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Si supiese qué es lo que estoy haciendo, no le llamaría investigación, ¿verdad?

Albert Einstein

 

"¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir 'amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan".

FEDERICO GARCÍA LORCA


UN HOMBRE DE VILLA CRESPO: OSVALDO PUGLIESE

UN HOMBRE DE VILLA CRESPO: OSVALDO PUGLIESE

Por Rodolfo Falchetti especial para Villa Crespo Digital *

4 de febrero del 2015

Nació en 1905 y vivió toda su vida en el barrio.
Este, Villa Crespo, surge junto al Arroyo Maldonado, hoy entubado bajo la Avenida Juan B. Justo. Allí se construye, en 1888, la Fábrica Nacional de Calzado, primera de la industria marroquinera con importancia en el país. Enseguida llegaron otros establecimientos fabriles, aprovechando la facilidad del drenaje de fluidos de desecho en el citado arroyo. Zona conocida en ese tiempo como San Bernardo, como se estilaba en esa época, cuando no existía el Registro Civil, y se anotaban los datos de los habitantes en la parroquia más cercana. En ese caso la primera que se estableció llevó el nombre de ese santo. Tomó luego, por decisión en primer lugar de los vecinos, el de Villa Crespo en homenaje del Intendente Dr. Antonio Crespo quien apadrinó la primera gran fábrica. Luego aceptó e incluso apoyó uno de los primeros loteos de la ciudad. Esos terrenos se convirtieron en la primera villa de Buenos Aires.

La necesidad de dar vivienda a los trabajadores fabriles, cerca de la Nacional de Calzado, para que los obreros estuvieran próximos al lugar donde trabajaban, impulsó al primer gerente de la misma a dar materiales para la construcción de algunas casas muy precarias. Luego llegó proveniente de otros barrios la idea del conventillo, lugar donde convivían en una habitación familias enteras, en situación más que precaria, hacinados, compartiendo baños y comedores. El más notable fue el Conventillo de la Paloma que aún perdura, con entrada por las calles Serrano y Thames, que llegó a contar con ciento doce cuartos pobres e incómodos.
Sus primeros pobladores fueron inmigrantes de origen italiano, español, árabe y algunos polacos. Luego vinieron muchos judíos dedicados principalmente al comercio. Atraídos por la posibilidad de trabajo también llegaron inmigrantes de países vecinos como Perú, Bolivia y Paraguay.
De esa mezcla de nacionalidades surgió el prototipo porteño y en forma natural la música que reflejaba la añoranza de la patria lejana, y el desamparo de las clases pobres, que se tocaba y se bailaba con ese ritmo sentimental, marcado y canyengue: el tango.

Pronto, el tango, se extendió saliendo de su origen oscuro y fue ganando el corazón de las clases proletarias y más tarde, cuando vieron su aceptación en Europa, por las más pudientes.

Cuando Don Osvaldo descubre al tango, era tocado por flautas, violines y guitarras. Y también, en ese momento, aparece la magia del bandoneón, verdadero portador de esa melodía única y propia de la ciudad.

Pugliese, en 1918, trabajaba como gráfico. En su familia eran amantes de la música pero él preferirá tocar de oído la guitarra junto a sus amigos. Hasta que un día llega a su casa y encuentra que su padre le había traído de regalo un piano, algo muy oneroso para una familia humilde, y lo convence de tomar lecciones con el maestro Antonio D´Agostino, Desde entonces su carrera fue imparable.

En 1921 forma parte del conjunto de Paquita Bernardo, la primera mujer bandoneonísta profesional.
Tenemos que ubicarnos en esa época para entender lo que eso significaba; a las mujeres solo se les permitía aprender piano y guitarra. No el bandoneón reservado a los varones. Don Osvaldo rompió con los cánones y demostrando su amplitud de criterio y su visión de futuro acepta acompañarla desde el piano. Así se presentan en muchos locales donde el tango se iba abriendo paso.

Llegó su primera composición imponderable: Recuerdo. Formó parte del sexteto dirigido por Pedro Maffia, luego junto a Elvino Bardaro arma su propio grupo y así llega, con mucho esfuerzo, a concretar el sueño de la orquesta típica inicial, en 1939. Todo le significó una dura lucha. Durante la Depresión mundial del año 30, pasando por la aparición del cine sonoro, que restó trabajo a los músicos, fue, desde el primer momento, parte activa en el Sindicato de Músicos. Su condición de afiliado al Partido Comunista, su defensa de la música nacional y popular, le trajeron durante las décadas del 40 y 50 censuras y cárcel en dos oportunidades.

Critico de las políticas culturales de las dictaduras de los años 60 y 70, de organismos oficialistas como SADAIC pero optimista del futuro del tango, lograron convencerlo para actuar, en el Teatro Colón de Buenos Aires, en 1985, siendo la primera orquesta ajena a la lírica que se presentaba en ese ámbito. Emocionado vio como su pueblo lo aplaudía de pie en una sala totalmente colmada. Lo acompañaron músicos y cantores que habían sido compañeros de ruta en sus formaciones de todos los tiempos.
Parco en palabras defendió siempre la música representativa del país: el tango.
Para él la soberanía nacional se defendía en primer lugar con la cultura popular. Y su música era inseparable de nuestra independencia sobre todo ideológica.
Confió en que el tango volvería a ser bailado y aceptó la renovación que producían músicos como Piazzolla y Rovira, y otros estudiosos serios como Stampone, Piro, Berlinghieri, y el siempre actual Salgan.

Memorable fue su actuación en Ámsterdam, en 1989, junto a Astor Piazzolla, ejecutando su himno: La Yumba.
Como compositor podemos citar los tangos: Recuerdo (solamente Jorge Maciel lo cantó en su orquesta), La Beba, Negracha, Malandraca y La Yumba como los más notables entre los 150 compuestos por él.

Durante la década del 60 estando en el escenario del Club Central Córdoba de Rosario en un baile de carnaval, los juegos con agua impedían oír la música. Tomó el micrófono y pidió respeto por el trabajo de los artistas, sobre todo por los locales y que se dignificara su condición de laburantes.

Con su voz muy suave aplacó al público que lo aplaudió durante el resto de la noche. Algo similar ocurrió en el Club Vélez Sarsfield de Buenos Aires en la misma década y también defendió el trabajo de los artistas nacionales desmerecido por las autoridades.
Nunca dejó su barrio ni negó su origen. Mantuvo con firmeza sus creencias políticas y luchó por la auténtica música nacional.

Falleció en Julio de 1995 en la Capital Federal.

Los vecinos de Villa Crespo, después de innumerables gestiones lograron incorporar su nombre a la estación Malabia del Subte, línea B. También levantaron un original palco donde aparece dirigiendo desde el piano a su orquesta que guió durante 55 años.
El barrio lo recuerda con cariño.

* Este trabajo fue presentado, en el marco de la muestra del taller de Literatura, en agosto del 2014.

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