HISTORIA                                

Manuela Pedraza, una mujer de la historia nacional

 

Un nombre para una estación de tren

 

Varias versiones  / Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

 

¿QUIÉN FUE MANUELA PEDRAZA?
 
31 de enero del 2007 / 18 de noviembre del 2018

La estación del ferrocarril de Tartagal fue designada con ese nombre en las primeras décadas del siglo XX. Si embargo, a la hora de consultar a los historiadores de la región sobre el origen de tal denominación, nos hemos encontrado con diferentes respuestas para la misma pregunta, sin poder llegar a una certeza. Aquí están los resultados logrados por un curioso impertinente:
 
VERSIÓN I
Hacia Los años 1895 y 1920 sobre una de las márgenes del río Tartagal, vivía una criolla mujer de unos 50 años con su esposo y sus cinco hijos. Mantenían un puesto caballar y de albergue, como los instalados en la época, con todas sus características de corral, sólo que ella sobresalía por su buena cocina y su profunda hospitalidad con los viajeros. Era oriunda de la vieja ciudad de Tarija, viuda y casada nuevamente. Contaban que cuando Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú en 1879 (Guerra del Pacífico), y movilizaron tropas para combatir en el frente de batalla, reclutaron a su esposo; ella abandonando todo también se alistó, prosiguiéndolo a lo largo de la extensa campaña con quien compartió sus penurias y horrores, y cuando fue herido de muerte falleció en sus brazos. Esta tenaz mujer se llamaba Manuela Pedraza.
Con el transcurrir de muchos años, se fue constituyendo en un señalamiento del sitio y en una obligada referencia geográfica.
Y cuando ella se marchó definitivamente del lugar, estando próxima la llegada del Ferrocarril hecho que ocurría el 16 de septiembre de 1924-, los antiguos residentes reclamaron por el nombre de Manuela Pedraza, ya que originalmente se estilaba poner a las estaciones del ferrocarril el nombre del lugar; reclamo que fue consentido, y es por ello que muchas correspondencias se citaron bajo esta denominación que hubo que sustituir, porque ya existía otra estación ferrocarrilera con el mismo nombre en la provincia de Santa Fe aún hoy vigente-, que nada tenía que ver con esta homónima señalación.

Alejandro Ponasí “Tartagal: historia de una región” Imprenta Inti, Salta, 1994, Págs. 19 y 20
 
VERSIÓN II
Desde el momento mismo de su habitación en 1927, la estación ferroviaria del pueblo de Tartagal fue oficialmente denominada “Manuela Pedraza” por disposición de la Superintendencia
del Ferrocarril Central Norte que para entonces tenía sede en la ciudad de Tucumán. En 1948 le fue reemplazado el nombre por el de “Tartagal”.
Muchas anécdotas y falsas historias se han tejido con referencia a esta denominación, pero lo cierto es que Manuela Pedraza fue una patricia tucumana radicada en Buenos Aires a principios del siglo XIX. Tuvo una activa participación durante las invasiones inglesas. La historia nos dice que Manuela Pedraza y Martina Céspedes fueron valientes mujeres que aparecieron en escena en forma repentina defendiendo Buenos Aires con piedras y aceite hirviendo que volcaban sobre los españoles (sic) desde las azoteas, era el 5 de julio de 1807. Estas figuras legendaria que aparecieron en muchos textos escolares, se fueron perdiendo luego en las sombras como si dijesen ¡Nosotras ya hicimos lo nuestro!

Manuela Pedraza fue distinguida con el grado de Alférez de la Comandancia Mayor por orden del Virrey Liniers, siendo esta mujer la primera en obtener las jinetas por su arrojo. Manuela Pedraza además luchó junto a su marido y cuando éste cayó en el campo de batalla tomó su fusil y siguió la lucha, acto verdaderamente heroico que vale la pena recordar eternamente.

Leoncio Rioja “Tartagal y Norte del Bermejo” 3L Ediciones, San Ramón de la Nueva Orán. 1997, Págs. 131 y 132

VERSIÓN III
Sobre la acción de las tucumanas en relación las invasiones inglesas existen diferentes versiones. El caso de Doña Manuel Pedraza que se enfrenta a los ingleses a puño limpio en pleno teatro de la guerra, las residente en Tucumán que tienen una reacción dual: mientras unas colaboran con dinero y confección de uniformes para los soldados, otras serán “conquistadas” por los apuestos británicos. Sin embargo, esto no fue un acto exclusivo de Tucumán, pues en Catamarca se producirá una unión matrimonial, y en Jujuy, las mujeres colaborarán con dinero en la histórica suscripción.
La tradición social tiene un gran cúmulo de testimonios que pregonan la increíble hazaña de Manuela Pedraza, que con el correr del tiempo se tiende a transformar en un personaje de leyenda que honra a su tierra natal. El hecho que protagoniza no se basa en conjeturas sino en fuentes reales como las memorias del ministro Godoy, los oficios de Liniers, las actas del cabildo de Buenos Aires y el diario de un habitante de Montevideo, todo ello no pudo evitar la crítica de algunos autores que le imprimieron al hecho un carácter polémico e irónico.

A Manuela Pedraza, a quien también denominan Manuela Hurtado alias “La Tucumanesa”, se la caracteriza como una mujer valiente y “varonil”, que se destaca el 12 de agosto de 1806, en la Reconquista de Buenos Aires, junto a otras heroínas que pelearon al lado de sus esposos contra los invasores. Según los datos que se poseen, la tucumana “entró a la plaza con su marido, un cabo de asamblea, mató con sus propias manos al primer inglés que tuvo su alcance y apoderándose de su fusil siguió la lucha entre los tiradores hasta entregar el arma al comandante general”. Por otra parte, se afirma, que luego de dar muerte al “portaguión de dragones ligeros”, fue herida y volvió ufana a las filas patriotas con una insignia o estandarte, “sin cuidarse de su sangre”.

En ambos relatos existe un elemento común, la muerte de un inglés que habría sido el que mató a su esposo, pero la diferencia estriba, en que el primero manifiesta la entrega de un fusil y el segundo de un estandarte o trofeo de guerra al comandante Santiago de Liniers.
Al parecer, la heroica acción tuvo una gran resonancia que despertó el espíritu de retribución, que no se redujo solamente a Liniers sino que se hizo extensivo al propio Carlos IV. Evidentemente, el cabildo de Buenos Aires gratifica en primer término a la heroína con 50 pesos y sueldo de soldado. Poco después, Liniers solicita un premio mayor para Manuela Pedraza, y el monarca le concede el grado de subteniente de infantería con uso de uniforme y goce de sueldo, que en 1813 seguía disfrutando.
El poeta Pantaleón Rivarola al cantar a la Reconquista
de Buenos Aires le dedicó estas estrofas: “A estos héroes generosos / Una amazona se agrega / que oculta en varonil traje / triunfa de la gente inglesa: / Manuela tiene por nombre, / Por Patria Tucumanesa”.
Se conoce que la heroína continuó viviendo en la ciudad de Buenos Aires, pero las circunstancias económicas no le fueron favorables, ya que se le habría iniciado un juicio de desalojo por la pieza que arrendaba. En la ciudad que la vio nacer, una calle y una escuela adoptaron su nombre, para inmortalizar en el recuerdo esta figura que surge con la patria misma. (x)

FUENTE: Lucio Reales “El Noroeste Argentino y las Invasiones Inglesas”
Ediciones Fegamar, San Miguel de Tucumán, 1989
 
Caracteres: 7233
 
Corregido el 5 de enero del 2013
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Domingo 18 Noviembre, 2018 18:27

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