuya
hora ya se aproximaba. Fue entonces que la Providencia quiso
que el mar arrastrara a la playa unos grandes bloques de hielo que sirvieron
luego para romper y disminuir así la fuerza de las olas”, narra Valette.
“Al día siguiente, concluido el temporal, comenzó de nuevo la tarea de las
reparaciones. Hubo que arreglar el almacén de provisiones que había quedado
sin techo y en desorden. Con los mismos cajones de víveres se hicieron las
paredes y se utilizaron todos los elementos posibles y todas las artes del
ingenio para hacer la mejor construcción posible.
“A fin de obtener tirantes y gruesos clavos –dice Valette-, tuvimos que
deshacer un gran trineo. El techo se cubrió con lona y sobre ésta un tejido
impermeable. Luego se fortificaron las paredes exteriormente con una espesa
capa de piedra que acarreamos en trineo desde la falda de los cerros más
próximos. Muchas de estas obras se hicieron con grandes dificultades, no solo
por la falta de elementos, sino debido a los fuertes vientos. La tarea era
tanta y tan pesada que nuestros semblantes agobiados se asemejaban a
presidiarios condenados a trabajos forzados.”
Para el 22 de abril se concluyeron los trabajos y el 30 ya cubría la
superficie del mar una gruesa capa de hielo, fenómeno tan esperado por los
expedicionarios ya que el peso del hielo le hacia perder al mar toda potencia
y peligrosidad.
En adelante el pero enemigo seria el hastío. Efectivamente, durante el
invierno antártico la actividad es casi nula, salvo las tareas habituales
domesticas y, sobre todo, despejar de nieve ventanas y accesos. La
inclemencia del tiempo y la oscuridad, excepto unas pocas horas al mediodía,
obligan a permanecer en la vivienda días enteros. Si se piensa que la
reducida Omond House era utilizada como cocina, comedor, dormitorio y
laboratorio, podremos imaginar lo que fue la vida de los cinco integrantes de
aquella primera comisión argentina en Antártida durante el invierno de 1904.
Pero llegó octubre y arribaron a Laurie los primeros pingüinos, lo cual fue
muy celebrado por nuestro hombres, cansados ya de tanta soledad y silencio
como habían soportado aquel singular invierno, durante el cual la única
compañía extraña había sido la de las palomas antárticas. Ahora por lo menos
había otros seres en Laurie, a quienes escuchar y contemplar, observar sus
costumbres y movimientos. Todos se alegraron con esta nueva compañía en la
isla, el más entusiasmado habrá sido Valette, cuya misión era precisamente
estudiar la fauna del lugar. “Una bella mañana del mes de octubre –dice- me
presenté por primera vez en un criadero. Me encontré allí ante la mejor
sociedad de la isla. El pueblo no dio muestras de impaciencia y continuó sin
interrupción su tarea de construcciones para el dulce <plaisir
d’amour>”.
En efecto, los pingüinos viviendo durante el invierno principalmente en el
mar libre de hielos en latitudes más bajas, llegan a la Argentina avanzada ya
la primavera y se instalan en tierra firme para procrear, lo cual realizan
una vez concluida la sencilla construcción del nido, un montoncito de
piedritas que acarrea el macho y deposita junto a la hembra encargada de
acomodarlas en circulo y en cantidad suficiente para albergar e incubar los
huevos. Puede suceder que la hembra permanezca impasible ante la donación de
las primeras piedritas o bien que se aleje del lugar, entonces el “galán”,
ante el rechazo, busca una nueva “doncella”.
Repartiendo el tiempo entre las tareas domesticas, los trabajos específicos
de cada uno, las largas caminatas en dos días muy buenos, llego el 31 de
diciembre y con él el “aguinaldo de Año Nuevo”, como dice Valette.
“Gloria y contento –escribió-, era la corbeta <Uruguay>, la mascota
polar de la Armada
Argentina, que avanzaba lentamente entre los hielos en
demanda del puerto.” Con ella llegaba el relevo para el segundo año del
observatorio de Orcadas, y para nuestros hombres la hora del regreso.
Es destacable la actuación de José Manuel Moneta; formó parte de las
expediciones a las islas Orcadas durante 1923, 1925, 1927 y 1929 actuando
como jefe en las dos últimas. Volcó su experiencia en la obra “cuatro años en
las Orcadas del Sur” (ver: Argentina en la Antártida, T.I,
pp.56-59).
La base Orcadas, ha significado para la Armada una continua tarea, no sólo por la
permanencia de sus dotaciones sino también por los relevos efectuados año
tras año, realizados incluso con buques balleneros y mercantes, continuando
la tarea con buques como la corbeta “Uruguay”, el ARA. “Guardia Nacional”, el
ARA. “1º de Mayo”, el rompehielos ARA. “General San Martín”, el buque polar
ARA. “Bahía Paraíso” y actualmente el rompehielos ARA. “Almirante Irízar”,
apoyado año tras año por distintos avisos como el ARA. “Gurruchaga” o el ARA.
“Irigoyen”.
Por otra parte, las comunicaciones con el Sector Antártico Argentino han sido
ininterrumpidas a partir de la instalación de la primera estación
radioeléctrica en 1927, a
cargo del Suboficial Emilio BALDONI, quien se comunicó con Ushuaia el 30 de
mayo de ese año. Desde entonces Orcadas ha estado unida al continente a
través de los distintos sistemas radioeléctricos, a pesar del incendio
sufrido el 25 de agosto de 1975 que destruyó la casa principal. Durante la Campaña Antártica
de Verano de 1979/80 se inicio la construcción de una moderna
casa-habitación, y posteriormente en 1992 se concretó la instalación de una
antena satelital que permite la recepción de señales de televisión.
Estructura y funcionamiento
La base cuenta con las siguientes dependencias:
Casa Principal
Casa de Emergencia
Capilla
Casa Museo Moneta
Casa “Omond House”
Laboratorio de biología
Estación sismográfica
Casa Pampa – Radio EGA
Usina Nº 1
Usina Nº 2
Casa Variómetro
Deposito de Lubricantes, de Gas y de Baterías
Galpón Nº 1 – Frigorífica – Despensa
Galpón Nº 2 – Talleres – Garaje – Despensa
Galpón Nº 3 – Ferretería – Maquinas – Electricidad
Pañol de Pinturas, etcétera.
Actividades
Se realizan trabajos sobre: meteorología de superficie y de altura, cuenta
con una central de pronósticos antárticos; magnetismo, componente vertical y
horizontal, cómputos, observaciones y lectura de registros, relevamientos
geológicos y localización de sensores; observación visual de auroras;
científicos del IAA-DNA realizan estudios glaciológicos, estado del hielo en
el mar; en biología, observación de la fauna, trabajos sobre aves y mamíferos
marinos y monitoreo de colonias de pingüinos; la actividad geológica y
geofísica es discontinua.
DECRETO FIRMADO POR EL PRESIDENTE ROCA, ACEPTANDO LA PROPUESTA DE BRUCE
Buenos Aires, enero 2 de 1904
“En vista de la nota del jefe de la Oficina
Meteorológica Argentina y de los demás antecedentes y
documentos relativos al establecimiento de nuevas estaciones meteorológicas y
magnéticas en los mares del Sur de la República, y CONSIDERANDO:
Que es de alta conveniencia científica y práctica extender a dichas regiones
las observaciones que se hacen en la isla de Año Nuevo y en el Sur de la
República,
El Presidente de la Nación Argentina, decreta:
Articulo 1º - Autorizase al Jefe de la Oficina
Meteorológica Argentina para recibir la instalación
ofrecida por el señor William S. Bruce en las islas Orcadas del Sur, y
establecer un nuevo observatorio meteorológico y magnético en las mismas.
Articulo 2º - El personal se compondrá de los empleados que el Ministerio de
Agricultura designe y de los que posteriormente puede suministrar el
Ministerio de Marina.
Articulo 3º - Anualmente serán reemplazados dichos empleados por los que se
designe para relevarlos y que conducirá un buque de la Armada.
Articulo 4º - La asignación de sueldo y viático para los
que no lo tengan determinado por el Presupuesto, así como los demás gastos
requeridos, serán determinados por el Ministerio de Agricultura e imputados
al ítem correspondiente del Presupuesto General.
Articulo 5º - Comuníquese, publíquese y desde al Registro Nacional.”
Julio Argentino Roca
Wenceslao Escalante
DATOS CLIMÁTICOS
Los siguientes son datos de temperaturas suministrados por el SMN;
corresponden al periodo 1981 – 1990:
Temperatura máxima anual: -0,4 ºC (años considerados: 10)
Temperatura máxima: 3,2
ºC (febrero)
Temp. máximo valor medio: 4,1 ºC (febrero 1990)
Temp. mínimo valor medio: -9,8 ºC (agosto 1988)
Temperatura mínima anual: -5,7 ºC (años considerados: 10)
Temp. mínima: -13 ºC
(julio)
Temp. máximo valor medio: 0,8 ºC (febrero 1990)
Temp. mínimo valor medio: -19,1 ºC (julio 1987)
TOPÓNIMOS DE LA
ZONA
LAURIE, ISLA - La isla apareció con este nombre en la carta
de su descubridor, el foquero ingles George Powell publicado en Londres por
R.H. Laurie.
MACKENZIE, PENÍNSULA - Fue cartografiada por la expedición antártica escocesa
(1902-04) del Dr. William S. Bruce quien la denominó con el apellido de
soltera de su esposa.
MONTURA, ISLA - Topónimo de carácter descriptivo. Descubierta por la
expedición de James Weddell.
ORCADAS DEL SUR, ISLAS - Este nombre
es traducción del original “South Orkney Islands” con el que aparecieron
señaladas las islas en una carta de James Weddell.
POWELL, ISLA - Recuerda al capitán ballenero británico George Powell que
junto con el norteamericano N.B. Palmer descubrió las islas Orcadas del Sur
el 06-SEP-1821.
SCOTIA, BAHÍA - Recuerda al buque “Scotia” de la expedición antártica
escocesa del Dr. William S. Bruce (1902-04)
URUGUAY, BAHÍA - En homenaje a la corbeta ARA. “Uruguay” que rescató a la
expedición antártica sueca del Dr. Otto Nordenskjöld.
WEDDELL, MAR DE - En homenaje al capitán británico James Weddell, que
descubrió el mar en 1823.
EL HIELO NO DEBE CONGELAR LA
HISTORIA Y LA SOBERANÍA
La presencia argentina en la Antártida tiene
casi un siglo, luego de que el 22-FEB-1904 se izara la bandera en el
Continente Blanco. Múltiples son los títulos de soberanía nacional sobre esa
porción delimitada por los meridianos 25º y 74º Oeste y el paralelo 60º de
latitud Sur.
HUGO ALBERTO ACUÑA
PRIMER ARGENTINO QUE IZO LA BANDERA ARGENTINA EN LA ANTÁRTIDA
Con 18 años, no sólo fue el primer argentino que izó nuestra
enseña patria en el Continente Blanco, sino que se constituyó en el primer
estafeta postal. Sus restos descansan en Bahía Blanca.
Su nombre y su historia no es ampliamente conocida por todos los argentinos.
Se llamaba Hugo Alberto Acuña y a los 18 años fue enviado por el Correo
Argentino a las Islas Orcadas para habilitar la primer estafeta postal. Allí
protagonizó un hecho trascendente de soberanía: iza la bandera argentina en
territorio antártico el 22 de febrero de 1904.
En una desgastada libreta de tapas negras, con caligrafía prolija, casi
elegante, describe ese momento: "A pesar del frío, vestimos traje de
paseo, como en Buenos Aires. Hay 5 grados bajo cero. La bandera asciende en
el modesto mástil y comienza a flamear. Ya tenemos listo el pabellón azul y
blanco. Ya estamos en nuestra propia casa..."
Para llegar a esa tierra polar, el joven estafeta había abordado el bergantín
"Scotia" junto a un alemán y un uruguayo. Doce meses después -en
febrero de 1905- regresaba al territorio continental argentino aquilatando la
experiencia vivida en una cabaña de 14 metros cuadrados,
construida con piedra, forrada con lona y con techo de cumbrera.
"Nuestra cabaña -relata en su diario- tiene dos ventanas pequeñas. Todo
su moblaje es una biblioteca chica, una cómoda, una mesa, cuatro banquitos y
cinco coys".
La modesta vivienda austral no pocas veces fue presa de feroces tormentas.
Una vez más, las viejas libretas escritas por Acuña dan cuenta de ello:
"El 8 de marzo de 1904 el despertar fue un poco feliz. El mar, con olas
gigantescas, violentas, deshizo una barranca de nieve que había contra la
cabaña. El único bote estuvo a punto de perderse. El mar también se llevó la
defensa de piedra que tenía la casa. Diez días después terminamos el nuevo
parapeto, hecho con grandes piedras que acarreábamos desde la montaña. Muchas
veces hubo que interrumpir el trabajo por nevadas y vientos. El 4 de abril
volvió la furia del mar. Se llevó de nuevo la muralla. Por momentos, la
cabaña quedaba cubierta por las olas. La temperatura habla descendido.
Estábamos enteramente mojados. Nuestra ropa pronto se cubrió con una espesa
capa de hielo. La pared había quedado en pie, curiosamente, gracias a que las
piedras están unidas por el hielo..."
FESTEJO PATRIO
El 25 de mayo de 1904 Acuña vuelve a protagonizar otro hecho histórico.
"El himno resuena en una mandolina que también tocará la marcha de
Ituzaingó. Es la primera vez que se conmemora la fecha patria del 25 de mayo
debajo de los 60º de latitud sur".
La lectura de las libretas –que hace 20 años me mostrara su hija Zulema Acuña
de Castro- desprende anécdotas, vivencias y apasionantes descripciones del
paisaje antártico.
“A nuestro alrededor se extiende un panorama maravilloso, imposible de
describir. Sólo dos colores se distinguen: el azul del cielo, el blanco de la
nieve. Un poco afuera de la bahía y en medio del hielo, vemos una gran mancha
oscura. Es el agua del mar, que parece hervir; de su superficie se escapan
densas columnas de vapor que se elevan en formas caprichosas. Nuestros ojos
tienen un círculo blanco. Pestañas y cejas desaparecen bajo una capa de
hielo. El vapor de la respiración también se hiela. Las ventanas de la nariz
están blancas. Pegamos la boca al abrigo...”
Aquel jovencito que se hizo hombre de golpe en el confín antártico, fue
también un paciente filatelista y recordado en 1975 con un sello postal
conmemorativo junto a los pioneros australes José María Sobral, Luis Piedra
Buena, Carlos M. Moyano y Francisco P. Moreno.
Radicado en Bahía Blanca, Hugo Alberto Acuña falleció en 1953 y sus restos
descansan en la necrópolis de esta ciudad.
FUNDACIÓN MARAMBIO
Antártida Argentina
Sector Antártico Argentino - República Argentina
Argentina en la
Antártida
Antártida Argentina o Sector Antártico Argentino, a lo que
nosotros consideramos parte del Territorio Nacional, integra una vasta área
que ocupa el casquete polar austral y en la que como ya se viera, prevalecen
condiciones ambientales particulares -distintas a las de América del Sur- las
cuales tienen una influencia muy marcada en la presencia y actividades del
hombre. Por otra parte, esa zona está afectada a un régimen jurídico especial
cuyo ámbito territorial abarca toda el área al sur de los 60º de latitud Sur.
La región antártica delimitada por los meridianos 25º y 74º Oeste y el
paralelo 60º de latitud Sur, forma parte del que fuera Territorio Nacional de
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, establecido por
Decreto-Ley Nº 2129 de fecha 28 de febrero de 1957, hoy por ley provincia. Las
autoridades provinciales residen en Ushuaia y el Gobernador designa
anualmente su delegado para la región antártica, quien representa así al
poder civil de la zona.
La presencia Argentina en nuestro Sector, según la ya señalada actividad de
los foqueros criollos y de acuerdo con la investigación histórica, se produjo
en la segunda década del siglo XIX; algunos afirman incluso que tuvo lugar a
fines del siglo anterior. Eran buques que desde el puerto de Buenos Aires
iban a las llamadas actualmente Islas Shetland del Sur en busca de sus
presas.
El secreto mantenido por nuestros foqueros hizo que el descubrimiento de esas
tierras fuera ignorado por mucho tiempo y se lo atribuyeran navegantes de
otros países. A fines del siglo XIX y principios del presente la ayuda
prestada por nuestro país a expediciones extranjeras, en particular la de
Nordenskjöld, de Gerlache y Charcot, fueron debidamente apreciadas, quedando
como resultado tangible toda una serie de nombres argentinos puestos a
accidentes geográficos: Isla Uruguay, Islas Argentinas, Roca, Quintana, entre
otros.
22 de FEBRERO de 1904: SE INICIA LA OCUPACIÓN PERMANENTE
DE LA
ANTÁRTICA ARGENTINA
En 1904 se inicia la ocupación permanente de la Antártida Argentina,
con el izamiento del pabellón en Orcadas el 22 de febrero de ese año. Cabe
destacar que durante 40 años la
Argentina fue el único ocupante permanente del Antártico,
hecho que constituye el mejor de nuestros títulos de soberanía en el área.
La presencia Argentina en la Antártida tiene casi un siglo, récord que nos
enorgullece, y han sido frecuentes los actos de gobierno y administrativos en
relación con nuestras actividades y en defensa de los derechos argentinos.
Entre las disposiciones legales de mayor importancia debemos citar el decreto
del Presidente Julio Argentino Roca de 1904 por el que se establece el
Observatorio Meteorológico Antártico Argentino, el decreto de 1951 que crea
el Instituto Antártico Argentino, el Decreto-Ley 2191, ya mencionado
anteriormente, que fija los límites del Sector Antártico, la ley 18.513 de
1969 que crea la
Dirección Nacional del Antártico. A estas disposiciones
deben agregarse desde la vigencia del Tratado Antártico, las recomendaciones
aprobadas por el Gobierno argentino que fueron adoptadas en cada una de las
Reuniones Consultivas antárticas.
Los títulos de soberanía de Argentina sobre ese sector son múltiples, siendo
los principales las siguientes:
1. Continuidad geográfica y geológica.
2. Herencia histórica de España.
3. Actividades foqueras desde que éstas comenzaron en la región.
4. Ocupación permanente de una estación científica que se mantiene desde
comienzos de siglo hasta nuestros días: el Observatorio Meteorológico y
Magnético de las Islas Orcadas del Sur, inaugurado en 1904.
5. Instalación y mantenimiento de otras bases temporarias en la península
antártica e islas adyacentes; también en la barrera de hielo de Filchner,
aparte de numerosos refugios en distintos puntos del sector.
6. Trabajos de exploración, estudios científicos y cartográficos en forma
continuada.
7. Instalación y mantenimiento de faros y ayudas a la navegación.
8. Tareas de rescate, auxilio o apoyo, tales como el salvamento a comienzos
del eminente sabio explorador sueco Otto Nordenskjöld y sus compañeros, el
rescate de un enfermo y un accidentado, ambos ingleses de la apartada
estación de Fossil Bluff.
9. Presencia Argentina en tierra, mar y aire en todo el Sector, inclusive el
mismo Polo Sur, alcanzado en tres oportunidades alternativamente por aviones
navales y de la
Fuerza Aérea y por las expediciones terrestre del Ejército
90.
Durante el año 1969 la Patrulla Soberanía de la Fuerza Aérea
llegó a la entonces Isla Seymour, quienes utilizando solamente picos, palas y
explosivos construyó la primera pista de aterrizaje de tierra del Continente
Antártico, que permitió operar aviones de gran porte con tren de aterrizaje
convencional, es decir con sus ruedas, rompiendo a partir del 29-OCT-1969,
con la fundación de la
Base Marambio, el aislamiento con dicho Continente, donde
ahora se puede llegar en cualquier época del año; hecho de trascendencia
nacional, histórica y geopolítica.
Bases Antárticas:
ARGENTINA: bases: General Belgrano II y Vicecomodoro Marambio
AUSTRALIA: base: Mawson - CHILE: bases: Libertador Gral. Bernardo O'Higgins,
Presidente Eduardo Frei - ESPAÑA: base: Juan Carlos I - EE.UU: bases: Palmer,
Amundsen-Scott - GRAN BRETAÑA: bases: Bird Island Field Station, Halley
Research Station URUGUAY: base: Artigas
Fuente: Veteranos de Marambio Conmemoracion Dia de la Antartida Argentina
Cronología de los descubrimientos y ocupación:
Principales sucesos desde 1519
a 1899
Desde el descubrimiento del estrecho bioceanico por Fernando de Magallanes
pasando por los descubrimientos de James Cook y el primer desembarco de
Fabian von Bellingshausen, los descubrimientos de Wilkes, Ross y la primera
invernada de Borchgrevink.
Principales sucesos desde 1900
a 1970
Las exploraciones de Otto Nordenskjöld, Robert Scott y William S. Bruce a
comienzos de siglo y la conquista del Polo por Roald Amundsen, hasta las
exploraciones aéreas de George Hubert Wilkins y Richard Byrd, concluyendo en
la ocupacion efectiva del territorio.
La Operacion Highjump de EE.UU.en 1947
Ocupacion Argentina desde 1904
a 1970
El comienzo de la presencia efectiva argentina a partir de 1904 en las Islas
Orcadas. la primera estación radioeléctrica en la Antartida, las
campañas a partir de 1940. El Tratado Antartico y el nuevo status. Los
primeros vuelos aereos al Polo y el establecimiento de la base Marambio.
Bases Argentinas
Ubicación y breve descripción
Temperatura en Bases Argentinas
Bases permanentes de 18 países: nombres, coordenadas y ubicación de 36 bases:
Ubicación, coordenadas, origen y características
Documentos: (ENERO -2001)
El fenómeno de fusión de los hielos
Nuevos reportes acerca del derretimiento de hielos principalmente en el
sector occidental reclaman atención sobre este fenómeno.
texto completo
Efemérides Antárticas: Calendario
Exploradores antárticos:
Breves reseñas biograficas
George Hubert Wilkins - Roald Amundsen - Richard Evelyn Byrd - Douglas Mawson
El rescate de Otto Nordenskjold a comienzos de siglo
Geografía física:
Características físicas principales
Guía para el Turista
Informe Tránsito Turístico 2000-2001
Mapas Antárticos:
Mapas y Webcam en Vivo
United States Geologycal Service
Div. Antártica Australiana y RADARSAT
Mapas generales satelitales en 3D
Mapas generales y parciales satelitales
Mapa en 3D de los Valles Secos
Mapas generales y del cuadrante australiano
Mapa del cuadrante sudamericano
Mapa general areas protegidas
Mapa general
Misión Argentina al Polo Sur (Enero 2000)
Sitios Relacionados: Enlaces Externos
Tratado y Protocolos Antárticos:
Tratado Antártico - Texto completo
Protocolo de Protección Ambiental - Texto completo
Foto: Perry Castañeda Collection
Aerofoto de la base polar Amundsen-Scott con su domo en el Polo Sur
Desde el 22 de febrero de 1904 la presencia
permanente en la Antártida Argentina
Hacer Patria en la Antártida
En 1904 se inicia la presencia permanente en la Antártida Argentina,
con el izamiento del pabellón en Orcadas el 22 de febrero de ese año. Durante
40 años la Argentina
fue el único ocupante permanente del Antártico, hecho que constituye el mejor
de nuestros títulos de soberanía en el área. Las investigaciones científicas
llevadas a cabo por estudiosos argentinos, fueron un factor muy importante
para revalidar el título de posesión.
Geólogos del Instituto Antártico Argentino y personal de la Fuerza Aérea
durante el despliegue de un grupo de trabajo en la Barrera de Hielos
Larsen.
La Argentina
tiene una larga historia de actividad científica en territorio antártico. De
hecho, fue el primer país del mundo en establecer una estación científica
permanente. El Observatorio Metereológico y Magnético de la isla Laurie
Orcadas del Sur es mantenido desde 1904 por nuestro país. La vieja
construcción de piedra –creada por el científico escocés William Speirs Bruce
en 1903 y adquirida por el gobierno de Roca en 1904- se convirtió hoy en una
moderna estación científica con instrumental de última generación que sirve
de apoyo a un variado programa de investigaciones sobre ciencias de la
tierra.
Así, la Argentina
es pionera en la investigación científica en la Antártida. Con
más de 100 años de tradición e historia Antártida, nuestro país tiene un
lugar de prestigio mundial por las investigaciones científicas que realiza en
el continente de hielo.
Sin embargo, no siempre la investigación científica estuvo al tope de la
agenda Antártida. En realidad, hasta 1985 prevaleció un criterio geopolítico
de ocupación del territorio antártico. “Luego de ese año cambió el enfoque de
manera drástica, ya que se impuso la actividad científica por sobre la de
ocupación”, cuenta Claudio Parica, experto en geología Antártida. Un punto
crucial de este cambio, dice el geólogo, es que por primera vez el director
del Instituto Antártico Argentino (IAA) fue un científico, Carlos Rinaldi.
“Esto fue un factor importantísimo, fue un quiebre a partir del cual la Argentina empezó a
tener una proyección científica importante en la Antártida. Nuestro
país hizo pié en este sentido, porque muchos países empezaron a depender del
apoyo que podían tener de nuestro país, tanto a nivel logístico como
científico, porque la manera de acceder al territorio antártico era
colaborando y cooperando científicamente con científicos argentinos, ya que
muchos no pueden ir por sus propios medios”, dice Parica.
Campamento al pie del Cerro Negro, en la isla Livingston.
Pero también, gran parte de la responsabilidad de este cambio fue la firma
del Tratado Antártico, vigente desde 1961, en donde todos los países con
intereses en el continente, incluyendo Argentina, Chile y Gran Bretaña, que
tienen reclamos de soberanía, se comprometieron a limitar sus actividades a
la investigación científica y a declarar el territorio como “Territorio de
Paz y dedicado a la Ciencia”.
Esto se vio reforzado en 1993 con la firma del Protocolo de Madrid donde se
estipulan los compromisos medio ambientales de los países en el continente
blanco.
Hoy se puede decir que se ha llegado a un punto de síntesis entre las
estrategias geopolíticas y científicas en los intereses argentinos en la Antártida. “En
realidad lo que se concibe ahora es que la actividad científica es el mejor
argumento para ejercer la soberanía”, dice Parica.
Con 6 bases científicas (Marambio, Esperanza, Jubany, Belgrano, San Martín y
Orcadas), nuestro país es el que más asentamientos permanentes tiene. La Argentina desarrolla
investigación en meteorología y alta atmósfera durante todo el año. Pero hay
actividades que sólo pueden hacerse durante el verano, como la geología,
oceanografía, arqueología y biología en las cuales tenemos una fuerte
presencia en la comunidad científica internacional.
Base General Marambio.
Una epopeya científica
Pero tal vez una de las dimensiones más desconocidas de la investigación en la Antártida es la
parte humana. “La forma que se hace geología es completamente diferente, en
cuanto a la investigación en sí misma y también en cuanto a la parte humana”,
cuenta Parica.
El primer problema que se tiene es el clima, porque el ambiente antártico es
muy hostil. “Lo peor, lo que mata, son los temporales, pues no se puede hacer
nada más que guardarse en la carpa”, cuenta.
Y él sabe de lo que habla. Con 17 campañas en la Antártida, 11
de las cuales realizó en carpa, ha llegado a pasar 5 meses en un continente
donde los temporales son comunes y donde hay vientos de hasta 160 kilómetros
por hora. Ni hablar del frío, que puede variar entre los –50º y los –20º C.
Como las investigaciones geológicas estudian los afloramientos rocosos,
glaciares, auroras y cadenas montañosas y estas no pueden ser trasladadas a
un laboratorio, los científicos deben trasladarse al terreno. Esto implica el
envío de grupos de investigadores y la organización de campamentos en lugares
recónditos, donde para llegar deben trasladarse en el rompehielos Almirante
Irízar y son bajados en helicópteros al lugar del campamento.
Los campamentos están organizados como para maximizar las investigaciones,
que muchas veces pueden durar meses. Así, cuentan carpas individuales,
carpa-baño, carpa-laboratorio, carpa-ducha y carpa-cocina.
Pero los esfuerzos tienen sus recompensas. Parica fue el responsable de haber
realizado el tercer hallazgo en el mundo de una especie de palmera que creció
cuando la Antártida,
América del Sur, África, Oceanía y la India conformaban el gran continente que se
denominó Gondwana, hace aproximadamente 280 millones de años. En esa época
habían además dos grandes masas de tierra: Laurasia y Cataysia.
El hallazgo lo realizó en la isla Livingston, lugar de trabajo frecuente para
él en la Antártida
junto con las islas Shetland.
Vista parcial de las instalaciones de la Base Orcadas.
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