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BALDOMERO
FERNÁNDEZ MORENO
BREVE
BIOGRAFÍA Y POEMARIO
Por
Elena Luz González Bazán especial para
Villa Crespo Digital
2
de mayo del 2018
Baldomero
Fernández Moreno nace el 15 de noviembre de
1886 en la novel Ciudad de Buenos Aires, en el barrio
de San Telmo, Comuna 1. Desde muy pequeño vivió
en España.
En
1912 se recibió de médico y ejerció
en ciudades de la provincia de Buenos Aires, como
médico rural.
Se dice que no muy conforme con su profesión
comenzó a dictar clases de literatura y a escribir
para distintos diarios de la época.
En
1915 editó su primer libro de poemas, “Las
iniciales del misal” y a partir de entonces
publicó un número importante de poemarios,
donde escribió memorables versos con un estilo
sencillo y efectivo.
Fue
académico de número en la Academia Argentina
de Letras.
Su poesía se la considera universal y nacional
al mismo tiempo.
Uno de sus poemas más conocidos es SETENTA
BALCONES Y NINGUNA FLOR.
Inmortalizó
la estética de los barrios porteños
y la cálida placidez de las provincias y sus
características rurales.
Cabe mencionar también «Una estrella»,
«El poeta y la calle», «Soneto de
tus vísceras» y «La vaca muerta»,
o sus libros de poemas Versos de Negrita, Intermedio
provinciano y Ciudad.
Muere el 7 de junio de 1950 de un derrame cerebral.
AROMAS
Cuando
regreso a casa no me lavo las manos
si es que he estado contigo un instante no más,
el aroma retengo que tú dejas en ellas
como una joya vaga o una flor ideal.
Por
aquí huelo a rosas y por allá a jazmines,
alientos de tus ropas, auras de tu beldad,
aproximo una silla y me siento a la mesa
y sabe a ti y a trigo el bocado de pan.
Y
todo el mundo ignora por qué huelo mis manos
o las miro a menudo con tanta suavidad,
o las alzo a la luna bajo las arboledas
como si fueran dignas de hundirse en tu cristal.
Y
así hasta media noche cuando vuelvo rendido
pegado a las fachadas y me voy a acostar,
entonces tengo envidia del agua que las lava
y que, con tu perfume, da un suspiro y se va.
FUENTES:
poemas del alma, varias y fuentes propias.
Caracteres:
3415
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LA
TORRE MAS ALTA
—«La
torre, madre, más alta
es la torre de aquel pueblo,
la torre de aquella iglesia
hunde su cruz en el cielo.
»Dime,
madre, ¿hay otra torre
más alta en el mundo entero?»
—«Esa torre sólo es alta,
hijo mío, en tu recuerdo».
LOS AMANTES
Ved
en sombras el cuarto, y en el lecho
desnudos, sonrosados, rozagantes,
el nudo vivo de los dos amantes
boca con boca y pecho contra pecho.
Se
hace más apretado el nudo estrecho,
bailotean los dedos delirantes,
suspéndese el aliento unos instantes...
y he aquí el nudo sexual deshecho.
Un
desorden de sábanas y almohadas,
dos pálidas cabezas despeinadas,
una suelta palabra indiferente,
un
poco de hambre, un poco de tristeza,
un infantil deseo de pureza
y un vago olor cualquiera en el ambiente.
SETENTA
BALCONES Y NINGUNA FLOR
Setenta
balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les
pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
La
piedra desnuda de tristeza
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta lleno de ilusiones?
¿Ninguno
desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si
no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá
un clave...
¡Setenta
balcones y ninguna flor!
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