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MITOS
URBANOS, MITOS PARA LOS MÁS CHICOS Y MITOS CANTANTES
18
de mayo del 2010
Cuentan
los habitantes de la ciudad de Corrientes
que en el edificio de
En San Gregorio, localidad cercana a Venado Tuerto, Provincia de Santa Fe, sus pobladores
relatan que una mañana de cerrada llovizna, un abastecedor del frigorífico Maru de Rufino encontró en la ruta
En
distintas ciudades de
Un
caso parecido es aquél que cuenta que un hombre quedó encerrado en el
cementerio al terminar el horario de visitas. Inquieto comenzó a dar vueltas por
el lugar en busca del sereno para que le abriera la puerta. No lo encontró pero
advirtió que frente a una tumba estaba una mujer de pie (según las variantes
del relato, puede tratarse de una niña, una adolescente o una mujer adulta). El
hombre se le acercó entonces y le contó su situación, alegrándose de ver a
alguien más por allí. La mujer le respondió que a ella le había ocurrido lo
mismo y que no se preocupara, ya que conocía un lugar desde donde podrían
salir. Con la dama como guía, el sujeto la siguió entre las lápidas, hasta que
ella se detuvo indicándole una de las paredes perimetrales del cementerio. Al
comprobar que no había ninguna puerta, el hombre le preguntó cómo hacer para
salir por ese lugar inaccesible. –Así– le respondió la mujer mientras
atravesaba el muro.
Cuentan
en el barrio de
Romeo
y Julieta Criollos
Cuenta
la tradición que la aristocrática familia Anchorena vivía en el actual Palacio San Martín con más de 150
sirvientes. Hacia 1920 sus miembros decidieron construir la iglesia del Santísimo Sacramento como futuro sepulcro
familiar. Quiso el destino que uno de los Anchorena se enamorara perdidamente
de Corina Kavanagh, una joven de familia adinerada, aunque no patricia. El
romance no tuvo la aprobación de los padres del muchacho y finalmente los
novios tuvieron que separarse.
Corina entonces pergeñó una particular venganza, no de sangre, pero sí
estética. Ordenó levantar en San Martín y Florida un edificio cuyo único
requisito fue que le impidiera a la familia Anchorena la vista a la iglesia
mencionada desde su soberbio palacio. Aún hoy pesa la “maldición”
arquitectónica, ya que el edificio Kavanagh sigue obstaculizando la visión del
templo católico.
Tiene
como protagonista a Belek, un enano que llegó a Buenos Aires con el Circo de
los Zares proveniente de la zona de los Cárpatos.
Al igual que el conde Drácula, Belek fue expulsado luego de que Boris Loff, el
dueño del circo, junto a dos testigos:
Pero el mito, apenas comienza aquí. El verdadero horror se desató cuando Belek
se refugió en una casa abandonada del Bajo
Flores y comenzaron a desaparecer misteriosamente todos los gatos
del barrio. El relato cuenta que los vecinos protegieron sus casas con ristras
de ajo mientras portaban crucifijos por las calles, por temor a ser atacados.
Una noche de invierno, cerca de la estación Flores,
los hombres del barrio lograron cazar al vampiro con una improvisada red,
fabricada con la malla de un arco de fútbol, pero éste se les escapó
furtivamente. Algunos aseguran que aún vive en el cementerio de Flores y sale de tanto en tanto a
producir estragos entre los desprevenidos transeúntes.
Los
Mitos del Transporte Urbano
Varios
son los mitos que circulan en distintas ciudades del país en torno a los medios
de transporte, los que por su naturaleza móvil y por la extensión de sus
recorridos, constituyen escenarios propicios para la construcción y circulación
de relatos.
Este
mito tiene raíces en la historia del país. Cuenta la tradición que cuando la
joven Felicitas Guerrero se casó en 1862 con Martín de Álzaga, un hombre mayor
y acaudalado, era una de las mujeres más bellas de la sociedad porteña. Al año
siguiente de la boda y tras perder a su único hijo, Felicitas quedó viuda con
apenas 26 años. A su hermosura sumaba el hecho de ser una de las fortunas más
grandes de
Cuentan
los vecinos de Ciudadela, Provincia de
Buenos Aires, que cierta noche un colectivo de la, por entonces,
línea 237 pasaba en su habitual recorrido por
Cuenta
el relato que una noche en Rosario,
Provincia de Santa Fe, frente al cementerio "El
Salvador", un chofer de colectivo de la línea 114 iba conduciendo el
vehículo medio dormido, luego de una jornada de intensa labor. De pronto, una
chica se le atravesó en la calle, cruzando de manera imprudente. El hombre
intentó clavar los frenos, pero fue inútil: la muchacha fue arrollada. Asustado
por lo sucedido y presa de la desesperación, el conductor decidió huir. Luego
de varios minutos de escape a toda velocidad y sin detenerse en las paradas
establecidas, vio por el gran espejo retrovisor que la víctima estaba sentada
en el ultimo asiento del colectivo, mirándolo fijamente y llorando.
Varias
historias circulan en torno a los subterráneos de la ciudad de Buenos Aires, que tienen como escenario
principal las estaciones de la línea A, la primera de la red inaugurada en
1913, que actualmente une Plaza de Mayo
con Primera Junta.
Una de ellas cuenta que un antiguo operario de la estación Sáenz Peña concurrió a los sanitarios en
horas de servicio y encontró en ellos a un hombre degollado sobre un charco de
sangre. De inmediato el atribulado empleado dio el alerta al personal de
seguridad de la estación, quien acudió rápidamente a inspeccionar el lugar,
encontrando el sitio en perfectas condiciones y sin ningún rastro de violencia.
El veredicto fue unánime: se trataba de una alucinación.
Al día siguiente, volvió a repetirse la situación, aunque el protagonista fue
esta vez otro empleado. Durante largo tiempo, muchos fueron los trabajadores
que afirmaban haber visto al degollado en el baño de esa estación.
Otra historia de aparecidos tiene como escenario el tramo comprendido entre las
estaciones Alberti y Pasco, aunque su figura central esta vez
es una extraña mujer en traje de novia. Cuentan los dichos que se trata del
fantasma de una joven a la que su prometido abandonó ante el altar,
circunstancia por la cual la muchacha habría salido intempestivamente de la
iglesia y se habría arrojado a las vías del tren. Otra versión, más romántica
aún, señala que la ceremonia del casamiento se realizó pero al tratarse de una
unión concertada por los padres de los novios, la muchacha prefirió suicidarse
al salir de la iglesia antes de contrariar su propia voluntad.
Relatan
algunos habitantes que hace tiempo solía verse a un hombre sin párpados
deambular por los vagones de la línea de ferrocarril Mitre. Numerosos testimonios daban cuenta
de que siempre subía o bajaba del tren en
El
Cuco
O
coco, como se lo denomina en otros países de habla hispana, es un mito creado
por la imaginación popular para generar temor en los niños. La criatura no
tiene descripción física concreta, de modo que cada pequeño lo imagina a su
modo. Es un ser nocturno. Fue un personaje al que recurrían las madres para
amenazar a los chicos si no se dormían o si desobedecían a los mayores. En
algunas pequeñas ciudades de provincia todavía tiene vigencia. La tradición
afirmaba que el cuco comía a los niños o se los llevaba a su escondite ubicado
en un lugar impreciso y muy lejano. Hay registros de nanas o canciones de cuna
del siglo XVIII que lo nombran. Se cree que fue traído al Río de
El
Hombre de
Este
personaje formó parte de la mitología urbana tanto en Argentina como en Uruguay, sobre todo en décadas pasadas,
aunque en muchas provincias el mito aún perdura. En otros países de habla
hispana se lo conoce como el hombre del saco o el viejo del costal. Se lo
describe como un hombre de alrededor de unos 50 años, canoso y barbado, vestido
con oscuras ropas de linyera, que lleva una bolsa de arpillera colgada en la
espalda. Al igual que el cuco, cumple la función de atemorizar a los niños en
caso de desobediencia, ya que en la bolsa colocaría a los pequeños de mala
conducta. El mito cobra mucha fuerza alrededor de 1930, cuando a partir de la
crisis económica de aquellos años, era frecuente encontrar por las calles a
mendigos que, al carecer de un hogar donde vivir, andaban por la ciudad
llevando sus pertenencias en una bolsa.
El
Ratón Pérez
Es
un mito de origen hispánico, del que hay registros en la época colonial. Se ha
difundido también por todo el continente americano, pero sin su patronímico, el
que se agregó tardíamente en nuestro país, en
Varios
mitos circulan en torno a figuras de la música popular que han fallecido de
manera trágica siendo todavía jóvenes y encontrándose en la cima de su carrera
artística.
El
Zorzal Criollo
Carlos Gardel, emblema
del tango canción, murió en 1935 en un accidente de aviación en Medellín, Colombia, por razones aún no
esclarecidas. Las versiones en torno al doloroso suceso son múltiples y van
desde el relato de una supuesta pelea con armas de fuego en el interior del
avión entre dos pasajeros, hasta el sabotaje, producto de la rivalidad
comercial entre dos incipientes compañías aéreas, en una de las cuales viajaba “el Morocho del Abasto”. Más allá de
estas narraciones, en cada fecha en que se conmemora el nacimiento o la muerte
del cantante, la estatua que se levanta por sobre su tumba aparece adornada con
un clavel en la solapa y un cigarrillo encendido en sus labios, producto de la
devoción de sus fieles.
Elvis
está Vivo
En
torno al mítico intérprete de rock Elvis
Presley se cuenta que dos horas después de que la prensa diera
la noticia de su muerte, un hombre extremadamente parecido a él compró un
pasaje de avión con destino a
Cumbia
y Cuarteto
Nuevos
relatos circulan en torno a otras dos figuras de la música popular,
fallecidas: la cantante tropical Gilda
y el intérprete cordobés Rodrigo,
ambos desaparecidos trágicamente en accidentes automovilísticos. En las rutas
donde tales sucesos ocurrieron, se han levantado verdaderos altares de devoción
popular y sus seguidores les atribuyen acciones milagrosas y sobrenaturales. La
atención mediática ha contribuido también a la construcción de estos cultos
populares que cuentan con una explotación comercial que no ahorra recuerdos,
souvenires y todo tipo de merchandising.
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