21
DE AGOSTO DE 1946
SENADORES APRUEBA EL VOTO DE LA MUJER
Producción
Periodística de Villa Crespo Digital
7
de agosto del 2018
Cuando
en 1912 se sancionó la ley Sáenz Peña,
grupos de mujeres se animaron a reclamar su incorporación
en la toma de decisiones que afectaban a la sociedad.
Los reclamos para incorporarse a la participación
política incluían un cambio en el status
de la mujer, considerada como menor de edad y bajo
la eterna tutela del padre o marido, establecido por
nuestro Código Civil en 1869.
Había
un consenso en torno al rol maternal de la mujer y
que a través de este rol la mujer ejercía
una faceta política en la educación
de los futuros ciudadanos. Sin embargo, desde principios
de siglo las mujeres buscaban explicaciones sociales
a sus desventajas y reclaman derechos civiles, leyes
de protección laboral y abolición de
la prostitución.
Las
primeras mujeres en ejercer sus derechos políticos
vivían en Nueva Zelanda, Australia, Finlandia,
Noruega, Dinamarca, Islandia y Alemania a partir de
1918. En América latina, Uruguay fue el primer
país en otorgarlos en 1932. Por entonces, en
nuestro país circulaban varios proyectos para
extender la ciudadanía a las mujeres. En Buenos
Aires de 1916, el diputado Francisco Correa propuso
integrar al padrón municipal a viudas y solteras.
El socialista Enrique del Valle Iberlucea planteó
en la cámara de diputados, en 1918, la completa
emancipación civil que incorporaba el divorcio.
En 1922 el diputado Furgón expresó en
un proyecto el voto censitario para las mujeres basado
en su nivel educativo. Hacia 1929 Mario Bravo presentó
un proyecto que pretendía la igualdad de derechos,
aunque nunca fue tratado por el Parlamento. Tres años
más tarde se creó una comisión
interparlamentaria para tratar los proyectos de sufragio
femenino; la Cámara de Diputados le otorgó
media sanción pero no se logró la sanción
definitiva de la ley.
En
1920 en Buenos Aires, se produce un simulacro de elecciones
en que las mujeres intervienen como electores y candidatas.
Participan en él Alicia Moureau, en representación
del Partido Socialista, Elvira Rawson, que tiene un
apoyo de un sector de la UCR y Julieta Lanteri, que
se presenta independientemente de una estructura partidaria
reconocida y su propuesta se basa en el reconocimiento
de los derechos civiles y políticos, la igualdad
entre hijos legítimos e ilegítimos,
la sanción de la ley de divorcio, el reconocimiento
de la madre como funcionaria del Estado, la protección
de las mujeres en el mercado laboral remarcando a
igualdad de tareas la igualdad de pago. En el acto
participaron 4000 mujeres y Alicia Moreau consiguió
la mayor cantidad de sufragios seguida por Julieta
Lanteri.
En
los años treinta se realizan una serie de modificaciones
en la legislación sobre la mujer que incluyeron
algunos derechos laborales pero la más importante
es la ley Nº 11.357 de 1926 que equipara a la
mujer jurídicamente con el varón, sin
embargo, no deja de ser una reforma parcial. Años
más tarde el presidente Justo eleva un proyecto
de ley para volver al status de minoridad de la mujer.
Entonces las protestas femeninas no se hicieron esperar,
Ana Rosa Schilieper encabezó la Unión
de Mujeres Argentinas, donde participaron Victoria
Ocampo y María Rosa Oliver, para poner freno
a las intenciones de volver atrás las exiguas
libertades obtenidas hasta entonces.
Luego de 1930, luego del golpe e instalado el gobierno
conservador, los debates políticos en este
sentido tenían dos argumentos. Por un lado,
el reformismo conservador, que proponía el
voto restringido y optativo defendido por el oficialismo
y la igualdad de condiciones y el voto obligatorio
que defendía el socialismo.
Los
conservadores, apoyados por la jerarquía eclesiástica
y la fracción nacional de las Fuerzas Armadas
defendió la ideología de la domesticidad
de la mujer con estos argumentos: “debido a
su especificidad orgánica la mujer es más
frágil, emotiva y necesita la protección
del hombre. Por ser emotiva y sensible puede sufrir
la influencia de un orador locuaz… [Por lo tanto]
no es apta para la política ya que esta subordinada
al sentimiento que puedan inspirarle”. Consideraban
que se debía respetar y preservar la jerarquía
familiar bajo el poder del varón. El voto obligatorio
vendría a alterar la natural división
sexual del trabajo y orden familiar. El Estado debería
amparar el derecho del hombre a mantener su autoridad
doméstica. La ideología conservadora
también veía en el movimiento feminista,
que era de origen anarquista y/o socialista, una amenaza
conflictiva y extranjerizante. Los socialistas defendieron
la igualdad jurídica de sexos en lo intelectual,
educacional y laboral. Proponían que el Estado
legislara sobre las libertades de la mujer en el ámbito
privado. Reconoció al movimiento femenino como
el promotor del voto femenino. Es decir, se reconocía
el voto femenino como una conquista de las mujeres
y no como una concesión. También veían
en el voto una función educadora, inculcaría
virtud cívica a las mujeres, por esa razón
era necesaria su obligatoriedad.
El
21 de agosto de 1946 se aprobó el proyecto
en Senadores enviado por el gobierno peronista. Pasó
todavía más de un año y la intervención
de Eva Perón para que el 23 de septiembre de
1947 se aprobara por fin la ley que establecía
el sufragio femenino. Con esta norma, el gobierno
capitalizó la lucha de medio siglo de mujeres
por acceso al voto. Millones de mujeres pudieron elegir
por primera vez presidente en noviembre de 1951, lo
que significó un momento de integración
de género y de incorporación social
a la vida política argentina.