A fines del año 2005 realizamos esta entrevista, devela un barrio que fue, un aporte a una realidad que nos ayudó a analizar esta situación política, social y económica de la Villa Crespo con historia
 
18 de abril del 2009
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Nació en Villa Crespo, en 1920 y nos cuenta como era el barrio…
 
Una mujer de Villa Crespo
 
Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital
 
 
Se llama Palmira Ester Lamorte, nació el 28 de marzo de 1920, es activa, lúcida, sencilla y clara cuando cuenta sobre el barrio. Nos habla de la solidaridad, la vida en común en el barrio, una familia numerosa, y más numerosos son los vecinos que la cuidan y acompañan, a quienes ella también les da afecto y cariño.
Estuvimos con ella en su casa natal, sobre la calle Thames, donde en tiempos inmemoriales supo haber muy cerquita de la casa un conventillo, de esos que había en Villa Crespo.
 
Le preguntamos sobre el Maldonado abierto y nos relató:
Yo iba al colegio de Darwin y Loyola y cruzaba el puentecito del arroyo, y había una tabla que estaba floja y yo la saltaba, así que desde los 6 años hasta los 12 crucé el arroyo Maldonado y lo vi entubar, había unos tubos enormes de fibrocemento, que estaban en Castillo y Thames, y de noche nosotros jugábamos y no metíamos adentro. Hasta que se entubó, estaba en cuarto grado.
 
También vio como se inauguró la línea de subterráneos, ¿cómo fue?
Fue un acontecimiento.
Yo lo que puedo decir que el barrio era toda una familia, eran casas bajas, todos se conocían, mi mamá, la señora de enfrente, con decir que había una vecina que había tenido familia en la misma época de mi mamá y ella no tenía leche, así que mi mamá le daba el pecho. Hoy ni locos…
 
¿Qué hacía su familia?
Mis hermanos tenían una sociedad de bailes, y yo metida en el medio.
 
¿Cuántos hermanos eran?
Eran cinco varones y cuatro mujeres, yo la menor. Mi hermana, la mayor murió un poco antes de cumplir 100 años.
 
¿Toda familia de longevos?
Todos de tiro largo. De nueve hermanos ninguno se operó, ninguno, nada. Todos jugábamos en la calle, recuerda.
 
Y las chicas ¿qué hacían?
Y las chicas de arco a arco, de vereda a vereda.
Y cuenta sobre como se vestían para ir a Luján, el 8 de diciembre: todas con vestidos de pintitas y sombreritos. ¨Y a mi me dejaban, porque era la más chica. Era un acontecimiento, se llevaban de todo, comida, carpas… y así¨.
¿Cómo eran los 25 de diciembre?
Era algo muy familiar, todos estaban, venían desde Temperley y tocaban el acordeón, y jugaban con los cohetes.
Y luego cuenta sobre las fogatas de San Pedro y San Juan…
Se hacían enfrente de la casa y se juntaba de todo, durante largo tiempo, venía el vigilante y se apagaba, y cuando se iba lo volvíamos a prender.
El festejo duraba toda esa noche, un mes antes recolectando maderas, cosas viejas, hacían un muñeco, era toda una diversión.
 
¿A que se dedicaba la familia?
Se fabricaban muebles de mimbre, este era un trabajo de temporada. Luego, se dedicaron a los envases, venían muchos carritos y dejaban las botellas y mis hermanos las separaban y las llevaban a las bodegas de Pacífico, de Godoy Cruz, ellos tenían un camión playo…
Uno de mis hermanos traía una botella de sidra bien helada, ya para esa época comenzábamos a festejar.
 
¿Cómo eran los carnavales?
Ah!!!, los carnavales, esperábamos hasta las dos de la tarde y comenzaba el juego a baldazos de agua, toda la cuadra, unos contra otros.
 
¿Y participaban los chicos?
No eran todos grandes, nos divertíamos.
¿Y como eran los juegos de los chicos?
En la calle y con elásticos y charlábamos y pasearnos por la calle.
 
¿Y lo disfrutaban?
Y si, mucho, jugábamos con elásticos, al arco, con alambres, latitas, con las de conservas hacían un balero; y a la rayuela, había veredas con los baldosones y ahí poníamos los números.´
 
Las calles ¿de qué eran?
Empedradas
 
¿Y las inundaciones?
Ay, mi hermana se ponía nerviosa, porque yo estaba tranquila…
Nos muestra hasta donde llegaba el agua, unos 35 a 40 centímetros.
Estas inundaciones fueron con el Maldonado cerrado, entubado, no pasaba nada, todos con pantaloncitos cortos por la vereda.
Yo le tengo miedo al viento, más que al agua…
 
¿De que y en que trabajaban los vecinos?
Acá había muchos judíos, había dos almacenes, sacaban los huevos a la vereda, uno le ponía 42 centavos y el otro 41 centavos, uno era León y el otro Tigre, se ríe, se miraban los precios… y luego la panadería y ahí íbamos y le cantábamos: ¡queremos pan dulce, queremos pan dulce!...
¿Cómo se llamaba la panadería?
La panadería se llamaba Constante Copeiro.
 
Volvemos sobre el trabajo de los vecinos de Villa Crespo. ¿De qué trabajaban?
Había muchas fábricas de textiles.
Nunca trabajé, sólo una vez, que bordaba los saquitos, un ancla, una casita, en punto cruz, el dueño era un judío que me cambiaba de trabajo cuando ya había aprendido, y yo le decía que era un vivo, y el me contestaba que yo tenía cabeza idish… se ríe, me muestra, estaba enfrente de su casa…
 
¿Cómo era el trabajo?
Mucha gente trabajaba llevando trabajo a su casa, había mucho de eso, fundamentalmente las mujeres.
En Camargo estaba fábrica de medios Evelina.
 
O sea, ¿las mujeres trabajaban en las fábricas de la zona?
Si, las mujeres en las fábricas textiles que había varias.
Los hombres no me acuerdo tanto, más recuerdo sobre las mujeres.
Sigue recordando y nos cuenta que se acuerda de La Pura, y enfrente el café de Rossini. Y ahí había una vitrolera, se sentaba y mostraba las piernitas, y un día me peleé con mi novio porque miraba las piernas de la vitrolera… risas…
 
O sea los vecinos trabajaban en el barrio…
Si, si, mucho en el barrio.
Los hombres trabajaban en las bodegas, en Titarelli, por ejemplo… se acuerda que la latita de aceite de oliva costaba tres pesos, y luego una propaganda tremenda contra el aceite de oliva que provocaba colesterol. Y había que consumir otra marca, se queda pensando y ahora volvimos al olivo, pero es carísimo.
En medio de una conversación amena y suelta, donde nos trasmite todo lo que conoce tratamos de conocer un poquito su vida.
¿Cuándo se casa?
El 5 de mayo de 1954, me casé grande, a los 33 años, me crucifiqué como Cristo, dice… y mi marido se reía…
 
No tuvo hijos, y cuenta que viajó por todo el país, que el marido llegaba con dos pasajes y se iban para algún lugar. ¨Tuve un marido muy trabajador, muy inteligente y le gustaba pasear, conocí la República
de punta a punta… de Ushuaia a la Quiaca¨ como el casete o cd de Greco, y nos cuenta que no le gustaba hacer las valijas y llegaron al acuerdo que cada uno se hacía los bolsos.
Vivían en la calle Directorio al 600, ahí se va del barrio. ¨Luego volví cuando se enferma mi hermana¨.
 
Nos sigue contando sobre su matrimonio, que los dos andaban en moto y bicicletas, y nunca le pasó nada… y participaban en las carreras de Bragado.
¨Yo acá soy feliz…¨ y señala su casa natal y su barrio.
Se siente muy acompañada por dos sobrinos que están cerca, y por los vecinos que la cuidan, les deja mensajes y nos muestra los papelitos… y son muchos los amigos y vecinos que le dejan los mensajes y ella a sus vecinos. Es su familia…
No se acuesta temprano, se levanta como a las 9,30 horas y arregla la casa y hace las compras, duerme la siesta y luego visita los vecinos…
Los vecinos tienen las llaves de la casa y entran cuando quieren…
Teje mucho para Caritas, medias y puloversitos para chicos, para San José que está en Castillo y los lleva o se las da a la sobrina. ¨Y también mandé ropita al Chaco¨.
Y nos muestra sus tejidos, realmente hermosos, compra los hilos y lanas en Scalabrini Ortiz. Otra cosa que nos cuenta es que duerme con la radio encendida, porque se siente acompañada.
 
¿Cambió mucho el barrio?
Mucho, sí, mucho… Pero me doy con todos, salvo los edificios que no los conozco.
Hablando de los conventillos nos relata sobre uno de ellos:
Eran todas piezas, y muchos por piezas, una sola pileta, una piletita para los platos, un baño, se vivía mal, vecinos buenos, pero se vivía mal por falta de comodidades, cinco a siete personas… mucho.
Mi mamá con mi hermano Carlitos hacían el pan dulce. Nada tiene el gusto de antes.
Del Conventillo de la Paloma, recuerda que era una casa ancha y con dos líneas de habitaciones a los lados…
Sus recuerdos se arremolinan y piensa que es una de las pocas casas, la de ella que queda con parra. Se acuerda de los higos, las gallinas, verduras, frutas, todos tenían quintitas.
 
Mis hermanos eran todos peronistas y mi marido era radical a muerte, puso la foto de Alfonsín en el patio, una se mojó y la tiré a la miércoles… risas…
Y relata que cuando murió Evita la fue a ver… y estaba irreconocible, era un pajarito. Los vecinos eran muy peronistas, y por eso pusieron un altar en la cuadra…
 
Estamos terminando el reportaje, la casa es una de esas casas antiguas, con unos sesenta metros de fondo, nos muestra los boxes donde separaban sus hermanos las botellas, ahí hay una historia, hay parte de otro barrio que existió, Palmira cuenta sobre las alegrías y lo sencillo de otros tiempos, de la solidaridad, la amistad y el compañerismo entre vecinos. Del trabajo común y de un barrio que se forjó entre conventillos, casas, quintas y sueños.
Los chicos jugaban en la calle, las fiestas de fin de año eran un festejo popular, los carnavales eran para empaparse y jugar y la noche de las fogatas de San Juan eran para compartir entre todos.
Hay un hecho que muestra otro barrio y otra realidad social, su mamá le daba el pecho a otro niño, porque la mamá de ese niño no tenía leche, así de sencillo.
Había trabajo y las mujeres tenían trabajo que llevaban a sus casas, un complemento ideal para poder ocuparse del trabajo y de los críos, de la casa y de los deberes.
Lo que hace Palmira hoy con sus vecinos es intentar, en esas cuadras, seguir recreando los lazos de solidaridad, amor y amistad, buenos vecinos y acompañarse.
Este reportaje nos deja aire fresco y un colorido primaveral que logramos retratar, a pesar de las historias que nos arrancaron y han intentado sepultar.
 
Este reportaje fue realizado el 30 de noviembre y publicado el 5 de diciembre del 2005. Actualizado en abril del 2009
 
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PARA PALMIRA LAMORTE

 

En Thames al ochocientos

Hay mucha historia de vida

Y nuestra amiga Palmira

Nos las podría contar,

Porque en ese lugar

Del barrio de Villa Crespo

Se mantiene siempre fresco

La alegría del hogar

 

Su casa combate el tiempo

Y aún se luce en la cuadra

Por el verdor de su parra

Y el perfume de sus flores,

Sus gestos acogedores

Los vecinos los comentan

Y con su amiga Vicente

Pasa las horas mejores.

 

Palmira vos sos del barrio

El mejor de los presentes

Por eso que humildemente

Este verso te dedico,

Y se que junto con esto

Va el amor de tus amigas

Un verso para Palmira

Una flor de Villa Crespo.

 

Recuerdos de tus hermanos

Con quejas de bandoneón

Las chatas del corralón

Que entraban haciendo ruido,

Los pibes con su albedrío

Jugando en la vereda

Y en el árbol hacían rueda

Los perros de la vecina.

 

Doña Otilia, Doña Laura

Tan amigas de Carlitos

Años que fueron benditos

No hay tiempo que los recorte,

Por eso hago este aporte

De la justa evocación

Un verso de corazón

Para Palmira Lamorte

 

Fernando Rotsztain

Carlos Ferrari

30 de octubre del 2005

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