MANUEL
BELGRANO
3 DE JUNIO DE 1770 – 20 DE JUNIO DE 1820
Por
Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo
Digital
20
de junio del 2018 - Corregido el 20 de junio del 2020 *
Manuel
Belgrano nace el 3 de junio de 1770 en su casa, en la actual
Ciudad de Buenos Aries, estaba vecina a la Iglesia de Santo
Domingo.
Su nombre completo fue Manuel José Joaquín del
Corazón de Jesús Belgrano y su bautismo se hizo
en la catedral porteña.
En
este sentido, en el libro parroquial de bautismos de la Iglesia
Catedral de Buenos Aires, que fue iniciado en el año
de 1769 y concluido en 1775, se lee al final de la página
43 los siguiente: "En 4 de junio de 1770, el señor
doctor don Juan Baltasar Maciel canónigo magistral de
esa santa iglesia Catedral, provisor y vicario general de este
obispado, y abogado de las reales audiencias del Perú
y Chile, bautizó, puso óleo y crisma a Manuel
José Joaquín del Corazón de Jesús,
que nació ayer 3 del corriente: es hijo legítimo
de don Domingo Belgrano Pérez y de doña Josefa
González: fue padrino D. Julián Gregorio de Espinosa".
Su
padre era de origen italiano de la localidad de Oneglia, cercana
a Génova y se llamaba Domingo Francisco Belgrano Perí,
fue uno de los comerciantes más importantes de la ciudad.
Belgrano padre, antes de arribar a estas tierras había
vivido en Cádiz y hecho buenas relaciones con la administración
española.
María Josefa González Casero, la madre de Manuel,
era criolla, nacida en Santiago del Estero. Belgrano fue el
4 hijo varón de una prole de 8 varones y 3 mujeres.
La
cultura de aquella época para las clases acomodadas era
una educación esmerada y vida cómoda. Los hijos
según la solicitud y orientación de los padres:
debían servir al Estado en la milicia, en la administración
o el sacerdocio, con dedicación y brillo, afirman las
fuentes.
La
vida de Manuel Belgrano transcurrió en la Buenos Aires
virreinal, inicia sus estudios en el Colegio San Carlos (actualmente
Colegio Nacional de Buenos Aires), bajo la dirección
del Dr. Luís Chorroarín, allí estudia latín
y filosofía, y obtiene el diploma de licenciado en Filosofía,
el 8 de junio de 1787, cuando ya se encontraba en España
adonde lo había enviado su padre para instruirse en el
comercio toma contacto con autores de la ilustración,
mediante el permiso que le otorgaron las autoridades para acceder
a autores prohibidos.
En
España, en la Universidad de Salamanca, se matriculó,
graduándose de abogado en Valladolid en 1793. Además
leía en francés, italiano e inglés.
Belgrano
fue un testigo de la Revolución Francesa, con sus escasos
19 años, el hecho revolucionario lo conmovió,
lo mismo que a muchos de su generación, acontecimiento
que lo marcaría en cuanto a su pensamiento y acciones.
En
1794 regresó a Buenos Aires con su título de abogado
y con el cargo de secretario del Real Consulado de Comercio,
institución creada ese año como espacio para dirimir
y defender los intereses de los comerciantes locales (hasta
entonces sólo existían dos en la colonia: México
y Lima, previo había recibido a fines de 1793 una notificación
donde se le comunicaba oficialmente que había sido nombrado
Secretario perpetuo del Consulado que se iba a crear en Buenos
Aires. En febrero de 1794 se embarcó para el Plata, tenía
24 años.
Manuel
Belgrano mantuvo ese cargo durante 14 años. Su actividad
en este espacio fue notable: dio impulso para la creación
de escuelas y estimuló la aparición de:”El
Telégrafo Mercantil”, primer periódico con
continuidad en Buenos Aires.
Los
documentos de la época dan cuenta de sus problemas de
salud desde que regresó a Buenos Aires: el reuma y los
problemas crónicos en la vista.
“El
Telégrafo Mercantil” (1801- 1802) y el posterior
“Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”
(1802- 1807) de Hipólito Vieytes fueron los espacios
a través de los cuales el Consulado mostraba y daba su
dirección económica y política, sobre estos
periódicos pueden consultar en el portal, ya que hay
material sobre ambos periódicos.
También apoyó la creación de establecimientos
de enseñanza, como las Escuelas de Dibujo y de Náutica.
Redactó sus reglamentos que fueron prontamente anuladas
por la península.
SUS
IDEAS ECONÓMICAS: UNA APROXIMACIÓN
En
este aspecto, la historia tradicional o mejor dicho oficial
ha señalado a Belgrano como un impulsor del libre mercado
y de la fisiocracia en el Río de la Plata. Sin embargo,
sus ideas políticas estaban orientadas en dos vías:
por un lado, durante estos años alrededor del nuevo siglo,
estamos reseñando siglo XIX, alentaba la libertad para
comerciar y mayor autonomía para los americanos, por
otro lado, exigía la protección de la corona hacia
la industria y el comercio locales. Es importante destacar que
en las colonias reinaba el monopolio comercial impuesto por
la corona españolas, si bien, en Buenos Aires se fue
burlando con el contrabando.
En
este sentido Belgrano sostenía entre otras cosas que:
“la exportación de lo superfluo es la ganancia
mas clara que pueda hacer una Nación”. …”el
modo mas ventajoso de exportar las producciones superfluas de
la tierra es ponerlas antes en obra o manufacturadas”…..”La
importación de las materias extranjeras para emplearse
en manufacturas, en lugar de sacarlas manufacturadas de sus
países, ahorra mucho dinero y proporciona la ventaja
que produce a las manos nativas que se emplean en darles una
nueva forma”… “La importación de las
cosas de absoluta necesidad, no puede estimarse un mal, pero
no deja de ser un motivo real de empobrecimiento de una nación”….”
es un comercio ventajoso dar sus bajeles a flete a las otras
naciones”... ” la importación de mercancías
extranjeras para volverlas a exportar enseguida procura un beneficio
real”.
INVASIONES
INGLESAS
El
27 de junio de 1806, fue un día histórico, bajo
una lluvia copiosa y mortal, desfilaron hacia el Fuerte los
1.500 hombres de Beresford, que habían derrotado a las
fuerzas españolas y la enseña real, mientras el
virrey Sobremonte marchaba, apresurado, hacia Córdoba.
En
esa ocasión, Manuel Belgrano, que no tenía formación
castrense, fue designado por el virrey como capitán agregado
al batallón de milicias y más tarde sargento mayor
del Cuerpo de Patricios, que se convertiría en su primera
incursión como militar. Durante aquellas jornadas de
defensa de la ciudad, Belgrano defendió Buenos Aires
del poder inglés y de las posibilidades que éste
prometía: “amo viejo o ninguno”, como escribió
por entonces.
Otra
mirada de la historia afirma que Belgrano - capitán honorario
de milicias urbanas - había estado en el Fuerte para
incorporarse a alguna de las compañías que se
organizaron y que nada hicieron, luego, para oponerse al invasor.
Es
así que dejará escrito: "Confieso que me
indigné; me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra
dominación y sobre todo en tal estado de degradación
que hubiera sido subyugada por una empresa aventurera, cual
era la del bravo y honrado Beresford, cuyo valor admiro y admiraré
siempre en esta peligrosa empresa".
Unos
días después, ya en julio de ese año, los
miembros del Consulado prestaron juramento de reconocimiento
a la dominación británica. Belgrano se negó
a hacerlo, es así que debe fugarse y va hacia la Banda
Oriental, de donde regresó, ya reconquistada la ciudad,
aunque habían sido sus propósitos participar en
la lucha popular.
Al
organizarse las tropas para una nueva contingencia, Belgrano
fue elegido sargento mayor del Regimiento de Patricios. En tal
sentido estudió rudimentos de milicia y manejo de armas,
y asiduamente cumplió con sus deberes de instructor.
Cuando quedó relevado de estas funciones fue adscrito
a la plana mayor del coronel César Balbiani, cuartel
maestre general y segundo jefe de Buenos Aires. Como ayudante
de éste, es así que actúa en la defensa
de Buenos .Aires.
Fue
Jefe del Regimiento Nº de Patricios durante 1811 y desde
1813 hasta 1814.
VOLVIENDO
A EUROPA
Tras
la intrusión de Napoleón Bonaparte a España
durante 1807 y la interrupción de la monarquía
de Fernando VII, es que empiezan a circular ideales de emancipación
en las colonias. Belgrano, Castelli, Vieytes, Rodríguez
Peña y otros se inclinarán por el apoyo a Carlota
Joaquina, hija de Carlos IV (hermana de Fernando VII) y esposa
del regente portugués que había huido de Napoleón
y se había instalado en Río de Janeiro.
El carlotismo, de gran circulación entonces, proponía
el reconocimiento de la soberanía de Carlota y de la
autonomía de las colonias bajo su mando, al estilo de
una monarquía constitucional como la inglesa.
Manuel
Belgrano durante los próximos años de discusiones,
esgrimió con frecuencia el ideal de una monarquía
para las colonias españolas.
Es así que antes de la declaración de la Independencia,
llevada adelante el 9 de julio de 1816, declama ante los congresistas
e insta a declarar cuanto antes la independencia. Propone una
idea que contaba con el apoyo de San Martín: la consagración
de una monarquía: "Ya nuestros padres del congreso
han resuelto revivir y reivindicar la sangre de nuestros Incas
para que nos gobierne. Yo, yo mismo he oído a los padres
de nuestra patria reunidos, hablar y resolver rebosando de alegría,
que pondrían de nuestro rey a los hijos de nuestros Incas".
No obstante, la propuesta monárquica de Belgrano no prosperará,
dado su planteo del carlotismo.
GESTA DE MAYO
En mayo de 1810 se transformó en protagonista del Cabildo
Abierto y de la Primera Junta, el parece que estaba más
orientado a aplicar sus conocimientos económicos y políticos,
en tal sentido y desde su cargo de vocal intentará llevar
adelante estas ideas y otras en materia de educación
y por supuesto, al frente de las campañas militares para
las que fue designado.
Ese mismo año lideró la expedición a la
Banda Oriental e inició la campaña al Paraguay.
Luego de las derrotas de Paraguarí y Tacuarí,
el gobierno porteño lo citó para iniciarle un
proceso, pero sin acusaciones firmes le restituyeron los honores.
En
el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo
jujeño ante el avance de los españoles, el pueblo
jujeño se dirige hacia Tucumán donde decide su
resistencia, afirmando:”Sin mas armas que unas lanzas
improvisadas, sin uniforme, ni otra montura que la silla y los
guardamontes. No tenían disciplina ni tiempo de aprender
al voces de mando, pero les sobraba entusiasmo...”
Rivadavia lo sermonea para que se retire a Córdoba pero
Belgrano le escribe “Algo es preciso aventurar y ésta
es la ocasión de hacerlo; voy a presentar batalla fuera
del pueblo y en caso desagraciado me encerraré en la
plaza hasta concluir con honor...”.
El
29 insistía Rivadavia en la Retirada: “Así
lo ordena y manda este Gobierno por última vez...la falta
de cumplimiento de ella le deberá a V.S. los mas graves
cargos de responsabilidad”. Por suerte Belgrano, desobediente,
finalmente hace frente y derrota a los realistas que deberán
retirarse con grandes perdidas de hombres y equipos militares,
derrotados con los valientes gauchos que los ilustrados porteños
rebautizarían con el mas decente denominativo de “valientes
campesinos a caballo” .
Logró
las grandes victorias de Tucumán, el 24 de septiembre
de 1812 y Salta el 20 de febrero de 1813. Luego vendrán
las derrotas de Vicapugio, el 1º de octubre de 1813 y Ayohuma
el 14 de noviembre de ese año, desde aquí su retiro
del ejército del Norte. En enero de 1814 José
de San Martín lo relevó del mando y Belgrano,
por entonces muy enfermo, vuelve a Buenos Aires para enfrentarse
a un nuevo proceso por su acción militar.
En
1815 cumplió misiones diplomáticas y estratégicas
en Europa al servicio del Directorio. Pero en 1816 participará
activamente en el Congreso de Tucumán, con sus ideas
de la monarquía incaica. Fue este Congreso el que aceptó
la bandera ideada por Belgrano.
LA
BANDERA
En 1812, a partir de los colores que el Primer Triunvirato había
aceptado para la escarapela, Manuel Belgrano hizo confeccionar
una bandera y el 27 de febrero la izó en las barrancas
de Rosario, frente al río Paraná, según
la mayoría de las fuentes era azul y blanca, luego con
Sarmiento y antes Mitre se decide la celeste y blanca.
La
tarde del 25 de Mayo, Belgrano hace jurar la bandera en Jujuy,
pero la Junta con Rivadavia a la cabeza le reprocha “…la
reparación de tamaño desorden (la jura de la Bandera…”
Ya se lo habían reprochado en Rosario.
Bandera
argentina de 1818.
Bandera
Argentina usada en tiempos de la Liga Federal.
Bandera
Argentina de los exiliados Unitarios de Montevideo,
usada como bandera de guerra en buques, hasta 1852.
VIDA
PERSONAL
Aunque no estaba casado, mantenía una vieja relación
con María Josefa Ezcurra (hermana de Encarnación,
la mujer de Rosas), con la que tuvo un niño, Pedro Pablo
Rosas y Belgrano, luego adoptado por los Rosas, debido a que
María Josefa era casada y el niño era “ilegítimo”.
Este lo crió y cuando cumplió 18 años le
contó quien era su ilustre padre: "De ahora en más
puede llamarse Pedro Rosas y Belgrano" – le dijo.
También
fue padre de una niña, Manuela Mónica del Corazón
de Jesús, fruto de su relación con la tucumana
Dolores Helguera.
EL
FINAL
Entre 1816 y 1820 se incorporó nuevamente a la campaña
del norte, con la salud cada vez más deteriorada. Finalmente
en Buenos Aires, murió en la casa donde había
nacido, a las 7 de la mañana. Como tenía pocos
recursos, le había pagado a su médico Joseph Redhead
con un hermoso reloj de mano. Lo enterraron con hábito
dominico en el atrio del convento de Santo Domingo, aunque los
funerales se realizaron recién una semana más
tarde.
El
20 de junio 1820 moría Manuel Belgrano en una Buenos
Aires asolada por la guerra civil que llegó a tener ese
día tres gobernadores distintos. Sólo un diario,
"El Despertador Teofilantrópico" se ocupó
de la muerte de Belgrano, para los demás no fue noticia.
Aquejado por una grave enfermedad (hidropesía) que lo
minó durante más de cuatro años, y todavía
en su plenitud, Belgrano empobrecido y lejos de su familia termina
sus días, tenía 50 años.
EDUCACIÓN
Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea
del Año XIII le otorgó a Belgrano 40.000 pesos
oro. Don Manuel lo destinará a la construcción
de cuatro escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy,
Tucumán y Santiago del Estero. Belgrano redactó
además un moderno reglamento para estas escuelas que,
por ejemplo dice, en su artículo primero que el maestro
de escuela debe ser bien remunerado, por ser su tarea de las
más importantes de lasque se puedan ejercer. Pero lamentablemente,
el dinero donado por Belgrano fue destinado por el Triunvirato
y los gobiernos sucesivos a otras cosas y las escuelas nunca
se construyeron y Belgrano murió en la pobreza total.
Belgrano
fue promotor de la enseñanza obligatoria, Cisneros, el
virrey lo decreta en 1810.
Impulsó como decimos más arriba la salida de los
periódicos El Telégrafo Mercantil y Correo de
Comercio.
Fundó
la Escuela de Matemáticas en 1810 que fue costeada por
el Consulado, y de la Academia de Matemáticas del Tucumán,
que en 1812 instauró para la educación de los
cadetes del ejército.
Son
conocidos sus donaciones de sueldos y premios que le otorga
el ejército, los cuales, entrega para construir 40 escuelas
públicas y hasta dictó el reglamento con que debían
funcionar. La historia oficial no lo cuenta, o lo disimula.
En
esto una controversia por el papel de Sarmiento y lo que Avellaneda
como ministro afirmará: "Bajo mi ministerio se dobló
en número de los colegios, se fundaron las bibliotecas
populares, los grandes establecimientos científicos como
el Observatorio, se dio plan y organización a los sistemas
escolares, y provincias que encontré como La Rioja sin
una escuela pública llevaron tres mil o cuatro mil alumnos...
Es la página de honor de mi vida pública y la
única a cuyo pie quiero consignar mi nombre. ¿Cuál
fue la intervención del señor Sarmiento en estos
trabajos, que absorbieron mi vida por entero durante cinco años?
El nombre del señor Sarmiento al frente del gobierno
era por sí solo una dirección dada a las ideas
y ala opinión en favor de la educación popular;
su firma al pie de los decretos era una autoridad que daba prestigio
a mis actos. Su intervención se redujo, sin embargo,
a esta acción moral. Supo el señor Sarmiento que
había bibliotecas populares y una ley nacional que las
fundaba cuando habían aparecido los primeros volúmenes
del Boletín de las Bibliotecas, y éstas convertidos
en una pasión pública. El señor Sarmiento
no se dio cuenta de la ley de subvenciones y de su mecanismo
sino en los últimos meses de su gobierno. Esto es todo
y es la verdad". Nicolás Avellaneda, Escritos y
discursos, VIII, 397.El “Apunte” de Avellaneda no
estaba destinado a la publicidad; es un desahogo íntimo
de quien ve a otro atribuirse un mérito propio.
SU
PENSAMIENTO EN MATERIA DE EDUCACIÓN
Escuela
pública gratuita. Ésta debía ser un pilar
de moralidad y su misión fundamental era alfabetizar
a toda la población, cualquiera sea la procedencia social
de sus habitantes.
Desde
las hojas del Correo de Comercio de Buenos Aires, Belgrano descargaba
su bronca contra la catastrófica situación que
vivía la educación en general, y este cuadro desalentador
se lo endilgaba a “la época desgraciada que acabamos
de correr y sobre la cual mejor echar un velo para no conmover
más nuestros corazones”.
En
la edición del 17 de marzo de 1810, Manuel Belgrano sentenciaba
que “casi se podrá asegurar que los Pampas viven
mejor, porque al fin tienen sus reglas con qué gobernarse,
conocen una autoridad que los ha de premiar o castigar si faltan
a ellas, y el ojo celador del cacique está sobre ellos:
no así los nuestros entregados a sí mismos, sin
haber oído acaso la voz de su pastor eclesiástico,
dejan obrar sus pasiones y viven en la decantada vida natural
en que todo es un abandono y un desastre perpetuo”.
Belgrano
sostenía que los antiguos reinados de Europa se empeñaron
en la profundización de los “establecimientos de
educación y no ha habido colonias en todo el universo,
a quienes sus conquistadores hayan proporcionado tantos beneficios”.
En cambio, al irrumpir en el viejo mundo el Despotismo Ilustrado
“es cuando hemos visto mirar con el mayor abandono este
ramo de la felicidad pública en estos países [virreinatos
americanos], ya destruyendo lo establecido, ya negando los nuevos
establecimientos de educación que se proponían”,
concluía Belgrano.
Además
decía que: “tratar de atender a una necesidad tan
urgente, como es la que estamos de establecimientos de enseñanza,
para cooperar con las ideas de nuestro sabio Gobierno a la propagación
de los conocimientos”. En lo concerniente a la formación
moral del hombre argentino, Belgrano sostenía que debía
hacerse “con aquellas nociones más generales y
precisas con que en adelante pueda ser útil al Estado”.
Ya
el 24 de marzo de 1810, también desde las páginas
del Correo de Comercio de Buenos Aires, Manuel Belgrano propugnaba
la fundación de escuelas primarias en las ciudades, villas
y parroquias de la campaña, utilizando para ello fondos
públicos. En la campaña “residen los principales
contribuyentes a aquellos ramos [de la educación] y a
quienes de justicia se les debe una retribución tan necesaria”,
manifestaba.
En
la misma fecha reclamaba: “Obliguen los jueces a los padres
a que manden sus hijos a la escuela, por todos los medios que
la prudencia es capaz de dictar, y si hubiere algunos que desconociendo
tan sagrada obligación se resistieren a su cumplimiento,
como verdaderos padres que son de la patria, tomen a su cargo
los hijos de ella y pónganlos al cuidado de personas
que los atiendan”. Los hombres de la Iglesia tenían
que predicar “acerca del deber de la enseñanza
a los hijos; estimulen a los padres para que les den tan arreglada
dirección, valiéndose de los medios que proporciona
su influencia en los espíritus”, decía.
Quería Belgrano que los maestros “sean virtuosos
y puedan con su ejemplo dar lecciones prácticas a la
niñez y juventud y dirigirlos por el camino de la Santa
Religión y del honor”.
Años
más tarde, con motivo del traslado de sus restos a la
iglesia de Santo Domingo, en la actual avenida Belgrano, durante
el gobierno de Roca, los ministros Pablo Ricchieri (de Guerra)
y Joaquín V. González se quedaron con los dientes
de Belgrano. Los llevaron “de recuerdo”, dijeron.
Conocido el hecho y ante la evidencia, explicaron que lo hicieron
para evitar que “los robaran”. El episodio aparece
citado en el libro de Jorge B. Rivera: Territorio Borges y otros
ensayos breves - Buenos Aires (2000).
En
una parte dice: “La exhumación del cadáver
de Belgrano, en el atrio del Convento de Santo Domingo dio lugar
en 1902 a un episodio curioso: Joaquín V. González
y el general Pablo Ricchieri habrían intentado apoderarse
durante la ceremonia de algunos dientes de Belgrano”.
Rivera
acota en la página 157 de su libro: “por ese motivo
la revista Caras y Caretas del 13 de septiembre de 1902 publicó
una caricatura en la que el espíritu de Belgrano increpa
a sus depredadores: “¡Hasta los dientes me llevan!
¿No tendrán bastante con los propios para comer
del presupuesto?”.
También
hay una interesante y pormenorizada narración sobre este
tema en la revista Todo es Historia, Nº 38, Junio de 1970.
El artículo es de Jimena Sáenz.
Pacho
O’Donell en su libro “El grito sagrado” relata:
“….Ochenta y tres años después de
su muerte podía leerse en el matutino La Prensa a raíz
de la exhumación de sus restos para ser trasladados al
mausoleo donde hoy yacen, en la iglesia de Santo Domingo: "Llama
la atención que el escribano del Gobierno de la Nación
no haya precisado en este documento los huesos que fueron encontrados
en el sepulcro; pero no es ésta la mayor irregularidad
que he podido observar en este acto. Entre los restos del glorioso
Be1grano que no habían sido transformados en polvo por
la acción del tiempo, se encontraron varios dientes en
buen estado de conservación y ¡admírese
el público! ¡esos despojos sagrados se los repartieron
buena, criollamente, el ministro del Interior y el ministro
de Guerra! (...) Que devuelvan esos dientes al patriota que
menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la
Nación y que el escribano labre un acta con el detalle
que todos deseamos y que debe tener todo documento histórico..."
“El
escándalo fue tal que los susodichos ministros, el doctor
Joaquín V. González y el coronel Ricchieri, tuvieron
que devolver los dientes del prócer”.
COMO
ERA MANUEL BELGRANO
Carta
de José Celedonio Balbín a Mitre, 1860
“El general era de regular estatura, pelo rubio, cara
y nariz fina, color muy blanco, algo rosado, sin barba, tenía
una fístula bajo un ojo (que no lo desfiguraba porque
era casi imperceptible), su cara era más bien de alemán
que de porteño, no se lo podía acompañar
por la calle porque su andar era casi corriente, no dormía
más que tres o cuatro horas”.
FUENTES:
Historia Argentina de J.M. Rosa, la Gazeta Federal, calendario
gobierno porteño, Pacho O´donnel, José Maria
Rosa. Historia Argentina, Corvalán Mendhilarzu, Dardo,
Félix Luna.
*
Primera versión el 7 de julio del 2016
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