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CHICOS / TRABAJO INFANTIL MENDOZA

A 30 años del golpe militar los derechos humanos de los chicos no existen…

Trabajo Infantil, una aberración


Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

10 de abril del 2006

En estos días se discutió en distintos ámbitos y foros, si el 24 de marzo debía ser feriado nacional, al final fue feriado y un millón de personas decidieron que sus conciencias estaban mejor veraneando. Lo que no discuten, ni toman conocimiento, porque no interesa, es el nivel de trabajadores infantiles que existe en nuestro país.

Los luchadores que sembraron con sus historias esta larga noche, no querían que los niños trabajaran, si las asociaciones de conciencia y de voluntad política existieran, estos aspectos no serían compartimentos estancos, o temas para hablar cuando estalla alguna fecha puesta por el gran negocio de la compra y el consumo.

En este caso y con preocupación, los diarios locales de la provincia viñatera de Mendoza reflejan que tienen la mayor tasa de trabajadores infantiles que van desde los 4 años a los 17. Que sus realidades son en condiciones indignas y que por el sólo hecho de ser pobres, deben trabajar en las áreas rurales como la cosecha, siembra y poda.

Las fotos que son un testimonio vivo muestran a los niños laborando en largas jornadas donde pierden, no sólo, sus atributos de niños y niñas sino escolaridad, salud adecuada, vivienda digna, una simple vida de NIÑOS y NIÑAS.

La "Encuesta y Observatorio de Trabajo Infantil" (EANNA) que se acordó entre el gobierno argentino y el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), demuestra que la provincia de Mendoza tiene el nivel más elevado de trabajo infantil.
Esta información de la EANNA fue recogida en el último cuatrimestre del 2004, tomando las áreas de relevamiento como el Gran Buenos Aires, Mendoza y las subregiones del noreste: Formosa y Chaco.

En estas provincias se encuestó tanto a la población urbana como a la rural. El conjunto de jóvenes entrevistados representa, aproximadamente, a la mitad de los niños y adolescentes de 5 a 17 años de todo el país.

Una de las cosas para destacar es que, la proporción de trabajadores infantiles es mayor en las áreas rurales que en las urbanas, en lo que se denomina la subregión del NEA, o sea, Chaco y Formosa, entre otras, y en la provincia de Mendoza.

Los resultados de la encuesta que reflejan los diarios locales muestran que los adolescentes entre 14 y 17 años encuestados declararon haber trabajo una hora en la semana, por lo menos. Esto nos puede acercar a pensar cuales son las contestaciones de chicos que carecen de educación, están apremiados por la necesidad de trabajo para comer y por los condicionantes de una sociedad que hace gala de los niveles de discriminación.

En las áreas rurales los chicos y adolescentes que trabajan superan a los chicos de las áreas urbanas, en el caso de las zonas rurales un 46 por ciento de los chicos y adolescentes realiza tareas en el campo. Entregan su fuerza de trabajo para la esta época del año, esencialmente.

En el caso de las ciudades o localidades de más de 2.000 habitantes la tasa de trabajadores infantiles es bastante menor, comparada con la rural, algo así como la cuarta parte.

Pero la información representa un aspecto para entender, el porqué de semejante aberración, por un lado, los organismos internacionales vienen alertando sobre el doloroso escenario de los niños, niñas y adolescentes trabajando y explotados de la forma más vil, que esta realidad acarrea consecuencias como: deserción escolar, analfabetismo, pobreza extrema, el deambular y una salud deteriorada.

Durante décadas las fuerzas del poder económico, todos los patrones y patronales hicieron oídos sordos y vistas ciegas ante este flagelo. Hoy la preocupación está pasando por el futuro próximo de una fuerza de trabajo que no podrá cumplir las tareas más elementales. Y lo volvemos a reiterar, los organismos internacionales con sus declaraciones se quedan en la denuncia.

Los patrones mendocinos, los bodegueros que hoy presentan junto a gobiernos provinciales formas de erradicación del trabajo infantil, no lo hacen como actitud benefactora, nada que ver, sus objetivos y siempre su mirada a largo plazo tiene que ver con el deterioro ya, de una fuerza de trabajo analfabeta, sin calificación y próxima a tener todo tipo de enfermedades acumuladas.

¨En Mendoza existe un grave problema originado en el desplazamiento de personas de países vecinos, que vienen buscando trabajo y un mejor horizonte para su superación individual y social; muchos lo encuentran, y pueden edificar para sí y para sus hijos un mejor pasar, pero siempre se encuentran chicos, casi niños, y jovencitos, que viajan en micros o en camiones y vienen a trabajar, muchos de ellos sin papeles ni documentos de identidad y sin más amparo que su pobreza¨. Los Andes, 13 de marzo del 2006

El programa que lanzaron en la provincia cuyana sostiene: Los chicos a la escuela. El trabajo es para los adultos. Plantean que tienen la intención de reinsertar en la educación a los chicos que trabajan, es un programa con aristas para cuestionar. La directora general de Escuelas, Emma Cunietti, de la provincia cuyana, sostuvo que para cambiar este sistema de explotación, "hay que desnaturalizar una situación muy arraigada".

Esta situación es que los adultos que deben desempeñarse en la cosecha, ven como natural que sus hijos también trabajen. Para este individuo no es algo malo quitar a los niños del ciclo lectivo y ponerlos a colaborar en la lucha diaria de mantener económicamente a la familia, sostienen los funcionarios mendocinos.

Incluso Cunietti sostuvo que, el principal argumento para que las clases no comenzaran en febrero, es que los niños están colaborando en la vendimia. "Y eso no está bien", dijo. "Eso significa una naturalización del trabajo infantil. Los chicos acarrean tachos que pesan 20 kilogramos, y la sociedad lo ve como una situación normal", expresó.

La directora general estuvo acompañada, en la oportunidad del lanzamiento del programa, por los ministros de Desarrollo Social, Gobierno y Economía, Ana María Gotusso, Gabriel Fidel y Laura Montero, y el subsecretario de Trabajo, Carlos Rúffolo.

Se esconde la esencia del problema, no se puede adjudicar a los padres toda la responsabilidad, como que son los únicos responsables del trabajo de sus hijos. Los funcionarios mendocinos, en este caso, como siempre le endilgan el problema al pobre, y de esta forma aparecen como los salvadores. Se olvidan que en estas décadas nada hicieron para evitar el trabajo infantil, que en esa provincia durante décadas avalaron esa forma de explotación en convivencia y connivencia con los bodegueros, plantadores y comercializadores.

Por otro lado, el recambio y eso no lo dicen, llega desde hace tiempo de Bolivia, niños y adolescentes indocumentados que están haciendo el trabajo infantil, un recambio de nacionalidades, pero nada dicen de estos otros niños.

Desde el poder político y económico se sigue fomentando la lucha de pobres contra pobres, en este caso de los chicos.

El poder económico, con su aliado indiscutible los gobiernos de turno y gobernantes de estos tiempos, siguen apostando a la explotación de la mano de obra infantil porque, no sólo, es barata, sino porque no genera ningún tipo de retribuciones y, además, porque los niños y adolescentes por su corta vida no conocen aún, los mecanismos de lucha. La pobreza, la indigencia, la humillación los lleva a no tener la menor idea de sus derechos. El analfabetismo y la subalimentación han sido la variable justa para sumirlos en su propia destrucción.

Por otro lado, la violación de los derechos humanos de los chicos es tan grande que: ¨ La jueza de Familia de Tupungato, doctora Rodríguez, aclaró que "los chicos no llegan al juzgado porque estén trabajando, sino porque hubo alguna situación de abuso o de violencia. Es una situación difícil por los problemas de identidad y de identificación. La situación sanitaria también es muy difícil porque, por ejemplo, se transmiten enfermedades". Los Andes, 13 de marzo del 2006

Pero hay responsables, y estos siguen siendo, no sólo, la falta de políticas de estado para terminar y erradicar por una vez y para siempre el trabajo infantil, la hipocresía del poder es tan omnímoda, que sólo desde la fortaleza popular se podrá terminar con este flagelo doble: de la cuna a la tumba, pero sin escalas, los niños y los adultos en la misma sintonía.

Otro de los aspectos relevantes y que no podemos dejar de mencionar, es la sociedad pacata mendocina, donde las congregaciones religiosas son múltiples, en San Rafael están los febreristas, maristas, dominicos y otros, donde la religiosidad es acumulada, pero la insensibilidad es eterna.

Tiene razón la funcionaria cuando afirma que la sociedad mira indiferente, esta parte de la comunidad mendocina enriquecida y poderosa, con una fuerte clase media hace la vista gorda y, prefiere pensar en las responsabilidades de los pobres, mientras elude, deliberadamente, en pos de sus intereses económicos y políticos.

Mientras tanto, a los chicos los siguen explotando.



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