ARTURO
CAPDEVILA
POETA,
ESCRITOR, HISTORIADOR, AUTOR DRAMÁTICO
Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital
17
de diciembre del 2015
Nació
en la provincia de Córdoba en 1889 y fallece en Buenos
Aires en 1967.
Estudia Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba,
donde dicta clases de Filosofía y Sociología.
Se desempeñó como docente en Buenos Aires y La
Plata.
Sus
PREMIOS
Obtuvo
el Premio Nacional de Literatura en los años 1920, 1923
y 1931.
La Sociedad Argentina de Escritores le otorgó el Gran
Premio de Honor en 1949, en reconocimiento al libro de poemas
"El Libro del Bosque".
Como
periodista trabajó como colaborador en el diario La Prensa
y fue miembro de la Academia Nacional de Letras así como
de la Real Academia Española.
Sobre
su trabajo poético se afirma que era romántica
y con aires filosóficos, se comprende en varios poemarios,
entre los que destacan "Jardines solos", "El
libro de la noche" y "Otoño en flor".
En lo que a teatro se refiere, fue productor del poema dramático
"El amor de Schehrazada" y de "Consumación
de Sigmund Freud", entre otras obras del mismo género.
Es
autor de novelas, ensayos y cuentos, como ser "Arbaces,
maestro de amor", "Babel y el castellano" y "La
ciudad de los sueños". No está de más
decir que este ilustre hombre ha contribuido inmensamente con
la cultura argentina, legando no sólo una vasta obra
sino un ejemplo de disciplina y dedicación.
Algunas
de Sus OBRAS
En
poesía: Jardines solos (1911); Velpámene (1912);
El poema de Nenúfar (1915);
El libro de la noche (1917);
En teatro: La Sulamita (1916);
El amor de Schahrazada (1918); Zincalí (1927);
Novela: Arbaces, maestro de amor (1945); sus evocaciones en:
Córdoba del recuerdo (1923); algunos cuentos como: La
ciudad de los sueños (1925); escritos sobre temas idiomáticos:
Babel y el castellano (1928);
TEMAS
HISTÓRICOS
Las
invasiones inglesas (1938),
Historia de Dorrego (1949),
El hombre de Guayaquil (1950);
Nueva imagen de Juan Manuel de Rosas (1945),
Entre
otros…
ALGUNAS
BREVES POESÍAS…
EN
VANO
¡Cuánto
verso de amor cantado en vano!
Oh, cómo el alma se me torna vieja
cuando me doy a recordar la añeja
historia absurda del ayer lejano.
¡Cuánto verso de amor gemido en vano!
Primero, fue el nectario y yo la abeja...
después mi corazón halló en tu
reja
la amarga nieve que lo ha vuelto anciano.
¡Cuánto verso de amor perdido en vano!
- hoy están mis ventanas bien abiertas;
hay sol...hay muchas flores...y es verano...
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EL
QUE QUIERA LA PAZ
El
que quiera la Paz
El que quiera la paz en la muerte,
que la halle en la vida.
Sólo rige en la ley de la suerte
la propia medida.
El
que quiera silencio en la tumba,
llévelo ganado.
En la muerte se alarga y retumba
lo que ya ha sonado.
El
que quiera la gloria en el cielo,
¡hallar al Señor!
viva y muera vibrando de anhelo,
¡ardiendo en su amor!
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MAGIA NEGRA
¡Atadla!
¡Desnudadla! ¡Suetadle
los brazos con la propia cabellera!
¡Sujetadle los puños por la espalda!
¡Cerradle el nudo con sus mismas trenzas!
Machacad
entretanto en el mortero
hasta que polvo imperceptible sea,
la antigua pasta... ¡Machacad de modo
que en un polvo infernal cuaje la mezcla!
Mientras
esto se cumple, vieja maga,
no olvides a las cómplices estrellas.
Yo cuidaré del trébede maldito,
donde el incienso que enbrujaste humea.
Y
cuando tú lo mandes, profetisa,
yo mismo entre las carnes traicioneras,
le marcaré el tatuaje, poco a poco,
conforme al rito de la magia negra.
La
hechizaremos con tan grave hechizo
que una roja locura la enceguezca,
y con los ojos ciegos, desolada
por infinito horror cruce la tierra.
De
modo tal que el sacrilegio horrendo
que así me libra a la tieniebla eterna,
sea el crimen más cruel que hayas cumplido,
¡sacerdotisa de la magia negra!
Que
así la amo y así por su pecado
pierdo el alma en las hórridas tinieblas...
¡Sacerdotisa!... Sí... Nada me digas...
¡Sé que el octavo círculo me espera!
Pues
yo mejor que tú sé de tus artes,
y mucho más que tú sé de tu ciencia...
Por eso, por tus signos te lo juro:
¡Ay de ti si la cábala te yerra!
IN
MEMORIAM
Madre
del alma, madre: Es la hora en que pienso
las cosas más amargas. De par en par abierto
está el ensobrecido palacio del recuerdo.
Por
las desiertas salas, bajo los sacros techos,
la vieja pompa es humo; toda la casa, un hueco;
y en el hogar, tú sabes, que es ya ceniza el fuego.
Así
es la vida: polvo. Menos que polvo: viento.
Menos que viento: sombra. Menos que sobra: un eco
Acaso un eco inútil. ¡O todavía menos!
¿Qué
me quedó siquiera de tus sagrados besos?
¿Que me quedó de aquellas caricias de otro tiempo?
Polvo en la frente... ¡Vana ceniza entre los dedos!
¿Qué
me quedó siquiera de tus postreros besos?
Contigo se callaron. Contigo se durmieron.
-También los enterramos, dirá el sepulturero.
Por
el callado alcázar de mi recuerdo, yerro.
Contémplanme las quietas cariátides de yeso,
y hay una que interroga:
-¿Qué quiere acá, ese muerto?
Ayer
pasó la muerte por mi casa...
Se hizo una noche solitaria en torno,
y en medio de las sombras de la noche,
se hacinaron escombros sobre escombros.
El
isócromo golpe de las picas
desmoronó el hogar. Así fue cómo
se desplomaron los antiguos muros,
y hoy ya no son más que ceniza y polvo.
Un
agrio ruido de hachas rechinaba
en el huerto infeliz. Tronco por tronco,
los árboles cayeron en un vasto
montón sobrío de ramajes rotos.
Noctívagos
murciélagos, rondando
por el húmedo ambiente borrascoso,
con sus alas de trapa y de tiniebla
marcaban el compás de mis sollozos.
Unos
búhos graznaban en la sombra...
Transido de terror, clamé socorro...
Dos búhos de la sombra me escucharon...
Se asentaron los dos sobre mis hombros.
Desde
entonces, de pie sobre las ruinas,
a los recuerdos del ayer me acorro;
y cuando nadie mis angustias sabe,
doblo la frente, y por mis padres lloro.
FUENTES:
varias y propias.
Caracteres:
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