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BARILOCHE
18 de junio del 2010
GATILLO FÁCIL Y REPRESIÓN EN
BARILOCHE: NI ABUSO NI EXCESO
Tres
pibes en una esquina cualquiera de un barrio obrero. Varios
policías deciden “identificarlos” (es decir, detenerlos por averiguación
de antecedentes). Un pibe de 15 años, muerto con el cráneo atravesado por un
proyectil
Vemos esa escena a diario, en Ingeniero Budge, en Rosario, en Ushuaia o en Villa Lugano. Ayer, la vimos en Bariloche, Provincia de Río Negro. También escuchamos la excusa infinidad de veces: “el arma se disparó”, como si tuviera vida propia. Como si no hiciera falta apretar el gatillo para que salga el tiro.
Esta
vez, el chico se llamaba Diego Bonefoi y vivía en Bariloche. La justa ira del
barrio se tradujo en una cascoteada a la comisaría donde refugiaron al
asesino. “La policía tiene que defenderse”, dijo su jefe político, el
ministro de Gobierno Diego Larreguy, y justificó los catorce heridos y dos
muertos (un joven de 29 y un adolescente) en la desigual batalla de
Ithakas y Brownings contra ¨puteadas¨ y piedrazos.
En
2006, CORREPI publicó una serie de notas denunciando la situación de apartheid
vigente en la ciudad de Bariloche, con los barrios del Alto, los barrios
obreros, militarizados bajo una represión constante para evitar que sus
habitantes afeen con su presencia la zona céntrica, destinada a los ricos
turistas. Describimos lo que sucede a diario en los ocho pasos para acceder
desde los barrios de Alto (El Frutillar, San Francisco, 34 Has., etc.) hacia el
Bajo, con sus casas de té y finas hosterías. En cada paso hay permanentes
operativos cerrojo, y tanto peatones como pasajeros de colectivos deben exhibir
sus documentos y explicar por qué van hacia la "zona linda". Sólo si
son convincentes y tienen pinta de “decentes” se los deja pasar.
Insistimos
muchas veces en la enorme cantidad de detenciones arbitrarias
("excusadas" con la averiguación de antecedentes o el código
contravencional), de golpizas, de operativos de la policía y del grupo especial
BORA en los barrios, con o sin orden judicial.
Denunciamos
el amedrentamiento y los ataques a los vecinos que se atrevieron a intentar
organizarse contra la represión, como la vecina del Barrio
La
digna reacción del pueblo de Bariloche impidió que el fusilamiento de Diego
fuera silenciado, como ocurre con la mayoría de los pibes que, a razón de uno
por día, nos mata el Estado con su política disciplinadora del gatillo fácil y
la tortura en comisarías, cárceles e institutos de menores. Los medios han
debido tomar nota, esta vez, de lo ocurrido. No sucede lo mismo con el muerto
diario que ocultan tras los festejos por el Bicentenario o las hazañas de
Ni abuso ni exceso; ni desborde ni accidente. Una política de estado, que todo gobierno que administre una sociedad con ricos y pobres aplica a conciencia, para enseñar a callar y obedecer a los que deben ser disciplinados para que toleren la opresión.
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