LA
MUJER COMO SUJETO POLÍTICO Y SOCIAL
Por
Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo
Digital
9 de marzo del
2010
El 8 de marzo
es el día Internacional de la Mujer
La
historia de la humanidad, o mejor dicho la aparición del
hombre tienen como actora fundamental a la mujer. Los tiempos antes
de la aparición del Estado, la mujer era reina y señora
de su casa y de la producción y reproducción. De la
subsistencia y del cuidado de las tribus, fatrias y gens, de los
clanes y de las diversas formas familiares antes de la monogamia.
La
mujer daba el origen del niño y el adulto por venir, la sociedad
se escalonó como parte de su primordial elemento de llevar
y dar vida.
Luego
con la aparición del Estado y la otra historia, la herencia
y la preeminencia masculina forzaron por generaciones a que la mujer
fuera un elemento, no un sujeto histórico de la sociedad,
constreñida, impuesto su lugar en el ámbito familiar,
la crianza de los niños y quitada de la vida social pública.
Debieron
pasar largos procesos donde la mujer volvió, lentamente,
a recuperar aquellos lugares, en su inmensa mayoría ignorando
que así había sido en algún momento. Pero como
afirma Federico Engels, ¨El derrocamiento del derecho materno
fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el
mundo¨. El hombre empuñó también las riendas
en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora,
en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento
de reproducción.
Ese
derrocamiento fue contundente para la historia de las luchas de
la humanidad, porque la soledad del hombre y la discriminación
de la mujer dejaron los espacios libres para cientos de derrotas,
fundamentalmente entre los movimientos populares de todo tiempo.
En
medio de este largo proceso histórico debemos rescatar de
los confines de una historia que las hizo de bronce, como el caso
de Juana Azurduy, o las ignora, las ha olvidado deliberadamente
como el caso de Bartolina Sisa Vargas, Teresa Bustos o Vicente Eguino,
la primera luchó contra los conquistadores y las dos últimas
contra los realistas. Hubo mujeres que fueron fusiladas, torturadas,
violadas y decapitadas por luchar por los ideales de libertad e
independencia. Pero la pregunta es porqué son ocultadas.
Porque como afirmaba ese otro pensador del campo popular nacional
John W. Cooke, la politización de las clases dominantes conlleva
la despolitización de los dominados. Esto en un pensamiento
claro significa que no debe haber conciencia, ni participación,
ni compromiso en las clases explotadas para cambiar el destino al
cual son sujetas.
La
mujer en ese tránsito juega un espacio sustancial, su deliberado
mantenimiento en los denominados espacios privados: casa, hijo y
marido la invalida de ser actora esencial de las luchas por su liberación.
La mujer arrastra, motoriza, es práctica y cuando se compromete
empuja a los miembros de su familia. Los ejemplos son infinitos.
En épocas de la conquista dos mujeres cacicas condujeron
a sus ejércitos de indios contra los españoles, durante
la independencia hubo mujeres que trabajaban en forma clandestina
en las fábricas de armas y municiones, en el siglo XX las
mujeres de Rosario y Villa Manuelita evitaron que los golpistas
del ´55 entraran a sus poblaciones. Durante las huelgas obreras
las mujeres pusieron el pecho y defendieron los derechos de sus
maridos y compañeros, pero lo que es más válido,
salieron a defender sus espacios, a una vida digna y la seguridad
de la comunidad laboral.
En
la última dictadura miles de mujeres fueron carne de cañón,
pero hubo otras mujeres segregadas por la sociedad en su conjunto
que protagonizaron momentos de dignidad, coraje y real valentía,
no hocicaron ante los esbirros buzzistas, los enfrentaron y salvaron
vidas, fueron las prostitutas de Tafí Viejo, igual que las
prostitutas en la Patagonia. Esas mujeres no aparecen en los anales
de la historia, y otras mujeres, miles de mujeres embaucadas por
los preceptos sociales ignoran estas hazañas escondidas entre
los pliegues de otros recuerdos.
La historia, no sólo de nuestro país, ni aún
de nuestro continente americano tiene entre sus cientos de años,
pequeñas y grandes historias de mujeres y hombres que fueron
enterrados.
Camila
O´Gorman es conocida por la historia moderna porque de alguna
forma se necesita de esta historia para plantar los preceptos ¨morales¨
de un celibato impuesto. Cientos de curas dejaron sus hábitos
para poder realizar su vida sexual normalmente y alejado de la hipocresía
consentida, y no dejaron de ser fervientes creyentes, hombres de
la religión que abrazaron y fieles a los preceptos de vida.
Nuestra historia reciente y represiva nos muestra a monjas torturadas
y vejadas por creer y practicar la libertad. Ambos amores tienen
el mismo valor, y ambas corrieron el mismo destino.
No
se trata de pensar en lo prohibido de Camila o la militancia de
Leonie y Alice sino que es lo que cuestionaron con su accionar.
La
Argentina en líneas generales ha impuesto a sus calles nombres
de personas prominentes en alguna disciplina, sin embargo y en el
caso de la Capital Federal, sobre unas 1.000 calles, el porcentaje
dedicado a calles con nombre de mujer es realmente insignificante,
en realidad son excepciones a la regla. La historia toma a la mujer
excepcionalmente, los medios de comunicación evitan mostrar
a las mujeres en la protesta social.
En
estos tiempos de campaña electoral, la frivolidad de sus
participantes degrada la participación política y
social de esta otra realidad de todos los días y de tiempos
inmemoriales.
La
matanza de las 129 obreras de la fábrica Cotton dejó
un ejemplo que luego tomó Clara Zetkin y un día al
año se las recuerda, a pesar de que se hace todo lo posible
para desnaturalizar ese día. Las madres de Plaza de Mayo
muertas por la represión dejaron su ejemplo, las mujeres
que sufrieron el vil castigo dictatorial dejaron sus enseñanzas,
hoy y a pesar de las injusticias, existe la realidad de muchachas
como Romina Tejerina que dice con total libertad que su dolor le
despertó a otra situación. Y cientos, miles de mujeres
se comprometieron para denunciar la injusticia, dejando de lado
y rechazando los valores impuestos por los grandes medios de comunicación
de masas…
El
tiempo de las luchas por la dignidad, el coraje, la valentía,
los ideales no son ajenas a las mujeres, no se trata de oponer los
sexos, esto es un problema que deben dilucidar las feministas, es
tiempo de entender que la marcha de la topadora femenina arrastra
y, lo que es más importante, arrastra a toda la sociedad
y su núcleo esencial: la familia. No en vano hay un mensaje
elaborado por el poder político y económico dirigido
a la mujer, a un modelo de mujer y una frivolidad femenina. Los
tiempos van desenmascarando estas premisas, y las injusticias dividen
a las clases en pugna, pensar en un problema de sexos es como analizar
que puede haber un capitalismo humanizado, y esto es incoherente
ya que la desocupación castiga fuertemente explotando la
mano de obra femenina, produce la competencia deshumanizada y la
intenta sumergir en una disputa con el otro sexo.
La
mujer perdió sus derechos, su lugar en la sociedad, sus espacios
claros y precisos, dominantes en la comunidad. Dilapidó la
sociedad su rol dirigente, no sólo de reproducción,
sino de producción, organización y de conducción
en la vida social. Malversó esos niveles de conciencia y
articulación de la mujer que movían la sociedad, eso
fue, esencialmente, lo que debía desterrar. Esto es lo que
hay que recuperar…
Publicado por
primera vez: 25 de septiembre del 2005
Autora de: *
Mujer, Sociedad y Política, La Rosa Blindada, 2007 y trabajos
e investigaciones sobre la temática.
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