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Si supiese qué es lo que estoy haciendo, no le llamaría investigación, ¿verdad?

Albert Einstein

 

"¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir 'amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan".

Federico García Lorca

“Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos”.

Sir Francis Bacon

HISTORIA / BATALLA DE CASEROS

 

LA BATALLA DE CASEROS

Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

24 de febrero del 2016

Este 2 de febrero se cumplieron 164 años de aquellas jornadas, cuando el general Justo José de Urquiza atravesó el Río de Las Conchas por el puente de Márquez y sus cercanías.

En la tarde pasó el descanso próximo al arroyo Morón. La exploración había comprobado la presencia de numerosas tropas adversarias en las alturas de Caseros.


BATALLA DE CASEROS

 

El choque decisivo fue inevitable, se produjo al día siguiente.

En la noche del 2 de febrero se reunieron con el General Rosas, el General Pinedo y los Coroneles Chilavert, Díaz, Lagos, Costa, Bustos, Hernández, Cortina y Maza.

El Coronel Chilavert aconsejaba no librar la batalla en la posición de Caseros, pero dado lo avanzado de la noche no podía llevarse a cabo un audaz plan propuesto por este coronel.

A las 22 horas, Rosas, en compañía de los jefes mencionados, se dirigió a Caseros a efectos de disponer sobre el terreno la colocación de los cuerpos para la batalla.

Seguido de sus edecanes y ayudantes, Juan Manuel de Rosas llegó a la casa de Caseros y subió al mirador del edificio. Desde allí se podía fijar la posición del campamento enemigo por el fuego de algunos vivaques que brillaban en la semioscuridad de la noche. Un silencio profundo reinaba en el campo. 47.000 combatientes reposaban tranquilamente a ambas márgenes del arroyo Morón.

Mientras tanto, en una de las habitaciones de la casa se habían reunido el General Pinedo, los Coroneles Chilavert y Díaz y otros jefes con sus ayudantes, para ultimar los detalles, croquis y órdenes para la batalla.

El ejército comandado por Urquiza se aprestó para el ataque, y con las primeras luces del alba se dio lectura a la lacónica y vibrante proclama del general en jefe:

"¡Soldados! ¡Hoy hace 40 días que en el Diamante cruzamos las corrientes del río Paraná y ya estabais cerca de la ciudad de Buenos Aires y al frente de vuestros enemigos, donde combatiréis por la libertad y por la gloria!"

"¡Soldados! ¡Si el tirano y sus esclavos os esperan, enseñad al mundo que sois invencibles y si la victoria por un momento es ingrata con alguno de vosotros, buscad a vuestro general en el campo de batalla, porque en el campo de batalla es el punto de reunión de los soldados del ejército aliado, donde debemos todos vencer o morir!"

"Este es el deber que os impone en nombre de la Patria vuestro general y amigo. Justo José de Urquiza".

Urquiza destacó a los Regimientos de Caballería correntinos, a órdenes del coronel Virasoro, para distraer la atención del adversario sobre el opuesto flanco derecho, mientras, simultáneamente, el Ejército Grande cruzaba a la margen opuesta del arroyo Morón.

Rosas, a simple vista, desde el mirador de Caseros observaba el pasaje de las columnas enemigas.

Cruzado el arroyo por los primeros escalones de la caballería, Urquiza hizo lo propio seguido de su Estado Mayor. En horas de la mañana, el ejército había tendido su línea de batalla a un kilómetro de distancia del enemigo. Todos con uniformes de gala.

Del lado de Urquiza la distribución del ejército se hizo de la siguiente forma de los 24 mil hombres y las 50 piezas de artillería. En el ala izquierda y frente al edificio de Caseros, la División Oriental; en el centro, la División Brasileña, reforzada con la brigada argentina de Rivero y la masa de la artillería (28 piezas), al mando de Pirán, teniendo a sus órdenes a Mitre y a Bernabé Castro; en la derecha, 5 batallones mandados por Galán y las Divisiones de Caballería de Medina, Galarza, Ávalos y Gregorio Aráoz de Lamadrid, a disposición del Comandante en Jefe. A retaguardia del ala izquierda, la reserva formada por las Divisiones de Caballería de López y Urdinarrain.

En el caso de Rosas, los 23.000 hombres, 56 piezas de artillería y 4 coheteras se distribuyeron de la siguiente forma: La derecha se apoyaba en el edificio de Caseros, el cual era defendido por el batallón del Teniente Alcaldes y sostenido por el fuego de 10 piezas de artillería. Al Norte del edificio se había organizado un martillo con un grupo de carretas, un foso y 2 batallones, teniendo, además, 2 Regimientos de Caballería como reserva de esa ala. El espacio entre las casas y el palomar era guarnecido por 2 batallones con algunas piezas. En el centro de la posición había 30 piezas de artillería a órdenes de Chilavert y hacia la izquierda 3 batallones de la brigada Díaz. En el ala izquierda, 3 divisiones de caballería a órdenes del Coronel Lagos, teniendo 2.000 lanceros formados en batalla y fuertes columnas de ataque. La reserva la constituían las divisiones de caballería de Sosa y Bustos.

Urquiza proclamó ante sus soldados:
¡Soldados del Ejército Grande: detrás de aquella línea se halla la Constitución de la República y la libertad de la Patria!

Luego a la división Oriental:

¡Orientales, vosotros sois una de las más fuertes columnas del Ejército Aliado y una de las fundadas esperanzas de la causa de la libertad’. ¡Yo os anticipo mis felicitaciones por vuestra conducta en este día, que no dudo corresponderá a vuestra esclarecida fama!


Por su lado Rosas, ordenó al Coronel Chilavert:

Coronel, sea usted el primero que rompa sus fuegos contra los imperiales que tiene a su frente. Sostuvo sé en seguida un vivo fuego con las baterías aliadas del centro. El humo de los disparos ocultaba las masas de infantería desplegadas para el ataque.

Eran las 10 de la mañana y todo estaba dispuesto. Unas horas más tarde se rendían las tropas rosistas.

El 20 de febrero el ejército de Urquiza hacía su entrada triunfante en la Ciudad de Buenos Aires. Recorrieron la calle Perú entre Campo de Marte, actual la zona de Plaza San Martín y de la Victoria, hoy Hipólito Yrigoyen.
Urquiza estaba rodeado por el gobernador de Corrientes, Benjamín Virasoro, y el general Tomás Guido. Además estaban los generales Pirán, Madariaga, Francia, Medina, don Juan Pablo López, Oroño, su ayudante, el Coronel Chenaut, y sus secretarios, los doctores Ángel Elías y Juan Francisco Seguí.

Estaban también tres futuros presidentes de la República: Urquiza, Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento; otros eran Donato Álvarez, don Eustoquio Frías, Obregoso, Galán, César Díaz, el brigadier Márquez de Souza, de Brasil.

FUENTES: varias y propias.

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