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Si supiese qué es lo que estoy haciendo, no le llamaría investigación, ¿verdad?

Albert Einstein

Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres. / Heinrich Heine (1797-1856) Poeta alemán.

 

"¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir 'amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan".

Federico García Lorca

“Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos”.

Sir Francis Bacon

ARTE Y CULTURA / LIBERTAD DEMITRÓPULOS

 

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LAS CALLES DE CHACARITA / LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA CONTRA EL PARAGUAY

Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

20 de diciembre del 2016

En el barrio de la Chacarita hay tres calles que corren paralelas: Fraga, Rosetti y Charlone; estas calles recuerdan a tres oficiales argentinos, de la Guerra contra el Paraguay.
Estos tres oficiales pierden la vida en la Batalla de Curupaytí, que se desarrolla el 22 de septiembre de 1866, se dice que fueron a la lucha, a la contienda aunque la noche anterior tienen la clara premonición: La Profecía de Curupaytí.

Mientras comían en la carpa del General Luis María Campos, el comandante Rosendo Fraga quebró el silencio “¡Hoy me van a matar!”. El comandante Manuel Rosetti, en lugar de convencerlo de su error, dijo “¡Yo también voy a morir y es tan cierto mi presentimiento que he arreglado mis asuntos!”.

Don Juan Bautista Charlone, quien era un elegante coronel italiano enamorado de su patria adoptiva, agregó con tono afligido: yo moriré de un metrallazo. Rosetti cerró la conversación mirando a Campos usando su apodo ¡El general Petit también ha de morir! Y Fraga lo corrigió vaticinándole una herida.

Salvo la herida de Campos, la siniestra profecía se cumplió. Incluso Charlone perdió la vida por las heridas de una metralla.

Las tropas aliadas pierden más de 8.000 efectivos, algunos afirman más de 10.000.
Mitre, general en jefe de la Triple Alianza afirmaba en sus partes:

“En esas circunstancias, habiéndonos puesto de acuerdo con el barón de Porto Alegre, y viendo que no era posible forzar ventajosamente la línea de abatíes, para llevar el asalto general sino comprometiendo nuestras últimas reservas y que una vez dominada la trinchera no se obtendrían los frutos de tal actora parcial desde que no se conservasen tropas suficientes para penetrar en orden el interior de las líneas y hacer frente allí a las reservas del enemigo, acordamos mandar replegar simultáneamente y en orden las columnas comprometidas en el ataque” (Ibidem)

Menos mal que “acordaron mandar replegar” porque casi exterminan su propio ejercito, atropellando una “línea de abatíes”, como el Quijote lo hiciera contra los molinos de viento.

“...los infantes volvieron a la carga en el campo fangoso obstruido de cadáveres, agotados por el peso de sus armas. Protegidos en sus trincheras, los paraguayos hacían estragos que los aliados no contestaban porque no veían al enemigo.” Mitre embriagado del mismo optimismo enfermizo y heroico de Cepeda, ordenaba avanzar, avanzar y avanzar siempre. La hecatombe hubiera seguido por la noche si Porto Alegre, respetuosa pero firmemente, no se impusiera y ordenase la retirada”. (J.M.R.Hist.Arg. t.VII.p.166)

Luego, Bartolomé Mitre, aunque escatimando las cifras, da cuenta del desastre sufrido:

“Nuestras pérdidas han sido considerables y sensibles…las computo en tres mil (en realidad fueron tres veces más) entre muertos y heridos” ...” Por parte del ejercito argentino se comprometieron diez y siete batallones en el asalto, cayendo muertos o heridos la mayor parte de los jefes que los condujeron” (Ibidem) También da parte del desastre el hermano del general en jefe, general Emilio Mitre, que comandaba el 2° Cuerpo en el asalto:

“V.E. sabe los prodigios de inaudito valor que los cuerpos todos del ejército hicieron en esta jornada. Es pues, inoficioso que el que firma haga de ellos elogios tan justamente merecidos. Basta dejar establecido que de los tres Batallones de este 2° Cuerpo que cargaron sobre la trinchera, solo ha quedado en aptitud de combatir una tercera parte de cada uno de ellos, para probar el denuedo y la bravura de que se hallaban animados, y dieron sangrientas pruebas Cuando a las tres de la tarde, próximamente, ordenó usted la retirada, estos tres bizarros cuerpos se retiraron en el mayor orden posible, a pesar de estar ya muertos de o heridos sus jefes y oficiales”.

(Del general Emilio Mitre al al General en jefe de los Ejércitos Aliados, Brigadier General D. Bartolomé Mitre. Campamento de Curuzú, 27 de setiembre de 1866. Partes oficiales – AGM.tII.p.334).

Fuentes: varias y propias.

Caracteres: 4137


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