NOTA
RECOMENDADA
Verde
decime que se siente...
En
los últimos días, Gendarmería Nacional
reafirmó su lugar como bastión represor predilecto
del kirchnerismo para reprimir y desalojar a todos aquellos
que osen impedir el flujo común del explotador o el circuito
megaextractivo impuesto a lo largo y ancho del país.
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NOTA
ESPECIAL
Griselda,
Gloria y Carlos: conciencia a ambos lados de la Gaona Vieja
“Ni hay casualidades ni el viento nos amontona”,
suele repetir una compañera. Es que las historias de lucha
no reconocen otra fuente que la perseverancia, la prepotencia
del trabajo, la infatigable decisión de llegar a la verdad
y sobremanera, la imperiosa necesidad de transformar una realidad
que corroe y lastima, que posterga y aplasta.
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CORREPI
en el aire:
El tercer sábado de mes, cada dos meses, a las
16:00, escuchá el espacio de CORREPI en el programa Rebeldes
Stereotipos, por FM La Tribu , FM 88.7, o en www.fmlatribu.com.
Jueves por medio, entre 10:00 y 11:00, escuchá el espacio
de CORREPI en el programa En Otras Palabras, por FM En Tránsito,
FM 93.9, o en
www.fmentransito.org.ar.
Los jueves, alrededor de las 19:00, escuchá
la columna de María del Carmen Verdú en el programa
Aguantando de Pie que conduce, de 18:00 a 20:00, el periodista
Herman Schiller en Radio La Caterva. Seguilo en vivo en fmlacaterva.blogspot.com
o escuchá los programas anteriores enwww.ivoox.com. Teléfono
para mensajes: 4302-1203. Mail: fmlacaterva@gmail.com. |
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2014
(En
el ENA - Encuentro Nacional Antirrepresivo)
BOLETÍN
INFORMATIVO Nº 726
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BOLETÍN
INFORMATIVO Nº 726
Del
11 de agosto del 2014
Por
CORREPI especial para Villa Crespo Digital
23
de agosto del 2014
Sumario:
1.
Verde decime que se siente...
2.
Griselda, Gloria y Carlos: conciencia a ambos lados de la Gaona Vieja.
3.
Por Diego y por Francisco: el 19 de agosto TODOS a tribunales.
4.
La recuperación de Guido Montoya Carlotto: una alegría,
una certeza, un triunfo de la lucha.
5.
Brian y Federico: La misma realidad represiva, del otro lado del río.
Verde
decime que se siente...
En los últimos días, Gendarmería
Nacional reafirmó su lugar como bastión represor
predilecto del kirchnerismo para reprimir y desalojar a todos
aquellos que osen impedir el flujo común del explotador
o el circuito megaextractivo impuesto a lo largo y ancho del país.
El domingo 3 de agosto inició con la Gendarmería
demostrando ese lugar ganado: un operativo de más de 50
efectivos atacó violentamente a los asambleístas
de Concordia, que retenían cuatro camiones vibradores destinados
a estudios de exploración por fracking en la zona de Salto,
Uruguay a la vera de la ruta nacional 15.
La medida, llevada a cabo por las Asambleas ciudadanas
ambientales de Concordia, Chajarí y Colón, sólo
afectaba a los vehículos que transportaban la maquinaria
para el fracking, ya el proyecto para la exploración y
explotación de hidrocarburos no convencionales podría
afectar el acuífero Guaraní, comprendido en los
territorios de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay.
La orden de desalojo, emitida por el juez federal
de Concepción del Uruguay, dejó un saldo de cuatro
detenidos, entre ellos un herido con un corte en la cabeza.
Por otra parte, Bernardo Zalisñak de 66
años, denunció golpes y amenazas con uso de picana
mientras se encontraba detenido, cuando se negó a firmar
un texto que autorizaba a los gendarmes a recabar sus datos.
Pocos días después, el 8 de agosto,
el mismo cuerpo de seguridad nacional fue el encargado de impedir
que los trabajadores de Lear se manifestaran en la Panamericana
ante la profundización del conflicto en la autopartista
multinacional, que esa semana masificó los despidos e inició
un lock-out de 15 días mientras sostiene su reiterado incumplimiento
de más de una docena de resoluciones judiciales a favor
de los trabajadores y su cuerpo de delegados.
En el marco de la 5ª Jornada Nacional de
apoyo a la lucha de los trabajadores de Lear, con actividades
solidarias en diferentes lugares del país, los gendarmes
arremetieron sobre la caravana de autos que, a baja velocidad,
acompañaba a los trabajadores. Gases y palazos contra los
vidrios de los autos acompañaron a las grúas que
remolcaron los coches, y detuvieron a los militantes del PTS Victoria
Moyano, nieta restituida; Patricio del Corro, diputado electo
de la CABA, Guillo Pistonesi del CeproDH y María Chávez,
investigadora del Conicet. Los compañeros fueron liberados
al atardecer.
El lugar que han consolidado los uniformados
verdes como herramienta del gobierno en su defensa constante a
los negociados empresariales con gases, balazos y palos a trabajadores,
ambientalistas y estudiantes, hace eco en el cántico con
el que los trabajadores de Gestamp manifestaban su repudio a la
burocracia sindical que los traicionó y avaló los
despidos: “Verde, decime que se siente, ser carnero y patronal”.
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Griselda,
Gloria y Carlos: conciencia a ambos lados de la Gaona Vieja
“Ni hay casualidades ni el viento nos amontona”,
suele repetir una compañera. Es que las historias de lucha
no reconocen otra fuente que la perseverancia, la prepotencia
del trabajo, la infatigable decisión de llegar a la verdad
y sobremanera, la imperiosa necesidad de transformar una realidad
que corroe y lastima, que posterga y aplasta.
Y con esos ingredientes -entre otros- suele condimentarse
la lucha antirrepresiva. Entonces, así como la trama de
todos y cada uno de los fusilamientos por el gatillo fácil
no responde a la casualidad sino a un protocolo no escrito, tampoco
es por casualidad que los compañeros familiares van avanzando
en el desarrollo de su conciencia, sino por la participación,
activación y entrega que la lucha antirrepresiva entraña.
Y sus historias de vida también se entrecruzan
y atraviesan.
La pertenencia a la clase trabajadora, de aquellas
barriadas más pobres, es mucho más que una geografía
o un escenario, es una definición. Las vidas se parecen,
porque las necesidades son las mismas y el modo que el estado
y la clase dominante adoptan para resolver las tensiones es también
el mismo: la represión (que algunos prefieren llamar violencia
institucional, eufemismo ingenioso para no manchar ciertas convenciones
dogmáticas, como esa que pretende que en democracia no
se tortura, no se desaparece, no se mata).
De este lado de la Gaona Vieja, el inveterado
silencio de la negra Griselda se acentuó. Su hijo de 17
años, Matías Lobos, fue fusilado por el subteniente
bonaerense Roberto Julio Páncere en Gral. Rodríguez
hace ya más de dos años.
Griselda no podía explicar ni mucho menos
explicarse lo que había pasado. La mala suerte, la desgracia,
todas cuestiones que inexorablemente conducen a la resignación,
esa claudicación atroz, aquella que mata por segunda vez
al hijo querido.
Como en fila hacia la picadora del muro de Pink
Floyd, hasta con culpa por quedarse afuera de los estándares
que la TV marca, Griselda se encaminaba tras las resoluciones
del mismo estado que le arrebató a Matías: primero
el archivo de la causa, después el sobreseimiento del asesino.
Del otro lado de las vías, Gloria y Carlos
Abregú conocen lo que vivió Griselda. En marzo de
2013, un policía de la federal, Aníbal Alejandro
Aguirrez Manzur, le disparó a mansalva a su hijo Carlitos,
de 17 años, en el barrio Cascallares de Moreno. Carlitos
le peleó a la muerte en el hospital de Moreno pero en junio
de ese mismo año bajó los brazos (que en terapia
intensiva estuvieron siempre esposados).
El asesino ni siquiera fue indagado y el manoseo
tribunalicio ("puterío" en términos correctos)
los entretuvo un largo período.
Griselda, Gloria y Carlos lloraron (y lloran
hoy cada vez que la emoción los gana) pero decidieron que
las cosas no iban a quedar así nomás.
Y decidieron luchar.
Mucho han conseguido en lo judicial. Griselda
ya tiene su causa elevada a juicio y al policía Páncere
imputado por el homicidio agravado de Matías en el TOC
4 de Mercedes. Dio vuelta cada una de las tácticas defensivas
de la fuerza policial y en breve la sentará en el banquillo.
Gloria y Carlos lograron que el federal Aguirrez
Manzur hoy esté preso, con pedido de elevación a
juicio por el mismo delito, el homicidio agravado de Carlitos.
Pero mucho, muchísimo más es lo
que han conseguido en el aspecto trascendental de la lucha que
encarnan.
Hace unas semanas, cuando en el Congreso de la
Nación se llevó a cabo la Audiencia Pública
contra el Gatillo Fácil, cada uno de ellos expresó
con la sencillez propia del que duele y con la claridad también
propia de los que luchan, que no ha sido ni la desgracia, ni la
mala suerte, ni una tragedia inevitable lo que les arrebató
a los pibes.
Que hay una razón, que se explica en su
condición de pobres en una sociedad dónde hay ricos.
Y porque hay un estado que protege, ampara y custodia “a
ellos, a los otros”, en palabras de Griselda, tan elocuentes
que sacudieron los cortinados suntuosos de la sala palaciega.
Los tres, caminando solos, aislados, tal vez
hubieran ocupado el lugar de las víctimas. Nada más.
Pero la lucha organizada les abrió otro
camino: no son víctimas, no admiten ese lugar en el orden
social que el sistema les tiene previsto, son mucho más.
Son exigentes de todos los derechos, de cada una de las oportunidades
que les han negado, y aún inconscientemente, a su modo,
con sus costumbres y contradicciones, van poco a poco descubriendo
que para que aquello se concrete es necesario cambiar los resortes
de una sociedad que alimenta a los que la ordenan con la sangre
de sus hijos.
Griselda, Gloria y Carlos, aquella flaquita y
desgarbada, éstos un poco más morruditos, hoy caminan
más erguidos y explican todo lo que pueden a muchos otros
familiares que van llegando a CORREPI.
A los que no se callan ni se conforman, que son
difíciles de encarar y no conceden y por sobre todas las
cosas, que inquieren y le devuelven a esta sociedad el problema
central de sus existencias.
Igual que quienes hacen huelga, que toman fábricas,
que piquetean las alienantes calles de un sistema degradado y
envilecido.
Está claro: no es ésta la sociedad
en la que queremos vivir, tampoco queremos adaptarnos. Sin víctimas
y con acceso a todo para todos, hablamos de una sociedad distinta.
Como dice la compañera, no se llega a
ella por casualidad. Más allá y más acá
de la Gaona Vieja, están enseñando el camino.
|
Por
Diego y por Francisco: el 19 de agosto TODOS a tribunales
El 19 de abril de 2012, Diego Nuñez, de
19 años, fue asesinado en el barrio de Caballito por Alberto
Carmona, un oficial de la policía federal, integrante de
Interpol, quien supuestamente estaba de franco, que naturalmente
y como siempre hacen, modificó la escena del crimen para
simular una legítima defensa.
Esa noche Diego entró a un edificio con
dos amigos con intenciones de robar, pero nunca llegó a
hacerlo, porque fue asesinado de cinco tiros en un descanso de
la escalera cuando intentaba huir. Su familia se organizó
para que el asesino de Diego responda por su homicidio.
Mientras ningún empeño puso el
estado en investigar ese crimen, el hermano de Diego, Francisco,
hoy se encuentra preso y acusado de un crimen que no cometió,
como represalia por reclamar el esclarecimiento del homicidio
de Diego.
El 25 de noviembre de 2012, en el barrio de la
Boca, frente a la casa de los Núñez, Jesús
Vidal Barja fue asesinado a golpes por dos personas que lo quisieron
asaltar. Siete meses después, con una instrucción
plagada de irregularidades, como testigos que “vieron”
a través de una persiana cerrada o identificaron una cara
desde un sexto piso, el juez de instrucción Gustavo Pierretti
ordenó la detención de Francisco por ese hecho.
Desde ese mismo momento, Francisco fue acosado por el Servicio
Penitenciario. Sufrió torturas en la Unidad 28 (la alcaidía
del Palacio de Tribunales) y en la cárcel de Devoto. A
pesar de varios habeas corpus y pedidos de resguardo físico,
fue golpeado, violado y obligado a comer su propia defecación
y tomar su orín. En este contexto tuvo varios intentos
de suicidio.
Desde el propio expediente surge que la acusación
contra Francisco carece de argumentos y pruebas, aunque sabemos
que ello no es necesariamente un obstáculo para aleccionar
a los jóvenes pobres y morochos, sobre todo, si como Francisco,
cobraron la conciencia de la necesidad de luchar en contra de
la realidad que intentan imponerles, en este caso, el asesinato
de su hermano Diego.
El 19 de agosto, a las 9:30, comienza el juicio
oral contra Francisco, ante el tribunal oral criminal 24, Paraguay
1536. Llamamos a movilizarnos para repudiar la farsa y exigir
la libertad de Francisco Núñez.
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La
recuperación de Guido Montoya Carlotto: una alegría,
una certeza, un triunfo de la lucha
El martes 5 de agosto, la alegría se apoderó
de todos los que, desde distintas perspectivas, estrategias y
pensamientos, abogamos por la realización de la justicia
en la tierra y no el cielo.
Ese día, Ignacio Hurbán, de 36
años, recuperaba su identidad, la de Guido Montoya, hijo
de Laura Carlotto y Walmir Montoya, ambos desaparecidos y asesinados
bajo la dictadura. Es el nieto 114 que recupera su identidad.
Durante su cautiverio, en 1977, Laura, la mamá
de Guido, en su resistencia, confió en que alguien saldría
con vida y avisaría a su familia del embarazo y nacimiento.
No se equivocó.
Clyde Snow, antropólogo estadounidense,
fallecido recientemente, fundó el Equipo Argentino Arqueológico
Forense en 1984, después que las Abuelas viajaran a EEUU
en 1982. En 1987 fue creado el Banco de Datos Genéticos.
En 2014, Ignacio/Guido se armó de valentía para
avanzar en la búsqueda de su identidad, a pesar de su temor
de no encontrarla. Lejos del relato oficial, esta historia no
empezó en 2003, sino hace más de tres décadas.
A diferencia de lo que opinan y propician muchos,
entre ellos la propia Cristina Fernández de Kirchner, de
que es necesario dar vuelta la página de la historia, ello
no es posible, porque no se trata sólo de 400 nietos sin
recuperar su identidad, sino de sus probables descendencias. Ello
constituye una herida abierta, que ni las muchas o pocas condenas
a los gerontes genocidas pueden cerrar; es una pelea abierta que
no tiene plazo de vencimiento.
Y la larga la lucha encabezada por las Abuelas
de Plaza de Mayo en la tarea de recuperar a los nietos –que
logró encarcelar a Videla 1998, luego de haber sido indultado
por Menem- y de todos los que acompañamos desde distintos
momentos y lugares la pelea contra la impunidad, por la memoria
y la justicia, es una tozuda muestra de ello.
Todos los que levantamos las banderas contra
la impunidad, la memoria y la justicia, no sólo sin compartir
sino muchas veces abiertamente enfrentados en los posicionamientos
políticos, conquistamos una pequeña victoria del
conjunto; así es la vida, la historia y la lucha de clases.
Esa pequeña victoria nos hace un poquito más fuertes
para seguir luchando, con una certeza más anudada a la
larga cadena de certezas de que no sólo es necesario y
difícil sino también posible transformar la realidad.
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Brian
y Federico: La misma realidad represiva, del otro lado del río
Como ocurre por centenares en nuestro país,
donde el armado policial de causas contra pibes de los barrios
compite con la buena disposición de jueces y fiscales a
tomar la versión azul como la única posible, en
Uruguay el barrio Casavalle está conmovido por la injusta
prisión de uno de sus hijos, Brian, de sólo 16 años.
El reclamo por la libertad de Brian fue inmediatamente
tomado por su ex maestro, que acompañó a la familia
y organizó charlas y actividades en la escuela comunitaria
de Casavalle, denunciando la represión policial.
Como cuentan nuestros compañeros de la
Plenaria Memoria y Justicia, la organización antirrepresiva
uruguaya con la que coordinamos en el ENA, “De esas charlas
con abogados y militantes de DDHH e instituciones educativas del
barrio, salió la necesidad de denunciar la injusticia que
cometieron con Brian. El barrio se organizó y salió
a la calle a exigir sus derechos, los de sus hijos, los de sus
hermanos y vecinos”.
Así fue que el viernes de la semana pasada
se movilizaron más de 100 personas por la libertad de Brian
Rodríguez, mientras las fuerzas policiales los hostigaban
y les sacaban fotos desde sus Fiat Siena blancos. El sábado
se repitió la movilización, con el maestro junto
a los chicos, los padres y los vecinos, repartiendo volantes y
pegando afiches que denunciaban la falsa acusación.
En esa nueva movilización, los policías
no se limitaron a amenazar y fotografiar. Cargaron sobre los manifestantes,
realizaron disparos, y fueron derechito sobre el maestro. Entre
ocho policías, lo tiraron al piso, lo golpearon y patearon,
y lo subieron a un patrullero al grito de “en el COMCAR
te van a romper el culo”.
Los vecinos, encabezados por la mamá de
Brian y los alumnos de la escuela, se pararon delante del patrullero
que se llevaba al maestro herido, pero no alcanzó para
evitar que lo trasladaran a la comisaría 17ª, donde
permaneció detenido e incomunicado.
Llegados a la comisaría, el maestro fue
arrastrado con una cuerda puesta alrededor del cuello por varios
metros entre el barro, mientras le seguían pegando. Afuera,
trabajadores, sindicalistas, vecinos y militantes de DDHH se concentraron
para reclamar su libertad, que se logró ya por la noche.
Acompañado por la Plenaria y por el gremio
docente, que decretó un paro de repudio al ataque, el maestro
denunció a los policías, y el médico forense
verificó los hematomas en su cabeza, la marca de la soga
en el cuello y la mano inmovilizada por los golpes. Los vecinos,
los padres de sus alumnos, todos los que estaban en la movilización
hacen cola para prestar declaración testimonial e identificar
a los policías.
Más importante todavía, el barrio
seguirá organizándose, por la libertad de Brian,
por el castigo a los que torturaron al maestro, y contra toda
forma de represión.
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CORREPI
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Martes, 1 Noviembre, 2016 17:48
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