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Si supiese qué es lo que estoy haciendo, no le llamaría investigación, ¿verdad?

Albert Einstein

 

"¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir 'amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan".

FEDERICO GARCÍA LORCA

HISTORIA / JOSÉ GERVASIO DE ARTIGAS

23 DE SEPTIEMBRE DE 1850

JOSÉ GERVASIO DE ARTIGAS

Producción de Villa Crespo Digital

6 de mayo del 2015 *

José Gervasio de Artigas muere en el exilio, en el Paraguay colonial, el 23 de septiembre de 1850, fue indudablemente un hombre de la independencia y caudillo oriental, prócer uruguayo e iniciador del movimiento federalista. Nace en Montevideo (Uruguay) el 19 de junio de 1764.

ARTIGAS EN SU JUVENTUD
Las invasiones inglesas

Artigas prestó también importantes servicios durante las invasiones inglesas, está presente en la Reconquista de Buenos Aires. Acerca de la participación que le cupo en este último suceso, él mismo se encarga de contarlo en la siguiente exposición, que consta en el "Expediente de servicios del vecindario de Montevideo en la guerra contra los ingleses", existente en el Archivo General de la Nación:

"Don José Artigas, Ayudante Mayor del Cuerpo Veterano de Blandengues de la Frontera de esta plaza, de la que es primer Comandante el Sargento Mayor don Cayetano Ramírez de Arellano. Certifico que hallándome enfermo en esta plaza, supe que se preparaba en ella, de sus tropas y vecindario, una expedición a las órdenes del Capitán de Navío don Santiago Liniers, actualmente virrey de estas provincias, para reconquistar del poder de los enemigos la capital de Buenos Aires, con cuyo motivo me presenté al señor gobernador don Pascual Ruiz Huidobro, a efecto de que me permitiese ser uno de los de dicha expedición, ya que no podía ir con el cuerpo de que dependo, por hallarse éste, en aquella época, cubriendo los varios puntos de la campaña, lo que se sirvió concederme dicho señor, ordenándome quedase yo en esta ciudad (como lo verifiqué), para conducir por tierra un pliego para el citado don Santiago Liniers, destinándome después este señor al Ejército nuestro, que se hallaba en los Corrales de Miserere, desde donde pasamos a atacar el Retiro, en donde advertimos que la tropa, milicias y demás gente de que se componía la citada expedición y a un número de aquel pueblo, que se juntó a ella en aquel paraje, se portaron con el mayor espíritu y valor."

"Rendidos los enemigos a discreción, regresé desde aquélla a esta plaza con la noticia, por ser la comisión a que me dirigía por el nombrado señor gobernador, que es cuanto puedo decir bajo mi palabra de honor, en obsequio de la verdad y de la justicia".

"Montevideo, 10 de junio de 1808.
José Artigas"

Ruiz Huidobro amplía estos datos en el decreto que sigue:

"El Ayudante Mayor de Blandengues don José Artigas acaba de regresar de Buenos Aires en una comisión interesante del real servicio en que fue destinado por mí, y en la que estuvo por perecer en el río, por haber naufragado el bote que lo conducía, en cuyo caso perdió la maleta de su ropa de uso, apero, poncho y cuanto traía; por cuya pérdida y los gastos que le ha ocasionado la misma comisión, estimo de justicia se le abone por esta Real Tesorería del cargo de usted, trescientos pesos corrientes, y se lo aviso para su debido cumplimiento a la mayor brevedad.
Dios guarde a usted muchos años".

"Montevideo, 15 de agosto de 1806.
Pascual Ruiz Huidobro"

Como Popham, a pesar de la ruda lección que acababan de recibir en la ex Capital del Virreinato, no quiso desistir en la empresa de proseguir bloqueando las costas orientales, el Gobierno de Montevideo dispuso que el cuerpo en que servía Artigas regresase inmediatamente a Cerro Largo para contribuir a la observación del enemigo y a la defensa de la plaza en caso de ser atacada por los buques de la escuadra inglesa.

Enseguida de su arribo, Ramírez de Arellano fue destacado a Punta Carretas, para observar desde allí a los invasores, que desde el 29 de octubre se habían apoderado de Maldonado, En ese punto permaneció hasta el 16 de enero de 1807, cuando los británicos hicieron su aparición a la altura de la playa del Buceo. De lo ocurrido seguidamente y después, dice Ramírez de Arellano en los siguientes párrafos, de un informe expedido por él, el 24 de febrero de 1808:

"En la tarde del mismo día nos reunimos a las tropas que salieron de la plaza a las órdenes del señor virrey, y desde el saladero que llaman de Magariño se empezó a hacer fuego de cañón a los enemigos, con lo que se contuvieron sin pasar adelante; pero habiéndose retirado nuestra tropa de infantería y dragones a un saladero de la costa, me posesioné, para observar a los enemigos, e inmediato a ellos, en el saladero de Zamora, desde donde salían partidas de observación, hasta el diecinueve al amanecer, en que los enemigos emprendieron su marcha para esta plaza, e inmediatamente salí con toda mi tropa y la de los regimientos de milicias de Córdoba y Paraguay, con cuatro cañones, para contener al enemigo, que traía fuerzas muy superiores, y a pesar de ser las nuestras tan reducidas, se emprendió el fuego de una y otra parte, llegando al extremo de atacarnos con bayoneta, por cuya razón se dispersó nuestra tropa, quedando entre muertos y heridos de los de mi cuerpo, de veinte a veinticuatro hombres, y nos retiramos al matadero de Silva, donde se hallaba toda la tropa de la plaza con el señor virrey, con quien nos reunimos y fuimos atacados por los enemigos, que no pudiendo resistirlos, se mandó retirarnos con dirección a la plaza, siguiéndonos el enemigo con sus fuegos de artillería y fusilería, que cesó luego que avanzaron y posesionaron del paraje que llaman el Cristo, y nuestro ejército quedó a la inmediación del Miguelete, hasta que en la tarde del mismo día nos retiramos a la plaza, de donde salimos el siguiente día veinte por la mañana, en busca de los enemigos que se hallaban emboscados en las quintas, casas y cercos del Cordón, por lo que no pudieron ser vistos de nuestras avanzadas, causa porque nos cercaron con sus fuegos de cañón y fusil, por derecha, izquierda y frente, en parajes ventajosos, que nos derrotaron y desunieron, obligando a todo nuestro ejército a la retirada con mucho desorden, por no poder resistir a tan superiores fuerzas, quedando muertos en aquella acción como unos treinta hombres de mi cuerpo, varios heridos y algunos prisioneros".

"Retirados ya a esta plaza se mantuvo las tropas todas las noches y algunos días en la muralla, sufriendo el más vigoroso fuego de mar y de tierra, que hacía el enemigo sin intermisión de día y de noche, hasta que habiéndose aproximado como a medio tiro de cañón de la plaza, empezó a batirla en brecha aunque consiguió abrir en el portón de San Juan, continuando su fuego hasta las tres de la mañana del día tres de febrero del citado ochocientos siete, que avanzó el enemigo forzando la brecha y atacando dentro de la plaza por derecha e izquierda, a fuego y bayoneta, en cuya acción hubo de mi cuerpo bastante número de muertos y heridos, el cual no se puede expresar con certeza, porque se ignora de los prisioneros que llevaron a Londres, excepto algunos que pudieron fugar y otros que los desembarcaron en esta plaza por enfermos".

"En esta acción y en las demás que tuvieron nuestras tropas y todo el vecindario de esta ciudad, a pesar de su escaso número y tan superior el del enemigo, hizo la más vigorosa y obstinada defensa en todos los puntos a que fueron destinados, sacrificando sus vidas e intereses, como es público y notorio, por la religión, el rey y la patria, obrando con el mayor honor, y en cuyo obsequio murieron muchos en acciones, quedando otros inútiles, por haber perdido brazos, piernas y otras heridas incurables".

"Del citado mi cuerpo, concurrieron a las acciones conmigo, los capitanes don Bartolomé Riego, don Carlos Maciel, don Felipe Cardozo, el Ayudante Mayor don José Artigas, los alféreces don Pedro Martínez, don José Manuel de Victorica y los cadetes don Juan Corbera, graduado de alférez, don Roque Gómez de la Fuente, don Prudencio Zufriategui y don Juan Manuel Pagóla, que murió la noche del ataque, habiéndose portado todos con el mayor enardecimiento, sin perdonar instante de fatiga, animando a la tropa, sin embargo de que no lo necesitaba por el ardor con que se arrojaban al fuego de los enemigos".

Yo no soy vendible, ni quiero más premio por mí empeño que ver libre mi nación del poderío español.

Primera versión publicada el 4 de mayo del 2010. Corregida.

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