ESTANISLADO
DEL CAMPO
FAUSTO
Y OTROS
7
DE FEBRERO
|
Producción
periodística Villa Crespo Digital
3 de febrero
del 2011
1834 - 1880
En 1834
nace en Buenos Aires, Estanislao Del Campo, conocido por su obra cumbre,
el poema gauchesco FAUSTO. Además fue periodista, político,
militar y poeta.
El poema
se caracteriza por su espontaneidad y gracia poética. Autor también
del poema político-humorístico "Gobierno gaucho",
Del Campo adoptó el seudónimo de "Anastasio el Pollo".
Muere
también en Buenos Aires el 6 de noviembre de 1880.
Nace el
7 de febrero de 1834, fue un hombre de ciudad que perteneció
a la generación del 80 y llevó a su culminación
el juego dialogado de los poetas gauchos.
Era hijo
de padre porteño, don Estanislao del Campo y su madre era tucumana,
doña Gregoria Luna. Su educación la recibe en la Academia
Porteña Federal empleándose luego como dependiente de
tienda según era costumbre entre los jóvenes de buena
familia de esos tiempos.
Inició
su carrera literaria con versos gauchescos que aparecieron bajo el seudónimo
de Anastasio el Pollo y es a raíz de esa actividad que se vincula
con Hilario Ascasubi.
Entre
sus obras más importantes:
Los debates
de Mitre y Carta de Anastasio el Pollo, ambas de 1857; esta última
es una anticipación de Fausto (1866). En Fausto, un paisano,
Anastasio el Pollo, que por casualidad, asiste a una función
en el Teatro Colón de Buenos Aires, en donde se representaba
la ópera "Fausto" de Gounod.
El hombre
conversa largamente con Don Laguna, un gaucho amigo al que se encuentra
en la soledad del campo bonaerense, y le relata lo visto en el teatro.
Anastasio no distingue entre realidad y ficción e, impresionado,
habla del Diablo, de las transformaciones de Fausto y de las vicisitudes
de Margarita como si todo fuera verdad.
Su poema
gaucho-burlesco Fausto alcanzó casi de inmediato una enorme popularidad,
popularidad que ha persistido y aumentado si cabe hasta nuestros días.
Su aparición fue entusiasmarte saludada por la crítica,
y lo que nunca había ocurrido antes en nuestro medio, suscitó
una larga polémica entre dos jóvenes talentos que habían
de afirmarse más tarde, Pedro Goyena y Eduardo Wilde. La polémica
interesante y animadísima derivó hacia conceptos generales
de la poesía, pero contribuyó indudablemente a tener a
Del Campo y su libro sobre el tapete de la actualidad. Escribió
también otras muchas composiciones de diferentes estilos, sin
embargo es en la cuerda gauchesca donde da las mejores notas. De humor
festivo, tiene una pluma llena de colorido para verter su fácil
filosofía campera y fresca imaginación, sostienen sus
críticos.
Es curioso
advertir que, no obstante el género escogido, era más
bien un hombre de ciudad.
Como hombre
de Buenos Aires, en 1852 toma parte en la defensa de la ciudad cuando
el general Lagos le pone sitio. Concluido el mismo entró a prestar
servicio en la aduana. Más tarde fue secretario de la cámara
de diputados cuando ya militaba abiertamente en las filas alsinistas,
alternando la carrera administrativa con las más animadas acciones
de Cepeda y pavón donde se batió con entusiasmo. Llegó
así a capitán en 1861. En 1874 es ascendido a teniente
coronel, de esta forma participa con motivo de la revolución
de ese año. Luego tuvo una corta actuación como diputado
nacional y terminando su mandato fue nombrado oficial mayor del Ministerio
de Gobierno de la Provincia. Se desempeña en todos estos cargos
con escrupulosidad y competencia y toma asimismo parte activa en las
luchas políticas, pero sin abandonar la poesía que es
sin duda su vocación más íntima.
Tenía
46 años cuando muere y los mejores poetas de la época,
José Hernández y Guido y Spano, pronunciaron conmovedoras
oraciones en su tumba. Mereció también fuera del aplauso
popular y de la crítica del país, grandes elogios de un
crítico español tan severo como Menéndez y Pelayo.
FAUSTO:
(Impresiones del gaucho Anastasio El Pollo)
I
En
un overo rosao,
Flete nuevo y parejito,
Caía al bajo, al trotecito,
Y lindamente sentao,
Un paisano del Bragao,
De apelativo Laguna:
Mozo jinetazo ¡ahijuna!,
Como creo que no hay otro,
Capaz de llevar un potro
A sofrenarlo en la luna.
¡Ah
criollo! si parecía
Pegao en el animal,
Que aunque era medio bagual,
A la rienda obedecía
De suerte, que se creería
Ser no sólo arrocinao,
Sino tamién del recao
De alguna moza pueblera.
¡Ah Cristo! ¡Quién lo tuviera!...
¡Lindo el overo rosao!
Como
que era escarciador,
Vivaracho y coscojero,
Le iba sonando al overo
La plata que era un primor;
Pues eran plata el fiador,
Pretal, espuelas, virolas
Y en las cabezadas solas
Traiba el hombre un Potosí:
¡Qué!... Si traía, para mí,
Hasta de plata las bolas.
En
fin: -como iba a contar,
Laguna al río llegó,
Contra una tosca se apió
Y empezó a desensillar.
En esto, dentró a orejiar
Y a resollar el overo,
Y jué que vido un sombrero
Que del viento se volaba
De entre una ropa, que estaba
Más allá, contra un apero.
Dió
güelta y dijo el paisano:
-¡Vaya "Záfiro"! ¿qué es eso?
Y le acarició el pescuezo
Con la palma de la mano.
Un relincho soberano
Pegó el overo que vía,
A un paisano que salía
Del agua, en un colorao,
Que al mesmo overo rosao
Nada le desmerecía.
Cuando
el flete relinchó,
Media güelta dió Laguna,
Y ya pegó el grito: -¡ahijuna!
¿No es el Pollo?
-Pollo, no,
Ese tiempo se pasó.
(Contestó el otro paisano),
Ya soy jaca vieja, hermano,
Con las púas como anzuelo,
Y a quien ya le niega el suelo
Hasta el más remoto grano.
Se
apió el Pollo y se pegaron
Tal abrazo con Laguna,
Que sus dos almas en una
Acaso se misturaron.
Cuando
se desenredaron,
Después de haber lagrimiao
El overito rosao
Una oreja se rascaba
Visto que la refregaba
En la clin del colorao.
-Velay,
tienda el cojinillo
Don Laguna, sientesé
Y un ratito aguardemé
Mientras maneo el potrillo:
Vaya armando un cigarrillo,
Si es que el vicio no ha olvidao,
Ahí tiene contra el recao
Cuchillo, papel y un naco:
Yo siempre pico el tabaco
Por no pitarlo aventao.
-Vaya
amigo, le haré gasto...
-¿No quiere maniar su overo?
-Dejeló a mi parejero
Que es como mata de pasto.
Ya una vez, cuando el abasto,
Mi cuñao se desmayó;
A los tres días volvió
Del insulto, y crea amigo,
Peligra lo que le digo:
El flete ni se movió.
-
¡ Bien haiga gaucho embustero!
¿ Sabe que no me esperaba
Que soltase una guayaba
De ese tamaño, aparcero?
Ya colijo que su overo
Está tan bien enseñao,
Que si en vez de desmayao
El otro hubiera estao muerto,
El fin del mundo, por cierto,
Me lo encuentra allí parao.
-Vean
como le buscó
La güelta... ¡bien haiga el Pollo!
Siempre larga todo el rollo
De su lazo...
¡Y cómo no!
¿O se ha figurao que yo
Asina nomás las trago?
¡Hágase cargo!...
-Ya me hago...
-Prieste
el juego.
-Tómelo.
Y aura le pregunto yo
¿Qué anda haciendo en este pago?
-Hace como una semana
Que he bajao a la ciudá,
Pues tengo necesidá
De ver si cobro una lana,
Pero me andan con mañana
Y no hay plata, y venga luego.
Hoy no más cuasi le pego
En las aspas con la argolla
A un gringo, que aunque es de embrolla
Ya le he maliciao el juego.
-Con
el cuento de la guerra
Andan matreros los cobres,
Vamos a morir de pobres
Los paisanos de esta tierra.-
Yo cuasi he ganao la sierra
De puro desesperao...
Yo me encuentro tan cortao
Que a veces se me hace cierto
Que hasta ando jediendo a muerto...
-Pues
yo me hallo hasta empeñao.
- ¡Vaya un lamentarse! ¡ahijuna!...
Y eso es de vicio, aparcero:
A usté lo ha hecho su ternero
La vaca de la fortuna.
Y no llore, Don Laguna,
No me lo castigue Dios:
Si no comparemolós
Mis tientos con su chapiao,
Y así en limpio habrá quedao,
El más pobre de los dos.
-¡Vean
si es escarbador
este Pollo! ¡Virgen mía!
Si es pura chafalonía...
-¡Eso sí, siempre pintor!
-Se la gané a un jugador
Que vino a echarla de güeno.
Primero le gané el freno
Con riendas y cabezadas,
Y en otras cuantas jugadas
Perdió el hombre hasta lo ajeno.
¿Y
sabe lo que decía
Cuando se vía en la mala?
El que me ha pelao la chala
Debe tener brujería.
A la cuenta se creería
Que el Diablo y yo...
¡Callesé!
¿Amigo, no sabe usté
Que la otra noche lo he visto
Al demonio?
-¡Jesucristo!
-Hace bien, santigüesé,
-¡Pues no me he de santiguar!
Con
esas cosas no juego;
Pero no importa, le ruego
Que me dentre a relatar
El cómo llegó a topar
Con el malo. ¡Virgen santa!
Sólo el pensarlo me espanta...
-Güeno, le voy a contar
Pero antes voy a buscar
Con qué mojar la garganta.
El
Pollo se levantó
Y se jué en su colorao,
Y en el overo rosao
Laguna al agua dentró.
Todo el baño que le dió
Jué dentrada por salida
Y a la tosca consabida
Don Laguna se volvió
Ande a Don Pollo lo halló
Con un frasco de bebida.
-Larguesé
al suelo, cuñao
Y vaya haciéndose cargo,
Que puede ser más que largo
El cuento que le he ofertao.
Desmanée el colorao,
Desate su maniador,
Y en ancas, haga el favor
De acollararlos...
-Al grito:
¿Es manso el coloradito?
-¡Ese es un trebo de olor!
-Ya
están acollaraditos...
-Dele un beso a esa giñebra:
Yo le hice sonar de una hebra
Lo menos diez golgoritos...
-Pero esos son muy poquitos
Para un criollo como usté,
Capaz de prenderselé
A una pipa de lejía...
-Hubo un tiempo en que solía...
-Vaya, amigo, larguesé.
II
-Como
a eso de la oración
Aura cuatro o cinco noches,
Vide una fila de coches
Contra el tiatro de Colón.
La
gente en el corredor,
como hacienda amontonada,
Pujaba desesperada
Por llegar al mostrador.
Allí
a juerza de sudar,
Y a punta de hombro y de codo,
Hice, amigaso, de modo
Que al fin me pude arrimar.
Cuando compré mi dentrada
Y di güelta... ¡Cristo mío!
Estaba pior el gentío
Que una mar alborotada.
Era
a causa de una vieja
Que le había dao el mal...
-Y si es chico ese corral,
¿A qué encierran tanta oveja?
-Ahí verá: -por fin, cuñao,
A juerza de arrempujón,
Salí como mancarrón
Que lo sueltan trasijao.
Mis
botas nuevas quedaron
Lo propio que picadillo,
Y el fleco del calzoncillo
Hilo a hilo me sacaron.
Y
para colmo, cuñao
De toda esta desventura,
El puñal, de la cintura,
Me lo había refalao.
-Algún
gringo como luz
Para la uña, ha de haber sido.
-¡Y no haberlo yo sentido!
En fin, ya le hice la cruz.
Medio
cansao y tristón
Por la pérdida, dentré
Y una escalera trepé
Con ciento y un escalón.
Llegué
a un alto finalmente,
Ande va la paisanada,
Que era la última camada
En la estiba de la gente.
Ni
bien me había sentao,
Rompió de golpe la banda,
Que detrás de una baranda
La habían acomodao.
Y
ya tamién se corrió
Un lienzo grande, de modo
Que a dentrar con flete y todo
Me aventa, creameló.
Atrás
de aquel cortinao
Un Dotor apareció,
Que asigún oí decir yo,
Era un tal Fausto mentao.
-¿Dotor
dice? Coronel
De la otra banda, amigaso;
Lo conozco a ese criollaso
Porque he servido con él.
-Yo
tamién lo conocí
Pero el pobre ya murió.
¡Bastantes veces montó
Un zaino que yo le di!
Dejeló
al que está en el cielo
Que es otro Fausto el que digo,
Pues bien puede haber, amigo,
Dos burros del mesmo pelo.
-No
he visto gaucho más quiebra,
Para retrucar ¡ahijuna!...
Dejemé hacer, Don Laguna,
Dos gárgaras de giñebra.
Pues
como le iba diciendo,
El Dotor apareció,
Y en público se quejó
De que andaba padeciendo.
Dijo
que nada podía
Con la cencia que estudió,
Que él a una rubia quería,
Pero que a él la rubia no.
Que
al ñudo la pastoriaba
Dende el nacer de la aurora,
Pues de noche y a toda hora
Siempre tras de ella lloraba.
Que de mañana a ordeñar
Salía muy currutaca,
Que él le maniaba la vaca,
Pero pare de contar.
Que
cansado de sufrir,
Y cansado de llorar,
Al fin se iba a envenenar
Porque eso no era vivir.
El
hombre allí renegó,
Tiró contra el suelo el gorro,
Y, por fin, en su socorro
Al mesmo Diablo llamó.
¡Nunca
lo hubiera llamao!
¡Viera sustaso, por Cristo!
¡Ahí mesmo jediendo a misto,
Se apareció el condenao
Hace
bien: persinesé
Que lo mesmito hice yo.
-¿Y cómo no disparó?
-Yo mesmo no sé porqué.
¡Viera
al Diablo! Uñas de gato,
Flacón, un sable largote,
Gorro con pluma, capote
Y una barba de chivato.
Medias
hasta la berija,
Con cada ojo como un charco,
Y cada ceja era un arco
Para correr la sortija.
"Aquí
estoy a su mandao,
Cuente con un servidor",
Le dijo el Diablo al Dotor,
Que estaba medio asonsao.
"Mi
Dotor, no se me asuste
Que yo lo vengo a servir.
Pida lo que ha de pedir
Y ordenemé lo que guste".
El
Dotor, medio asustao,
Le contestó que se juese...
-Hizo bien: ¿no le parece?
-Dejuramente, cuñao.
Pero
el Diablo comenzó
A alegar gastos de viaje
Y a medio darle coraje
Hasta que lo engatusó.
-¿No
era un Dotor muy projundo?
¿Cómo se dejó engañar?
-Mandinga es capaz de dar
Diez güetas a medio mundo.
El
Diablo volvió a decir:
"Mi dotor, no se me asuste,
Ordenemé en lo que guste,
Pida lo que ha de pedir.
Si
quiere plata, tendrá:
Mi bolsa siempre está llena,
Y más rico que Anchorena,
Con decir quiero, será.
No
es por la plata que lloro,
Don Fausto le contestó:
Otra cosa quiero yo
Mil veces mejor que el oro.
"Yo
todo lo puedo dar,
Retrucó el Ray del Infierno,
Diga: -¿quiere ser Gobierno?
Pues no tiene más que hablar".
-No
quiero plata ni mando,
Dijo Don Fausto, yo quiero
El corazón todo entero
De quien me tiene penando.
No
bien esto el Diablo oyó,
Soltó una risa tan fiera,
Que toda la noche entera
En mis orejas sonó.
Dio
en el suelo una patada,
Una paré se partió,
Y el Dotor, fulo, miró
A su prenda idolatrada.
-¡Canejo!...
¿será verdá?
¿Sabe que se me hace cuento?
-No crea que yo le miento:
Lo ha visto media ciudá.
¡Ah,
Don Laguna! ¡Si viera
qué rubia!... Creameló:
Creí que estaba viendo yo
Alguna virgen de cera.
Vestido
azul, medio alzao,
Se apareció la muchacha:
Pelo de oro, como hilacha
De choclo recién cortao.
Blanca
como una cuajada,
Y celeste la pollera,
Don Laguna, si aquello era
Mirar a la Inmaculada.
Era
cada ojo un lucero,
Sus dientes, perlas del mar,
Y un clavel al reventar
Era su boca, aparcero.
Ya
enderezó como loco
El Dotor cuando la vió,
Pero el Diablo lo atajó
Diciendolé: -"Poco a poco:
Si
quiere, hagamos un pato;
Usté su alma me ha de dar
Y en todo lo he de ayudar.
¿Le parece bien el trato?"
Como
el Dotor consintió,
El Diablo sacó un papel
Y lo hizo firmar en él
Cuanto la gana le dió.
-¡Dotor,
y hacer ese trato!
-¿Qué quiere hacerle, cuñao
Si se topó ese abogao
Con la horma de su zapato?
Ha
de saber que el Dotor
Era dentrao en edá,
Asma es que estaba ya
Bichoco para el amor.
Por
eso, al dir a entregar
La contrata consabida,
Dijo:-"¿Habrá alguna bebida
Que me pueda remozar?"
Yo
no sé qué brujería,
Misto, mágica o polvito
Le echó el Diablo y... ¡Dios bendito!
¡Quién demonios lo creería!
Por
eso, al dir a entregar
La contrata consabida,
Dijo:-"¿Habrá alguna bebida
que me pueda remozar?"
Yo
no sé qué brujería,
Misto, mágica o polvito
Le echó el Diablo y... ¡Dios bendito!
¡Quién demonios lo creería!
-¿Qué
dice?... ¡barbaridá!...
¡Cristo padre!... ¿Será cierto?
-Mire: que me caiga muerto
Si no es la pura verdá.
El
Diablo entonces mandó
A la rubia que se juese
Y que la paré se uniese,
Y la cortina cayó.
A
juerza de tanto hablar
Se me ha secao el garguero:
Pase el frasco, compañero.
-¡Pues no se lo he de pasar!
1746
Arriba a Puerto San Julián, para proceder a alistar el viaje de
regreso a Buenos Aires, la fragata San Antonio, al mando del joven alférez
Joaquín Olivares y Centeno. Esta expedición, iniciada dos
meses antes, sirvió también para que el jesuita José
Cardiel efectuara una interesante cartografía del viaje, apareciendo
en la misma, con sus actuales denominaciones, Cabo Blanco, Puerto Deseado,
Puerto Santa Cruz, Río Gallegos y Cabo Vírgenes.
1770
El análisis que se hizo de Puerto Deseado y del plano recibido
-obra del teniente de fragata Manuel Pando- dio base para que el monarca
español siga pensando en el asentamiento de una población,
por las ventajosas proporciones que ofrece el terreno, abundancia de
caza y de pesca, y desde éste lugar se lograría una amplia
vigilancia del litoral marítimo, donde otros países logran
buena pesca, llevándose lo que le importaba a España y
poderlo colocar en sus mercados de consumo.
1849
Fallece el coronel de marina Joaquín Hidalgo.
Sirvió a las órdenes del almirante Bown durante la guerra
contra el Imperio del Brasil.
Al mando del bergantín “Echagüe”, estando en
nuestro país en guerra contra la Banda Oriental del Uruguay,
apresó al bergantín “Cagancha”, principal
nave de la escuela uruguaya.
1895
Mediante Resolución de esa fecha, la Prefectura General Marítima
y las Subprefecturas pasan a depender directamente del Ministerio de
Guerra de Marina.
1942
El teniente de navío Eduardo Lanusse, piloteando un avión
Stearman al que se le habían aplicado flotadores, es desembarcado
del transporte “1º de Mayo” y luego de decolar del
agua vuela sobre la isla Decepción, en la Antártida.
Ese fue el primer vuelo de un avión argentino en aquel continente.
El cabo Ppal. Aeronáutico Eric Bolmquist era el mecánico
de ese avión, quien acompañó al teniente Lanusse.
1952
Primer vuelo con descenso en la Antártida.
Dos aviones navales anfibios, los Catalina 3-p-5 y 2-p-3, bajo el comando
del capitán de fragata Pedro Iraolagoitía y piloteados
por el capitán de corbeta Edgardo Andrew y Teniente de navío
Guillermo Campbell, partiendo desde Río Grande, cruzan el Drake
y acuatizan en la isla Decepción.
Transportaban correspondencia y fue así como establecieron el
primer correo aéreo con la Antártida.
FUENTES:
varias y propias.
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