EL
NACIMIENTO DEL TEATRO INDEPENDIENTE
Por
Denise Hemsi especial para Villa Crespo Digital
1º
de agosto del 2013
Se
terminaron las vacaciones de invierno. Las calles estuvieron copadas
de chicos de distintas edades a pesar del frío. La avenida
Corrientes se convirtió en un clásico de los espectáculos
infantiles. Corridas, tránsito, vendedores ambulantes, todo
se volvió un caos. Y las grandes productoras de shows para
niños se lanzaron con todo en la competencia por captar al
público de los “bajitos” entre tan variada oferta.
Disney
On Ice, Violetta, Cantando con Adriana, Pocoyo, Piñón
Fijo, Topa en Juniors Express, Panam y Circo, entre tantas otras,
forman parte de la cartelera ofrecida por el circuito comercial.
Pero por fuera de este circuito hay espectáculos independientes
que buscan abrirse paso.
El
nacimiento del teatro independiente
Los
primeros grupos surgieron en 1930 de la mano de Leónidas
Barletta y su Teatro del Pueblo, cuando gran cantidad de actores
quedaron desocupados como consecuencia de la crisis. Se trataba
de una nueva forma de hacer y conceptualizar el teatro. En 1983
el debate sobre la profesionalización de los actores provocó
una fractura, y muchos de los integrantes abandonaron el Teatro
del Pueblo.
Entre
1949 y 1960, los grupos de teatro independiente ya no conformaban
un solo movimiento. Incluso algunos se catalogaron más bien
como “experimentales”. A partir de 1983, con la vuelta
de la democracia, el teatro de Buenos Aires dejó de ser un
sólo movimiento, se multiplicó y diversificó.
Un mismo actor, por ejemplo, pasó a trabajar tanto en el
círculo comercial, el oficial y el independiente.
También
nació otra forma teatral en este período: el teatro
comunitario. Se trata de vecinos que no son profesionales y que
además de ocuparse de las tareas de vestuario, escenografía,
etc, tienen como objetivo la recuperación y reconstitución
de los espacios sociales generando sus propios recursos y manteniendo
su libertad y autonomía. El pionero fue el grupo de Teatro
Catalinas Sur, del barrio de La Boca.
Las
cooperativas pueden ser vistas también como una forma de
teatro independiente. La ley estableció que “funcionarán
con capitales previstos por empresarios ajenos a las normas, mientras
que los integrantes de la cooperativa – es decir actores,
directores, etc. – aportarían su trabajo”. Sin
embargo, en la práctica, no es posible encontrar en Buenos
Aires empresarios que se encarguen de la producción. Esto
implica que tanto actores y trabajadores de la obra encaren por
sus medios los costos que esto implica, significando una gran inversión
que se espera recuperar con el dinero recaudado en el espectáculo.
Este
panorama hace que los actores de teatro, por falta de presupuesto,
deban encargarse también del maquillaje, vestuario, escenografía,
iluminación, etc. Es decir, deben cumplir otras funciones
además de actuar. Y muchas veces deben presentar sus obras
en otros espacios más accesibles económicamente, como
galpones, casas recicladas, bares, escuelas, etc., donde la adecuación
también corre por cuenta de ellos. Muchos dicen que esta
independencia les permite, sin embargo, innovar más en el
aspecto creativo.
El
teatro independiente significa una alternativa hecha a todo pulmón,
presentando muchas veces obras de gran calidad. Sus costos suelen
ser más bajos que las del teatro comercial y sus salas suelen
estar en el circuito conocido como el “off Corrientes”
y por los distintos barrios porteños, esto resulta interesante
si se quiere evitar tanta aglomeración de gente. Por eso,
es conveniente tenerlo en cuenta a la hora de salir con los más
chicos en los períodos de vacaciones.
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