RODOLFO KUSCH
UNA AVENTURA AL MARGEN DE LA CULTURA OFICIAL
Por
Luis Peluso especial para Villa Crespo Digital
4
de junio del 2014
Enseñaba
a los americanos a pensarse como sujetos de un devenir propio, ligados
a un paisaje irrenunciable en cuanto a domicilio como sede de una
cultura.
Hoy,
ante tanta información que, a veces, desinforma al hombre,
parecería que ya no tiene peso la postulación de una
ecocultura ligada al suelo.
Apostaba
a una nueva etapa protagonizada por América Latina, a la
que llamaba América sin más.
Kusch realizó aportes originales, fundamentales al pensamiento
iberoamericano.
Estamos distendidos entre polaridades opuestas, afirmaba, “nuestra
condición es mestiza y desgarrada, debemos reconstruir una
cultura que ha sido subvertida por clases dirigentes iluministas
que relegaron al pueblo a la marginalidad de lo oscuro”
Se propone recobrar en el pueblo al sujeto filosófico americano.
Asumir esta dicotomía es, para Rodolfo Kusch, iniciar la
reconciliación de los opuestos: Oriente-Occidente, Barbarie-Civilización,
Contemplación-Acción, Estar y Ser Alguien, Cultura
Popular-Cultura Ilustrada.
El
rol que le asigna al intelectual es el de la tarea ética,
restituir su lugar a lo relegado. Para ello será preciso
vencer el miedo a ser nosotros mismos, asumir con valentia nuestra
memoria, nuestros valores olvidados y vislumbrar un horizonte propio.
Realiza
una profunda crítica al racionalismo occidental, utilizando
a menudo la expresión “el patio de los objetos”
señalando que es un lugar vacio donde conversamos, ponemos
muebles; o sea, un lugar para estar cómodos en este mundo.
La ciudad crea esa posibilidad, por eso se convierte en el “patio
de los objetos”.
Para
él, el pensar propio implicaba un pensar culturalmente arraigado:”caído
del suelo”, porque sin suelo no hay arraigo, sin arraigo no
hay sentido y sin sentido no hay cultura.
Llegando a la conclusión de que estamos comprometidos con
América en mayor medida de lo que creíamos.
No
se conformó con hurgarlo todo desde un gabinete, sino que
recogió material viviente en interminables andanzas por todas
las tierras del continente, hablando con la gente, conociendo sus
costumbres, sondeando su pasado, ganando así una firmeza
insobornable en la difícil tarea de asegurar un fundamento
a sus ideales americanos.
Su
pensamiento es pura libertad e intuición.
Falleció
el 30 de septiembre de 1979. Sus restos descansan en el pequeño
cementerio del pueblo de Maimará, en el bello paisaje de
la Quebrada de Humahuaca, lugar donde vivió después
que la dictadura del 76 lo cesanteara de todos sus cargos universitarios.
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