BOLETÍN
INFORMATIVO Nº 744
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BOLETÍN
INFORMATIVO Nº 744
Del
23 de diciembre del 2014
Por
CORREPI especial para Villa Crespo Digital
31
de diciembre del 2014
Sumario:
1.
Rafaela, Mar del Plata y Rosario: tres botones de muestra.
2. Teatro de títeres por duplicado: de espías y vigilantes.
3. La imaginación del poder.
4. A 13 años de la rebelión popular, la lucha continúa.
5. Represión globalizada: Sucesos de una misma política.
Rafaela,
Rosario y Mar del Plata: tres botones de muestra.
En la
madrugada del 8 de diciembre, en la ciudad santafesina de Rafaela, Adrián
Pacheco, de 18 años, iba en moto con un amigo de 17 desde el
Barrio San José hacia el Barrio Virgen del Rosario, donde vivía
Adrián. Un patrullero los cruzó y sin motivo aparente
empezó a perseguirlos. Asustados, los chicos trataron de eludirlo.
La persecución se prolongó hasta llegar a la calle Champagnat,
que bordea el Canal Norte, parte del sistema de evacuación de
aguas de la ciudad. Allí el patrullero los acorraló y
forzó a caer al canal.
Adrián murió horas después. El otro chico sobrevivió.
Los policías dieron una tremenda paliza cuando lo sacaron del
canal, pero no lo detuvieron.
Una rafaelina consciente nos envió por mail el link de la noticia
tal como fue publicada en el diario local La Opinión, y nos dice:
"Como pasa siempre, los medios escriben las notas con el parte
policial y lo único que hicieron fue ensuciar el buen nombre
de un pibe excelente, inventándole un hecho delictivo".
Es que, efectivamente, el diario "informa" que los chicos
en moto "respondían a las características aportadas
desde el 911" en relación a dos arrebatos ocurridos mucho
antes y en el centro de la ciudad, dando así principio de legalidad
a la arbitraria persecución. No hace falta forzar la imaginación
para saber que esas "características" eran "joven,
morocho, con equipo de gimnasia y gorrita con visera"
Ni la familia ni los amigos y vecinos de Adrián aceptan la versión
oficial del "accidente", y acompañados por el Centro
Cultural Estación Esperanza, nuestros compañeros en el
ENA (Encuentro Nacional Antirrepresivo), ya han protagonizado dos movilizaciones
exigiendo que se impute a los policías por el homicidio.
Hasta ahora, la única reacción fue la rapidez con la que
el gobierno municipal, a menos de una semana del hecho, mandó
limpiar a fondo el canal, alterando de manera definitiva la escena del
crimen.
Casi calcado, pero en Mar del Plata, el 19 de diciembre Diario Veloz
tituló "Un delincuente murió y otro está herido".
El relato, de nuevo, habla de "dos motochorros que se enfrentaron
a tiros con la policía", con el resultado de Tomás
Pérez, de 17 años muerto, y su hermano Leandro, de 15,
internado en grave estado.
Pero el tío de los chicos cuenta otra historia en un mail enviado
al portal de noticias. Los chicos iban camino a la playa, llevaban una
mochila con toallas y $100. En una esquina, al acelerar la moto, el
motor hizo un "corte", con lo que hubo algunas explosiones
del caño de escape. Cerca había un policía de civil,
que, creyendo que eran tiros, sacó su arma y disparó siete
veces. Una bala mató a Tomás por la espalda, y otra hirió
a Leandro. Naturalmente, sólo se encontró el billete de
$100 y las toallas en poder de los chicos, pero eso ya no salió
en los diarios.
El tercer caso fue en Rosario, el 11 de diciembre. Rodrigo Udi, de 18
años, fue acorralado en un pasillo del Barrio Ludueña
por policías del Comando Radioeléctrico y de la comisaría
12ª, que lo acribillaron. Los diarios hablaron de un "enfrentamiento",
de un "feroz tiroteo", mientras que los referentes del Movimiento
Padre Mugica, en cuyas actividades participaba Rodrigo, salieron a desmentir
la versión policial, asegurando que fue fusilado desarmado e
indefenso.
Néstor Ciarniello, referente del Movimiento Padre Mugica y ex
cura tercermundista, dijo en el programa Enredando las Mañanas,
de la RNMA: "No hubo ninguna posibilidad de tiroteo ni resistencia...
fue acribillado a corta distancia, cuando un policía dice 'matalo
que ya lo conocemos'. Las versiones oficiales... señalan sistemáticamente
lo mismo, son reproducidas en primera instancia por los medios, que
no dan lugar a otras voces que, casi siempre en soledad, denuncian el
gatillo fácil de la policía".
Tres ciudades, tres pibes, tres asesinatos, y tres botones. Una versión
oficial de la policía y los medios, y mil verdades para el que
quiera ver.
Teatro
de títeres por duplicado: de espías y vigilantes.
Comienza
un nuevo año, y el gobierno no quiere quedarse afuera de la temporada
electoral de títeres y marionetas que caracteriza a las políticas
de limpieza interna en las cúpulas partidarias de los poderosos.
Para mostrar
que sigue en pie de guerra, Cristina Fernández nombró
la primera obra para la apertura de 2015 con el descabezamiento de la
cúpula de la ex SIDE. La Secretaría de Inteligencia, que
reemplaza a la vieja nómina con la que se mencionaba al equipo
de espionaje de estado, quedó a cargo de Oscar Parrilli, en reemplazo
de Héctor Icazuriaga. En el enroque, Parrilli dejó su
cargo de Secretario General de la Presidencia, lo que produjo el regreso
al ejecutivo de Aníbal Fernández, personaje del que sabemos
bastante, y que suma ahora la vinculación con el narcotráfico
que denuncia Wikileaks.
Apenas
asumió, Aníbal Fernández ya le dio contenido a
lo que vendrá. "Es un año particular en el que hay
que trabajar mucho", anticipó. La Casa Rosada pasó
en 24 horas de un clima espeso, tras los cambios de gabinete, a una
fiesta con los cientos de seguidores que acompañaron el regreso
de quien será, nuevamente, vocero oficial. "De vuelta a
casa", le dijo Cristina Kirchner.
La primera
medida del nuevo jefe de los espías, Oscar Parrilli, fue ordenar
la salida del director general de Operaciones, Antonio Styles, más
conocido por su alias Jaime Stiusso, un hombre con cuatro décadas
en la agencia, que saltó a la luz públcia cuando el primer
ministro de Justicia del kirchnerismo, Gustavo Béliz, mostró
su foto en TV y lo acusó de armarle "un gabinete paralelo".
Stiusso ganó la batalla, se quedó en la SIDE con su fama
de "intocable" incrementada, y "zapatitos blancos"
Béliz terminó con una causa penal por develar la identidad
de un espía.
El "detalle"
es que, más que la influencia de Jaime en cuestiones de estado
como el acuerdo con Irán en la causa AMIA, era el encargado de
operar sobre el aparato judicial para garantizar la impunidad de funcionarios
y allegados complicados en investigaciones penales. Precisamente, esta
última es una de las necesidades más imperiosas del gobierno
en estos momentos.
La SI
cayó en desgracia para el gobierno cuando no pudo pronosticar
que Sergio Massa se convertiría en opositor. Fue uno de los motivos
por los cuales, desde entonces, se privilegió a Inteligencia
del Ejército, área donde hizo su carrera el actual jefe
de la fuerza, el represor César Milani. El kirchnerismo, además
de usar a la ex SIDE para la tarea de espionaje sobre sus opositores
-evidenciando su falso discurso progresista- se recostó en los
espías militares, a pesar de que, por ley, las Fuerzas Armadas
tienen vedado realizar inteligencia interior. Pero las leyes claramente
están para que las cumpla el pobre, nunca el rico ni el poderoso.
La tensión
con la ex SIDE, el viejo departamento de inteligencia que recibirá
una suba del 16% en su presupuesto, fue inmediato: las funciones de
control y seguimiento de las acciones de los actores sociales pasó
a corresponder a otro orden. "Hay que sacar a la inteligencia militar
de un estado de adormecimiento y prescindencia, para darle el rol activo
y protagónico que desempeña actualmente", arengó
Milani a sus tropas en Campo de Mayo en noviembre de 2013, logrando
el descomunal incremento presupuestario con que, desde la Casa Rosada,
se benefició a la Dirección General de Inteligencia del
Ejército, del 156% desde 2010, mientras que, en ese mismo período,
la SI recibió un aumento del 34%.
Nuevas
prioridades, nuevos funcionarios, nuevas reparticiones, parte de un
reacomodamiento estratégico de la Argentina.
La duplicación
del espionaje interior y la perpetuación de sus prácticas
entrenadas en planificación y control del territorio, dejan clara
evidencia: siga quien siga, y aunque nos hagan creer que la disputa
de arriba es entre los derechosos y los progres, quien asuma el gobierno
de estado proveerá a nuestros explotadores de un arma doblemente
filosa: para espiarnos, perseguirnos y liquidarnos. El gobierno, que
tanto se ufana de la defensa de los derechos humanos, ha montado ahora
dos monstruosos aparatos de vigilancia, presión y extorsión,
incorporándolos al aparato represivo general de gendarmes, policías
y fuerzas especiales, que tienen, todos, sus propios protocolos de espionaje,
como el Proyecto X de los primeros.
El enemigo
está adentro, y, si se toman como referencia los primeros efectos
del funcionamiento de esta disciplina, tiene una característica
bien definida: los que mueren y van presos son fundamentalmente los
trabajadores jóvenes y pobres.
La
imaginación del poder.
Hay prácticas
que dan cuenta del carácter institucional de la represión
que sufre el pueblo trabajador. El necesario encubrimiento posterior
a cada fusilamiento de gatillo fácil, acto cómplice de
los compañeros del asesino de uniforme para hacer "zafar"
al que "puso" a uno, asegurando la impunidad del fusilador,
es una de esas herramientas. Pero si esto no alcanza, o no es posible
por las características del hecho, siempre se puede contar con
la generosidad del aparato judicial, con su aporte institucional, a
veces sesgado, a veces abiertamente declarado.
Pasando
a un caso concreto, en la localidad de Maipú, Mendoza, la noche
del 11 de noviembre de 2012, Ezequiel Torres (22), fue con su novia
al almacén que pertenecía a la mujer de la cual ambos
eran inquilinos. Una vez en el comercio, ingresaron dos ladrones armados,
y Ezequiel, junto con su novia, la dueña del local y un chico
de 10 años que estaba comprando en el local, se quedaron detrás
del mostrador.
Probablemente
todo hubiera terminado con el robo, si no fuera porque la dueña
alertó a su hijo, Rubén Darío Agosti, auxiliar
de la Policía Rural, que se encontraba en la planta superior.
Este bajó presto y arma en mano, y apuntó contra Ezequiel,
que alcanzó a suplicar "Yo no soy el ladrón".
Pero un simple ruego no alcanzó para frenar el instinto asesino
de Agosti, que disparó dos veces contra el muchacho (que recordemos,
estaba junto a su novia y un chico de 10 años). Las heridas en
el pecho y el estómago mataron a Ezequiel antes de que lo pudieran
llevar al hospital. ¿Los ladrones?, fugados.
Agosti
fue imputado por el delito de homicidio agravado por el uso de arma
de fuego. Pero claro, esta figura legal, cuando se aplica a un policía,
no es la favorita de los jueces. Tras apenas siete meses preso, Agosti
salió a esperar su juicio en libertad, porque el juez de garantías
Ariel Specktor cambió la imputación a homicidio culposo
por exceso en la legítima defensa. O sea, el juez consideró
que existió una situación de la que el policía
debía defenderse, pero que "se le fue la mano".
Requiere
mucha imaginación encontrar en un chico desarmado y que advierte
a su asesino que no es uno de los ladrones una amenaza que justifique
el uso de una defensa "legítima". Pero imaginación
no es algo que le falte al poder judicial a la hora de forzar los hechos.
Llegado el momento del juicio oral, ni siquiera esa endeble acusación
prosperó, y el policía homicida fue absuelto.
"No
hubo abuso de autoridad. Quedó acreditado en el debate que fue
un error en una circunstancia extraordinaria. Fue una fatalidad para
todos, sobre todo para Torres, pero también para Rubén
Darío Agosti, que por defenderse a él y a su madre cometió
un error", afirmó con desparpajo Pablo Cazabán, abogado
defensor del fusilador después de conocerse la sentencia.
Como decíamos
más arriba, el poder judicial, parte funcional y necesaria del
aparato represivo, no se inquieta por incurrir en estos favores para
con los asesinos de uniforme, es simplemente una más de sus tareas.
Queda el lector en libertad de catalogar a este caso particular como
uno de complicidad encubierta, o, como les gusta decir a ellos, simple
y llano cumplimiento del deber institucional de garantizar la impunidad
del represor.
A
13 años de la rebelión popular: la lucha continúa.
El 19
de diciembre de 2001, hacía varios días que se sucedían,
en todo el país, saqueos protagonizados por masas hambreadas,
mientras las organizaciones de trabajadores desocupados se movilizaban
y los sectores medios, tras el avance del gobierno sobre sus depósitos
bancarios, se sumaban al descontento general. Esa tarde, cuando el presidente
Fernando de la Rúa decretó el estado de sitio, una multitud
salió a las calles a repudiarlo.
Aunque
la represión fue explícita de entrada (por la noche hubo
heridos de bala por la policía, como Demetrio Cárdenas
en Congreso), durante las siguientes 24 horas el flujo de manifestantes
sólo creció e incrementó su nivel de confrontación.
Desde las primeras horas de la mañana del día 20 y hasta
el anochecer, millares pugnaron contra los gases y las balas para llegar
a la Plaza de Mayo.
El saldo
de la movilización, que unió desocupados, obreros, estudiantes
y la clase media, en total ausencia de las burocracias sindicales de
la CGT y la CTA, fueron 39 compañeros caídos en todo el
país, un gobierno en fuga y un profundo llamado de alerta para
la burguesía, que necesitó de bastante tiempo y esfuerzo
para recomponerse y relegitimar las instituciones de su democracia.
Trece
años después, ni uno solo de los autores materiales de
los asesinatos del 19 y 20, ni siquiera alguno de los pocos que fueron
condenados en causas provinciales, está preso. Más fuerte
aún fue la garantía de impunidad para los responsables
políticos provinciales y nacionales. Con la sola e insuficiente
excepción del ex secretario de Seguridad de la Nación,
Enrique Mathov, que desde febrero de 2014 está siendo juzgado
sin riesgo de prisión en la ciudad de Buenos Aires, junto al
ex jefe de la PFA Rubén Santos y unos pocos comisarios, ninguno
de los gobernadores, ni sus ministros y secretarios, fueron "molestados"
judicialmente. El máximo responsable nacional, Fernando de la
Rúa, obtuvo su sobreseimiento con sólo afirmar que "no
sabía lo que pasaba en la calle porque estaba ocupado con cuestiones
de estado, sin escuchar la radio ni mirar la TV".
Las crecientes
luchas que viene desarrollando el pueblo trabajador a lo largo y ancho
del país, y la masiva movilización que el sábado
20 llenó la Plaza de Mayo, muestran que, trece años después,
la explotación y la represión continúan, y la lucha
también.
Represión globalizada: Sucesos de una misma política.
Sucede
que en Italia, otrora poderoso centro industrial de Europa, las marchas
obreras contra la flexibilización laboral en Roma Milán
y Turín, fueron violentamente reprimidas por la policía,
con un saldo de 11 heridos por balas de goma y gases lacrimógenos,
y 9 detenidos.
Sucede
que en España, hasta no hace mucho "ejemplo de democracia
y bienestar", al tiempo que las protestas sociales se multiplican
y los carteles dicen que "el derecho a la protesta está
amenazado" organizaciones defensoras de derechos humanos denuncian
que en los últimos 10 años, se comprobaron judicialmente
más de 6 mil casos de torturas en los lugares de detención.
También
sucede que en México, la sostenida lucha del pueblo ya ha encontrado
e identificado el cuerpo de uno de los 43 estudiantes asesinados por
la trama policía-narco estatal del gobierno "democrático"
de Peña Nieto, poniendo en evidencia que torturar, matar y desaparecer
es tarea habitual de los que mandan bajo la apariencia de "un estado
tercero, neutral o autónomo".
Y sucede
que en Honduras, el paisito de la pobreza y los golpes dictatoriales,
la ADEPZA, una organización de campesinos y pescadores originarios,
denuncian al estado hondureño y a sus socios terratenientes y
empresarios por "persecución, hostigamiento, amenazas e
intento de asesinato" sobre sus dirigentes.
Y sucede
que en EEUU, el país de la libertad... burguesa, mientras continúan
las movilizaciones multitudinarias contra la represión policial
racista (y clasista) a partir de la indignación popular por la
absolución del policía que mató por asfixia al
afroamericano Erik Gardner y del que baleó a Michael Brown, se
conocieron las acusaciones del senado contra la CIA por la aplicación
de torturas a los detenidos sospechados de terroristas (se impone recordar
que el estado yanqui siempre las avaló, en sintonía con
el fallo que en Israel, en 1999, declaró lícito este procedimiento
aberrante).
¿Qué
sucede, entonces, si esto de la represión estatal, sucede al
mismo tiempo en tan diversas regiones y realidades?
Sucede
que estamos ante la concreción lisa y llana de la reorganización
hegemónica del capitalismo; sucede que los pueblos del planeta
estamos pagando el peaje con el que los poderosos pasan de un mundo
bipolar a otro de inimaginables consecuencias.
Sucede
que la concentración económica en un mercado globalizado,
advertidos de la creciente resistencia popular, requiere de estados
capaces de emprender contra los pueblos la violencia de sus políticas
represivas sin que ellas ocupen las tapas de los diarios.
Sucede
que, para que los ricos italianos, españoles, yanquis, mexicanos,
hondureños, y de todas partes, vivan bien y encuentren legitimada
su carroñera acumulación, hacen falta democracias ficcionales,
formales, reglamentarias... y absolutamente autoritarias y violentas.
Sucede
que, en el discurso antiterrorista y la lucha contra el delito, la inseguridad
y otras pretendidas pandemias, encontraron la excusa para disciplinar
cada vez más violentamente, al mismo tiempo que succionan todas
las aspiraciones de libertad y emancipación de las clases subalternas
del mundo.
Pero por
sobre todo, sucede también que la lucha de clases los ha descubierto,
y que, aunque la subjetividad de los pobres se halla interferida por
la retracción hacia lo privado de cada uno y la manipulación
del consenso por los medios masivos, los grandes crímenes del
capital más temprano que tarde salen a la luz y, también,
más temprano que tarde, obtienen del pueblo su más categórica
condena.
Sucede
el capitalismo, ni más ni menos.
No hay
formas de gobierno, ni historias, ni emblemas, capaz de ocultar sus
barbaries.
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CORREPI
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