BOLETÍN
INFORMATIVO Nº 664
|
Por Correpi especial para Villa Crespo Digital
26 de
agosto del 2012
Del 2
de julio del 2012
Sumario:
1. El “vertiginoso” ya no se ríe.
2. 125 muertes en 7 meses.
3. Cerro Dragón, la histeria reveladora.
4. Narcos y chorros, ¡todos de uniforme!
5. Motín policial en Bolivia.
El
“vertiginoso” ya no se ríe.
El viernes
pasado, el juzgado correccional nº 2 de Morón condenó
al sargento Ariel Horacio Núñez a tres años y medio
de prisión por haber encubierto el asesinato de Rodrigo Corzo,
y quedó inmediatamente detenido, pues se ordenó su cumplimiento
efectivo aun cuando su defensa –previsiblemente- apele la condena.
La rápida lectura de la sentencia fue seguida por Narciso, Eli
y Micaela Corzo, junto a otros militantes de CORREPI, la mayoría
familiares de víctimas. A pesar de la leve pena, la condena,
y, sobre todo, la detención, fue vivida como un gran triunfo
de la organización y la lucha. Costó 9 largos años
llevar a juicio al policía que conducía el patrullero
desde el que el ya condenado oficial Cristian Alfredo Solana disparó
contra el auto que manejaba Rodrigo, y le colocó una bala en
la espalda.
Por 9 años, cada vez que el sargento Ariel Horacio Núñez
tuvo que enfrentar a la familia Corzo y a los demás militantes
de CORREPI, sonreía irónicamente. ¿Cómo
no iba a sonreír, si estaba muy tranquilo en el lugar de “testigo”
que le dieron jueces y fiscales? Una y otra vez, Núñez
declaró como simple espectador del homicidio del que fue partícipe,
acomodando sus palabras a medida que lo requería la defensa de
su camarada y jefe.
Primero habló del “vértigo” que le dio la
leve inclinación del Puente Santa Rosa en el Acceso Oeste, y
dijo que “cerró los ojos y aceleró”, por lo
que no había visto si Solanas disparó. Luego, forzado
por las pruebas contundentes contra su oficial superior, aclaró
que “en realidad lo que hice fue fijar la vista adelante, no mirar
al costado, y vi dos fogonazos desde el auto del caco”. En uno
y otro caso, se probó que mentía, ya que no hubo otros
disparos esa madrugada del 23 de junio de 2003 que los del policía
a su lado.
En estos años, logramos impulsar la causa por encubrimiento.
En 2008, tuvimos que pedir que se dictara su rebeldía y comparendo
compulsivo, porque cada citación de la fiscalía era devuelta
por la policía con la nota “desconocido en el domicilio”.
Distribuimos su foto, en afiches y volantes que contaban la historia
del “vertiginoso”, y advertían: “Si lo ve,
NO avise a la policía”.
El 8 de marzo del año pasado, los vecinos de Moreno lo vieron
en la plaza, durante el festejo del Día de la Mujer. No avisaron
a la policía, sino a los militantes de CORREPI de Moreno. Las
familias Torres y Casal, junto a otros compañeros, corrieron
a la plaza. Lo identificaron, lo siguieron y lo fotografiaron. Gracias
a esa constancia en la lucha, llegamos a este juicio, a esta condena,
y a esta prisión, que, aunque breve, le borró la sonrisa
al “vertiginoso”.
125
muertes en 7 meses.
A siete
meses de la presentación de la actualización del Archivo
de Casos de CORREPI, 125 nuevas muertes en manos de las fuerzas represivas
estatales se suman a las 3.390 víctimas contabilizadas desde
el advenimiento de la democracia en 1983 hasta noviembre de 2011 (ver
Archivo 2011 en http://correpi.lahaine.org/?p=1098 ).
125 nuevas muertes que suma el gobierno kirchnerista a las 1.836 denunciadas
el año pasado (54,11% del total), producto de la aplicación
de sus políticas represivas de control social en los barrios
y de la mayor militarización, a la par del crecimiento de la
conflictividad social que genera la crisis económica de los últimos
años.
Gran parte
de estos asesinatos a manos del aparato represivo estatal, especialmente
las que corresponden a los pibes de familias pobres, son encubiertos
por la versión policial prefabricada del enfrentamiento armado,
en la que, variando pequeños detalles, inverosímil pero
milagrosamente, el policía resulta siempre ileso y el ladrón
muere de un tiro por la espalda o la nuca. Por su parte, el periodismo
cómplice obedece, no investiga: copia y pega en sus páginas
los partes policiales sin nunca chequear la veracidad de los hechos
relatados.
Es también, en gran parte de los 125 nuevos casos, la familia
de estos pibes que, aún con el dolor de la pérdida de
un familiar a cuestas, sale a enfrentarse contra este aceitado mecanismo
de encubrimiento y a luchar contra la burocracia judicial, preparados
ambos para garantizar la impunidad de los verdugos de pobres, asesinos
a sueldo del estado.
El viernes
15 de junio, un policía de la comisaría 16ª de Mar
del Plata, mató por la espalda a Maximiliano Villarroel, de 21
años, ante la mirada de sus vecinos, que echaron a piedrazos
a los asesinos, impidiendo, de esa forma, que pudieran plantarle un
arma y fraguar, como ya nos tienen acostumbrados, la consabida escena
del enfrentamiento armado que nunca existió. Luego, fueron a
protestar a la comisaría, donde la policía asesina los
reprimió con balas de goma y gases lacrimógenos, a la
vez que el barrio fue cercado por la infantería hasta la medianoche.
En Junín, el domingo 25 de junio, Ramón Maidana Centurión
fue acuchillado por otros presos en la Unidad 13 del Servicio Penitenciario
Bonaerense, sumando una nueva muerte a las 13 que llevamos contabilizadas
este último año y de las que el SPB no da ninguna clase
de respuesta, demostrando cumplir al pie de la letra con su rol de exterminio,
preestablecido por el estado en su conjunto en el marco de su política
represiva aplicada a los sectores excluidos de la sociedad capitalista.
Por último,
el asesinato de Samuel Villegas en Escobar el 22 de mayo se hizo de
conocimiento público gracias a la multitudinaria marcha encabezada
por familiares y amigos de este joven de 22 años. En este caso,
nuevamente, la versión oficial de comisaría 1ª de
Escobar, reproducida sin escrúpulos por los medios locales, dice
que Samuel atacó a los policías con una escopeta desde
el asiento trasero un auto en marcha y que se bajó para darse
a la fuga a pie, donde fue alcanzado por las balas policiales. En cambio,
su familia denuncia que Samuel se estaba peleando con un “transa”
(vendedor de drogas) en la puerta de la casa de éste y que la
policía de la comisaría 1ª, que protege al narcotraficante,
llegó para amedrentar al joven y comenzó a dispararle.
Uno de los disparos le dio en la cintura y los policías se tomaron
su tiempo para brindarle atención médica, por lo que el
joven murió en el hospital a causa de haber perdido demasiada
sangre.
Cerro
Dragón, la histeria reveladora.
La Panamerican,
agazapada y monitoreando. El ministerio de Trabajo y el de Seguridad,
amenazando con la Gendarmería. La UOCRA del servicio Gerardo
Martínez, legitimando el despojo a los trabajadores. Y un discurso
presidencial revelador sobre la naturaleza de su gestión.
El funcionamiento de la triple alianza antiobrera, una vez más,
al descubierto en la lucha que los obreros de la construcción
vienen dando en el yacimiento de Cerro Dragón en Chubut.
Poco interesa que el reclamo sea de una mayoría de obreros de
la construcción, cansados de las traiciones de los burócratas.
Menos interesa que ese reclamo date del mes de enero, y que desde siempre
fuera desoído por la empresa y el gobierno nacional. Nada interesa
que el reclamo pida a gritos el cumplimiento de un principio básico:
a igual tarea igual remuneración.
Poco, menos y nada, interesa la razón de los trabajadores a quienes
ejercen la presión sobre ellos. Incluida la “gran prensa”,
que, ninguneando y distorsionando, facilita a la pata judicial de la
criminalización de la protesta, el consenso suficiente para imputar
delito allí dónde hay un derecho.
Repetimos siempre: en cada conflicto donde aflora la lucha de clases,
donde la tensión pone en jaque los intereses del capital, el
estado tiene una sola respuesta REPRESION Y CRIMINALIZACION DE LA PROTESTA.
En su
discurso referido al tema, la Presidenta Cristina de Kirchner lo reconoció
de modo elíptico: “No mandaremos más gendarmes ni
fuerzas federales a las provincias para acallar conflictos”. No
le creemos claro, aunque sirve como confesión de anteriores negaciones.
Y lo dijo en ocasión de referirse al accidente en la ruta donde
murieron los gendarmes que salían de Cerro Dragón hacia
Mendoza. “Querían un muerto, ahí tienen varios”.
Las mismas palabras que mencionó pocas horas después del
crimen de Mariano Ferreyra, atribuyendo inauditas responsabilidades.
Su lógica es clara: en todos los casos hay que demoler, perseguir,
desacreditar la protesta. Siguiendo esa lógica, la protesta genera
muertos, la protesta provoca muertos, y en todos los casos los responsables
son los mismos, los que protestan. Terminemos con la protesta, pues,
nos está diciendo la gobernanta mientras la Panamerican aplaude
y la gendarmería y los burócratas siguen al pie del cañón.
La protesta
en Cerro Dragón es un capítulo de la historia de lucha
obrera que ha promovido una histérica respuesta presidencial:
a quiénes responde, con quiénes responde y cómo
responde todo gobierno que tiene en la conciliación de clases
su objetivo administrador.
Pero hay histerias que no debemos relativizar. En materia de criminalización
de la protesta y represión selectiva, el gobierno de los DDHH
no tiene empacho en cambiar una letra y fabricar con el resto, la historia
del oportunismo.
Narcos
y chorros, ¡todos de uniforme!
La policía,
esa que está “al servicio de la comunidad”, y nos
mata un pibe por día con el gatillo fácil y las torturas
y nos reprime cuando nos organizamos para reclamar lo que nos corresponde,
es la misma que, además, está metida en los peores negociados,
que no podrían sostenerse sin la complicidad policial, y de las
demás fuerzas represivas.
Casi semanalmente damos ejemplos de esto, y hoy no es la excepción.
Tres policías bonaerenses de distintas comisarías de La
Plata, fueron detenidos esta semana por facilitar la fuga de una persona
detenida, para robar. Esta vez los descubrieron, dado que pudieron identificar
a la persona que robó a un matrimonio y que estaba supuestamente
“detenida” en una comisaría de La Plata.
Claro
que en esto de hacer negocios, la policía (federal, bonaerense,
y las policías provinciales) no tiene la exclusividad.
Un cabo de Gendarmería Nacional, fue detenido con 110 kilos de
cocaína escondidos en bolsos debajo de los asientos, en los espaldares
y en el baúl del auto que conducía. Según informaron
los medios, la Gendarmería ya contaba con información
previo al momento de la detención. Lo que, para nosotros, significa
que lo detuvieron por alguna disputa interna.
Y en Corrientes, un agente penitenciario de Entre Ríos fue detenido
con 350 kilos de marihuana, cantidad que equivale a la suma de 2 millones
de pesos. El penitenciario viajaba en un auto tipo ambulancia para el
transporte de féretros, perteneciente a una cochería de
Entre Ríos. La marihuana estaba escondida en bolsas de arpillera
dentro de un ataúd de madera.
Gracias a la impunidad que detentan las fuerzas represivas, garantizada
por jueces y fiscales, es que estas fuerzas controlan y regentean el
narcotráfico, la trata de personas, obligan a los pibes a robar
para ellos, controlan y distribuyen el paco en los barrios. Es que aquellos
que le ponen el cuerpo al control social, que cumplen la función
encomendada por el estado de mantener el pueblo a raya, tienen su recompensa.
Motín
policial en Bolivia.
El 21
de junio, todas las unidades policiales de Bolivia se amotinaron en
reclamo de cuatro puntos, entre los que se encontraban aumentos de salarios
y mejor equipamiento. En los primeros días del motín,
el intento de acordar fracasó y la policía aumentó
sus demandas, desconociendo un preacuerdo ya firmado. En ese preacuerdo,
se establecía un aumento del bono de seguridad ciudadana y la
incorporación de un aumento salarial que permitiría ganar
un salario de 2045 Bs. A estas concesiones se le sumaron la duplicación
de la ración seca y de alimentos, el compromiso para mejorar
la ley de régimen disciplinario policial, el establecimiento
de un organismo para la defensa de policías, y el compromiso
para mejorar el equipamiento.
En un principio, los policías de más bajo rango rechazaron
ese preacuerdo y se movilizaron hasta la casa de gobierno, donde hicieron
demostración de fuerza armada, confrontaron con partidarios de
Evo Morales, y hasta ejercieron su función represora impidiendo
que la marcha indígena del TIPNIS arribara a la plaza.
Luego
de varios días de amotinamiento, los policías recibieron
casi todo lo que pedían: El policía de más bajo
rango percibirá la suma de 295 dólares, más un
extra mensual de 57 dólares, lo que equivale a casi 2.500 pesos
bolivianos; se les reconoce el derecho a una jubilación equivalente
al 100% de los ingresos de la última boleta de pago; se garantizó
la impunidad de los policías por todos los delitos que pudieran
haber cometido durante el motín; se dispuso la creación
de la Defensoría de la Policía (“para la defensa
de los derechos del policía”, dice el convenio); y se estableció
la revisión de la ley que establece el régimen disciplinario
policial.
Se trata de concesiones que permitirán un mejor ejercicio de
la represión por parte de la policía. Lejos de confrontar
contra el golpismo policial, el gobierno boliviano cedió en casi
todas las reivindicaciones, fortaleciéndolo.
Los policías
no son trabajadores, el levantamiento no fue una huelga sino un motín,
la obtención de semejante triunfo no los acercará al pueblo
sino que los envalentonará, aún más, para ejercer
la función para la que existen: reprimirlo.
El hecho
de que los policías provengan en gran medida del pueblo no significa
nada. Es la existencia la que determina la conciencia. Y la existencia
no se encuentra determinada por la percepción de un salario sino
por la función social que se ejerce. Aquél que, perteneciendo
por origen a la clase trabajadora, se vuelve policía, es un policía
de la burguesía y no un trabajador. Todo policía está
entrenado para, a lo largo de su existencia, reprimir al pueblo cuando
éste se moviliza por sus justas reivindicaciones; y sabe que
los gobiernos cambian, pero la policía persiste.
Es por ello que los policías no pertenecen a la clase trabajadora
y ésta nada gana apoyando sus motines, sino todo lo contrario,
sale perdiendo y fortaleciendo a sus verdugos.
FUENTE:
CORREPI
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