Por
Juan Carlos Cena especial para Villa Crespo Digital
5
de mayo del 2012
"... el día o la noche en que el olvido estalle
salte en pedazos o crepite/
los recuerdos atroces y los de maravilla
quebrará los barrotes de fuego
arrastrarán por fin la verdad por el mundo
y esa verdad será que no hay olvido."
Mario
Benedetti
Esta
obra, digo obra por su construcción, es subversiva. Ha sublevado
a la memoria. En esa subversión ha derrotado al olvido. Desde
las entrañas del derrotado olvido, la constructora, ha recuperado
una gesta obrera celosamente enclaustrada. Gesta enterrada, cubierta
por el malezal del extravío. Se ocultaba toda una valentía
protagonizada por el movimiento obrero y el pueblo, encabezada y
organizada por la clase obrera; hoy denostada por el pos modernismo
más que por los propios factores de poder que si la tienen
en cuenta. Estos intelectuales, que abarcan un amplia franja, al
no poder ocultarla, la descalifican llamándola clase subalterna
con un tono descalificativo despreciable; negando a la vez el papel
que juega y jugaron los trabajadores como sujeto de cambio en la
historia de las sociedades modernas. Gestas que son parte de los
anales de las resistencias de la clase obrera en el mundo y en este
caso, frente a la dictadura militar de la Argentina.
cliquee
y se agranda
El
olvido es una herramienta de las clases dominantes y opresoras.
Estas quieren que vivamos un presente perpetuo, sin pasado ni futuro.
Nada de construir esperanzas ni utopías. Estas, antes de
su construcción se sueñan. Tampoco, nada de soñar.
Soñar en esos términos es subversivo. Entonces hay
que reprimir los sueños. Los pueblos no deben tener sueños
porque después vuelven a soñar que hay que concretarlos.
Enterrar la memoria y los sueños es uno de los objetivos
del poder colonial para doblegar y someter mejor a los pueblos.
La memoria es subversiva, hay que hacerla rendir ante el olvido.
Los
pueblos despojados de su memoria se van enturbiando, la opacidad
los abarca, no hay luz y por ello mueren. Las raíces pueden
secarse sino son regadas. El olvido es el impedimento. Se debe generar
una voluntad de cambio que revolucione a la memoria. Sin esa voluntad
insurrecta no hay transformación posible.
La
memoria y el olvido actúan solidariamente. El olvido es siempre
ausencia de memoria en el presente. En algunos casos el olvido intenta
borrar hoy lo que ayer fue vivido (...) La memoria, en ese sentido,
es más una guía para la conducta, una ética,
que la puntual rememoración de acontecimientos. H. Schmucler,
1994 Revista Estudios Nº 4, UNC.
Hay
tiempos en que la memoria nos enciende, ese es el momento de la
sublevación de la memoria de cada uno y ahí no más
debemos convocar al otro. Para sublevar la memoria hay que convocar
a los memoriosos. Esta obra (libro) los convoca. Es un disparador
convocante. La memoria debe transformarse en roca, dejar de ser
arena desparramada y, así, todos los granos unidos asestan
un terrible golpe al cascarudo olvido. En su vientre oscuro esconde
toda una madeja memoriosa, entre ella la conspirativa y solidaria.
No será fácil el rompimiento.
Toda
esta introducción tiene que ver con el carácter de
la obra de Elena Luz González Bazán - ELGB. Este libro
subversivo le encarga a la memoria que derrote al olvido. Que lo
desmalece, lo abra para sacar de la tenebrosidad la memoria que
oculta: toda una gesta del movimiento obrero y el pueblo lleno de
enseñanzas. Ahí está la cuestión de
las enseñanzas y de las ejemplaridades.
Esta
resistencia oculta demuestra que no hay barreras de contención
para la clase obrera cuando lucha por su dignidad y su emancipación
de las tiranías. Construcción colectiva lograda en
un largo y laborioso proceso. Esta acción fue una resistencia
que hizo temblar al sistema protegido por la dictadura militar.
Resistencia que hay que enmarcarla dentro de las historias de las
resistencias del movimiento obrero en el país y en el mundo.
Para
construir esa resistencia, la clase obrera argentina conspiró.
Sí, sí, conspiró. Generalizando podemos decir
con certeza y orgullo que la clase obrera argentina y el pueblo,
que en ese devenir guarecieron a sus dirigentes y a otros compañeros,
los hicieron invisibles. Se tejió entre las opacidades de
la clandestinidad el tejido solidario. Los represores nunca pudieron
ver esa ilación. Sólo sospechaban y amenazaban. Para
rehilar el sedal de esa invisibilidad, conspiraron. Se conjuraban
los iguales. Se igualaron. Es decir, los trabajadores de diferentes
gremios fueron los primeros conjurados. Se diferenciaron entre ellos
sólo por los oficios: ferroviarios, obreros de la construcción,
mecánicos, metalúrgicos, gráficos y los despedidos
de las fábricas, obreros rurales que arrastraron a campesinos,
entre otros; posteriormente otras fuerzas sociales se fueron enhebrando
en el telar de la conspiración.
Lo esencial es invisible a los ojos, decía A. S. Exupery.
La clase obrera cobijó y contuvo a los trabajadores desocupados.
No se desentendió de ellos, la malla solidaria construida
los abrazó. Los desocupados continuaron siendo trabajadores.
Los trabajadores ocupados no permitieron que los expulsados fueran
desaparecidos sociales.
ELGB
hurga y desentierra documentos enmohecidos por la oscuridad del
olvido. En esa exhumación esos papeles en sus primeros fulgores
nos dicen que pensaban los trabajadores sobre el petróleo,
la deuda externa, la cuestión nacional, la soberanía
nacional, además, como se organizaron a lo largo y ancho
del país utilizando la geografía subterránea
de las clandestinidades.
Me
pregunto ¿Por qué los historiadores que responden
a las vanguardias proletarias nunca investigaron este suceso? Desde
los post modernos o liberales, es de esperar. Del mismo modo los
bien leídos de la derecha peronista guardaron un saludable
silencio. Fue un ejemplo maldito para ellos y otros distraídos.
Estas vanguardias ¿se olvidaron todos de investigar este
suceso que protagonizó la clase obrera?, es la clase más
antigua de la humanidad, la que generó junto a los campesinos
las riquezas de las naciones.
Puedo
inferir que esta pugna contra la dictadura que no fue un hecho espontáneo,
aunque sobre el espontaneismo también deberíamos discutir,
fue producto de la organización de la clase obrera donde
convergen diferentes ideologías políticas, credos,
ateos y agnósticos, a todos ellos los unía la identidad
de clase. Ellos organizaron el paro resistente que parte de un proyecto
político que tiene que ver con la dignidad, los derechos
humanos, el derecho a la vida, a no ser explotados, a rechazar las
pretensiones de los factores de poder de querer hacernos trabajar
de la cuna a la tumba; ser un país libre y soberano sin amo
viejo ni amo nuevo. La de aspirar a vivir en un país que
merezca ser vivido donde la democracia funcione a pleno.
La
organización y puesta en marcha se consolidó a pesar
de la vida clandestina y sus penumbras porque funcionó la
democracia obrera.
Esto
nos muestra el libro de ELGB. Hay mucho más para decir. Quiero
terminar sugiriendo al lector que comience su lectura con lápiz
y papel porque seguro que la memoria le tocara las sienes pidiendo
un lugar en ese memorial.
Después
de escribir este prólogo sentí un golpe en las sienes,
pero no era la memoria, era Cesar Vallejo que me invitaba a recitar
con él este poema de su autoría. Me acordé
que la poesía fue siempre una de la más valientes
formas de protestar, uno la llevaba en la boca vaporizada en los
alientos, entre los dientes, era la más clandestina manera
de decir las cosas y con belleza. El represor no la veía
ni escuchaba y, si así fuera, no la entendía, no podía
entender la palabra bella y rebelde.
¡VIBAN
LOS COMPAÑEROS!
Solía
escribir con un dedo grande en el aire:
“¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre, Pedro y sus dos muertes.
¡Viban los compañeros a la cabecera de su aire escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las enseñanzas
DePedro y de Rojas, del héroe y del mártir!*
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