EL
NIÑO MAXI
El
Centro Mandela nos envió a nuestra Redacción
esta historia de abuso al niño MAXI.
Este
es el informe completo de una situación de
injusticia, de falta de actuación de la justicia
y la realidad que hoy vive en el Hospital de Pediatría
Garrahan en la Ciudad de Buenos Aires.
14
de diciembre del 2017
“Centro
Mandela DD. HH.”
CENM
EL
CALVARIO EN VIDA DEL NIÑO MAXI DESPUÉS
DE SER ABUSADO
En
Agosto de 2014 el médico especializado en cirugía
infantil, Eduardo O. Ale, después de constatar
gravísimas lesiones anal e intestinal que presentaba
A.M.O., de 7 años, denunció el abuso
que había sufrido Maxi, quién vivía
con sus padres M.A.O y M.A. y sus seis hermanos en
el barrio Jesús de Nazaret. El médico
denunció el caso. Intervino la Fiscalía
de Investigación 9, a cargo de la Dra. Carmen
B. Scarpín. La situación familiar era
y es desesperante. El Estado chaqueño estuvo
y está ausente.
La causa judicial avanza perezosamente. El posible
abusador “Japo” V., que era vecino, inexplicablemente
sigue prófugo desde 2014. La familia de la
víctima nunca entendió por qué
el abusador no ha sido capturado y juzgado cuando
saben que cada tanto reaparecía en el Barrio
después de que se fuera de su vivienda. Los
padres de Maxi están convencidos de que no
se quiere detener al abusador para que la Fiscalía
Penal active la investigación.
Denuncias
por abuso
El
médico diagnosticó que el niño
presentaba un absceso perianal con gravísima
infección, por lo que ordenó su internación
en el Sanatorio Antártida. Luego de varias
intervenciones confirmaron que Alexis presentaba lesiones
anales compatibles con abuso sexual, no pudiendo descartarse
que fuera empalado. Hasta ese momento la mamá
del niño desconocía quién abusó
de su hijo y no pudo aportar ningún dato relevante
para identificar al abusador.
El
padre de Maxi efectuó otra denuncia en la que
manifestó “hace siete meses, aproximadamente,
le había brotado un nacido en la parte del
ano, y hace más de diez días nuevamente
le volvió a salir un nacido en el mismo lugar”.
Durante una conversación que mantuvo con su
hijo durante la internación éste le
contó que unos vecinos del barrio se lo llevaron
a su casa bajo amenazas y que lo sometieron. Agregó
que el abusador “había prendido la máquina
para cortar pasto para que no se escuche cuando Maxi
lloraba”. Después, surgió otro
dato estremecedor durante la asistencia psicológica
en el Hospital Garrahan, a donde fue derivado. El
niño contó que el abusador lo amenazó
con “cortarle” si hablaba.
Es evidente que el abusador actuó con total
y absoluta perversidad, incluso haciendo participar
a su propio hijo, que se resistió. Fue extraordinaria
la crueldad al momento en que violó al niño.
Los informes médicos evidencian que el abusador
dañó profundamente a la víctima.
Su infancia e inocencia fueron literalmente exterminadas,
a pesar del ánimo y de la perseverancia de
Maxi.
Los
gravísimos daños y secuelas que provocó
el abusador
Los
daños y las secuelas que arrastra Maxi son
gravísimos, tanto físicos como psicológicos,
que determinó su derivación al Hospital
Garrahan. Quedó aguda y crónicamente
enfermo, en su sistema digestivo y, sobre todo, en
el tránsito intestinal que como secuela quedó
muy comprometido por lo que se le realizaron varias
intervenciones quirúrgicas de reconstrucción,
con resultados poco alentadores por los daños
que le causara el abusador, seguidos de infecciones
iniciales y posteriores. Estuvo y continúa
un largo período sin poder comer normalmente,
por lo que está obligado a alimentarse a través
de un catéter.
Anímicamente se encuentra contenido por el
personal del hospital Garrahan. Pasa sus días
entre médicos y enfermeros amigables, que lo
asisten en los permanentes pre y post-operatorios.
Está continuamente acompañado por su
mamá, que también tiene su salud debilitada
por un cuadro de hipertensión que sufrió
a partir del abuso al que fue sometido de Maxi. Está
lejos de sus otros seis hijos, que permanece al cuidado
del papá, quién viaja al hospital Garrahan
cuando puede conseguir medios económicos ya
que hace changas. Sus ingresos son bajos e inestables,
de manera que condiciona toda la economía familiar.
Desesperante
situación
La
historia clínica de Maxi es un compendio de
la tragedia que vive la familia. Es más que
elocuente el informe psicológico de dicho menor,
elaborado por las licenciadas María José
Ferrea y Griselda Splivalo, pertenecientes al Servicio
de Salud Mental del Hospital Garrahan. El paciente
se encuentra internado en la Unidad de Cuidados Intensivos
44 (UCI 44), con desgarro anal grave, colostomizado
desde agosto de 2014, con antecedentes de abuso sexual.
El niño presenta un cuadro abdominal crónico,
con múltiples fístulas, no pudiendo
comer normalmente por lo que continúa con alimentación
parenteral.
Dos
o tres veces por semana ingresaba a quirófano
para realizarle limpieza e higiene abdominal. Continua
con tratamiento antibiótico de amplio espectro
por presentar colecciones intraabdominales (materia
y líquido fecal). Se le brinda un buen seguimiento
multidisciplinario, con servicios de cirugía
general, infectología, nutrición y salud
mental.
“Tengo
los intestinos de Maxi pegados a mis ojos”
La
enfermera más vinculada con Maxi, solidaria
como pocas, transmitió un relato descarnado
al Centro Mandela “tengo los intestinos de Maxi
pegados a mis ojos. La familia necesita que se haga
justicia”. Describió el largo y doloroso
tratamiento que se le brinda a Maxi.
El
equipo de Sala, especialmente el personal más
cercano, está agobiado. Describieron el recambio
de vendajes de la herida abdominal que muchas veces
deben realizar en forma diaria, para lo cual deben
adormecer a Maxi con drogas. El procedimiento le causa
mucho dolor. Los intestinos estaban fuera de la pansa,
en una bolsa especial en la que colocan un tubo de
goma conectado a un aparato de aspiración especial
de los líquidos intestinales que Maxi debe
eliminar. En la etapa más crítica las
curaciones eran más seguidas porque “perdía
mucho líquido por la fístula”.
Lo
operaron varias veces para unir sus intestinos, cerrar
la fístula y la “ventanita” de
la panza para que comience a comer. La cirugía
realizada en abril, que duró más de
10 horas, tenía por objetivo unir los “pedacitos”
de intestinos que le quedaban a Maxi. Suturaron “agujeros”
intestinales. Pasó a terapia intensiva y después
nuevamente volvió a quirófano.
El
19 de septiembre pasado le pusieron una malla para
sostener los intestinos de Maxi, pero la intervención
no salió como esperaban. Señalaron que
“Maxi atraviesa una etapa complicada. Sus intestinos
prácticamente se deshacen. No se le puede dar
de comer. Continua con alimentación parenteral
y con un sistema de bomba que aspira los líquidos
intestinales”.
Nueva
cirugía
En
el Garrahan se tiene previsto realizarle a Maxi una
nueva cirugía el próximo mes para intentar
reconstruir el tránsito intestinal. Todavía
no asignaron turno para la intervención. Es
abrumador el historial hospitalario, que nítidamente
refleja una cronología de atenciones e intervenciones
quirúrgicas complejas y muy penosas. Continúa
siendo incierto el pronóstico respecto del
niño paciente en virtud de la incertidumbre
médica y científica en relación
a los resultados que se pueden lograr. La familia
transita por ciclos de moderadas expectativas, seguidos
de escepticismos y desesperanzas porque son conscientes
de que el abusador destruyó a Maxi.
La precaria y perezosa investigación
judicial y policial
La
Fiscalía de Investigación Penal 9 pidió
que el Hospital Garrahan enviara la Historia Clínica
de Maxi, que ya está agregada al expediente.
La Fiscal Scarpin preguntó a dicho hospital
si Maxi se encontraba en condiciones de viajar para
declarar en la causa. El último informe del
Hospital Garrahan indica que luego de múltiples
cirugías el niño se encontraba clínicamente
estable, aunque crónica y gravemente enfermo.
Desde el punto de vista digestivo, estaba disfuncionalizado,
con múltiples fistulas enterocutáneas
(al exterior) y con el abdomen abierto, con imposibilidad
de recibir ningún alimento por vía oral.
Señalaron que están obligados a alimentarlo
en forma continua a través de un catéter
venoso central. Agregaron que desde el punto de vista
médico el niño era capaz de sostener
una conversación y no había contradicción
clínica para que declare, aunque no estaba
en condiciones de viajar y ser trasladado a Resistencia.
Ofrecieron que tomaran declaración a Maxi en
el propio Hospital Garrahan.
La
demorada declaración de Maxi
El
martes 5 de diciembre declaró Maxi en Cámara
Gesell, en el segundo piso del Hospital Garrahan,
acompañado por su madre. Adecuaron un ambiente
para que cuente lo que pasó. Tranquilamente
relató lo que le hicieron. Lo grabaron. Cerca
de las 13 horas volvió a la Sala. Se sentía
bien.
Pasaron
más de tres años para que la justicia
penal chaqueña, con la colaboración
de los Tribunales de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, tomaran declaración a Maxi, que
es el mismo tiempo en que inexplicablemente permanece
prófugo “Japo”, posible abusador.
La familia contó que recibieron amenazas.
Era y es tanta la impotencia de la familia para que
se haga justicia que la madre de Maxi interesó
y declaró en la Fiscalía a cargo del
Dr. José María Campagnoli, en Saavedra.
Según informó una de las secretarias,
enviaron a la Fiscalía Nº 9 de esta Ciudad
todo lo que pudieron recabar, y que a Campagnoli le
informaron que estaban buscando al abusador en abril
de 2017, aunque parece que “Japo” se transformó
en un ser invisible. Todo un fracaso para el sistema
judicial y policial en crisis, que forma parte de
un Estado sordo y ciego.
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