Construyeron
impunidad
En
la noche del 3 de junio de 2010, en Moreno, Néstor Adrián
González, sargento de la Policía Federal Argentina,
terminó con la vida de Sergio “Checho” Casal,
un pibe de 16 años vecino del Barrio Cuatro Vientos.
Fue
un clásico del gatillo fácil: dos tiros de la reglamentaria
del policía impactaron en la nuca del pibito que, asustado,
intentaba escapar del represor.
González
estuvo detenido apenas veinte días, ya que fue “premiado”
con una excarcelación extraordinaria, un privilegio al
que rara vez acceden los presos comunes, y, en cambio, siempre
disfrutan los protegidos por la institucionalidad. González
llegó y se fue del juicio oral en absoluta e ilimitada
libertad.
Después
de una ardua lucha del colectivo de familiares, militantes y de
la propia familia Casal, todos organizados en CORREPI, a fines
de marzo pasado llegamos al debate ante el Tribunal Oral 4 de
Mercedes. El policía federal fue condenado a 15 años
de prisión por el homicidio.
Días
antes, cuando los alegatos, CORREPI adhirió al pedido de
la fiscal para que se detuviera a González, previendo que,
ante la alta pena en expectativa que sobrevolaba el juicio, era
muy posible que se profugara. El tribunal volvió a premiarlo,
negando su detención, así como cualquier otra medida
tendiente a garantizar su presencia el día de la sentencia.
Lo
cierto es que el día de la sentencia el sargento González
no apareció.
La
lectura de la condena fue presenciada por sus abogados, quienes
argumentaron que se encontraba internado en una clínica
de la zona de Morón y que ahí se entregaría.
De
las constancias del expediente, surge que ese mismo día
salió la orden de captura y se repartió por todas
las dependencias que debían registrarla. Aunque de esa
misma lectura, no surge ninguna evidencia de que hayan comisionado
a alguien para ir a buscarlo. Todo ello con el agravante de que,
en aquella oportunidad, tanto la secretaria del tribunal como
su custodio, dijeron al padre de Checho que ya habían procedido
a detener al policía condenado.
Esta
circunstancia se repitió tres días después,
cuando CORREPI retiró la copia de la sentencia y nos fue
informado que -según constancias informáticas del
propio tribunal- se había dispuesto el alojamiento en un
penal del servicio penitenciario bonaerense.
Pero
el sargento González fue declarado rebelde hace apenas
unos días, YA QUE NUNCA FUE DETENIDO (ni buscado).
Contra
toda lógica jurídica, pese a la captura decretada,
siguieron haciéndose trámites tendientes a garantizar
al prófugo su posibilidad de apelar la grave condena. Todo
el cuadro de situación, además, se dio con desconocimiento
de la fiscalía, no casualmente la única de las partes
que técnicamente, además del tribunal, puede impulsar
medidas para detenerlo.
Impunidad.
No otra cosa es lo que construyeron.
El
TOC nº 4 de Mercedes y su responsabilidad
El
manto de impunidad que abriga la mano de los asesinos de nuestros
pibes encuentra en los tribunales su brazo invalorable.
Es inadmisible que se haya descartado la detención cuando
se pidió en tiempo y formas oportunas. El TOC nº 4
de Mercedes no escuchó ni analizó las razones que
se le dieron para hacerlo.
Es
inadmisible que, después, no se haya mandado comisión
alguna para detener al prófugo.
El
TOC nº 4 de Mercedes no puede escudarse en que no es su función
salir a buscarlo cuando cualquiera sabe que disponen de la fuerza
pública. Claro, sólo la usan en contra de los pobres.
Es
inadmisible que no se haya puesto la fuga en conocimiento de la
fiscal, que es la titular de las acciones que hubieran podido
conducir a su detención.
EL
TOC nº 4 de Mercedes le envió la causa a la fiscalía
sólo después que CORREPI pidiera explicaciones en
su mesa de entradas.
Es
inadmisible que se haya continuado el trámite con cuestiones
superfluas cuando debió encaminarse todo hacia la aprehensión
del asesino condenado.
El
TOC nº 4 de Mercedes jugaba a la rayuela mientras el sargento
González lo hacía a las escondidas.
Es
inadmisible que le hayan mentido en la cara al padre del pibe
asesinado.
EL
TOC nº 4 de Mercedes expuso así su verdadera cara:
con un discurso técnico emparentado con la mentira, pretendía
desmovilizar y bajar la enorme disposición a luchar que
demostraron los familiares de Checho y CORREPI, con las organizaciones
hermanas que sumaron su convocatoria. El tiempo haría lo
suyo perfectamente amparados por normas, leyes y decretos.
El
sargento González, asesino preso, o no, en el mejor de
los casos, les da lo mismo.
Descartamos
impericia o torpeza en el tribunal, mucho menos indolencia.
Si
hay algo que en esos niveles reina es la precisión a la
hora de seleccionar los casos en los que cae sobre alguien “todo
el peso de la ley”.
No
nos sorprenden estas prácticas tribunalicias cuando de
garantizar impunidad a los fieles servidores del sistema se trata.
Como
a los perros guardianes, no les niegan un terrón de azúcar
a sus verdugos, aunque se hayan “extralimitado” en
morder más de lo necesario.
Frente
a hechos tan claros como el narrado, contra los cuales no les
queda otra que condenar, usan excusas, tramiterío y justificativos
que permiten mantener privilegios en favor del agente represivo.
No
es verdad que los jueces hablan por sus sentencias. Muchos suelen
decir más con sus omisiones.
La
sentencia en este caso habla de detener y enviar al penal a un
policía federal. Lo concreto es que no se hizo nada por
cumplirla.
El
Tribunal Oral en lo Criminal nº 4 de Mercedes está
integrado por los jueces Fabian Brahim, Miriam Rodriguez y Patricia
Guerrieri.
Volvemos
una vez más a destacar la importancia que asume la movilización
en las narices mismas del excelentísimo garantizador de
impunidad: la presencia, la exigencia, la solidaridad de clase,
expresa la absoluta desconfianza en estos arietes que el estado
reserva para sus guardianes.
Y
será en la plaza de Mercedes y donde sea necesario, pero
seguiremos hasta que el sargento de la PFA Néstor Adrián
González quede definitivamente preso y paguen por esta
nueva afrenta estatal los responsables de su actual fuga.
El
sargento suele merodear Villa Tesei y anda de migas con comerciantes
de Once…
Lo
estamos buscando. Si lo ven, o saben algo, NO AVISEN A LA POLICÍA.
Berni
tiene razón… y muy dura la cara.
El
más ministro que secretario de Seguridad de la Nación,
Coronel Berni, suele llenarse la boca diciendo que por el accionar
de la justicia, los delincuentes entran por una puerta y salen
por la otra.
¿Deberíamos
presumir que lo dijo por este caso?
El
oportunismo que caracteriza al soldado del kirchnerismo probablemente
le recomendará decir que sí, que también
por este caso dice lo que dice. Pero convengamos que ni él
lo cree.
Porque
de estos casos hay a montones, todos los días y a lo largo
y ancho del país. El caso del sargento González
es uno más de ellos.
Pero no advertimos la más mínima preocupación
en Berni, como sí la tiene frente a la confesa necesidad
de reprimir los piquetes o cualquier forma que asuma la protesta
social por el ajuste que su gobierno aplica.
Él
quiere la rigurosidad de la ley penal para meter presos a los
descuidistas, a los trapitos, a los ladrones de gallinas.
No
le interesa y protege a los asesinos de su propia tropa, cuando
hacen lo que hizo el sargento González. Sólo falta
ahora que le nombren defensores institucionales.
Por
eso, cuando el más ministro que secretario habla de “aplicación
rigurosa de la ley”, lo hace en un único sentido,
el que tiene al pobre como destinatario del reproche.
Como
bien apuntó Ángel, el padre de Checho: “Si
hubiera sido al revés, si el muerto era el policía,
mi hijo se hubiera podrido en la cárcel desde el primer
día”.
No
se olvide: estamos buscando al sargento de la PFA Néstor
Adrián González.
SI LO VE, NO AVISE A LA POLICÍA.
AVISE A CORREPI. |