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CARNAVALES EN LA CIUDAD

CARNAVALES PORTEÑOS / FEBRERO 2006

Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

9 de enero del 2006

Las diferencias con los carnavales de Gualeguachú, del norte argentino o los de Brasil son claros.


Estos carnavales porteños tienen otros ingredientes, otra historia y la misma intenta ser retratada, en notas sucesivas que entregaremos a nuestros lectores.


El carnaval porteño tiene antecedentes, y el carnaval en sí es milenario.


Este carnaval que se ha comenzado a desarrollar con fuerza, en estos últimos años, tiene un espacio físico que son las plazas públicas y lugares al aire libre, donde al son de bombos y platillos, miles de integrantes de las 1.504 murgas que hay en Buenos Aires, danzan, cantan e interpretan, se entrenan y esperan esta fecha de febrero para mostrar sus habilidades.


Por eso vamos con un poco de historia...

El barrio pasó a ser el ámbito donde se desarrollaron las murgas de carnaval, de una etapa donde había dejado generaciones de inmigrantes en medio de la extensión porteña, las colectividades a medida que sus miembros iban desapareciendo dieron lugar a otras conformaciones sociales que tuvieron que ver con la ordenación familiar entre nativos y extranjeros de distintos lugares. Fue cediendo la reunión por colectividad y por barrios especializados y se armaron las barriadas distintas que buscaron sus propias identidades en el barrio de asentamiento.


En 1880 se Federaliza Buenos Aires, transformándola en Capital de la República, 8 años después se va perfilando un proceso distinto, otros barrios de la campaña se fueron incorporado a la ciudad novel y Buenos Aires tiene un centro, un espacio reservado para las clases dirigentes, y tiene los denominados arrabales que crecen entre el permanente trabajar de las chimeneas y las sirenas madrugadoras que marcaban el ritmo y las costumbres del barrio.


Estas agrupaciones de carnaval estaban en este sentido fundadas por las fuertes raíces étnicas que daba el perfil inmigrante, los negros africanos o criollos en San Telmo y Monserrat, los judíos en Villa Crespo, los árabes en Once, los multitudinarios italianos en la Boca, entre otros. Pero luego estas organizaciones se fueron aunando a partir de la mixtura cultural y la barriada popular.


Es en los barrios donde nace la Agrupación conocida como Murga, era un conjunto de quince a veinte adolescentes del barrio, los amigos de la esquina o de las cuadras aledañas, se reunían para salir a danzar en los bailes de carnaval, a cantar con los instrumentos caseros, los tambores los hacían con las ollas, los platillos eran las tapas. Aquí está la identidad barrial, y este comienza a ser el aglutinador de contar la historia picarezca y con doble sentido, veamos algunos nombres: ¨Los amantes de las chicas bien¨, ¨Los Farristas¨ y otros, con vestimentas caseras, las levitas que se hacían con arpillera o iban disfrazados.


El bombo con platillo es el instrumento adoptado y tiene origen español, de los inmigrantes españoles. Por otro lado, el contacto con las otras agrupaciones étnicas le dará otros matices que también tomarán.


En el caso de la murga porteña, de ella estamos hablando, toma con el tiempo el colorido, el satén y el raso para sus vestidos, deshecha la arpillera y se conserva la levita, se llena de tonos sus trajes, rostros y estandartes.


El estandarte es el que anuncia la murga, le da la identidad ante los otros, ante quienes desfila y muestra su prestancia, su baile y su entrenamiento de todo un año.
A este bombo con platillo se incorporaron los instrumentos de viento, el bandoneón y el acordeón, más propios del tango, en el caso del bandoneón y, el acordeón utilizado por los ucranianos, valencianos y otros para expresar sonoramente sus músicas tradicionales, en el ámbito nacional las interpretaciones del conocido Raúl Barboza.


La murga realiza el desfile, lo encabeza el estandarte con el nombre de la agrupación y parodia a los desfiles militares y bandas. Sus pasos de baile se asemejan a estos desfiles y se mezclan con los ritmos negros, el candombe, la rumba, la milonga. Los negros aportaron el ritmo de los tambores, la coreografía con las parejas separadas, y sus canciones en un tiempo musical inconfundible. Todos estos aspectos fueron adoptados por la murga y por el tango. Pero sigamos con la murga.


En cuanto a las canciones, el repertorio de las murgas, estas fueron variando, lo que sí, en cada tiempo toman música de las canciones populares muy conocidas, sus letras en doble sentido, luego los tiempos las van modificando, no olvidemos que lo popular de la murga le impone el cambio, en sus letras y en su compromiso con lo popular, por ende fue siempre perseguida como expresión cultural.


Las murgas fueron variando su trabajo, hacia fines del cuarenta aparecen los Centros Murgas, hacia la década del ´50 se perfila lo que hoy conocemos a grandes rasgos. Tienen tres aspectos esenciales: el barrio, los colores y nombres, esto ya se da con la identificación clara de sus nombres: ¨Los mocosos de Liniers¨, "Los Viciosos de Almagro", "Los Chiflados de Almagro", "Los pecosos de Chacarita", "Los Curdelas de Saavedra", "Los Linyeras de La Boca", "Los Cometas de Boedo", "Los Locos del Spinetto", y tanto más.


Por otro lado vale tener en cuenta que el nombre y la permanencia de identidad con el barrio, del cual sale la murga, marca el proceso posterior.
Los 70 y 80 simbolizan las murgas barriales, lo que algunos denominan la identidad barrial, y que lo da el club de fútbol y la murga. Algo que hoy se marca fuertemente en las barriadas y al calor de este nuevo momento murguero. O sea, un baile característico, un estilo personal.



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