ALBERTE LE ESCRIBE A JUAN DOMINGO PERÓN
Producción
de Villa Crespo Digital
30
de octubre del 2015
Buenos
Aires, 30 de octubre de 1972
Sr. General
Juan D. Perón
Madrid
Estimado General
He
recibido el encargo de compañeros de las ORP. (Organizaciones
Peronistas Revolucionarias) de hacerle llegar a UD. el pensamiento
de esas organizaciones respecto de la situación que se
plantea actualmente en el país y el Movimiento y lo hago
complacido, por cuanto ello me permite retomar un contacto,
por este medio, que nunca había perdido a través
del
trabajo que continuamos desarrollando después de haber
dejado de ser conducción del Movimiento.
Todos los
sectores políticos del país están actualmente
conmocionados y convulsionados por la coyuntura electoral planteada
por la dictadura y, ante la perentoriedad de los plazos impuestos
por ella, necesariamente se van poniendo en evidencia los elementos
ocultos que caracterizan la trampa de la
camarilla militar cuyo objetivo fue integrar el Peronismo al
sistema con la finalidad de crear un gobierno favorable al continuismo.
El fracaso
de la "Operación Paladino" (engendro del no
menos pernicioso Remorino), no ha significado, de ninguna manera,
que la dictadura militar haya perdido la batalla, puesto que
dispone aún de medios y de fuerzas importantes que se
fueron consolidando mientras los sectores burocráticos
y burgueses del Movimiento practicaban a través de aquella
conducción táctica
traidora, oportunista e incapaz la política del "coqueteo"
con los mandos militares, hecho que siempre denunciaron los
sectores revolucionarios del Peronismo.
La política
del diálogo se transformó así en la estrategia
de la
conciliación y del acuerdo, dejando de constituirse en
una exigencia táctica para convertirse en toda una filosofía
claudicante, basada en una situación nacional ficticia;
inventando, además, un Perón dispuesto a diseminar
la semilla del conformismo; descreyendo de las propias fuerzas
del Movimiento Peronista y de la importancia de la organización
revolucionaria; soslayando permanentemente la necesidad de explicitar
un plan operativo revolucionario
que planteara correcta y concretamente toda una estrategia de
poder y jugando todo a la buena voluntad de los factores y de
los centros de poder ante quienes hicieron repugnantes exhibiciones
de mansedumbre y de acatamiento a las que siempre respondieron
con agravios o silencios altaneros y despectivos.
La índole
tramposa de las elecciones que se prepara está dada en
todos los pasos de la dictadura militar. La Ley Electoral establece
una serie de normas con esa clara intención. Por una
parte se crea un sistema de burla a las mayorías: plazo
perentorio para concretar alianzas; segunda ronda, en la que
podrán intervenir hasta cuatro fórmulas (nada
menos!) en nuevas composiciones, con lo que se da margen al
gobierno para enhebrar nuevas maniobras, fomentando el espíritu
del "arreglo". Por otra parte se implanta
el sistema de la proporcionalidad (bajo la modalidad D'Hont)
para la
elección de diputados, tendiendo al fraccionamiento partidario
con el objeto de quebrantar la voluntad de las mayorías,
dificultando su espontánea asociación.
Se trata
de crear un gobierno que prosiga la obra del actual y que no
se interese demasiado en verificar cómo se han producido
las cosas. Pero aunque no prevaleciera la maniobra oficial;
si pasando por encima de los ardides tramados, la reforma de
la Constitución, las proscripciones indirectas, la Ley
Electoral, triunfara un gobierno no dispuesto a no mantener
la línea
continuista la trampa lo espera. Se ha denunciado la existencia
de un acta secreta que establece pautas a la que deberá
ajustarse el futuro gobierno, al mismo tiempo que se trata que
este sea lo más débil y condicionado posible y
sujeto a todas las alternativas de un proceso que por su naturaleza
ha de ser sumamente difícil y que la actual camarilla
militar pretende manejar a través de sus personeros uniformados
que ya han empezado a ocupar los puestos clave.
En estas
condiciones el gobierno que surgirá de semejante parodia
no tendría solidez ninguna. Por eso actualmente el Pueblo
comprende que si debe elegir, no solamente debe elegir Presidente,
sino también Comandante en Jefe, no sólo diputados,
sino que también se hace necesario que participe en la
elección de los generales del pueblo. Pero estos ya han
sido elegidos de antemano y no son del pueblo, sino que están
al servicio de la oligarquía y
del imperialismo.
La masacre
reciente de Trelew muestra todo este panorama con gran claridad.
El régimen que trata de constituir un gobierno destinado
a consolidar la vieja estructura contra la voluntad nacional
y el interés concreto de los sectores populares, manteniendo
la ficción de las formas democráticas, se ve obligado
a mostrar su verdadera máscara. No hay posibilidad alguna
de gobernar determinando el empobrecimiento del Pueblo y la
colonización del
país sin ejercer simultáneamente la dictadura.
Por eso el carácter
crecientemente dictatorial del régimen y las formas bárbaras
que cada vez asume más la represión.
Las denuncias
de nuestros prisioneros de guerra, si no fueran suficientes
los fusilamientos, los asesinatos, los secuestros, etc., causan
escalofríos y el mundo entero observa con preocupación
la ferocidad implantada en la Argentina por las FF.AA. desde
el gobierno, contra sus opositores políticos
y especialmente contra los militantes revolucionarios del Peronismo.
Los últimos
discursos de Lanusse revelan no sólo que es incapaz de
mantener la calma y la mesura en sus expresiones, por lo que
le cabe a él como a sus antecesores, la pregunta de ¿quién
lo metió en este oficio de la política,
tan alejado del arma de caballería?, sino muy especialmente
todo un espíritu gorila que mantuvo lo suficientemente
oculto como para engañar a muchos ingenuos, aun a aquellos
que no olvidaron que en 1951, en la revolución del Gral.
Menéndez, a él le correspondía la misión
de asesinar a Perón en la Puerta N° 4 de Campo de
Mayo, cuando la traspusiera el 28 de septiembre para acudir
a un acto en esa guarnición militar.
Esta es
una característica objetiva de la situación política
imperante en la Argentina. Por ello es increíble observar
con qué superficialidad e irresponsabilidad se está
planificando todo un operativo para trasladar de lugar el Comando
Estratégico del Movimiento; concretamente el operativo
"retorno". Cualquiera que medianamente razone puede
suponer que los peronistas estamos todos locos o que somos todos
imbéciles. En realidad la explicación no es tan
simple. Si bien es cierto que el trasvasamiento generacional
ha tenido resultados importantes. Que la Coordinadora de Juventud
ha asumido su papel con eficacia dentro de la conducción
del Peronismo influenciando la conducción política
que ejerce el compañero Cámpora para el bien del
Movimiento, han aparecido aquí, con motivo del "retorno",
expresamente, todas las limitaciones que caracterizan el carácter
burocrático de la conducción táctica actual
y que aparentemente estaban siendo superadas. Basta con leer
la lista del posible pasaje que acompañaría a
Perón en su regreso, para darse cuenta que todo esto
no es serio, pero que tampoco es gracioso, en razón de
las trágicas consecuencias que pueden derivarse de un
viaje así concebido.
Este pasaje
se caracteriza, más que por la heterogeneidad de los
personajes, por la truculenta y tenebrosa carga de intereses,
de apetitos y de especulaciones que se tejen y se entrelazan
aprovechando una figura como la del líder de las masas
obreras argentinas al que se le cree “embozalado”
en razón de una claudicación que quieren ver y
que les permitirá repartirse
el botín cuando desaparezca voluntaria o forzosamente
en la escena.
Si es como para imaginarse el espectáculo del viaje de
ida con todos estos personajes, cuchicheándose al oído
sus planes, por parejas, eventualmente por grupitos, para impedir
que la reacción de la ingenuidad de un Bonavena o de
un Pascualito Pérez de un puñetazo los lance por
la ventanilla al medio del océano, al sorprender las
intenciones de toda esa delincuencia política, salvo
alguna que otra honrosa excepción.
Pero los
revolucionarios militantes peronistas y no peronistas creen
en Perón. Perón no puede venir a pactar con el
enemigo del Pueblo y de la clase trabajadora, entregar el Movimiento
y retirarse luego del país, abandonando la lucha en la
que estamos empeñados, desertando de esa lucha para cuya
victoria final lo necesitamos, en razón de ser el elemento
movilizador de las masas, característica cualitativa
del líder que no puede ser reemplazada
ni superada en esta etapa de la guerra.
Por ello
nosotros, integrantes de la tendencia revolucionaria del Peronismo,
en nuestra prédica política planteamos siempre
los siguientes interrogantes y respuestas:
1. ¿No
fueron suficientes 18 años de persecuciones, de represión
feroz, torturas, encarcelamientos, secuestros, desapariciones,
CONINTES, fusilamientos, profanaciones y vejámenes a
nuestros líderes y a nuestros símbolos, hambreamiento,
desocupación, miseria y entrega para comprender que no
puede creerse para nada en los fusiladores, los torturadores,
los secuestradores, los carceleros, los represores, los explotadores
del Pueblo, los entregadores?
2. ¿O
se creyó acaso que en este momento culminante de la historia
y de la lucha por la liberación nacional, cuando la clase
obrera y la juventud toman conciencia de su función social
y de su papel histórico, que la oligarquía y el
imperialismo han de resignar por motivaciones de conciencia
las situaciones de privilegio y de poder que usufructúan?
3. ¿O
lo que es peor de todo esto, es que acaso se creyó que
Perón como por arte de magia podía llegar al país,
dispuesto a transar con la dictadura militar para aplacar el
rebaño que ya comienza a mostrar los dientes como consecuencia
de la injusticia y de la explotación a que es sometido?
Ese Perón
conciliador y entregado no existe y es una posibilidad irreal
y arbitraria, creación de la infamia oligárquica.
Perón no puede venir a pacificar al país sino
después de la destrucción del enemigo; él
vendrá para potenciar las luchas de la clase obrera y
demás sectores populares en contra de la oligarquía.
En la formación
de esa imagen de Perón hay cómplices dentro del
Movimiento: algunos por inmadurez y otros por estar demasiado
maduros de tanto chapotear el barro del sistema.
Tampoco
podrá volver Perón por el simple deseo del dirigentismo
burocrático y burgués; tampoco como consecuencia
de declaraciones tremendistas de esas que tanto se postulan
en los días de fiesta o en alguna fecha del calendario
peronista, ni aun por el simple deseo de 10 millones de peronistas,
de los que cada uno se imagina que el resto saldrá a
la calle para recibir a su líder y como consecuencia
de ello sumarse después a la gran manifestación
triunfal. Es muy común comprobar en estos casos, y sobre
todo cuando los
tanques están apuntando, que las cifras se inviertan
y que donde debían haber millones hayan unos pocos.
El "insurreccionalismo" no tiene cabida cuando enfrente
hay fuerzas represivas dispuestas a matar. Y podemos asegurar
que capitanes Sosa y tenientes Bravo hay por centenares.
Sólo
Perón podrá volver como consecuencia del desarrollo
cotidiano y en profundidad de una política revolucionaria
que esté caracterizada por una teoría revolucionaria
correcta, por objetivos estratégicos y planes operativos
concretos y por la consolidación de un aparato político-militar
que conduzca y encuadre a las fuerzas con unidad de acción
y de concepción.
Pero todo
esto no existe. Y cuando hacemos esta crítica no perseguimos
la destrucción de hombres o de dirigentes de una burocracia
pactista o acuerdista para reemplazarla por otra súper
violenta o tremendista. Ambas son perniciosas y la última
no dice en virtud de qué proceso y por qué mecanismos
la acción de grupos dispersos ha de transformarse en
el triunfo final del movimiento de masas. Además la crítica
a la burocracia de turno suele oscurecer la crítica de
la burocracia como sistema de conducción; lo que hay
que cambiar no es el equipo burocrático de turno sino
los métodos. Porque hace años vemos aparecer dirigentes
que luego se esfuman en su propia insignificancia; las que permanecen
in cambiadas son las prácticas, el estilo de conducción,
los sistemas internos de promoción, la visión
de la política frente al régimen.
En este
sentido debemos recalcar que nosotros consideramos que La Hora
del Pueblo, el Documento de los 10 puntos, etc. son respuestas
de Perón a las distintas etapas del engendro lanusiano,
el G.A.N. Es decir son respuestas coyunturales, tácticas,
insertas dentro de una estrategia que tiende a dar el poder
al pueblo. Y así, como respuesta táctica, debe
considerárselo, lo mismo que la
exhortación pacifista del líder cuando plantea
el elemento que crea todas las contradicciones: su retorno.
Y cuando así lo hace no es, como algunos dirigentes creen,
que Perón ha aceptado las reglas del juego de la dictadura.
La falta
de vocación revolucionaria de estos dirigentes les hace
interpretar que con su resolución coyuntural, Perón
consagra como estrategia del Movimiento sus entrevistas sigilosas
con los espadones de turno o sus
coqueteos con los factores de poder. Para ellos la pacificación
deja de ser una exigencia táctica, una instancia transitoria
que como toda contingencia en la guerra, planteada en forma
de tregua tiende a ganar tiempo para permitir agrupar y preparar
fuerzas para la decisión final, para transformarse en
toda una filosofía basada en una situación ficticia
creada por una imaginación claudicante que termina siempre
en exhibiciones repugnantes de mansedumbre y acatamiento ante
los figurones castrenses.
Es que la
estrategia del Peronismo no debe ser otra que la de la guerra
popular prolongada; la que no transa con el régimen y
plantea la destrucción del sistema para imponer la construcción
nacional del socialismo; la que toma como punto de referencia
fundamental a las masas y sus reivindicaciones no sólo
inmediatas sino históricas y la que plantea ante la actual
coyuntura:
Sin Perón
no hay elección
Sólo el Pueblo en el poder traerá a Perón
La que considera
que la elección es una trampa y que salvar la coyuntura
electoral desde el punto de vista revolucionario no significa
utilizar el recurso de omisión, haciendo mutis o desensillando
hasta que aclare y menos apoyar aunque sea tangencialmente la
salida electoral. Para el peronista revolucionario salvar la
coyuntura electoral significa profundizar la tarea (que de estar
más avanzada no tendríamos tantos problemas),
esclareciendo el papel de Perón y su apoyo al movimiento
revolucionario del pueblo, a través de la instrumentación
del ejército popular.
Por eso
consideramos que el único camino que dará el poder
al pueblo y romperá definitivamente la dependencia de
la Nación sólo puede andarse al organizarse las
bases en todos los niveles, entendiendo niveles tanto los sectores
y planos de actividad (barrial, fabril, estudiantil, etc.) como
las formas de lucha, porque es evidente que el pueblo debe organizarse
para responder a la violencia reaccionaria con la justa violencia
del pueblo. Ya lo dijo la compañera Evita, tal vez profetizando
sobre la etapa que ahora nos toca vivir: "la violencia
en manos del Pueblo deja de ser violencia para transformarse
en justicia".
Hemos querido,
compañero General Perón, expresar nosotros también
nuestra opinión con este informe debiendo Ud. aceptar
que el mismo está avalado por miles de compañeros
que militan en el Movimiento no "politiqueando" sino
enfrentando día a día a una represión que
cada vez es más feroz y que ya nos ha cobrado la vida
de muchos valiosos compañeros.
Su mejor
homenaje a ellos es atender su voz y considerar su pensamiento.
Ellos le
envían junto con el mío su más afectuoso
saludo.
Hasta la
victoria final. Caiga quien caiga y cueste lo que cueste
venceremos.
Bernardo
Alberte