MANUELA
PEDRAZA, UNA MUJER DE LA HISTORIA NACIONAL
Un
nombre para una estación de tren
Producción
de Villa Crespo Digital
13
de marzo del 2014 *
¿QUIÉN
FUE MANUELA PEDRAZA?
La
estación del ferrocarril de Tartagal fue designada con ese
nombre en las primeras décadas del siglo XX. Si embargo,
a la hora de consultar a los historiadores de la región sobre
el origen de tal denominación, nos hemos encontrado con diferentes
respuestas para la misma pregunta, sin poder llegar a una certeza.
Aquí están los resultados logrados por un curioso
impertinente:
VERSIÓN
I
Hacia Los años 1895 y 1920 sobre una de las márgenes
del río Tartagal, vivía una criolla mujer de unos
50 años con su esposo y sus cinco hijos. Mantenían
un puesto caballar y de albergue, como los instalados en la época,
con todas sus características de corral, sólo que
ella sobresalía por su buena cocina y su profunda hospitalidad
con los viajeros. Era oriunda de la vieja ciudad de Tarija, viuda
y casada nuevamente. Contaban que cuando Chile declaró la
guerra a Bolivia y Perú en 1879 (Guerra del Pacífico),
y movilizaron tropas para combatir en el frente de batalla, reclutaron
a su esposo; ella abandonando todo también se alistó,
prosiguiéndolo a lo largo de la extensa campaña con
quien compartió sus penurias y horrores, y cuando fue herido
de muerte falleció en sus brazos. Esta tenaz mujer se llamaba
Manuela Pedraza.
Con el transcurrir de muchos años, se fue constituyendo en
un señalamiento del sitio y en una obligada referencia geográfica.
Y
cuando ella se marchó definitivamente del lugar, estando
próxima la llegada del Ferrocarril hecho que ocurría
el 16 de septiembre de 1924-, los antiguos residentes reclamaron
por el nombre de Manuela Pedraza, ya que originalmente se estilaba
poner a las estaciones del ferrocarril el nombre del lugar; reclamo
que fue consentido, y es por ello que muchas correspondencias se
citaron bajo esta denominación que hubo que sustituir, porque
ya existía otra estación ferrocarrilera con el mismo
nombre en la provincia de Santa Fe aún hoy vigente-, que
nada tenía que ver con esta homónima señalación.
Alejandro
Ponasí
“Tartagal: historia de una región”
Imprenta Inti, Salta, 1994, Págs. 19 y 20
VERSIÓN
II
Desde el momento mismo de su habitación en 1927, la estación
ferroviaria del pueblo de Tartagal fue oficialmente denominada “Manuela
Pedraza” por disposición de la Superintendencia del
Ferrocarril Central Norte que para entonces tenía sede en
la ciudad de Tucumán. En 1948 le fue reemplazado el nombre
por el de “Tartagal”.
Muchas anécdotas y falsas historias se han tejido con referencia
a esta denominación, pero lo cierto es que Manuela Pedraza
fue una patricia tucumana radicada en Buenos Aires a principios
del siglo XIX. Tuvo una activa participación durante las
invasiones inglesas. La historia nos dice que Manuela Pedraza y
Martina Céspedes fueron valientes mujeres que aparecieron
en escena en forma repentina defendiendo Buenos Aires con piedras
y aceite hirviendo que volcaban sobre los españoles (sic)
desde las azoteas, era el 5 de julio de 1807. Estas figuras legendaria
que aparecieron en muchos textos escolares, se fueron perdiendo
luego en las sombras como si dijesen ¡Nosotras ya hicimos
lo nuestro!
Manuela
Pedraza fue distinguida con el grado de Alférez de la Comandancia
Mayor por orden del Virrey Liniers, siendo esta mujer la primera
en obtener las jinetas por su arrojo. Manuela Pedraza además
luchó junto a su marido y cuando éste cayó
en el campo de batalla tomó su fusil y siguió la lucha,
acto verdaderamente heroico que vale la pena recordar eternamente.
Leoncio
Rioja
“Tartagal y Norte del Bermejo”
3L Ediciones, San Ramón de la Nueva Orán, 1997, Págs.
131 y 132
VERSIÓN
III
Sobre la acción de las tucumanas en relación las invasiones
inglesas existen diferentes versiones. El caso de Doña Manuel
Pedraza que se enfrenta a los ingleses a puño limpio en pleno
teatro de la guerra, las residente en Tucumán que tienen
una reacción dual: mientras unas colaboran con dinero y confección
de uniformes para los soldados, otras serán “conquistadas”
por los apuestos británicos. Sin embargo, esto no fue un
acto exclusivo de Tucumán, pues en Catamarca se producirá
una unión matrimonial, y en Jujuy, las mujeres colaborarán
con dinero en la histórica suscripción.
La tradición social tiene un gran cúmulo de testimonios
que pregonan la increíble hazaña de Manuela Pedraza,
que con el correr del tiempo se tiende a transformar en un personaje
de leyenda que honra a su tierra natal. El hecho que protagoniza
no se basa en conjeturas sino en fuentes reales como las memorias
del ministro Godoy, los oficios de Liniers, las actas del cabildo
de Buenos Aires y el diario de un habitante de Montevideo, todo
ello no pudo evitar la crítica de algunos autores que le
imprimieron al hecho un carácter polémico e irónico.
A
Manuela Pedraza, a quien también denominan Manuela Hurtado
alias “La Tucumanesa”, se la caracteriza como una mujer
valiente y “varonil”, que se destaca el 12 de agosto
de 1806, en la Reconquista de Buenos Aires, junto a otras heroínas
que pelearon al lado de sus esposos contra los invasores. Según
los datos que se poseen, la tucumana “entró a la plaza
con su marido, un cabo de asamblea, mató con sus propias
manos al primer inglés que tuvo su alcance y apoderándose
de su fusil siguió la lucha entre los tiradores hasta entregar
el arma al comandante general”. Por otra parte, se afirma,
que luego de dar muerte al “portaguión de dragones
ligeros”, fue herida y volvió ufana a las filas patriotas
con una insignia o estandarte, “sin cuidarse de su sangre”.
En
ambos relatos existe un elemento común, la muerte de un inglés
que habría sido el que mató a su esposo, pero la diferencia
estriba, en que el primero manifiesta la entrega de un fusil y el
segundo de un estandarte o trofeo de guerra al comandante Santiago
de Liniers.
Al
parecer, la heroica acción tuvo una gran resonancia que despertó
el espíritu de retribución, que no se redujo solamente
a Liniers sino que se hizo extensivo al propio Carlos IV. Evidentemente,
el cabildo de Buenos Aires gratifica en primer término a
la heroína con 50 pesos y sueldo de soldado. Poco después,
Liniers solicita un premio mayor para Manuela Pedraza, y el monarca
le concede el grado de subteniente de infantería con uso
de uniforme y goce de sueldo, que en 1813 seguía disfrutando.
El poeta Pantaleón Rivarola al cantar a la Reconquista de
Buenos Aires le dedicó estas estrofas: “A estos héroes
generosos / Una amazona se agrega / que oculta en varonil traje
/ triunfa de la gente inglesa: / Manuela tiene por nombre, / Por
Patria Tucumanesa”.
Se
conoce que la heroína continuó viviendo en la ciudad
de Buenos Aires, pero las circunstancias económicas no le
fueron favorables, ya que se le habría iniciado un juicio
de desalojo por la pieza que arrendaba. En la ciudad que la vio
nacer, una calle y una escuela adoptaron su nombre, para inmortalizar
en el recuerdo esta figura que surge con la patria misma. (x)
FUENTE:
Lucio Reales “El Noroeste Argentino y las Invasiones Inglesas”
Ediciones Fegamar, San Miguel de Tucumán, 1989
Caracteres:
7233
*
31 de enero del 2007 / Corregido y ampliado el 5 de enero del 2013