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24
DE AGOSTO / DÍA DEL LECTOR
LEOPOLDO
MARECHAL / POEMARIO
Producción
de Villa Crespo Digital
29
de agosto del 2016
POEMAS
CANTO
DE OTRAS VIDAS
Silencio,
sangre de campanas muertas.
Llanto de las casas vacías
que imploran un retorno de niños...
Yo
sé un canto sin nombre
que fructifica en el silencio.
Una canción de aquellas que soldaban tus párpados
cuando la lámpara florecía
en los aposentos mojados de sombra.
Entonces
hubo dedos color de reloj
y un perfume de llantos antiguos en la ropa vetusta.
(Hay
que tirar guijarros musicales al fondo del silencio:
el silencio responde con su voz de agua muerta.)
¡Tus
manos!
Veo tus manos desgarradas
en cinco tiras de cansancio.
¿En
qué viejo episodio se gastaron tus dedos?
La vida fue un liviano cascabel en tus ropas
¡y has echado a rodar el juguete del mundo
yo no sé en qué mañana de libro
con viñetas!
El
cántaro vacío de tus ojos
ha mordido la fuente de algún sol en pañales...
(Todo
está en el silencio
y en la fatiga de tus brazos.)
Una
mañana tus ojos de Simbad arponearon el sol.
En madera profunda
tallaste el mascarón de un navío fantasma:
un mascarón de gestos petrificados
que mordió la carne frutal de aquel día
sin nombre.
Entonces
un mar sin leyendas
habló de tu origen a dioses color de esponja.
Y
el viento no había pisoteado todas las distancias.
El viento niño rompió el juguete de tus
Cantos
y hacía danzar en sus horcas
a los piratas de tu miedo...
¡Quién
te dijo una noche que la muerte
sólo un tapiz de sueño era!
¡Quién
te enseñó una noche de qué modo
la vida
se acostaba en sus linos,
como tú, de pequeño,
cuando en los labios de tu madre
nacían llavines de música para tus ojos!
¡Quién
te habló de la muerte
y de un retorno en caballos festivos!
(Yo
sé un canto de abuelas;
el silencio responde...)
¡Tus
pupilas
-amente fieles a la hoguera
que abrió incurables llagas en la noche de añil!
¡Qué
vieron tus pupilas? ¿Qué vieron
la barba color hoja seca de los ancianos
torax de hombres adustos
hablaban un lenguaje aprendido en la boca del viento?
Una
voz deshizo el collar de tu nombre,
una voz musical de nodriza recién castigada...
¡Todo
está en el silencio!
He ahí tus pasos amigos de una tierra sin edad.
Y la mujer a tu carne ceñida, igual que una ropa
de llamas.
Y un amor traslúcido como el reír de los
niños
que mataron pichones de alondra junto al Río
Dios.
Todo
está en el silencio
y en la fatiga de tus brazos.
Has roto la ventana de un Olimpo sin risas
y salieron los dioses en pantuflas
esgrimiendo sus rayos de juguete...
¡De
qué metal será la palabra
que infantilice los labios del mundo!
¡Qué
harás con tus manos de cinco tiras
en el puente de las noches, cazador sin sueño!
Y
en el oeste un pájaro se alza:
con el pico enhebrado de música
viene cosiendo el traje de una edad.
De
"Días como flechas" 1926
DE LA ROSA PRUDENTE
A
su espinoso mundo sometida,
vive y muere la rosa colorada:
su pura soledad, ¡qué bien guardada!,
su bandera de amor, ¡qué defendida!
Guerra,
pero entre dardos florecida;
cielo, mas al arrimo de la espada,
si hasta la rosa llega tu mirada,
no se le atreve al fin tu mano herida.
Miel
indefensa, corazón desnudo
que a todo viento, si es de amor, te inclinas,
falto a la vez del arma y del escudo,
¡busca
ya la milicia cuidadosa!
Y que, mortificado en tus espinas,
te valga la prudencia de la rosa.
DE LA SOLEDAD
Desatado
de guerras,
oigo cantar mi viento.
Yo recogí mi corazón perdido
sobre la muchedumbre de las aguas.
Yo soy un desertor entre las huestes
que asaltaron el día.
Bellos
como las armas relucen mis amigos:
desde los pechos al talón se visten
con el metal de la violencia.
Ellos imponen su color al mundo,
le arrojan la pedrada del boyero
y atizan el ardor de sus caballos,
para que no se duerma.
Como
la espada cortan mis amigos:
bajo su peso tiemblan
las rodillas del día.
Mi
corazón no tiene filos de segador:
yo no encendí banderas ni encabrité mi
sombra.
No sé lanzarme, recogido y fuerte,
como la piedra del boyero.
¡Ay, negrean los días,
y es tangible su miel!
Sobre su tiempo bailan mis amigos.
¡Quién supiera bailar sobre las uvas,
ágil en la dureza,
bello como las armas!
Algo
hay en mí que pesa de maduro,
grita su madurez, pide su muerte:
se derrumba, total, como la sombra
que nace del verdor.
Mi viento desaté sobre mi tierra,
volvióse contra mí toda mi llama:
podado con mi hierro, nutrido de cenizas
creció mi corazón hasta su otoño.
¡Ay, grosura de otoño
quiere ser mi congoja,
y dispersión de mar enriquecido!
Si
a mi madura soledad entraras,
amiga, por el puente de las voces,
y pudieras, amigo, sofrenar tu caballo
debajo de mi sombra,
tal vez el manso día no cayese
doblando la rodilla
ni el mundo reclamara la piedra del boyero.
(Desierto está el camino de las voces,
sin freno los caballos.)
Una
ciudad a mi costado nace:
su infancia es paralela de la mía y retoza
más allá de mi muerte.
Herreros
musicales inventan la ciudad,
afirman su riñón, calzan su pie:
¡baila desnuda al son de sus martillos
la edad de los herreros!
Yel
corazón de la ciudad se forja
con el puro metal de las mujeres,
y sobre los metales castigados
es bella y sin piedad esta mañana.
Pero
los niños ríen de espaldas a la tierra
o en la margen del gozo:
conspiran bajo el sol de los herreros
para que tenga un alma la ciudad.
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"La
Patria es un dolor que nuestros ojos no aprenden a llorar".
Leopoldo
Marechal
DEFINICIONES
Te
propongo, con ánimo docente,
Varias definiciones de tu cuerpo.
La
viajera: “Es un traje de turismo,
entre los muchos que ha de usar tu ser
cumpliendo su moción helicoidal”.
La
tenebrosa: “Es el cajón de muerte
o el ataúd grosero en que tu alma
yace y espera su liberación”.
La
hotelera: “Tu cuerpo es una casa
que has de habitar un día y una noche”.
La
fabril: “Es un útil de trabajo,
una herramienta noble (martillo, escoplo, arado)
con que realiza el alma sus oficios terrestres”.
Sea
un útil o un traje, sea chalet o féretro,
cuidarás ese poco de tierra necesaria.
Ni adores a tu cuerpo ni le des latigazos:
es un buey de ojos tristes, pero muy obediente
si no lo abruma el yugo, ni le sobra la alfalfa.
DEL
AMOR NAVEGANTE
Porque
no está el Amado en el Amante
Ni el Amante reposa en el Amado,
Tiende Amor su velamen castigado
Y afronta el ceño de la mar tonante.
Llora
el Amor en su navío errante
Y a la tormenta libra su cuidado,
Porque son dos: Amante desterrado
Y Amado con perfil de navegante.
Si
fuesen uno, Amor, no existiría
Ni llanto ni bajel ni lejanía,
Sino la beatitud de la azucena.
¡Oh
amor sin remo, en la Unidad gozosa!
¡Oh círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena.
El
amor es un robo me dijiste una tarde...
[Poema: Texto completo]
Leopoldo Marechal
El
amor es un robo -me dijiste una tarde-
robamos y nos roban, y así pasa de modo
que en los senderos quedan nuestras mejores galas
resecas como lirios que marchitó el otoño.
Han
pasado los años y de nuevo tu imagen
cruzó por mis ideas con la luz de un meteoro,
y mirando en mi abismo y hallando mucha sombra
recuerdo tus palabras: El amor es un robo.
DE
SOPHIA
Entre
los bailarines y su danza
la vi cruzar, a mediodía, el huerto,
sola como la voz en el desierto,
pura como la recta de una lanza.
Su
idioma era una flor en la balanza:
justo en la cifra, en el regalo cierto;
y su hermosura un territorio abierto
a la segura bienaventuranza.
Nadie
la vio llegar: entre violines
festejaban oscuros bailarines
la navidad del fuego y del retoño.
¡Ay,
sólo yo la he visto a mediodía!
Desnuda estaba y al Pasar decía:
"Mi señor tiene Un prado sin otoño".
LIBROS
DE POESÍA
Los
Aguiluchos (1922)
Días como flechas (1926)
Odas para el hombre y la mujer (1929) (Primer Premio
Municipal de Poesía)
Laberinto de amor (1936) (Tercer Premio Nacional de
Poesía)
Cinco poemas australes (1937) (Tercer Premio Nacional
de Poesía)
El centauro (1940) (Primer Premio Nacional de Poesía)
Sonetos a Sophía (1940) (Primer Premio Nacional
de Poesía)
Canto de San Martín o Cantata Sanmartiniana (estrenada
en 1950, en el Cerro de la Gloria, Mendoza, Argentina)
Heptamerón (1966)
El poema de Robot (1966)
Poema de la Metafísica (publicación póstuma
dedicado a su prematuramente fallecido nieto Ezequiel
Destelles).
FUENTES:
varias y propias.
Caracteres:
7941
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