VIVIR
Y CRECER EN UN TALLER CLANDESTINO
La
Alameda denunció que hay 2.200 chicos que viven en unos
350 talleres clandestinos en el barrio de Flores. También
reclamaron contra la exclusión de las maestras que fueron
apartadas por la golpiza propinada al niño Agustín
Marrero por parte de su padastro; tema muy desarrollado por
los medios. Es dable recordar que el niño murió
a causa de dicha paliza.
Por
Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo
Digital
11
de septiembre del 2015
La
denuncia la realizó la organización LA ALAMEDA.
En la misma sostienen que hay alrededor de 2.200 niños
que viven en 350 talleres textiles y clandestinos, en el barrio
de Flores, Comuna 7. El radio de actuación de estos talleres
es muy acotado y hay connivencia con el gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires.
El
legislador, Gustavo Vera, fue quien encabezó una conferencia
de prensa en el Parlamento local, ya que Vera es Legislador
porteño, junto con delegados de gremios docentes y costureros
que contaron las experiencias que viven los chicos en estos
talleres donde los habitan junto a sus padres.
En la conferencia estaban también las docentes: Elsa
Vincová y Alejandra Bellini, desplazadas de su cargo
por el ministro de Educación porteño, Esteban
Bullrich, tras la muerte de Agustín Marrero, de cinco
años, tras una brutal golpiza que le dio su padrastro.
EL
RADIO DE INFLUENCIA DE LOS TALLERES
Son 20 cuadras, al respecto dijo Vera: “Este trabajo
muestra que en un radio de 20 cuadras hay 348 talleres clandestinos,
con entre cinco y ocho chicos promedio viviendo allí,
frente a lo cual la Agencia Gubernamental de Control y la subsecretaría
de Trabajo porteño no hicieron nada”, y agregó
“porque hay una connivencia”.
SOBRE
LAS MAESTRAS
Luego dijo: “el Gobierno de la Ciudad tiene que reparar
la medida que tomó de desplazar a las docentes del jardín”
y “aumentar el presupuesto para acompañar la tarea
de los docentes, que es mucha, frente a los talleres clandestinos”.
En
tanto, la costurera de La Alameda Olga Cruz Ortiz contó
que “los niños cuyos padres trabajan en los talleres
duermen ahí, respiran el polvillo del lugar y están
mal alimentados porque ellos no reciben comida, solo los adultos,
que tiene que compartirla con sus hijos”.
Fidel Daza Castellanos, también costurero, dijo que los
nenes “no tiene la posibilidad de salir a jugar a un patio,
sino que viven encerrados y eso es muy doloroso, por eso pedimos
al Gobierno de la Ciudad que no permitan que sigan ocurriendo
este tipo de cosas”.
FUENTES:
La Alameda, Infogremiales, reportesur y fuentes propias.
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