DERECHOS HUMANOS - CORREPI - BOLETÍN INFORMATIVO Nº 655
 
 

 

BOLETÍN INFORMATIVO Nº 655


Por Correpi especial para Villa Crespo Digital

10 de julio del 2012

Del 1º de mayo del 2012

Sumario:

1. La “historia oficial” de un gatillo fácil.
2. Cristina: “Hay que erradicar los piquetes”.
3. El polichorro robó, huyó, volvió a robar y lo pescaron…
4. Juicio contra el cabo Segovia.
5. Otro desaparecido en democracia.


La “historia oficial” de un gatillo fácil
En el Boletín nº 651, con el título “Gatillo fácil en Berazategui”, adelantábamos la poca información de que disponíamos, en ese momento, sobre el fusilamiento ocurrido en esa localidad el 25 de marzo. Hoy, después de haber accedido a la causa penal podemos reconstruir mejor el hecho. Esa madrugada, Brian Bravo (18) se retiraba con un amigo de una fiesta. Iban en una moto prestada por otro chico del barrio. Brian nunca llegó a su casa porque el policía Claudio Oscar Pérez, de la comisaría 1ª de Berazategui, así lo quiso.
En el camino, a Brian le cruzaron un auto, del cual se bajó un vecino con el que tenía una disputa desde hace tiempo atrás, quien lo invitó a pelearse. Esta persona, Pablo Antonio González, estaba saliendo de la casa de su novia, la hija del policía. Cuando ésta vio que su pareja perdía la pelea con Brian, decidió llamar a su padre, quien resolvió la disputa a los tiros.
Inmediatamente empezaron el armado de la causa para hacerla pasar como intento de robo: el amigo de Brian, al ver que le habían disparado, huyó por temor a terminar de la misma manera. La versión policial dice que este chico se llevó el arma con la que ambos intentaron asaltar a la pareja. Lo cierto es que en el lugar se encontraron 5 vainas 9 mm, del arma del policía y dos plomos del mismo calibre. No se encontró ninguna otra arma, ni vaina, ni plomo. El tiro que mató a Brian entró, como en la inmensa mayoría de los casos de gatillo fácil, por la nuca, lo que desmiente la teoría de un enfrentamiento.
La familia de Brian no se quedó quieta, inmediatamente emprendieron el camino de la lucha. Ellos saben que la sangre de un ser querido no tiene precio, no se negocia. En este camino de lucha no están solos, los acompañan otros familiares de víctimas de la represión policial, organizados en CORREPI, así como también todos los militantes que día a día denunciamos que esto es una política de Estado para disciplinarnos.

Cristina: “Hay que erradicar los piquetes”

En el Boletín nº 648, con el título “Garré recargada”, comentábamos el nombramiento del “pingüino operativo” Sergio Berni como segundo del ministerio de Seguridad, y citábamos algunas de las frases que disparó al minuto de asumir el nuevo cargo, en particular: “No creemos en la negociación de los conflictos, no es nuestro eje de trabajo”. Palabras que no pueden desligarse de lo actuado por el funcionario, en sus anteriores destinos (ministerio de Acción Social y de Defensa), por ejemplo en oportunidad del desalojo de las Bodegas Giol y del Indoamericano,
Apenas juró en el cargo, usó sus habilidades negociadoras para desactivar el piquete de vecinos en la Villa 31, que reclamaban por micros escolares para que sus hijos pudieran llegar a los colegios, aprovechando que, como el reclamo se dirigía a la ciudad, pudo echar la responsabilidad por el corte a Mauricio Macri.
Durante el paro de los trabajadores de la línea 60, Berni lo definió como “un conflicto gremial que cobró un carácter irracional por impulso de un grupo minoritario”, y desplegó a la gendarmería para impedir los cortes a la Panamericana.
Desde los sectores pretendidamente “progresistas” del gobierno, ese tipo de declaraciones y sus acciones consecuentes suelen ser planteadas como parte de una “disputa”, usada sistemáticamente para convocar a apoyar el “lado bueno” del gobierno, que estaría representado por la propia presidenta y sus “camporistas”.
La artimaña quedó, esta vez, al descubierto, cuando, frente a las movilizaciones, cortes y piquetes de los vecinos abandonados frente a las consecuencias del temporal de hace unas semanas, el intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi habló de “una provocación social”. Rápido de reflejos y fiel al rol que le toca jugar, el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, lo criticó cn dureza. Pero terció la presidenta Cristina Kirchner, que dijo que los piquetes “han perdido toda legitimidad y deben ser erradicados como forma de protesta social”, que quienes los protagonizan lo hacen “por ignorancia, o falta de asesoramiento, o marketing político”. Erradicados, es decir, arrancados de raíz. Para eso fue nombrado Berni en el ministerio de Seguridad.

El polichorro robó, huyó, volvió a robar y lo pescaron…
Un hecho al que sí le dieron espacio mediático en los últimos días, puso en el centro de la escena a Mauro Coitiño, quien, siempre al servicio del capital, se desempeña como sargento y poliladron de la policía bonaerense en la División Custodia Presidencial de la Quinta de Olivos.
Ocurrió que el pasado lunes 23 de abril, mientras estaba de vacaciones, sin el uniforme, pero con su reglamentaria 9 milímetros, Coitiño se acercó a la sucursal del Banco Francés de la calle 24 de Octubre al 800, en el partido de Ituzaingó, y tras amenazar a los empleados de la línea de cajas huyó con aproximadamente 3.000 pesos. No conforme con la suma, pero sí parece que conforme con su impune manera de proceder, el sargento polichorro volvió al día siguiente a la misma sucursal del mismo banco, para salir corriendo, esta vez con unos 2.500 pesos.
Ni lerdo ni perezoso, aunque con un poco de retraso de acción, el custodio del banco salió tras el sargento polichorro en su segundo atraco y aunque éste, según las mismas fuentes policiales, pidió al custodio que lo dejara escapar argumentando que era policía, terminó en la comisaría primera de Ituzaingó, después de recibir cuidados médicos por una herida de bala recibida en las circunstancias de la detención. Circunstancias que todavía son estudiadas.
Otra vez le toca a CORREPI resaltar que cada uno de los delitos en los que participa la policía, los que todos los días se multiplican en todo el país, aquellos que los medios de incomunicación alguna vez dan a conocer y otras silencian, no son hechos aislados ni responden a desviaciones del “cumplimiento del deber”.
Otra vez le toca a CORREPI decir lo que este episodio evidencia: la inseguridad es la policía en la calle, sea con o sin uniforme; sea de la bonaerense, de la federal o de cualquier fuerza represiva. Es ésta la real regla que regula todos los crímenes.
Hechos como el del sargento doble polichorro sorprenden, porque parece curioso que, además de cumplir a la perfección con las funciones represivas a su cargo, los tipos (bastante a menudo) cometan estos actos en su propio nombre.
Como dice una de las bandas más grandes del rock argentino: “Tratando de lucirse un chancho puede comerse un jamón, siempre revelamos a lo que estamos sometidos”.

Juicio contra el cabo Segovia
Como adelantamos en el boletín n° 653, los días 23 y 25 de abril comenzó el juicio contra el cabo Segovia, quien fusiló a Mauricio Vega, la madrugada del 1º de marzo de 2009.
En la puerta de los tribunales de Lavalle y Libertad se concentró buena parte de la familia de Mauro, junto a amigos, compañeros de la murga Los Incansables de Chacarita y CORREPI, haciendo sonar bombos y consignas desde las 10 de la mañana. El resto de la familia y compañeros de CORREPI llenaban la sala de audiencias, donde alcanzaban a escucharse los cánticos denunciando la política de gatillo fácil, a pesar de que es interna, sin ventana a la calle.
El cabo Segovia tiene hoy 33 años, la misma edad que tenía Mauro cuando la bala 9 mm entró por su nuca. En la primera jornada, el policía contó la misma historia inverosímil que viene sosteniendo desde el principio, y que le ganó estar en libertad a pesar del proceso: "El caco se trepó al portón, pasó las dos manos del otro lado para impulsarse... Yo lo agarré con la mano izquierda del hombro, y la derecha con el arma la apyé en la espalda... En forma imprevista se tira para atrás, oigo una detonación y cae la persona sobre mí... Fue algo inesperado, yo no sabía de qué arma había salido el disparo... Estaba sobrepasado por la situación, lo normal es que el delincuente, cuando se siente acorralado, deponga su actitud, se entregue... Esta persona al golpearme a mí y al arma hizo que se detone". A preguntas de la fiscalía y la querella, admitió que Mauricio siempre le dio la espalda en el último tramo de la corrida, y que tenía ambas manos sobre el travesaño superior del portón.
Luego declararon los testigos, comenzando por el subinspector que llegó enseguida al pedido de apoyo de Segovia, jefe de calle de la 33ª. El rey del no me acuerdo, (como siempre), a tal punto que exasperó al presidente del tribunal, que tuvo que recordarle varias veces que estaba bajo juramento.
El cierre de esta primera jornada fue con la declaración del perito balístico de PFA, quien sostuvo la clásica tesis de que las pistolas Browning pueden dispararse por un golpe o caída, aunque tuvo que admitir que con un golpe sobre el cañón, como según Segovia pasó acá, es "poco probable" un disparo accidental.
La segunda jornada del juicio arrancó con Luciano Giuliano, el amigo de Mauro que, con 15 años, iba en la moto con él. A pesar del tiempo y de su juventud, fue muy preciso al recordar que se detuvieron en una calle oscura porque su amigo quería orinar, que cuando llegó el patrullero se asustaron -bien sabían que la situación daba para una arbitraria detención- y recordó las palabras de Segovia a su compañero Chavez, cuando volvió al lugar donde Luciano y la moto quedaron custodiados por el otro policía: "Me mandé una cagada, creo que lo maté, vámonos". Chávez le respondió "¿Y qué hacemos con éste?", por lo que prefirieron quedarse y armar el "enfrentamiento".
Central fue la declaración de un matrimonio vecino del lugar, que vio la persecución cuando llegaban a su casa en un taxi. Ambos contaron que, al doblar por Zabala, vieron el patrullero parado en la ochava, un pibe corriendo y un policía atrás, a unos 3 o 4 metros. Relataron que vieron a Mauro trepar al portón y al policía tratar de bajarlo, oyeron el disparo y vieron cómo el joven cayó al piso. El marido incluso dijo que vio, durante la corrida, que el policía llevaba la tonfa en la mano izquierda, le trató de pegar pero el muchacho lo esquivó. Este detalle da por tierra con la historia armada por Segovia de que Mauricio le disparó dos veces en la persecución, ya que no andaría a los bastonazos si estaba bajo fuego. Luego, un perito balístico de gendarmería terminó de poner al policía en problemas, cuando dijo que es imposible disparar este tipo de arma sin presionar la cola del disparador (el gatillo) y que sólo un tipo de golpe muy fuerte y muy específico (sobre la empuñadura o sobre la parte delantera del arco guardamonte) podría detonarla accidentalmente.
La jornada finalizó con la declaración de Adrián Vega, que conmovió a la sala con su firme reclamo de justicia y su emocionado recuerdo del hermano mayor.
El lunes 7 de mayo a las 10:00 sigue el juicio. Una vez más, la familia de Mauro, los amigos del barrio y de la murga, y los militantes de CORREPI, nos movilizaremos frente al edificio judicial, para decir ¡basta de impunidad garantizada, basta de matar a nuestros pibes y de cuidar a sus asesinos! ¡Basta de gatillo fácil! ¡JUSTICIA PARA MAURO Y PARA TODOS LOS PIBES ASESINADOS!

Otro desaparecido en democracia
Daniel Francisco Solano era uno de los tantos trabajadores que, para poder vivir, tienen que alejarse de su tierra y su familia a realizar trabajos en empresas que aprovechan estas situaciones de absoluta vulnerabilidad de los trabajadores y hacen uso de sus derechos a la flexibilización y la superexplotación.
Daniel tenía 27 años y era una especie de delegado en la cuadrilla en la que trabajaba, junto a otros peones rurales, en la empresa Agrocosecha S.R.L. Como de costumbre, la empresa ya lo había fichado y rápidamente le ofrecieron oficiar de puntero para aislarlo de sus compañeros, cosa que Daniel rechazó.
Ante el pago de la primera quincena, que fue mucho menor a lo que correspondía, Daniel y sus compañeros realizarían un reclamo de conjunto. De esta acción tuvo conocimiento la empresa, que pidió colaboración a la policía para resolver el conflicto.
El 5 de Noviembre de 2011, Daniel salía de un baile en la localidad patagónica en la que trabajaba, Choele Choel, cuando la policía lo detuvo y se lo llevó. Desde ese día nadie volvió a verlo ni se tuvieron noticias de él.
Como no podía ser de otra manera, la complicidad del aparato judicial garantiza que no haya detenidos. Sólo hay seis policías apartados de sus funciones, es decir cobrando el 50% del sueldo sin trabajar. Por parte de la empresa, no hay imputados.
Ante esta situación, hace tres meses que la familia de Daniel acampa en las puestas de la fiscalía y preparan junto a la Comisión de Solidaridad y Apoyo a la Familia Solano una jornada cultural en la que participarán varias organizaciones para difundir el caso, el próximo 5 de mayo, al cumplirse 6 meses de la desaparición de Daniel.
La desaparición de Daniel se suma a la de Julio López, Luciano Arruga, Iván Torres, entre otros; casos en los que aún el Estado no ha dado respuestas, todos desaparecidos en democracia y bajo el gobierno de los Kirchner.
Además, es un caso que tiene como contexto casos de gatillo y de asesinatos por la represión a manifestaciones como Nicolás Carrasco, Sergio Cárdenas y Julián Amado.
En el sur, como en el resto del país, la represión sigue siendo garantizada por las fuerzas represivas al servicio de las empresas y la clase dominante, con la impunidad garantizada por el poder judicial y las instituciones del estado.

FUENTE: CORREPI

Caracteres:13.956

20 Diciembre, 2016 14:14

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