Recopilado
por Juan Carlos Cena especial para Villa Crespo Digital
9
de junio del 2015 *
A
Marcelo Gelman, Alcira Fidalgo y Pablo Schmuckler, desaparecidos,
porque también son mis hijos. Para Martín y
Andrea
A la ciudad le arrancaron los ojos
y los bienamados agitan por los bares sus cucharitas de aire.
Nadie
nos conoce a nadie conocemos
Fugitivos
muertos que caminan por México nos piden yerba La Hoja
o estampitas de Ceferino Namuncurá. Los que vagan por
España,
fallecidos que su pudren como las princesas rusas en el París
del 20
¿Pero
y los que no están no están?
¿Los desaparecidos desaparecidos?
¿Los muertos dendeveras?
¿Los que no piden discos de Gardel porque los bichos
les comieron la música
ni sufren en dólares porque no sufren más?
Temo por ellos algo más pulguiento que la muerte
más pior que los estrujamientos de los huesos
más griposo que desguazarse en los zanjones
o en las aguas puercas del Río de la Plata
algo más feo puede pasarles todavía
olvido desgraciado
Nuestros cuerpos arden en la noche
como animales dorados.
La inteligencia es una espada
que cela en la oscuridad.
Septiembre
1981
Cayó
de pronto en esas mismas sombras
calientes todavía,
enfureciéndose por el amor ausente.
El recuerdo no se parece a la nada
murmuró el hombre
hiere y sangra.
Ahora sí
se sintió totalmente desnudo,
amenazado.
Septiembre
1981
El hombre velaba todavía con el fusil al hombro
los grandes nombres que yacían en la memoria.
Pero
la ternura de la muchacha relampagueó en la noche
desarmándolo para siempre.
Ahora camina bajo el sol
erguido otra vez sobre la tierra.
Septiembre
1981
La
muchacha siempre estaba
con su pelo largo
con sus piernas largas
y su corazón azul
profundo y vasto
como el cielo de todos.
Noviembre
1982
Es el último día del año que vivimos
en su totalidad.
Como diría Vivaldi,
pasamos las cuatro estaciones.
Hicimos el amor, nos lamimos como animales ebrios de sol.
No lo olvides: alcanzamos, juntos (nosotros), el cielo.
Y nadie tiene interés ni en regresar ni en saber de
dónde vino.
31
diciembre 1982
Las rosas se asoman insistentes en el aire azul.
¿Nos están permitidas sin traicionar la memoria?
El recuerdo es poca cosa para tanto pasado,
para tanta vida sobre el abismo.
¿Es este otro vino, otro el amor?
¿O todo es un río solitario que deja a algunos
en la orilla
crucificados en la injusticia de la muerte temprana?
Sobre
las rosas los soldados de hielo desaparecen
llevados por el río
y nosotros olfateamos la vida
como animales desbarrancados pero vivos.
Auulamos los viejos nombres de la batalla
pero la guerra ha terminado.
Las
antiguas banderas solo flamean
en la tormenta de nuestro corazón.
Descansen
en paz los compañeros
bajo una tierra sembrada de sal,
sobre la cual comenzamos a pelear contra el olvido
1
noviembre 1983
Todo era muy cálido
húmedo y turgente.
El amor fue un sol
que reventó en el cielo
y al caer sus pedazos
ardieron la tierra.
27
septiembre 1984
Hoy me levanté dispuesto a ser un buen ciudadano democrático.
Así que comencé a funcionar democráticamente
en cuerpo y alma.
Me apené –lo justo– por la miseria de los
otros,
me indigné ante la injusticia de las injusticias,
condené –de palabra– a los ladrones y a
los asesinos
(sobre todo a los asesinos)
y en el subte compré unas estampitas a un chiquilín
rotoso.
Pagué los impuestos en Obras Sanitarias
y las boletas de la jubilación –llegó
la hora de pensar en eso–
porque le pagamos las cuentas, me dije,
la democracia nos protegerá a todos
de la miseria –de los otros–
de la injusticia –que revienta a los otros–.
Tiernamente, yo quería ser un ciudadano democrático.
Pero a las tres de la mañana desde París
me llamó mi amigo
con su voz pastosa de amores contrariados y algunas más
desgracias
para preguntarme por los antiguos animales
sobrevivientes de la era del fuego y los glaciares.
Así que contesté a París:
bien hermano, andamos medio torpes,
pero la pendejada comenzó a disparar sus primeros versos.
Volvé pronto.
30
noviembre 1984
Hemos incorporado a la muerte
en nuestro corazón
alegremente.
Alguna vez
alejaremos a la sin hueso
para siempre
30
enero 1985
Parecía que la muy belga ciudad de Huy
no existía en la noche ni en el mundo
cuando la encontramos desapareció la rue de la regne
con su casa número cuatro.
Finalmente,
la luz solidaria de Anne nos sacó de nuestro extravío.
Y Lea y yo dormimos abrazados, encontrados.
16
junio 1985
Hace cuatro años que te hablé de mi amor por
vos
a través de una historia espacial.
Hoy vivimos una vida real, en la tierra,
con un amor que tocamos como al cielo.
4
julio 1985
La muchacha partió
adiós adiós
ya todo está en el cielo
azul de la noche
el regreso a casa es más lento
la soledad espía oculta en el ropero
pero no hay sombras
la cama está llena de luz.
8
septiembre 1986
M ientras corríamos con los ojos reventados
bajo la oscura noche azul
sin posibilidades
ya ninguna
mientras chorreábamos por todos los agujeros
los naturales y los otros
alguien lavaba cantaba
también hacía el amor
22
junio 1987
Yo no vivo en Dinamarca
Algo
podrido recorre el país
que no es Dinamarca
ni yo soy Hamlet.
Los mayores no aguantan la verdad
por ejemplo la de un tiro en la nuca
o la de cadáveres trinchados
en antiguos camiones frigoríficos
no
hay imaginario no hay erotismo
que
veinte años no es nada
pero los jóvenes de veinte años justamente
tienen una piraña en cada ojo
–para verte mejor–
o en cada oreja
–para oírte mejor–
yo no soy Hamlet
pero ellos tampoco Caperucita Roja
tengan cuidado maduros distraídos
esos niños están al acecho.
13
septiembre 1989
Mirando una reproducción de Andrew Wyeth
hay
un pedazo de campo
tirado en ese cuadro
un negro reposa con la horquilla en la bragueta
soñando que ensarta a su amo
los ángeles piadosos del cielo que lo cubre
rezan para que sus sueños se hagan realidad.
13 septiembre 1989
I
La
guerra ha terminado
todos los combatientes han muerto
uno sobrevivía
solo tenía una bala de hielo en el corazón
respiraba aún
II
Los
combatientes de la derrota se envían cartas de amor
de solidaridad
de tibieza
los mensajes disparan por el aire como pedazos de fuego
que incendian el cielo y desaparecen
avisando de un mundo que fue
la sangre queda
26
abril 1990
a Lea, por su vocación de vida
Hoy
me llamó un compañero del alma
desde muy lejos
me alegré
pensé que me iba a decir que estaba muy bien
o que se estaba muriendo
o que iba a preguntar por mí
pero me pidió que le enviara unos libros
–simplemente–
hoy
visité a una amiga entrañable
y pensé que iba a hablar
desde muy cerca
de que estaba muy bien
o que se estaba muriendo
o que iba a preguntar por mí
pero no
hablamos de la literatura, de su poesía
de nada
ahora sé que pedir un libro
o hablar de intranscendencias
es hablar de la muerte
o de mí
o de ellos.
31
enero 1991
El
viento sopla
los sombreros se doblan
los cogotes también
el viento sopla
los sombreros se vuelan
los cogotes se doblan
la tristeza avanza
como la arena
Caracteres:
6734
Primera
versión publicada el 24 de junio del 2009. Corregida.