La
dictadura de Juan Carlos Onganía ajustó todas las
piezas en función de imponer un estado autoritario y represivo
UNA
LARGA NOCHE CONTRA LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA
Por
Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo
Digital
15 de junio del 2008 / 5 de enero del 2013. Actualizado el 21 de
enero del 2016
El
digno presidente de la Nación, el médico de Pergamino
que adoptó a Córdoba por su trabajo durante largos
años en los Ferrocarriles Argentinos, Arturo Illia, fue desalojado
de la Casa Rosada el 28 de junio de 1966.
A
partir de esa foto histórica, acompañado por sus compañeros
de ruta y una sociedad capitalina, siempre bastante apática,
el entonces presidente Illia es obligado a dejar el gobierno. Había
enfrentado al poder económico, en el orden mundial venía
avanzando el capitalismo financiero bancario que estaba dejando
los jirones del capital industrial a sus pies. Esencialmente, para
nuestros países, en aquel momento histórico del Tercer
Mundo, eran los estertores del capital industrial nacional que iba
siendo acaparado, cooptado y comprado por las grandes multinacionales.
Hoy se hablan de monopolios, pero, sin embargo, estamos, en la actualidad,
en presencia de cárteles empresarios que tienen una diversidad
de empresas e intereses. Por supuesto, Argentina dejó de
tener un capital industrial nacional y hoy es un recuerdo.
Desde
la Universidad Argentina, cuando ésta tenía una excelencia
reconocida a nivel internacional, se opusieron a ese golpe de Estado
y apoyaron la gestión de Illia.
Entonces,
un mes después, con los partidos políticos inactivos,
las instituciones cerradas, una parte importante de la denominada
sociedad argentina a la deriva, no así, una parte del movimiento
obrero que resistió a ésta y a todas las dictaduras.
La Universidad de Buenos Aires llevó adelante el repudio
al golpe de Estado cívico militar, por ello, la actitud del
gobierno de Onganía no se haría esperar.
Es
así que decretó la intervención de las universidades
nacionales y le ordenó al ejército y la policía
que reprimiera, esto se tradujo en expulsar estudiantes, profesores
y académicos argentinos y extranjeros de los claustros universitarios.
La
destrucción fue completa, alcanzó a laboratorios,
bibliotecas de las casas de altos estudios y de la reciente y novedosa,
para el momento histórico, computadora adquirida.
Las
universidades y centros académicos del mundo se dieron el
lujo de recibir a nuestros expulsados profesores e investigadores
de muchas disciplinas, esencialmente de las ciencias exactas.
Por supuesto, dejaron de funcionar los centros de estudiantes y
los militantes fueron perseguidos.
Esa
larga noche se conoció como "La Noche de los Bastones
Largos".
De
aquel día se cumplirán, este año, 46 años,
que dejó las profundas huellas hacia el futuro; en este presente
constante de la realidad universitaria.
Fue un viernes, aquel 29 de julio cuando se difunde el decreto ley
16.912 que determina la intervención, prohibiendo la actividad
política en las facultades y anula el gobierno tripartito
(integrado por graduados, docentes y alumnos). Esta es la conocida
Autonomía Universitaria.
De
tal forma, los rectores deben convertirse en interventores, o sea,
delegados del Ministerio de Educación, si quieren seguir
en sus puestos. Les dan 48 horas de plazo para decidir si aceptan
o renuncian, fue una clara imposición represiva.
La
sede del Rectorado y las facultades de Arquitectura, Ciencias Exactas,
Filosofía y Letras, Ingeniería y Medicina son ocupadas
por autoridades, profesores y estudiantes con el objetivo de resistir
la violación de la autonomía.
Esa
noche, Onganía ordena a la Guardia de Infantería el
desalojo de las sedes tomadas, pese a que las 48 horas de plazo
todavía no se habían cumplido, comienza lo que se
conoce como "Operación Escarmiento".
Hoy,
la represión es más conocida o reconocida, aquí
como ahora se utilizaron los gases lacrimógenos, culatazos
y bastonazos. Como corolario quedaron 400 estudiantes y profesores
detenidos; renuncian a sus puestos todos los decanos de la UBA,
también lo hicieron 1.400 docentes; trescientos científicos
se fueron del país.
Marta
Slemenson, realizó un estudio que lleva el título
de "Emigración de científicos argentinos"
es de 1970, producido para el área de investigación
social del Instituto Di Tella, que dirigía Enrique Oteyza".
Los
1.378 docentes que renunciaron a la UBA se repartieron así:
Agronomía y Veterinaria, 20 renunciantes (1,4% del total
de docentes, 2 emigraron del país); Arquitectura y Urbanismo,
268 (19,4% y 9 emigrantes); Ciencias Económicas, 35 (2,5%
y 3 emigrantes); Ciencias Exactas, 391 (28,3% y 215 emigrantes);
Derecho, 66 (4,8% y 2 emigrantes); Farmacia y Bioquímica,
14 (1% y 3 emigrantes); Filosofía y Letras, 305 (22,1% y
42 emigrantes); Ingeniería, 180 (13% y 19 emigrantes); Medicina,
34 (2,5% y 6 emigrantes); Odontología, 2 (0,1% y ningún
emigrante). En los institutos que dependían del Rectorado
de la UBA renunciaron 63 docentes, que representaban el 4,9% del
total.
La
lista es aún más larga, pero la sangría aún
perdura… no hubo imaginación al poder, sino represión
del poder…
El
tiempo, casi medio siglo ha transcurrido, lamentablemente aquella
excelencia no se recuperó más… es válido
volver a reconocer a Rolando García, decano de Ciencias Exactas,
acaba de morir, el 15 de noviembre del 2012. Muchos, millones de
argentinos más preocupados por el fútbol y el espectáculo
no lo saben, no lo registran no se informan.
Parte
importante de la sangría que hoy padecemos en materia educativa
está en este momento histórico que es parte de un
largo proceso, el cual debiéramos conocer y analizar.
No
hubo imaginación al poder como los jóvenes franceses
en 1968. La dictadura de Onganía sólo supo de la represión
al poder…
Corregido
y ampliado el 5 de enero del 2013
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No hubo imaginación al poder como los jóvenes franceses en 1968. La dictadura de Onganía sólo supo de la represión al poder…