JOAQUÍN
PENINA ASESINADO EL 9 DE SEPTIEMBRE DE 1930
Por
Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo
Digital
11
de septiembre del 2013. Actualizado el 13 de septiembre del 2016
Producido
el golpe de estado, por parte del general Uriburu, el 6 de septiembre
de 1930, contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, la represión
se recrudeció.
En
Rosario, provincia de Santa Fe, se fusila al albañil reconocido
anarquista , Joaquín Penina.
Este joven albañil provenía de Gironella, una aldea
de la provincia de Barcelona, en medio del auge de la inmigración
hacia nuestro país.
Joaquín
es secuestrado (detenido de forma ilegal y sin registro) en la ciudad
de Rosario, apenas tres días después de producido
el golpe de Estado. El asesinato se lleva adelante entre el 10 y
el 11 de septiembre de 1930.
Muchos
años después, muchos trabajadores gritarían
ante los pelotones de fusilamiento: Viva la Clase Obrera, Penina
gritó: Viva la anarquía.
El
pelotón de fusilamiento que escuchó aquel grito sonoro
y convincente no dudó y sonó en el viento los tiros
de gracia. Uno de los tiros dio en su cabeza y el subteniente describió
aquella realidad de la siguiente forma: "Todos nos acercamos
hasta donde estaba el cadáver y alguien dijo: `Fue un valiente
hasta el último momento`.
Joaquín
había llegado a Rosario con tan solo 24 años, en 1925,
era un militante anarcosindicalista que presumiblemente huyó
de la dictadura de Primo de Rivera. Se afilió al gremio de
los albañiles y comenzó a militar en la Federación
Obrera Local Rosarina.
La
pensión a la que va a parar estaba ubicada en la calle Salta
y Presidente Roca, este lugar poseía una biblioteca en la
que convivían obras literarias con diarios y revistas políticas.
Según cuenta la Profesora Anahí Fernández,
nunca asumió responsabilidades de jerarquía en el
movimiento obrero. Por ideología y por elección prefería
difundir y vender la prensa y la literatura libertarias. Adhería
a las ideas anarquistas y pacifistas de León Tolstoi (cuyo
nacimiento se celebra la misma fecha en que Joaquín comenzó
a morir).
Practicaba
el naturismo, prescindía del alcohol y del tabaco y era vegetariano
estricto. El 7 de septiembre de 1930, un día después
del golpe de estado, se publicó el bando que disponía
“pasar por las armas” a quienes participaran de la difusión
de propaganda opositora a las autoridades de facto. Joaquín
Penina fue acusado de un único cargo: la distribución
de panfletos contra el dictador Uriburu. Le adjudicaron la autoría
del panfleto y la responsabilidad de imprimirlo.
“La
jefatura de Policía nos informa que en las últimas
hora de anoche fueron fusilados tres hombres de ideas avanzadas
-anarquistas o comunistas- a quienes se sorprendió pegando
carteles o llevándolos en los bolsillos…”, informaba
el periódico al día siguiente.
Es dable comentar algo esencial, el cuerpo de Joaquín no
apareció nunca.
En
la II República Española al enterarse de su muerte,
sus vecinos de Gironella impusieron su nombre a la calle principal
del pueblo. El franquismo abolió dicho homenaje durante cuarenta
años. Pero la memoria popular es paciente y empecinada.
LA
POESÍA RECONSTRUYE SU HISTORIA
Cuarenta
años después de su muerte, la historia de Penina fue
reconstruida por el poeta rosarino Aldo Oliva (1927-2000). La investigación
trabajada en poemas no pudo ser conocida, porque la última
dictadura militar se encargó de quemar los cinco mil volúmenes
impresos por la editorial de la Biblioteca Pública Popular
Constancio C. Vigil.
En
el año 2003 reapareció un único ejemplar que
había sido librado de las llamas y se reeditó en el
2007. Mancomunadamente, esa historia está unida por una primera
impresión con su desaparición, hallazgo y reimpresión.
El
Concejo Municipal de Rosario, por medio de una Ordenanza de 1995,
renombró la conocida calle Regimiento Once (en la zona sur
de Rosario) con el nombre de Joaquín Penina. El 17 de septiembre
de 1999, en el Parque Regional Sur (del Barrio Saladillo de Rosario)
se inauguró la plazoleta Joaquín Penina. Se instaló
una placa donde nombra a Penina como «obrero ejemplar»
y «hombre de paz».
El
homenaje a un trabajador, a un hombre con principios, alguien que
vivió oculto en estas décadas, tanto de este lado
del mar, como del otro lado del Atlántico. Un joven con ideales,
un obrero que tuvo valor para enfrentar el pelotón de fusilamiento.
Un cuerpo que fue fusilado y desaparecido… como Espartaco…
como tantos otros… como miles.
FUENTES:
Páginas anarquistas varias.
Caracteres:
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