LAS
LÍNEAS DE LA MANO Y EL APLASTAMIENTO DE LAS GOTAS
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Aclaración
de Villa Crespo Digital
11
de enero del 2014
El
presente trabajo se realizó en el mes de septiembre pasado,
en el marco del Taller de Literatura del Centro Cultural Osvaldo
Pugliese.
Entre
los escritores elegidos, Julio Cortázar, se prefirió
dos brevísimos cuentos cortos y luego la consigna fue trabajar
tomando ambos cuentos.
Este
trabajo fue leído en el cierre de los talleres, el 23 de
noviembre pasado por su autora Ana Lanza.
Un
trabajo de una ductilidad y manejo del lenguaje y la fantasía
impresionante.
Primero
entregamos los dos cuentos brevísimos y posteriormente el
trabajo de Ana Lanza.
EL
APLASTAMIENTO DE LAS GOTAS
Yo
no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve
todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el
balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf
y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué
hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco
de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que
la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea,
ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está
prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se
la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la
barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto
zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en
el mármol.
Pero
las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en
el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración
del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito
que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes
gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
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Las
Líneas de la Mano
De
una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre
por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien
para descubrir que la línea continúa por el
piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina
que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una
mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la
habitación por el techo y desciende en la cadena del
pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla
a causa del tránsito, pero con atención se la
verá subir por la rueda del autobús estacionado
en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por
la media de nilón cristal de la pasajera más
rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa
y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí (pero
es difícil verla, sólo las ratas la siguen para
trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por
las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad
la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste
bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta
por la costura del pantalón, por el chaleco de punto,
se desliza hacia el codo y con un último esfuerzo se
guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante
empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola.
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LAS
LINEAS DE LA MANO Y EL APLASTAMIENTO DE LAS GOTAS *
Por
Ana Lanza especial para Villa Crespo Digital
Pero cuando la línea está bajando por el pararrayos
hacia la calle, advierte los intentos desesperados de la gota, para
no caer.
Entonces,
se estira para alcanzarla y al ver que no llega, en una pirueta
de acróbata se lanza al espacio, vuela y engancha la gota
mientras esta cae sin remedio.
Parecen dos equilibristas circenses, así enlazados llegan
a la calle, junto al umbral de una paragüería recién
inaugurada, por lo tanto hay una hermosa planta en la puerta, regalo
de alguien que augura éxito en el negocio. Justo lo que necesita
la línea para dejar a salvo a su Dulcinea. Justo eso, hojas,
otra clase de seres vivos y protectores.
La gotita es acogida por la hoja, comienza el intercambio benefactor
de la naturaleza, agua, refugio, vida.
Y
nuestra héroe, la línea? Continua por la calle, llega
al barco, sube la escotilla, en la cabina el hombre triste ya no
bebe ni escucha la sirena, su cabeza en gesto de abandono y entrega
sobre la mesa, su mano fuertemente cerrada sobre la culata de la
pistola. La línea llego tarde, no vivió la muerte,
no fue participe de ese destino; la línea cambio el suyo.
Ahora,
repta, zigzaguea desandando el camino, y queda errando a la espera
de otra palma donde colarse para vivir su propia vida.
Caracteres:
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