ARGENTINA
- VIETNAM Y ARGELIA
APROPIACIÓN
DE BEBES BUSCÓ MEJORAR LA RAZA Y PROLONGAR EL CASTIGO
|
9 de junio del 2011
Entrevista
al médico Claudio Capuano
“La
apropiación de niños buscó mejorar la raza y
prolongar el castigo”
Publicado
el 5 de Junio de 2011
El
coordinador de la cátedra de Salud y Derechos Humanos de la
UBA elabora una investigación sobre similitudes entre la dictadura
argentina y lo ocurrido con los ejércitos de ocupación
en Vietnam y en Argelia.
Siempre
ocurre que en los procesos represivos uno ve el producto final –explica
Capuano–, pero no la génesis, el origen y el desarrollo
de esa metodología. Y un ejemplo es lo que llamamos “plan
sistemático”: los juicios están demostrando que
el secuestro de criaturas, los partos clandestinos y las adopciones
irregulares no fueron obra de un grupo de militares locos, sino partes
de un entramado creado con un fin. Pero ese plan no nació de
la nada, tiene antecedentes que la dictadura investigó y estudió
para ponerlo en funcionamiento en la Argentina.
Para el docente, la sistematización del robo de recién
nacidos y el asesinato de embarazadas “se inspiró sobre
todo en la política trazada por Francisco Franco en la España
de la República, y las tareas de los ejércitos de ocupación
en Vietnam y Argelia. La dictadura de Jorge Rafael Videla, yquienes
la continuaron, también copió distintas modalidades
de sometimiento. No olvidemos que esa camada de uniformados había
sido instruida en la Escuela de las Américas, y aprendido de
los distintos períodos históricos que fue viviendo el
país vinculados a la opresión y el genocidio a opositores
políticos”.
–
¿Es posible fijar un comienzo en el tiempo si se habla de apropiación
de niños?
–La
violación a los Derechos Humanos, con represión, se
utilizó siempre para generar cambios en las relaciones sociales,
con dictadores que piensan una modalidad y eligen a un sector como
blanco, sin que nada quede librado al azar. Cuando matás a
alguien, cuando lo desaparecés y accionás sobre su descendencia,
producís un cambio en esas relaciones sociales, modificás
ese medio, y ese es el fin que busca el dictador. No hay un loco desesperado
por asesinar, sino gente que planea en una mesa, y conduce a quienes
ejecutan, con el fin de construir poder. En el caso de la apropiación
de la descendencia, la cuestión se plantea en términos
de disputa, donde un bando castiga a su enemigo y prolonga el castigo
a los hijos de ese enemigo. En la historia reciente hay varias muestras
de hijos utilizados como esclavos. En la conquista del desierto, por
ejemplo, los hijos de los adultos de pueblos originarios eran sacados
y llevados a las familias patricias para ser usados como sirvientes,
incluso quitándoles su condición jurídica y de
persona. También se registran cambios en los modos de reprimir.
Es distinto el aparato represivo de la Patagonia Trágica del
1900, que asesina a 1700 personas en ejecuciones sumarias sin proceso,
que el utilizado en la Semana Trágica, con la muerte de 700
trabajadores. Y esas variantes no ocurren por los que ejecutan, sino
que son la consecuencia de quienes piensan la manera de reprimir.
–
¿El cambio significa una “perfección” en
la forma de oprimir, por llamarla de alguna manera?
–No
necesariamente; son cambios que se producen de acuerdo a lo que van
necesitando los grupos represores en cada época y en cada geografía.
Las dictaduras brasileña, argentina, chilena y uruguaya tuvieron
la misma matriz, pero también es cierto que mostraron particularidades
distintas.
–
¿Cómo se podría describir el modelo represivo
en el país?
–En
nuestro caso, la represión es un traslado de lo que fueron
las experiencias de Vietnam y Argelia, sobre todo en referencia a
la desaparición y la instalación de centros clandestinos.
Con una diferencia: tanto en Vietnam como en Argelia el avance lo
hacían ejércitos de ocupación, mientras que aquí,
aunque el país fue “ocupado” por las Fuerzas Armadas,
el Ejército era nacional. Empecé a investigar otros
antecedentes, sobre todo vinculados a la apropiación de recién
nacidos, y concluí en que lo que llamo otredad negativa construida
por los militares argentinos tiene lazos muy fuertes de parentesco
con lo ocurrido en la España de principios del 1900, y que
llega a su punto máximo durante el franquismo. También
como en Argelia y en Vietnam, en la Argentina hubo un aumento del
aparato de punición, y un fuerte protagonismo del aparato judicial
militar, con el aumento de ejecuciones sumarias. Y sumado a todo eso
aparece la represión clandestina. Es decir, cuando al disidente
no lo pueden “chupar” en forma legal, lo hacen en forma
clandestina. Con un aparato organizado: zonas liberadas, trabas para
el avance de los habeas corpus, complicidad entre las distintas fuerzas
de seguridad para ocultar información, etcétera.
–
¿Qué es eso de la otredad negativa?
–Si
bien cada proceso histórico es singular, propio y ofrece características
distintas, a veces se pueden encontrar similitudes estructurales entre
hechos ocurridos en distintos lugares. Es decir, puntos de contacto
en la preparación, implementación y consecuencias de
un plan de opresión. La preparación es el marco doctrinario,
la justificación, la manera de entrenar a una población
para dar a conocer tu fuerza represiva y encima lograr que se piense
que lo que hacés está bien. En este punto, los militares
decían que la dictadura significaba un bien a la patria, dentro
del halo del “buen cristianismo”. Justificación
que hacía posible que el mismo represor no tuviera culpa por
lo que hacía. Hablando de las similitudes estructurales, es
verdad que el proceso franquista tuvo rasgos distintos al argentino,
pero también presentó puntos en común muy fuertes.
Con el aporte de grandes personalidades de la medicina, la salud y
la ciencia en general, España fue armando desde comienzos del
siglo pasado esa otredad negativa a la que me refería antes:
la construcción de un “nosotros” inmaculado, frente
a un “otros” que era necesario eliminar de la faz de la
tierra. El objetivo fue ejercer el control social sobre la población,
con políticas de Estado que previnieran cualquier desviación
de lo que ellos consideraban “normal”. La homosexualidad,
por ejemplo, escapaba a esa normalidad. Se empieza a hablar de eugenesia,
del mejoramiento de la raza, de la aparición de Césare
Lombroso y su perfil del delincuente y el revolucionario. Este plan
fue diseñado por Antonio Vallejo-Nágera, un reconocido
médico psiquiatra referente a nivel mundial en ese momento,
que además era comandante militar de Franco. Junto a Ramiro
de Maeztu, jerarcas de la iglesia e intelectuales cercanos al ideario
fascista, Vallejo-Nágera es el verdadero padre de la teoría
del mejoramiento de la raza, construcción que deriva en la
apropiación de menores. Todo enmarcado en una época
en la cual la ciencia en general era sumamente racista, con un auge
positivista que atravesaba la totalidad de las corrientes ideológicas.
Otra muestra de la eugenesia era lo que pasaba en Inglaterra y en
Francia, donde los negros no podían tener hijos en pos de ese
“mejoramiento”. Esas escuelas fueron las que marcaron
los fundamentos para el genocidio de Adolfo Hitler y el desarrollo
de toda su estrategia de aniquilación. Sin embargo, algunos
de aquellos intelectuales y científicos no llegaron al extremo
de apoyar ni las castraciones ni la matanza de chicos, y crearon tiempo
después la denominada eugenesia social, una suerte de mejoramiento
de la raza desde lo cultural. Ahí es cuando aparece por primera
vez el término “hispanidad”, y ese es otro punto
en contacto con la dictadura argentina, ya que el terrorismo de Estado
que irrumpe en 1976 se refiere a lograr una “argentinidad”
libre de todo comunismo, ateísmo y terrorismo marxista. Para
ellos, era la argentinidad la que nos representaba verdaderamente
ante el mundo.
–
¿Cuáles eran las características fundamentales
de aquella hispanidad?
–Alcanzar
una sociedad de caballeros y lograr volver a la España de los
siglos XV y XVI, la del catolicismo, la guerrera, la imperial, la
inquisidora. Eso empieza a rediseñar una noción de raza
no sólo para los mismos españoles, sino también
para los latinoamericanos, y en realidad para la totalidad de los
hispanoamericanos, la Argentina incluida como eslabón fundamental.
Se le da forma a ese “nosotros”, frente a los “otros”,
los que están con la Revolución Francesa, los malthusianos,
los partidarios de una diversidad cultural que respete al ser humano.
Siguiendo con el análisis, todas esas teorías y diseño
de medidas que en definitiva eran discriminadoras son las que preparan
el caldo de cultivo para la República y la irrupción
de Franco en 1936. Y el accionar contra el “otro” es terrible;
no olvidemos que el franquismo también tenía campos
de concentración donde eran encerrados los prisioneros que
se salvaban de ser asesinados. En plena Guerra Civil, Vallejo-Nágera
hasta realizó estudios con esos prisioneros y con las mujeres
en cautiverio. Era un misógino que llegó a varias conclusiones,
y tomó a los republicanos como delincuentes anormales. Trabajo
que bajo un matiz “científico” le servía
para diseñar verdaderas políticas de Estado. Cuando
Franco gana la guerra, es la ciencia la que vela para que esa cultura
de hispanidad quedara y se perpetuara como la única posible,
legitimando el orden establecido. Aclaro lo del matiz científico,
porque es importante: los responsables de llevar esto a cabo, desde
la medicina y la sanidad, no eran profesionales sueltos, sino los
grandes reconocidos de aquel entonces. Si uno visita hoy la biblioteca
de la Facultad de Medicina podrá corroborar que las revistas
más renombradas y especializadas del arranque del 1900 toman
a Vallejo-Nágera y a sus contemporáneos españoles
como fuentes respetadas y reconocidas a nivel mundial.
–
¿En qué consistían esos estudios del “otro”?
–Eran
investigaciones que formalizaban la descripción de marxistas,
delincuentes y fanáticos para describir a los republicanos,
y justificar su encarcelamiento. Con respecto a las mujeres detenidas
en esos campos de concentración, el psiquiatra llegó
a decir en uno de sus libros que ningún republicano podía
legar un nombre honrado a sus hijos. Consecuencia: el sistema represor
español separó los hijos de sus madres presas a partir
de los tres años, y elaboró una reforma de las leyes
de Orfandad y de Adopción, dando luz verde para que las criaturas
fueran a familias “occidentales y cristianas”. El mismo
Baltazar Garzón sostuvo en un trabajo reciente que en la actualidad,
unos 31 mil españoles adoptados en esa época no conocen
su verdadero origen. Son conclusiones a las que el juez arribó
después de leer atentamente el trabajo de Ricard Vinyes, Montse
Armengou y Ricard Belis sobre los niños perdidos del franquismo.
–Antes
explicabas que, basados en esa escuela española, los militares
argentinos prolongaban el castigo a los hijos de los desaparecidos.
-
¿De qué manera lo hacían?
–Esta cuestión es interesante, porque a pesar de que
es indudable que hubo un Plan Sistemático y que el robo de
bebés fue una acción diseñada y ejecutada como
sistema, todavía hay quienes sostienen que la apropiación
se trató de hechos aislados de delincuencia, minimizándola
a la gestión de un matrimonio que, al no poder tener hijos,
usaba sus influencias para que ciertos generales y coroneles les facilitaran
una criatura. La idea de castigar a los padres secuestrándolos
o matándolos, y extender ese castigo a la descendencia, tenía
como fin principal reeducar a la nueva generación, porque la
base de la eugenesia social marcaba que el “nuevo” medioambiente
iba a transformar y corregir a esas personas. A Vallejo-Nágera,
que es el primero que psiquiatriza al disidente político, también
hay que recordarlo por la teoría del círculo completo
que ayudó a dar un marco teórico a este plan de exterminio
y apropiación: el represor, primero infringe una derrota militar
a su oponente, asesinándolo o desapareciéndolo; y luego
le gana la lucha cultural, apoderándose de su descendencia
para “reencausarla”. Ahí la dictadura cierra el
círculo, y eso es lo que trataron de hacer los golpes militares
en la Argentina. Incluso, este médico fue más allá:
obligó a repatriar a los hijos de los republicanos que habían
logrado sacarlos del país para salvarles la vida. Existieron
miles de niños reingresados al territorio español gracias
al trabajo del Servicio de Inteligencia fascista y de ejércitos
amigos, como el italiano y el francés.
–Más
allá de la responsabilidad de los militares, en el tema de
las apropiaciones hay un costado poco investigado, que es la pata
judicial. Los Tribunales de Menores que avalaron guardas y adopciones
irregulares, por ejemplo.
–Bueno,
ese es otro punto de contacto entre el franquismo y la dictadura argentina,
y se puede decir que nuestros generales también aprendieron
de aquello. Cuando yo hablaba de las modificaciones que Franco impulsó
en las leyes de adopción, también hay que decir que
esa cuestión influyó fuertemente en nuestro sistema
represor. Sobre un total de 500 chicos apropiados, hasta ahora un
centenar fue restituido. Del centenar de restituciones, un 60% corresponde
a bebés que fueron entregados gracias a una ley modificada
durante el gobierno de Alejandro Lanusse, cambio que ya había
recibido numerosas críticas porque, entre otras cosas, quitaba
la potestad de los menores a los padres considerados perseguidos políticos.
Mientras que el restante 40% de los nietos fue inscripto en registros
pseudo legales, avalados por jueces de menores y distintos estamentos
de la justicia. Pero esa pata judicial no podía hacer nada
sin otra estructura, y me refiero a la de la sanidad, que estaba aceitada
minuciosamente. Hablo de hospitales militares, profesionales de distintas
disciplinas, maternidades clandestinas, médicos responsables
de los nacimientos, enfermeros, anestesiólogos.
–
¿Cuál es el resultado final de esa lucha cultural, vinculada
a aquello del círculo que la dictadura intentaba cerrar?
–En
realidad, no se trata de reducir el tema a ganar o perder. Por lo
pronto, la Argentina contó con algo que no hubo en muchos países:
el aporte y la lucha de organismos de Derechos Humanos, como la Liga
Argentina por los Derechos del Hombre, surgida en la década
de 1930. Organismos con autonomía, que no dependían
de partidos políticos ni eran funcionales a ningún aparato.
Los acuerdos de impunidad entre sectores políticos y militares,
como por ejemplo, lo que intentaron Ítalo Luder y Herminio
Iglesias, cuando prometieron que si en los ’80 ganaba el justicialismo
no habría juicios, fueron arreglos desbordados por la legitimación
de esos organismos. Y lo mismo pasó con los indultos, que a
pesar de decretarse, después fueron al archivo. Esa decisión
por esclarecer el pasado y condenar a los culpables fue fruto del
esfuerzo de los organismos en su conjunto, idea que después
tomó el kirchnerismo y terminó de darle forma. Por eso
digo que esto no ocurrió en otros países. Ni siquiera
en España, donde hubo un Pacto de la Moncloa y las investigaciones
se pararon por mucho tiempo, aunque hoy, por suerte, la realidad es
distinta. Miremos lo que pasa en Uruguay: es lamentable escuchar las
opiniones de Pepe Mugica sobre la Ley de Caducidad. Volviendo a la
batalla cultural, la dictadura perdió en varios frentes, pero
no en todos. Los juicios avanzan, los responsables del genocidio van
cayendo, pero también es cierto que las consecuencias nefastas
de la tremenda recesión económica impuesta a partir
del golpe todavía castigan. Lo importante es que el rumbo político
para librarnos de ese peso continúe, y no se pierda lo que
se logró hasta ahora.
PUBLICADO
en Tiempo Argentino, el periodista responsable del reportaje es Daniel
Enzetti.
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