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PERSONAJES - CAMILO CIENFUEGOS - REVOLUCIÓN CUBANA
 
 

 

CAMILO CIENFUEGOS

6 DE FEBRERO DE 1932

Producción periodística Villa Crespo Digital

23 de febrero del 2011

Camilo Cienfuegos Gorriarán, así su nombre completo nació en Cuba el 6 de febrero de 1932. Fue sin lugar a dudas una de las figuras más emblemáticas de la Revolución Cubana.
Hijo de padres españoles. Cursó sus estudios primarios en la escuela Remberto Alemán de su barrio natal. En 1940 ingresa en la Escuela Anexa de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro pero tuvo que abandonar sus estudios por problemas económicos.

Sus problemas económicos lo llevaron a que durante su etapa de aprendizaje debiera trabajar en una tienda, llamada “El Arte” como aprendiz. Luego comienza a involucrarse en la lucha política participando en las protestas populares contra el aumento de la tarifa de los ómnibus.

En el año 1953 viajó a Estados Unidos en busca de una mejor situación económica, pero decide regresar según se afirma porque se indigna por la explotación a que son sometidos los trabajadores norteamericanos.

SUS COMIENZOS EN LA LUCHA

De esta forma se integra a la lucha estudiantil contra la dictadura del régimen de Fulgencio Batista y, un año más tarde, fue herido por arma de fuego durante una manifestación en honor del héroe independentista cubano Antonio Maceo, razón por la cual fue fichado por el cuerpo represivo de Batista.

Sin trabajo y fichado y perseguido se va al exilio, por lo que viaja nuevamente a Estados Unidos, exactamente a la ciudad de Nueva York. De este país fue expulsado por las autoridades migratorias al vencerse su permiso de residencia, y fue enviado a México.

Durante su estancia en México logra establecer contacto con Fidel Castro. Camilo era muy delgado, así que es uno de los últimos elegidos para la expedición en el Granma.

Recibe su bautismo de fuego junto a sus compañeros en Alegría de Pío el 5 de diciembre de 1956. En el combate de El Uvero, ya ostenta los grados de teniente y dirige un pelotón.

En la lucha armada en la Sierra Maestra por su accionar de combate se le otorga el rango de capitán. En el año 1957 se crea una nueva columna guerrillera: la columna número 4, hija de la columna madre "José Martí", de la que está a cargo el Comandante Ernesto Che Guevara.
En esta columna el capitán Camilo cumple función de jefe de la vanguardia. También aquí nace una entrañable amistad entre él y el Che.

Los combates de Bueycito, El Hombrito, Pino del Agua, cuentan con la figura de Camilo. El mito del "Señor de la Vanguardia" tiene que ver por su desempeño político y militar. El 26 de abril de 1958, es ascendido al grado de comandante.

Luego dirige la columna invasora número 2 "Antonio Maceo", la cual partió de la Sierra Maestra hacia el Occidente de Cuba en agosto de 1958 y que, junto a la columna ocho "Ciro Redondo" al mando del Che Guevara, extendió las acciones militares que habían comenzado en la zona oriental al occidente del país.

Liderada por Camilo Cienfuegos se lleva a cabo la toma de la ciudad de Yaguajay, una batalla decisiva en el golpe final del Ejército Rebelde para debilitar las fuerzas de Fulgencio Batista. Su desempeño en esta batalla le granjeó el sobrenombre de "El Héroe de Yaguajay".

Tras el triunfo de la Revolución, formó parte del alto mando del Ejército Rebelde, como su jefe supremo. Combatió en los levantamientos contrarrevolucionarios y participó también en la Reforma Agraria.

Su inesperada desaparición el 28 de octubre de 1959 en un accidente de aviación a causa del mal tiempo mientras retornaba de Camagüey a La Habana a bordo de su avión ejecutivo, un Cessna 310, puso en tensión no sólo a las fuerzas oficiales sino a toda la nación que se dedicó a su búsqueda.

Fueron 11 días de ininterrumpido trabajo dirigido personalmente por Fidel. Jornadas en las que todo el pueblo sufrió, al hacerse evidente, con el de cursar de cada día, la dolorosa certidumbre de su desaparición definitiva.

 

Discurso en homenaje al Comandante Camilo Cienfuegos

Ernesto Guevara. 28 de octubre de 1964

Compañeros todos: Los actos de recordación de los héroes caídos van constituyendo con el tiempo cierta especie de tarea disciplinaria, y más o menos -quiérase o no- se convierten en un acto mecánico. Por eso, muchas veces personalmente he tratado de hurtarle el cuerpo a la rememoración de compañeros que significan cosas muy importantes en nuestra vida, amigos forjados en la lucha, compañeros de los primeros momentos, de aquellos momentos en que apenas un poco más que los dedos de la mano alcanzaban para numerarse. El recordarlos año tras año en discursos va creando esa mecánica de que les hablaba; mecánica que, para los que han conocido íntimamente a Camilo, por ejemplo, como yo, choca. Hoy acepté venir aquí, por el hecho de tratarse de recordar a Camilo en este salón, en este edificio, donde su hermano sigue la obra que empezara primero, por circunstancias especiales, sólo Camilo. Yo quería decirles pocas palabras y tratar de expresarles lo que creo que significa, Camilo. Es muy difícil, casi imposible diría. Yo, conocí a Osmani, a través de Camilo, un día de derrota, uno de los tantos días de derrota que tuvimos que afrontar. Nos habían sorprendido; en la huida yo perdí mi mochila, alcancé a salvar la frazada nada más, y nos reunimos un grupo disperso. Fidel había salido con otro grupo. Eramos unos 10 ó 12. Y había más o menos una ley no escrita de la guerrilla que aquel que perdía sus bienes personales, lo que todo guerrillero debía llevar sobre sus hombros, pues debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido estaba algo muy preciado para un guerrillero: las dos o tres latas de conserva que cada uno tenía en ese momento. Al llegar la noche, con toda naturalidad cada uno se aprestaba a comer la pequeñísima ración que tenía, y Camilo -viendo que yo no tenía nada que comer, ya que, la frazada no era un buen alimento- compartió conmigo la única lata de leche que tenía; y desde aquel momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad. Tomando sorbos de leche y disimuladamente cuidando cada uno de que el reparto fuera parejo, íbamos hablando de toda una serie de cosas. En general versaba la conversación sobre comida, porque, las conversaciones de las gentes versan sobre los problemas más importantes que le aquejan, y para nosotros la comida era una obsesión en aquellos días. Así, me contó del arroz... no, de la harina, creo que la harina con cangrejo, que era una especialidad de la mamá de Camilo, y me invitó a comerla después del triunfo.

Centro de Estudios Miguel Enríquez - Archivo Chile
Y así conocí a Osmani, también, aquella noche de fraternidad guerrillera, mientras compartíamos la lata de leche. Hasta ese momento, no éramos particularmente amigos; el carácter era muy diferente. Desde el primer momento salimos juntos. Desde el Granma, desde la derrota de Alegría de Pío estábamos juntos, sin embargo, éramos dos caracteres muy diferentes. Y fue meses después que llegamos a intimar, extraordinariamente. Chocábamos por cuestiones de disciplina, por problemas de concepción de una serie de actitudes dentro de la guerrilla. Camilo en aquella época estaba equivocado.

Era un guerrillero muy indisciplinado, muy temperamental; pero se dio cuenta rápidamente y rectificó aquello. Aun cuando después, hiciera una serie de hazañas que han dejado su nombre en la leyenda, me cabe el orgullo de haberlo descubierto, como guerrillero. Y empezó a tejer esa urdimbre de su leyenda de hoy, en la columna que me había asignado Fidel, mandando el Pelotón de Vanguardia. Después, fue comandante; escribió en el llano de Oriente una historia muy rica en actos de heroísmo, de audacia, de inteligencia combatiente e hizo la invasión, en los últimos meses de la guerra revolucionaria. Lo que a nosotros -los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo- siempre nos atrajo más, fue, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo, su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de valor, de sabiduría, siempre siendo el compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra, era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros.

A los pocos meses del triunfo, cuando todavía estábamos en la efervescencia de la destrucción del viejo orden y apenas comenzaba a discutirse sobre la necesidad de la organización, Camilo murió. Pero a mí no me cabe duda de que así como rectificó aquellos primeros errores de los días nacientes de la guerrilla y se convirtió en el mejor de todos nosotros, así también se hubiera adaptado a las exigencias de esta nueva época, y hubiera sido una columna firme en la organización del Ejército, o en la organización de cualquier organismo, cualquier parte del Estado que le fuera confiada. Sin embargo, toda esta parte, no ha podido ser ni presenciada, ni ejecutada, ni colaborar en su ejecución, por Camilo. Nos cabe sólo pensar, en lo que podría haber hecho, pensar en la ausencia que dejó, en aquellos momentos en que todavía la conjunción de las fuerzas revolucionarias no se había deslizado plenamente, y el papel que jugaba cuando, con su autoridad indiscutida en toda una serie de discusiones, de malquerencias que existían entre los revolucionarios, surgía Camilo para imponer siempre el llamado a la cordura, el llamado a hacer prevalecer los principios y el espíritu revolucionario sobre cualquier querella del momento. Toda esa etapa de Camilo tampoco se conoce, porque las historias de las revoluciones tienen una gran parte subterránea, no sale a la luz pública. Las revoluciones no son movimientos absolutamente puros; están realizados por hombres, y se gestan en el medio de luchas intestinas, de ambiciones, de desconocimientos mutuos. Y todo eso, cuando se va superando, se convierte en una etapa de la historia que, bien o mal, con razón o sin ella, se va silenciando y desaparece. Nuestra historia también está llena de esas desavenencias, está llena de esas luchas que a veces fueron muy violentas; está llena de desconocimiento de nosotros mismos; y, producto de ese desconocimiento: desconfianzas, formaciones de grupos, luchas entre grupos y, al mismo tiempo, la reacción trabajando dentro de ella.

Allí es donde hay también un gran trabajo de Camilo que se desconoce. Y fue evidentemente un factor de unidad. Hoy se puede hablar de todo aquello porque es el pasado, porque se ha constituido el Partido, e incluso el Partido después, sujeto a una serie de errores, ha sido depurado, ha sido reestructurado y reorientado, y la unidad nueva, sobre la base del único enemigo, el enemigo común que es el imperialismo, se ha hecho en Cuba y ya se puede hablar de aquella etapa, una de las tantas etapas difíciles de la Revolución donde muchos hombres desconocidos, o poco conocidos jugaron un papel importantísimo. Hoy estamos ligados totalmente al mundo socialista, mundo cada vez más potente, más pujante, enfrentados en una trinchera que es de primera línea pero que tiene muchas trincheras y mucha fuerza atrás y a los lados contra el imperialismo. Hoy hay todo un bloque de países no alineados que se reúnen para condenar el imperialismo y apoyar a Cuba. Y la tarea es distinta, mucho más fácil. Ahora el enemigo se visualiza y todo el pueblo lo visualiza. En aquellos momentos era necesaria la presencia de los hombres que no tuvieran la más mínima ambición personal, la más mínima desconfianza, que fueran hombres enteramente puros y dedicados a la tarea revolucionaria exclusivamente, para poder realizar lo que casi podría llamarse el milagro de la unidad. Y a esa clase de hombres pertenecía Camilo. ¡Y los hay pocos! Todos nosotros, la mayoría, por lo menos, tenemos muchos pecadillos que contar de aquellas épocas, muchas suspicacias, desconfianzas a veces hasta malas artes empleadas con un fin que considerábamos muy justo, pero con métodos que a veces -muchas veces- eran incorrectos. Y nunca se puede decir que Camilo haya recurrido a ellos. Claro que se puede pensar que Camilo es el muerto, y que de los muertos se puede hablar en forma distinta. Y es natural que si Camilo estuviera vivo y presente entre nosotros, un sentimiento hasta de pudor natural nos impedirían decir cosas como estas, pero son absolutamente justas. Esa es la significación que tiene Camilo para nosotros. Difícil de expresar, difícil de mostrar ante ustedes, porque definir en lo que vale un compañero, en lo que vale internamente para cada uno de los que tuvo alguna responsabilidad en la lucha revolucionaria y en el período de construcción, es algo muy difícil. Pero quería, simplemente, anotar ante ustedes, aunque fuera esa significación interna, privada, que tiene para mí, para muchos de nosotros, Camilo. Y la seguridad, expresarles la seguridad de que aquel ¿«voy bien»? de Fidel, cuando le preguntara a Camilo, en la Ciudad Militar a los primeros días o el primer día de su llegada a La Habana, no significa la casualidad de una pregunta hecha, a un hombre que de casualidad estuviera a su lado, era la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza de Fidel, en el cual sentía, como quizás en ninguno de nosotros, una confianza y una fe absoluta. Y por eso, aquella pregunta es todo un símbolo, un símbolo de lo que significara Camilo.

Seguirán pasando los años, tendremos muchas luchas por delante, nuestra importancia en el mundo acrecentada día a día, hará que se escriba una historia desde perspectivas diferentes. Y aquellos dos años de lucha en la Sierra, y aquel primer año de gestación revolucionaria serán apenas unas pequeñas líneas en la historia de nuestra Revolución y de la revolución mundial. Pero por pequeñas que sean esas líneas, por escueto que sea el comentario y la poca importancia que se le reconozca en el futuro, aquella guerra de escaramuzas de un grupo de hombres que tuvo como virtud fundamental la de tener fe, en esas pequeñas líneas, necesariamente, debe estar inscrito el nombre de Camilo. Porque aun cuando su actuación comparada ya retrospectivamente, es fugaz, y con el correr de los años será más fugaz en tiempo; su acción, su influencia, sobre los hombres que tuvieron la fortuna de participar en toda aquella serie de sucesos, fue enorme. Y aun, cuando siempre lo digamos mecánicamente, y aun cuando parezca una de las tantas frases con que se adornan la vida de los héroes caídos, por lo menos, créanme, cuando lo digo con toda la más grande sinceridad, que para mí, Camilo no ha muerto. Y que su influencia, la de su acción, la de su comportamiento de revolucionario, sirve todavía y servirá siempre, para corregir los errores, la cantidad de errores que día a día cometemos, la cantidad de injusticias y de debilidades revolucionarias que día a día cometemos. Y en la medida en que la acción de aquel grupo tenga también repercusión sobre la historia de Cuba -como de hecho la tiene-, en la medida de la importancia que la historia futura asigne -como de seguro asignará- a nuestro dirigente máximo, a Fidel Castro, allí también, participando de esa medida, participando también de su acción sobre Fidel, como compañero, como revolucionario al cual se le tenía la más absoluta de la fe y al cual se recurría en los momentos de peligro, también figurará Camilo. Y ésa, es su gloria eterna. La que yo he tratado de expresar y la que creo que sobrevivirá mucho más, que incluso, el recuerdo vivido de los años de guerra. Eso es todo compañeros.

(*) [Comisión para perpetuar la memoria del Comandante Ernesto Guevara.]

FUENTES: varias.

Caracteres: 15.560

12 Diciembre, 2021 12:43

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