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CHICOS / TRABAJO INFANTIL Y ESCUELA

El trabajo infantil y adolescente deja como secuelas irrecuperables el abandono escolar o repetir de año…

Trabajo infantil, abandono escolar


Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

2 de octubre del 2006


El problema es claro, repetir es abandonar, no concurrir a la escuela en ningún nivel es la ignorancia total. Todo influye, todo destruye el trabajo esencial que desarrolla el ser humano desde que nace hasta que muere, aprender, entender, reconocer, trasmitir, analizar y reflexionar.


La escuela es la esencia de la enseñanza para todos, los niños, niñas y adolescentes que son conminados por el sistema a no tener escolaridad, son abandonados en su proceso de aprendizaje-comprensión-transmisión.
Se habla con mucha liviandad entre inversión y gasto como si fueran iguales, sin embargo, los dos aspectos, en el tema educativo son diametralmente opuestos.
Gasto es aplicar, directa o indirecta, parte de los ingresos para satisfacer necesidades.


Inversión implica destinar una cantidad de fondos para, en este caso, la educación que tiene una realidad bien distinta cuando se trata de analizar sus resultados. Esa inversión reditúa no en bienes monetarios, sino en desarrollo humano que debiera ser orientado al destino nacional de un pueblo.

La oficial de Educación de UNICEF sostuvo que: ¨El análisis de los ingresos que perciben los niños y niñas que trabajan debe enmarcarse en una perspectiva de derechos, y aquí el punto no es cuánto se gana sino cuánto se pierde por trabajar a corta edad¨.


Los números de la EANNA (Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes) determinó que: el 25 por ciento de los adolescentes que trabajan no asiste a la escuela. En las zonas rurales el 62 por ciento. En las ciudades el 21 por ciento.

 

Totales  25%

21 % Ciudades

62 % áreas rurales


De 5 a 13 años: no va a la escuela más del 20% de los niños y niñas que trabajan en áreas rurales, tengamos en cuenta que las cifras varían, son fluctuantes. Pero el contexto general es una larga noche de pesadillas, donde los únicos perjudicados son los niños, niñas y adolescentes pobres e indigentes.

El 30 % de los niños y niñas que trabajan repiten de grado. Esta cifra duplica a los niños y niñas de la misma edad y que no trabajan.


El 43 por ciento de los adolescentes que trabajan, tengamos en cuenta que hay un porcentaje muy elevado que lo hace por más de 36 horas semanales, repiten. Entre los que no trabajan repite el 26 por ciento.


El total de los chicos y adolescentes que trabajan a nivel nacional, en cuanto a los niveles de repitencia es del 55,9 por ciento.


Pero los números demuestran un contexto, aún, más alarmante, porque entre los niños y niñas que tienen entre 5 y 13 años, o sea preescolar y escuela primaria con sus siete años, han repetido más de una vez el 12,6 por ciento. Los que no trabajan han repetido más de una vez, el 3 por ciento.


En el caso de los adolescentes, los niveles de repitencia son del 16,4 por ciento de los que tienen trabajo contra un 8,7 por ciento de aquellos que no trabajan.
Elena Duro, oficial de Educación de UNICEF sostiene que: ¨La pérdida de capital educativo y la imposibilidad de terminar la escuela básica y media condena a la infancia y a la adolescencia a la pobreza y la exclusión: investigaciones que ponderan los costos del abandono temprano de la educación muestran que a más años de estudio, hay más posibilidades de percibir mayores ingresos. En diversos estudios se establece que quienes completaron la educación media alcanzan el umbral que asegura una alta probabilidad de obtener un salario que les permitirá mantenerse por encima de la línea de pobreza. El trabajo infantil perpetúa la pobreza¨.

Es cierto, como afirman muchos de los especialistas, se ha avanzado en estas décadas en diagnóstico e información sobre la temática de la niñez y adolescencia. Pero la deuda es infinita, porque todos estos aspectos de relevamiento, diagnóstico, información no dejan saldo positivo para la niñez y adolescencia que padece este flagelo de la pobreza e indigencia.


Este aspecto fundamental los ha volcado hacia el trabajo, hacia la sobre explotación, la degradación, el abandono y la falta de familia, de contexto social, de escolaridad, de maestros y de una vida de niños y adolescentes que van haciendo, recreando, tomando sus responsabilidades de acuerdo al proceso de crecimiento.


Estas situaciones de los niños, niñas y adolescentes muestran, descarnadamente, los grandes niveles de discriminación entre los distintos estratos sociales.


Hay clases sociales, hay realidades contrapuestas, no hay leyes iguales para todos, políticas estatales para todos. Hay un Estado para unos, los pocos, y un abandono deliberado hacia la mayoría.


Mientras las concesionarias de colectivos se llevan casi 400.000.000 de pesos en nuevos subsidios, hay apenas un 2,5 por ciento de esta cifra que se destina anualmente a dos instituciones que les den algún tipo de alimento y albergue a menos de 100 niños de la calle en la Ciudad de Buenos Aires.
Cuatro mil niños, niñas y adolescentes ingresan a la primera ciudad del país, ante la mirada indiferente de gran parte de la sociedad…


Mientras esto sucede, el presidente de la Nación gasta en la suite de Nueva York, algo más de 12.000 dólares, algo así como 40.000 pesos diarios.

Por eso, nuestros niños siguen mirando las manos vacías…



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