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ARTE Y CULTURA / VICENTE BARBIERI

 

ARTE Y CULTURA

FALLECE VICENTE BARBIERI

10 DE SEPTIEMBRE DE 1956

 

Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

8 de octubre del 2018

 

Vicente Barbieri nace en Alberti, provincia de Buenos Aires, el 31 de agosto de 1903, él fue uno de los principales representantes de la llamada “Generación del '40”.

Lo interesante e importante de este escritor poco reconocido es que viene del mundo laboral: fue peón, tipógrafo, maestro rural, periodista, entre otras actividades y se traslada a la ciudad de Buenos Aires en 1935.

Publica en el suplemento literario de La Nación desde 1941, antes lo hace en el diario Crítica, donde Jorge Luís Borges incluye un cuento suyo.

Entre sus obras se cuentan: “Fábula del Corazón” (1939), “Árbol total” (1940), Corazón del Oeste (1941), "La columna y el viento" (1942), “Número impar” (1943), “Cabeza yaciente” (1945), “Cuerpo austral” (1945), “Anillo de sal” (1946) y “El bailarín” (1953). En cuanto a la prosa, se destacan: “El río distante”. “Relatos de una infancia”, “Desenlace de Endimión” y

“El intruso”. “Facundo en la ciudadela”, su último trabajo, fue estrenado por Orestes Caviglia en la Comedia Nacional.

Por otro lado, Vicente Barbieri fue durante los años 1955 al 1956 Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E.) cuya función es defender los intereses legales y económicos de los escritores. Además, dicha sociedad, entregó desde el año 1944, el Gran Premio de Honor a los socios de la institución por su obra y trayectoria.

En 1948 se encontraba postrado y Juan Ramón Jiménez lo va a visitar, vivía en un pequeño departamento de la avenida Alem al 500, él era una de las voces de la poesía argentina más importantes.

Se sostiene que estudió en Alberti y en Chivilcoy. El servicio militar lo hace en Campo de Mayo y luego anda por distintas poblaciones de las provincias de Buenos Aires y La Pampa.

Como decimos más arriba, fue peón de cuadrilla, cargador de bolsas, tipógrafo, periodista, maestro rural. "Qué días -dice en sus memorias- Un montón de hombres de toda catadura que por la noche se amontonaban para dormir en un pequeño cuchitril. Era en julio y hacía un frío maldito. Yo, imprevisor y miserable, no tenía nada en qué dormir. Dormía en el suelo, sobre el cemento. [...] Lo más terrible para mí eran las horas de trabajo, sobre la loma de las vías, al viento helado, con el pico en las manos! Tenía las palmas de las manos destrozadas..."

Vuelve a su lugar, Alberdi y allí funda a fines de 1930 un periódico: "Lo único que me brindó fue hambre, persecución y pérdida de tiempo", diría después el poeta. Entabló por entonces una sólida amistad con Juan G. Ferreyra Basso, y luego, en Chivilcoy, donde trabajó en un periódico, publicó sus primeros versos y conoció a uno de los compañeros de grupo de la llamada generación del 40: León Benarós.

A pesar de los malos momentos económicos que fueron muchos, en 1941 comenzó a publicar en el Suplemento Literario del diario La Nación, dirigido entonces por Eduardo Mallea; allí aparecieron la "Oda a Franz Schubert" y "Corazón del Oeste". Está considerado en la línea neorromántica junto a: Juan Rodolfo Wilcock, Enrique Molina, César Fernández Moreno, Olga Orozco, Castiñeira de Dios, Jorge Calvetti, Sola González y muchos otros.

La editorial Emece publicó toda su obra en 1961 con comentarios de Carlos Mastronardi y Juan Carlos Ghiano.

Se casa en 1942, al poco tiempo se enferma de tuberculosis con internaciones, operaciones, temporadas en Córdoba, reposo absoluto hasta que muere el 10 de septiembre de 1956.

En los años cuarenta la poesía de Barbieri fue la que tuvo mayor resonancia, la que más eco despertó entre los jóvenes, la que más imitadores tuvo. Hasta por radio El Mundo se leía su poesía.

Sobre el paisaje escribía: "Era en la infancia en juncos y rocíos / cuando lo vi pasar, arrodillado": así se inicia la densa y sostenida evocación de su vida espejada en el río Salado, cuyas aguas parecen augurarle en reflejos su porvenir de poeta: "Y la canción estaba, yo sabía / que estaba la canción y mi destino. / Ya crecía en mi pulso, ya subía / por mis arterias, zumo cristalino..." Se puede seguir, a través de su obra, una "biografía lírica" de Barbieri. En su extenso poema "Territorios de la Esmeralda", la pampa y la ciudad entablan una especie de misterioso contrapunto: aquélla es todo "territorios del trébol perenne y su rocío, como una flor del aire" y se extiende en versos musicales y labradas imágenes, en tanto que la ciudad es una niña representada por endecasílabos blancos cuyo tono se quiebra a veces en una velada atmósfera de pesadilla.

Por un lado, sus críticos como Horacio Armani, afirman que Barbieri ¨forjó su mundo en una especie de irrealidad de la que participan un trasfondo de sueños próximos al surrealismo y una atmósfera imprecisa de magia que da a sus poemas un color indefinido y sugerente. El poeta creó su propio vocabulario, escogiendo palabras que servían luminosamente a sus designios. Si alude a algo sobrenatural, emplea "sésamo", "brújula", "laberinto", "amuleto", "zodíaco", "amatista".

También se dice que: El mundo vegetal es el más representado en su poesía, en tanto que del reino mineral es asiduo su empleo de la palabra "sal".

Barbieri fue el lírico de la llanura bonaerense, de sus paisajes, de sus habitantes. En el extenso y hermoso poema "Donde lo pisa el ganado", escrito en octosílabos y en estrofas de dieciséis versos, hace hablar al paisano Juan Sebastián Ribero, de los pagos del río Salado, que "pensó como Santos Vega: entiérrenme en campo verde". Es conmovedor y apasionado el amor de Barbieri por su tierra, su paisaje infinito y sin fronteras al que pobló de fantasías, de invocaciones, de constantes peregrinajes de la memoria.

Físicamente era menudo, delgado, la enfermedad lo había deteriorado mucho, hablaba con una voz opaco que nacía de lo más recóndito de su ser, a mirar con sus grandes ojos cuyas pupilas parecían querer salírsele de las órbitas, tenía sus ojos impresionantes de un destino signado que no se resigna a la desaparición.

 

FUENTES: varias, Horacio Armani para La nación en el 2003.

 

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