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ANIVERSARIO DE LA HUELGA FERROVIARIA DE 1961
CONTRA EL PLAN LARKIN
Por
Juan Carlos Cena * miembro fundador del MONAREFA * especial
para Latitud Periódico y Villa Crespo Digital
16
de noviembre del 2011
DE
LA AGITACION A LA LUCHA - COMIENZA LA HUELGA
La
unidad es como cuando la arena se cuaja en roca, se torna potente
y poderosa, cuanto no ocurre ese sólido cuajo, la arena
es roca degradada. La lucha que depara ese endurecer, de la
arena en roca, es dura y permanente. De no concurrir así,
los trabajadores y el pueblo sólo serán granos
dispersos. No hay fuerza ni resistencia en la fragmentación
*.
Se
había producido la unidad en forma territorial, no era
poca cosa. Todo se tensaba al unísono.
El 30 de octubre de 1961 se inicia la gran huelga ferroviaria
que habría de prolongarse durante 42 días, plenos
de abnegación y valentía los ferroviarios detuvieron
los trenes. Ese mismo día el presidente Arturo Frondizi
autoriza una inversión de 19 millones de dólares
de la General Motors en el marco de una política de estado,
que era la de favorecer a la industria del transporte automotor.
El ferrocarril y los ferroviarios eran un serio obstáculo
para la implementación de esas políticas de estado.
Antes
de declarar la huelga hubo asambleas a lo largo y a lo ancho
del país, todas con mandato de huelga. La Comisión
Directiva de la Unión Ferroviaria recibía estos
mandatos como fierros calientes. Por si esto fuera poco, el
senado aprobó el Plan de Reestructuración de los
Ferrocarriles del general Larkin. Se vislumbraba un paro por
tiempo indeterminado. Ante la presión, la Comisión
Directiva se ve obligada a decretar el paro por 48 horas.
A fines de octubre comienzan los cierres de ramales, talleres
y coches comedores. Todo era frenético, no había
un solo día igual a otro. En Liniers, una asamblea multitudinaria,
con presencia de vecinos, habitantes de barrios ferroviarios,
decreta un paro general antes que la Comisión Directiva
de la Unión Ferroviaria. Los dirigentes de esa seccional,
la de Liniers, salen en manifestación junto con los habitantes
del populoso barrio; esa columna numerosa se presenta en la
CGT. Esta se resiste a atender a los manifestantes porque es
funcional al gobierno nacional. Luego de mucho presionar, los
manifestantes logran que salga el líder de la CGT, el
elegante Alonso, del sindicato del Vestido, con su séquito
a pedir calma y paciencia apelando a un discurso obsoleto y
empalagoso, consecuente conciliador, donde raya la traición
desde junio del 55. Se dirige a la manifestación para
no decir nada. Sólo habló de paz y conciliación,
que había que esperar, tener paciencia…
Fue insultado en todos los idiomas, pero ni se inmutó;
ya no representaba a los que estaban ahí sino otros intereses
que estaban en otro lado. Cuentan los compañeros de Liniers
que estuvieron en la marcha que fue necesario contener a algunos
que querían agredir físicamente a Alonso, especialmente
los peronistas que junto con los comunistas, socialistas y de
otros partidos habían fabricado la primera locomotora
diesel de la Argentina: La Justicialista, bajo la dirección
del Ingeniero Sacayo, a la que después del golpe de 1955
la habían desarmado y cortado con soplete. Alonso y sus
alcahuetes no habían abierto la boca, como siempre, la
situación se volvió insostenible.
Las
seccionales más combativas: Liniers, Rosario, Tafí
Viejo se largaron con la huelga un fin de semana. Primero fue
Liniers; la decisión de parar, resuelta en una asamblea
multitudinaria, corrió como un reguero de pólvora
a pesar del fin de semana. Ahí nomás paró
Rosario y después Tafí Viejo, todo eso fue encadenando
los paros por seccionales. La situación desequilibra
a la Comisión Directiva que se ve forzada a terminar
su oficio de equilibrista, no tiene más remedio que seguir
a las bases representadas por las seccionales.
La tormenta de la huelga avienta todas las incertidumbres, es
imparable. Hace volar por el aire las vacilaciones, los temores,
las dudas, todo. La Comisión Directiva, obligada por
las circunstancias decreta el paro por tiempo indeterminado
el 28 de octubre.
Hubo
un anarquista español (Rafael Barret) que anduvo por
las orillas del Plata, que dijo: "la huelga suspende la
vida; es el momento en que la clase obrera deja de ser arena:
se cuaja en roca". Nos imaginamos cómo habrán
observado o sufrido la huelga desde la orilla del pueblo, los
dirigentes políticos, intelectuales, historiadores y
afines. ¿Habrán percibido la roca?, que no había
ni un granito suelto. No se imaginaron nunca ni se imaginarán
lo que cuesta ese proceso, la de unir grano por grano el arenal
suelto que se desparrama al vaivén de los viento. Tampoco
podían imaginar que fuera tan frágil y fuerte
a la vez, ni el peligro que llevaba en sus entrañas de
pasar del estado sólido, compacto, a un desgrane incontenible.
Sostener la solidez y que nada se desvaneciera fue un trabajo
arduo, constante y sin claudicaciones. Porque si la roca de
nuevo se volvía arena, esta sería arena postrada,
degradada.
Sostener una huelga era apuntalar los lados débiles de
la fortaleza ferroviaria erizada. Era febril actividad, la vida,
en este caso, de los ferroviarios fue cambiando, aparecían
los silencios, se paralizan las máquinas, se apaga el
quehacer de la fragua, se enciende otro fuego, el de la lucha.
La huelga, un arma del ejército invisible de trabajadores
que no destruye pero paraliza. Como dice, otra vez Barret: “La
ruina absoluta es dejar el mármol en la cantera y el
hierro en la mina". “La huelga es la parálisis”.
“Su arma terrible es la inmovilidad”.
La
cuestión es no bastardear ese fuego, no usarlo para fines
egoístas o personales, no transformar la acción
de la huelga en algo inútil y banal. Esta herramienta
de la clase obrera es la más atacada de todos lados,
la más traicionada y vendida a precio vil. Ha dado lugar
a decretos, leyes, reglamentaciones, duras penas para el que
adhería, represión, sangre y muerte.
PRESENCIA
DE LA MUJER EN LA HUELGA
El
papel de la mujer será fundamental en esta huelga. El
Boletín de Huelga de La Fraternidad dirá en uno
de ellos: Ya vendrá un Homero que les cantará
a las mujeres. Ellas se sublevaron y reemplazaron a sus compañeros
que habían pasado a la clandestinidad. Por un decreto
titulado de “Requisa, los ferroviarios podrían
ser detenidos sin orden del Juez. Los lugares donde resistieron
las mujeres ferroviarias, hicieron el aguante y se enfrentaron
a los militares, fueron Estaciones: Tafí Viejo, Mechita
y Lamadrid – Tucumán, Ing. White - Bahía
Blanca, Boulogne Sur Mer, Remedios de Escalada, Basavilbaso,
San Antonio Oeste, provincia de Buenos Aires, Alta Córdoba,
provincia homónima, El Cadillal, La Rioja, Justo Darac,
San Luis, Liniers, Capital Federal y en Laguna Paiva quemaron
un tren cargado de krumiros, entre otras.
Por todo esto y más, hay que honrar esa huelga. Estar
de paro es estar en estado de dignidad. Es el instante en el
cual uno resuelve ser libre de toda atadura aunque sea por un
instante, un tiempo breve, un momento espacial de este mundo,
y después por otro más; y así, construyendo
una cadena de momentos libertarios que unidos van a satisfacer
la necesidad de ser libres para siempre.
Fueron acciones de los trabajadores ferroviarios contra la entrega
y el desguace de los ferrocarriles argentinos. Fue una huelga
de alto contenido político y patriótico.
En
la primera acción se enfrentó al siniestro Plan
Larkin, oferta de los colonialistas norteamericano y auspiciado
por los colonizados criollos. El proyecto consistía en
cerrar ramales, talleres, los enlaces de los trenes entre pueblos,
terminar con la integración territorial.
Fueron 45 días bravos de huelga donde la represión
se enseñoreo fundamentalmente con los compañeros
de la fraternidad. Acción contra el ferrocarril que asomaba
en forma violenta en el año 1958, donde los trabajadores
ferroviarios fueron movilizados, encarcelados en vagones, algunos
cesanteados.
En
el año 1960 volvió la represión a través
del Plan Conintes (Plan de conmoción interna, ley sancionada
en tiempos de Perón, rechazada por Frondizi y aplicada
por él) contra todos los luchadores en el orden nacional.
Se intentaba tupacamerizar los ferrocarriles para luego cerrarlos
en beneficio de la industria del transporte automotor. Período
que inicia tras el golpe de estado de 1955. Transcurrieron dictaduras
militares, democracias frágiles o relativas, en todo
ese tiempo un vector atravesó al movimiento obrero en
general y a los ferroviarios en particular: la represión;
a pesar de eso nunca nos doblegaron.
Se
luchó todos los días y a cada rato desde 1961
hasta 1991, en el año 1992 nos derrotaron, pero no nos
vencieron.
Expulsaron
a 85.000 trabajadores, con ello sobrevino la diáspora
ferroviaria, se cerraron ramales, se clausuraron trenes de pasajeros
de larga distancia, aparecieron los pueblos fantasmas. El ferrocarril
dejó de acarrear agua y suministros vitales, las comunicaciones.
Cerraron los tanques de agua, no los clorinaron mas, el agua
se pudrió, regresó el genocidio de la sed, comenzaba
el abandono de los pueblos en busca de agua y pan. Los trenes
sanitarios no sanaron más, cerraron sus portones 37 talleres
y más de 40 policlínicos fueron vendidos precio
vil.
La lucha continuó a través de diversos intentos
de organización.
LA
SOLIDARIDAD
La
solidaridad se presentó en forma pequeña y grande,
individual y colectiva. Se abrieron miles de flores solidarias,
brotaron de lo más profundo de los corazones del pueblo.
En ese mismo acto creó normas de comportamientos éticos
y dignos, cuestiones que el gobierno y los gobiernos desprecian
y creen que todo tiene un valor material, que todo es comprable.
Como así la solidaridad del pueblo, en especial los almaceneros
y carniceros. No fueron actos de caridad, fueron acciones solidarias
porque ningún obrero puede sentir caridad por otro obrero,
ningún hombre o mujer del pueblo pueden sentir caridad
por otro hombre o mujer del pueblo. Es que la caridad es imposible
entre iguales, sino el amor solidario que nace de la fraternidad
de clase, porque es la solidaridad de los explotados, de los
reprimidos, que ayuda mutuamente para resistir y avanzar, para
dejar de ser explotados y la realización como hombres
libres y dignos.
ENSEÑANZAS
DE LA HUELGA
La
Huelga Ferroviaria se realizó en el mismo período
que lo hicieron otros gremios, como el Frigorífico, los
bancarios y del Seguro, los jaboneros entre otras. Huelgas donde
los trabajadores cumplieron en forma unánime y heroica,
el cese de actividades y con toda firmeza enfrentaron la represión,
pero la falta de unidad y de solidaridad permitieron al gobierno
negarse a satisfacer esos reclamos esenciales. Estas huelgas
como la metalúrgica, textil, de la carne y del calzado
se malograron por las conducciones cedentes y burocratizadas
de sus conducciones.
La
huelga ferroviaria fue el acontecimiento de mayor envergadura,
no sólo por la importancia numérica del gremio,
por el enorme peso que este tiene en la vida sindical y nacional,
acontecimiento que abarcó casi todo el territorio nacional
y por las acciones que jalonaron, además, el programa
patriótico que levantó.
Una huelga por reivindicaciones, defensa de la fuente de trabajo,
anulación de los despidos anunciados y aumento del salario
pasó a ser una huelga por reivindicaciones políticas:
Defensa de los ferrocarriles y del patrimonio nacional. El pueblo
lo entendió, los otros gremios y parte de los partidos
políticos también. Esta unidad fue la que generó
la defensa de los ferrocarriles, dándole un carácter
nacional a la solidaridad y al apoyo recibido para poder resistir
los 42 días de huelga.
Por
eso entender que: si los ferrocarriles eran desmembrados, como
lo perseguía el Decreto 4061, impuesto por el Banco Mundial,
el BIRF, no serían posibles los demás reclamos.
Por ello, se comprendió que para satisfacer las reivindicaciones
económicas y defender las condiciones de trabajo y de
vida del gremio era necesario, primero, defender a los ferrocarriles
nacionales, el patrimonio del país amenazado por los
grandes monopolios.
En esto también plantear que hubo flaquezas en las comisiones
directivas de ambos gremios: Unión ferroviaria y La Fraternidad,
así como la Comisión provisoria de la CGT. Pero
la conciencia del gremio, de la unidad en la acción,
por abajo, hizo que esas direcciones, así como la CGT
estuvieran presentes en el avance.
La
unidad de los ferroviarios, el trabajo social y político
en cada lugar forjaron una fuerza impresionante de difícil
contención. Se había forjado la unidad de los
trabajadores ferroviarios con el pueblo que entendió
esa lucha y la hizo suya. La unidad de acción fue el
motor interno de la huelga, ante esa unidad fracasaron los intentos
divisionistas y las debilidades de las comisiones directivas
y ejecutivas.
En
todas las seccionales se constituyeron comisiones de solidaridad
con participación de los trabajadores en huelga, y sus
mujeres se acoplaron, los vecinos de los barrios ferroviarios,
centros vecinales, clubes, centros culturales, estudiantes,
escuelas, y así con las fuerzas vivas barriales. De esa
manera se lograron pronunciamientos públicos.
Esta solidaridad tuvo un valor material, pero fue fundamental
el valor moral que estimuló, no cejar, a continuar con
la huelga! Solidaridad que se transformó en un vasto
movimiento solidario.
Tenemos
que rescatar los tres factores más importantes de la
huelga, la unidad en la acción, el programa de la huelga
y la combatividad activa de los trabajadores que fueron los
factores para el triunfo. El cuarto fue el factor de la solidaridad,
sustancial, esencial, necesaria.
Luego
vinieron otras luchas. En estos tiempos de derrotas –
nunca fuimos vencidos- decimos que todo germina de nuevo, y
la clase obrera en forma particular, que, por su dimensión
dialéctica, siempre renace de sus cenizas, demostrando
–desde hace siglos- que no hay un fin, sino un recomienzo
más dinámico.
*
En Ferroviarios, sinfonía de acero y lucha – Juan
Carlos Cena - Edición Monarefa y La Nave de los Locos
– 2009.
• Juan Carlos Cena: especialista en transporte ferroviario.
Autor del libro El Ferrocidio entre otros. Ex Secretario General
de APDFA Organismo Central. Miembro fundador del MONAREFA.
• MONAREFA: Movimiento Nacional por la Recuperación
de los Ferrocarriles Argentinos.
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