LOGO VILLA
 
2015 - 2021

PÁGINA PRINCIPAL / MAPA DEL SITIO / BUSCADOR DE NOTICIAS

Martes, 14 Diciembre, 2021 16:32
 
 

Si supiese qué es lo que estoy haciendo, no le llamaría investigación, ¿verdad?

Albert Einstein

 

"¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir 'amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan".

FEDERICO GARCÍA LORCA

HOMERO MANZI / POEMAS INÉDITOS

HOMERO MANZI / POEMAS INÉDITOS

Producción de Villa Crespo Digital

12 de febrero del 2015 *


ROSEDAL

Rosedal,

paisaje de peluquerma

cursi como una pirgola

o como un paquete de masas con cinta azul y blanca.

Tal vez por eso mi aventura infantil te desprecia


[inclemente.

Y con malandrines prefería las arcadas del puente

donde pernoctan vagos filosóficamente.

....................................................................................

...........

Yo, cabalgando en un Ford modelo antiguo

hacia ruborizar a tus rosedales,

pero tus mujeres te vengaban por encima del hombro.

Rosedal,

con tus banquitos eunucos pintados de merengue,

donde posan seguras las nalgas

tres vírgenes largas

porque siempre son tres las flacas incontaminadas.

Yo de puro atorrante

te pondría faroles

y casitas de lata

y zaguanes oscuros con humedad de besos

y perfumes de albahaca.

Y en tus paredes planchadas al rodillo

pondría un organito, un rengo,

una esquina,

un boliche y una muchacha.

Rosedal,

Parnaso decadente

donde duermen las musas

cien veces benditas de los Intendentes.

Cada vez que contemplo tu lago

sarcófago de fetos y de un descuartizado

siento unas ganas locas de adornarlo con tachos

latones

botas viejas

con una cama jaula

con una escupidera

igual que en los fanales de Pompeya.

42 versos a la Facultad de Derecho


La Facultad de Derecho es una casa vieja.

La trajeron pretendo de Lovaina o de Lieja

en una tarde fría y otoñal,

y en la ciudad ruidosa

fue un asombro ojival.

En su torre, doliente como un sueño inconcluso,

dialogaron sus noches porteñas y los vientos

con silbidos de jarcias y con lamentos

de gatos lunáticos y confusos.

Una luna porteña, que remontas en la esquina,

barrilete nocturno de arrabal,

calotes dos palomas en Puente Alsina

y las tiras por su ventanal.

Palomas proletarias que hicieron nido con sus ladrillos,

igual que en los tejados de las aldeas,

igual que en la techumbre del conventillo.

Y la extranjera consistorial

ensayo un paso en la cuerda floja de la emoción,

cuando la plateada galleta marinera

con corazón de pan

le tiro las monedas de su amor,

y en la resurrección sensiblera le brota un corazón

que en sístoles de huelgas

y en diástoles de gritas

efectúa la cardiaca revolución.

Corazón que practica

la leyenda hipocrática de dormir a la izquierda,

hecho con las estimas de cien muchachos locos

que suenan con la paz

y que hacen la simbiosis

pampeanamente rara

de Yrigoyen y Marx.


..............................................................................

Pero esta cerca el día de los tejados muertos,

el día de la buena ración,

cuando se vuelen las palomas

y se detenga el corazón.

Entonces esa luna de arrabal

se quedara en el cielo del almacén,

y la extranjera consistorial

volverá a ser un asombro municipal.

Que así no sea.

Amen.


Buenos Aires colina chata


Sobre una colina chata

Garay traza cuatro vientos.

Por un costado la pampa,

al otro lado el riachuelo

y el río contra la espalda

y contra el pecho el desierto

con su horizonte de paja

y su techumbre de cielo.

Garay traza diez manzanas

sobre un cuadrado perfecto,

y el sitio de las campanas

y el lugar de su gobierno

y las casas capitanas

y los tejados modestos

y el ámbito de la plaza

para los grandes recuerdos.

Garay traza con su espada

la forma de un pueblo nuevo.

¿Cómo era la pampa aquella

sin gauchos y sin cencerros,

sin chinas, ranchos ni huellas,

sin boliches ni puesteros...?

¿Sin un mazo de baraja,

sin el grito de un resero,

sin un fogón y una casa,

sin un mate y sin un cuento...?

¡Sólo era una pampa, pampa

con un desierto desierto,

con su horizonte de paja

y su techumbre de cielo...!

Qui raro que se quedaran

los españoles aquellos,

atados a las distancias

clavados a los silencios.

Tal vez porque ya eran otros,

distintos a los primeros.

Tal vez porque ya eran criollos

a fuerza de sufrimientos.

Porque llegaron del norte

inaugurando senderos,

madurados por los soles

y las lluvias de febrero.

Hombre


¿Eres cientos de vidas, o una vida?

?Una sola infinita y dolorida?

¿Eres dueño del mundo en que transitas

o el mundo es una gruta donde habitas?

¿Andas entre flores y el paisaje

sin poner el perfume y el celaje?

¿Creaste una deidad omnipotente

para que manejara tu presente

y tu pasado y lo que nunca ha sido,

lo muerto, lo vital, lo presentido?

Cruzas frente al espejo de tu espejo

y no eres el reflejo de un reflejo.

Manejas tardes y también macanas

y ramos y amapolas y ventanas

y lagrimas y sombras y canciones

y juncos y fatigas y emociones

y guerra y paz y prados y ciudades

y juventud y ancianidad y edades

y libros y banderas y armonías

y das luna a la noche y sol al día.

Mides los mundos que te hiciste mundos

con teoremas exactos y profundos.

Trabajando en tu nada y en tu todo

pintas blanca la nieve y negro el lodo.

Prescribes lo moral y abres caminos

y ponderas valores y destinos.

Juzgas para esta vida y otra vida.

Esta fugaz y la de allá dormida,

sobre un tiempo sin tiempo fuego o nube

y dices que el mal rueda y el bien sube.

Corres como un gigante desolado

con fuerzas que tz mismo has convocado

y de pronto, cortando tu carrera,

te blasfemas, te lloras, te veneras,

te conviertes en cientos de millones

que maldicen o rezan oraciones

y te cambias el rostro en cada suerte

y vuelves a la vida y a la muerte

con una vanidad empecinada

hecha de polvo, de ceniza y nada

y aguardas rosa de la mano amiga

y de la mano sin amor ortiga.

Pero sabes que todo esta en tu sueño:

ortiga y rosa, soledad y lego.

Eres trágico así y eres culpable.

Si eterno, te defines deleznable.

Si santo, buscas torpes tentaciones.

Si valiente, te ensucias con pasiones.

Eres trágico así y eres absurdo

cuando te vistes con el gesto burdo

y abismas en fracaso abominable

el bien, de cuya norma eres culpable

y cuando hieres con tus propias manos

tu propio corazón en tus hermanos

y descargas la furia de tus brazos

sobre el propio dolor de tus pedazos

y destruyes los sueños de ti mismo,

lanzando lo que es tuyo hacia el abismo.

¿Cómo puedes herir a la criatura

que es una imitación de tu figura?

¿Cómo puedes gozar del cataclismo

si esta hecho todo en carne de ti mismo?

¿Si el cielo, la perdiz y la cabala

salieron desde el fondo de tu entrega?

¿Si la bestia que pace y los pastores

tienen tu amor y tienen tus dolores?

Hombre que todo lo sonaste un día,

no puedes solazarte en la agonía.

Y no puedes mentir que son mil vidas

ajenas a tus manos atrevidas.

Eres uno, el primero, el que hizo todo.

Blanca la nieve blanca y negro el lodo.

El que duerme en las hondas sepulturas

y despierta después en las criaturas.

El creador de si mismo, el propio dueño.

El responsable de su enorme sueño.

Deja tu vanidad empecinada

hecha de polvo, de ceniza y nada,

y vuelve a ser el ángel legendario

que hizo la cruz y que labra el rosario.

No puedes ver morir con sorda calma

las cosas que pariste con el alma.

Nada menos que te, que eres poeta

y fuiste tu factor y tu profeta.

Nada menos que te, que de tan noble

trajiste hasta tu casa el pez y el roble.

Y que hiciste infinita la medida

para encoger tu imagen y tu vida.

Y que al solo fervor de tu mirada

dibujaste los cosmos en la nada.

Y que al solo temor de hacerte malo

nombraste un juez y le entregaste el palo.

¡Cómo puedes fraguar maldad y muerte

si hiciste a Dios para no ser tan fuerte...!


Jardín zoológico


Si yo tuviera un sanguche de queso,

un jarrito de lata,

un guardapolvo blanco,

treinta condiscípulos y un chocolatín,

en un coche expreso del Anglo,

arma una excursión al Jardín.

Mi maestra de humildad enlutada,

(así la recuerda el corazón)

acentuarla el impulso cotidiano

del neurasténico coscorrón.

Maestrita malhumorada

por culpa de la solterona,

pero sin embargo humana

como una hermanita.

Queremos ir contigo

y no con la directora,

que casi siempre es una señora

mayestática e incomprensiva.

Te irlas con los zapatos gastados,

yo con los trompudos de charol

y el flaquito del banco de al lado

con los pantalones remendados

en forma de desilusión.

Yo quisiera que vayan todos,

todos los que fueron ayer,

con los mismos trajecitos,

con el mismo orgullo

y con la misma sencillez.

Pero pido tan sólo una cosa,

una cosa que esta en la garganta.

Permiso para ir con el flaquito

y cederle la ventana.

Para no reírme de sus pantalones

y para esconderle el brillo de mi botín

y para darle medio sanguche de queso,

igual que Carlitos Chaplin.

Si yo tuviera treinta condiscípulos

y una maestra y un chocolatín,

irme de nuevo al Jardín.

Entonces el purrete que llevo en mi hombría,

matarme a aquel hombre que hubo en mi niñez.

Marma


Heroína de tango, te llamabas Marma.

Tenias ojos negros y ganas de soñar.

Me contabas historias que entonces te crema,

y hasta me hacían llorar.

Para mi adolescencia eras la Magdalena

del pecado inconsciente y del padre borracho.

Por eso tu palabra me llenaba de pena.

!Es que era un buen muchacho...!

Te besaba en las manos, te recitaba versos

y te lema cuentos de Gogol.

Y cuando abandonábamos aquel antro perverso

íbamos a los parques a ver nacer el sol.

Una vez me pintaste la miseria de tu hogar.

Y al verme entristecido,

en un golpe de histeria te pusiste a llorar.

Te consolé juntando las palabras mas buenas

y te ofrecí la salvación

y te hable de una vida serena

donde se unían tu nombre y mi ilusión.

No volví a verte mas desde aquel día.

Te perdiste en la sombra y vanamente te busque.

Pensé en tu desamor, en tu falsía,

te maldije y lloré.

Heroína de tango, la vida dura,

me fue quitando aquella ingenuidad.

Pero he vuelto a creer que eras pura

y a saber que tuviste piedad.

Douglas Fairbanks


Era un galán jocundo

que se casa una tarde

con la novia del mundo.

Había nacido en Denver City,

capital de un estado

que el Arkansas alegra,

corriendo entre caqones

trazados en la piedra.

Fue jugador de bolsa,

estudiante de minas

e intérprete de Shakespeare.

De su ciudad natal

que humedece el South Fork

pass de un salto

al cielo de New York.

Y trajo de su Denver,

tierra de la ilusión

donde van los enfermos

que sufren del pulmón,

la limpieza del aire

y hasta la pretensisn

de haber vivido en Araphoe

donde el pecho descansa

y la poesma roe el corazsn.

Tenma sex appeal espaqol.

Es decir brillante la mirada,

el caminar magnmfico

y una flor en la risa.

Una flor decorada

con pitalos de dientes

y nacar de dentmfrico.

Se enamors tres veces

y se cass otras tantas.

Una vez con la madre del muchacho

que prolongs su estampa.

Otra vez con la novia de todos.

Mary Pickford, la dulce,

y la quiso a su modo.

Un modo de magnate

con castillo de piedra

escondido en la tarde

entre muros de hiedra.

Trabajs en cien pelmculas

vestido de corsario

escalando ventanas

con mzsculo ligero

y gastando el florete

en los pechos falsarios

y sacando el sombrero

y haciendo el saltarmn.

Porque en su estilo,

era un poco mosquetero

y un poco bailarmn.

Nuestra infancia lo evoca

con las manos en guantes,

que parecman charol,

marcando con zetas

de su seqa infamante

la frente del traidor.

Pero eso era en la pantalla

donde el amor se cumple

y la amistad estalla.

En la vida privada

era exuberante

que amaba el esplendor

de las cosas brillantes.

A su casa llegaban

y eran agasajados,

prmncipes sin destino

y reyes destronados

y condesas y aristscratas

de las tierras demscratas

hubo algzn argentino

que ilustra su moderno blassn.

Y tambiin se asomaba

desparramando splmn ,

la sonrisa cansada

de Carlitos Chaplmn.

Chaplmn, que no gustaba

de ejercer ese boato,

y que no era corsario

y no era bailarmn,

con un chiste muy fino

lo dejs turulato

y le mostrs de golpe

su sueqo de aserrmn.

Douglas tenma el eterno

deseo de viajar

y juntando canciones

dentro de la victrola

y una corte de amigos,

se lanzaba a la mar

donde lo hacman soqar

los vientos y las olas.

Para ser como Drake

le faltaba fierez

si le sobraba empaque.

Lo traicionaban la sonrisa

y el afan de la luz.

Y, tal vez, el dinero

y la mala cabeza.

Porque se hastiaba mucho

y porque estaba viejo

y porque con crueldad,

la verdad del espejo

le presentaba arrugas

profundas en la piel,

con actitud histirica

cometis el disparate

de romper el consorcio

con la novia de Amirica .

!Y pedir el divorcio...!

!Y casarse otra vez...!

Su gesto fue el contraste

de lo que no se espera.

Y entonces se hizo al mar

buscando aturdimiento

y desde la distancia

le mandaba a su nuera

Joan Crawford cien consejos

de sano entendimiento.

!Douglas dando un consejo...!

!Pobre...! !Ya estaba triste...!

!Pobre...! !Ya estaba viejo...!

Para ser fiel en todo

y epilogar en fuerte

brincs un salto mortal

y cays con postura final

ante el umbral de la muerte.

Denver City,

donde canta el South Fork,

lo espera con su tierra

para brindarle osario.

Porque no es en Los Angeles

y tampoco en New York

donde debe dormir

con gesto de corsario.

Es en la capital del Colorado

donde van los enfermos

que sufren del pulmsn.

Entre cuencas hulleras,

bosques, rocas y nieves.

En el Condado de Araphoe

donde estan los lectores

que lloran por Poe.

Y donde, a veces, llueve.

Donde reina un silencio

de alfombra de aserrmn.

Donde una tarde de istas,

revoleando el bastsn,

llegara la tristeza

de Carlitos Chaplmn

a despedirlo en nombre

de la generación

de niños que lo vimos

alegre y saltarín

escalando balcones

para marcar con zetas

rojas a la traición.

La muerte de Quiroga


La gente le previene y il no les hace caso

y piensa mientras muerde su labio sin bigote,

!No han nacido los machos que me salgan al paso,

ni se templa la daga que me corte el cogote...!

Pucha con este Ibarra siempre tan desconfiado

y con esa manía de endilgarme un consejo,

nada menos que a mí que empecé de soldado

y llegué a general regalando pellejo .

Le asustan a la gente que lleva en el cortejo,

con cuentos de camino y crímenes villanos,

como ser, las memorias de aquel sangriento viejo

que galope dos leguas, las tripas en las manos.

!Déjense de pavadas y enganchen la galera...!

por cuenteros y maulas les meterla una soba.

¿Qué quieren, que a mis años pida la escupidera

y me quede en Santiago masticando algarroba...?

La mañanita brilla con un sol de verano.

A la vieja del mate le tiembla hasta la espuma.

Ella tuvo un valiente que partis con Belgrano

hasta que lo tripearon los cuervos de Ayohuma.

Siempre los cordobeses metiéndose en la fiesta.

No se les puede dar ni un chiquito de lazo.

Si son como esas moscas que zumban en la siesta

y escapan en cuantito lo ven mover un brazo .

Los algarrobos gozan en el viento temprano.

El carruaje esta listo y listo el contingente.

Quiroga revolea su vicuña riojano

y vivando su apodo lo despide la gente.

Hay un poco de pena en el coro apagado.

No es un grito violento sacudiendo el istmo.

Es un viva de muerte, con un eco enlutado

que se pierde sin alma en la arena del río.

Un arreador trenzado de afinada puntera

refusila chasquidos sobre el aire del anca

y las yuntas sacuden la lujosa galera

y se escucha el quejido de la rueda que arranca.

!VIVA EL TIGRE...! le gritan Ibarra y sus mesnadas.

Ya Quiroga esta sordo a ese viva ladino

y mira sin mirar dos nubes coloradas

que ensangrientan el fondo de su cielo argentino.

El coche cruza el campo repechando albardones,

después de hacer un vado cejador en el río

y costea las chacras de dorados melones,

que maduran al fuego de los hornos de estío.

Una paisana asoma con su alforjón peruano

tranqueando al contra rumbo de la ilustre galera

y al ver de qui se trata saluda con la mano

y haciéndose a un costado, bajo un mistol espera.

Entra un polvo de arena que los parpados cierra.

A Facundo, entre sueños, le trabaja una idea.

!Para qui tanto miedo si no estamos en guerra...!

!Si aura es hombre de paz y no busca pelea...!

¿Acaso no esta allá comandando las cosas

Juan Manuel, su compadre, su aparcero, su hermano...?

¿Acaso no comprenden que si il le pide a Rosas

el favor de un castigo, le va a dar una mano...?

De pronto le pregunta con burla y de sorpresa

al Coronel Ortiz que le tiembla el camino.

¿Moriremos los dos en tierra cordobesa

o seguiremos viaje como cualquier vecino...?

El coronel contesta de manera evasiva

El ha oído decir que en Córdoba es la cosa.

Por algo en Buenos Aires en forma persuasiva

les quiso dar escolta don Juan Manuel de Rosas.

No se escribe la historia con sangre de gallina...

?no entiende, coronel, que le estoy dando soga...?

No ha de haber en la patria una mano argentina

capaz de asesinar a Facundo Quiroga.

Se apacigua su orgullo en ese enorme alarde.

Contento de sí mismo reclina la cabeza

y se tira a la sombra propicia de la tarde

con un aire de tigre que degusta la presa.

Baraja los recuerdos el Tigre de los Llanos.

Desfilan los lanceros tras la bandera negra

y le brindan aplauso los pueblos soberanos

que buscan el perdón de su tropa altanera.

Y vuelve a hacer arreos en estancias salvajes

y se llena de fuego su cuatrera demencia,

mientras sus milicianos van pechando el bagaje,

que se clava en las patas y se afirma en querencia.

Il es un general de machete y espuela,

con nalgas para el trote y sangre de pelea;

no como el manco Paz, contador sin abuela,

que le gans dos manos peleando a la europea.

Y evoca aquel instante cuando en un largo pliego,

don Juan Manuel de Rosas le anoticia en detalle,

de la trágica muerte del Coronel Dorrego

y el motín decembrino del faccioso Lavalle...

Poema

Soy un obrero de tristeza.

La esconderá detrás de todas las carcajadas

y cuando nadie me vea será con ella.

Un muchacho se tiró desde una esperanza.

Nadie quiso reírse de su cadáver.

Tan solo un poeta no le tuvo lastima.

El hombre estando solo es estoico.

Si no, se morirla de pena.

La soledad es la altura de uno mismo

y la desilusión es un vértigo.

Hay un mejor equilibrio: la muerte.

Y hay una mejor dulzura: el reposo.

Hay cosas que recordamos no haber dicho nunca

y palabras cada vez mas nuevas.

Con eso se puede hacer tristeza

sobre la dulzura agonizante de un amor

o sobre el amor en equilibrio mudo.

Pero algún día por Paris o por Pekín o por Leningrado,

lamiendo la pared con la sombra,

no me acordare de tu nombre.

Tan sslo un sonido,

o una copa, o una palabra,

o cualquier ruido vacmo,

puede resucitarte en amor.

Entonces serás amarga.


Si una vez

Si una vez, pensaras en la sinrazón de los resortes

que mueven esos gestos donde se afirma tu importancia.

Si una vez, te miraras en el espejo desnudo de la naturaleza

y pudieras salir de las formas que te envuelven

para medir las líneas de tu caricatura elegante.

Si una vez, pudieras hacer el balance de tus ideas

para comparar su saldo con la sabiduría de las estrellas,

de los pájaros, de las hierbas.

Si una vez, el monstruo estúpido de tu razón

pudiera asomarse al misterio de la eternidad.

Si una vez, pudieras ver la suciedad insaciable de tus manos

y fueras capaz de sentir nauseas ante el espejismo del oro.

Si una vez, solamente, compararas la tormenta artificial de tu carne

con la limpia fecundidad de las bestias.

Si una vez, te pudieras transformar en el juez y en el verdugo de tus culpas.

Si una vez, las lagrimas de tus ojos te alcanzaran para llorar tus errores

y tus palabras fueran suficientes para pedir perdón.

Si una vez, en la soledad de tu propia conciencia pudieras sentirte

el mas humilde y el mas malo y el mas incapaz y el mas inútil.

Si una vez, sintieras la sed de todo lo que te falta

y la repugnancia de todo lo que te sobra.

Si una vez, frente al misterio de Dios, pudieras descifrar su mensaje.

Si una vez, pudieras cerrar los ojos, sin encender en el alma

la envidia, el deseo, la ambición, el egoísmo.

Si una vez, te dijeran que no supiste querer a tu madre,

a tu padre, a tu hijo, a tu hermano, a tu amigo.

Si una vez, fueras capaz de dar la razón a los que llamas tus enemigos.

Si una vez, pudieras entrar en la luz de la santidad sin una palabra en los labios.

Si una vez, tus ojos creyeran sin ver y tus oídos tuvieran fineza

para escuchar la voz del corazón desnudo.

Si una vez, no sintieras horror ante la muerte por amor al placer de la vida;

o si sintieras amor a la vida sin necesidad del horror a la muerte.

Si una vez, te pudieras olvidar de tus triunfos, y de tus derrotas...

habrías justificado tu existencia.


Monedas de poeta


Quise ahorcarme en la trenza de tu cigarro rubio

cuando desde tus labios cargados de secretos

recordé la cortada por donde iba mi infancia

destrozando la suela de mis zapatos nuevos.

Yo no soy el ideal de tu sabiduría,

mitad galán de cine y mitad pugilista.

Soy un poeta moderno que ambula por las calles

evocando mis sueños, que son disconformitas.

Sin embargo te quiero porque si que en tu vida

hace falta un muchacho que te cante pavadas

y que ponga perfume de poeta en la nafta

de tu coche lujoso, de tu coche sin alma.

Un muchacho humilde, sentimental y bueno,

que justifique el brillo vano de tus monedas,

comprándote con ellas montones de paisajes

montones de paisajes y un anillo de piedra.

Que te lleve por todas las calles apartadas,

que te cante tragedias de novios y de celos

y que al pasar contigo debajo de los árboles

aproveche la sombra para robarte un beso.

Un muchacho que un día, de tonto o de loco,

cuando menos lo pienses, vuele de tu existencia,

dejándote en un sobre, encima de la mesa,

unas cuantas mentiras... monedas de poeta.


Reminiscencia


Alrededor del alma gira y gira la historia

de un inútil recuerdo. (Inútil y querido).

Se fue por los caminos de la mala memoria

y retorna a mis versos como un niqo perdido.

Era (la reconstruye vaga reminiscencia),

una dulce muchacha (prefiero dulce y triste).

Tenía, lo supongo, el temblor de la ausencia.

(Tengo que suponerlo, puesto que ya no existe).

Era (y hablo en pasado perfecto e imperfecto),

el vuelo fatigado que se posa en mi nido.

El tener pocos años fue mi enorme defecto

y mi culpa, la culpa de amontonar olvido.

Tal vez fue la mas triste o fue la mas sincera.

Tal vez la que me hubiera colmado de alegría.

Tal vez la que en el manso suceder de la espera

destejía en la noche los telares del día.

El mínimo rumor de su paso sin ruido

la trajo blandamente hasta un rincón cercano.

Con presencia de arena yo si que la he tenido

y si, también, que luego, se me fue de la mano.

Después busqué su vida en sórdidos intentos,

repitiendo su nombre, recordando sus ojos

y cavando en la tierra de mis remordimientos

con la mala esperanza de encontrar sus despojos.

Pero no es ni la luz que de pronto se apaga

y titila en el fondo de la noche perdida.

Es una estrella muerta, una estrella que vaga

mas alla de ese cielo, mas alla de esta vida.

Andara sobre el polvo que transits mi paso.

(Caminos extraviados. Calles de pueblos viejos).

Y habrán de acompasarla en la hora del ocaso

las heladas imágenes que deje en los espejos.

Estará acurrucada al lado de los días

que, sin duda, he vivido pero que no memoro,

junto con las palabras que una vez fueron mas

y los paisajes muertos por los que a veces, lloro.

Fuente: Homero Manzi y su tiempo de Horacio Salas/ Eurindia.galeon.com y otras fuentes de poemas.

Caracteres: 22.084

contado

 

my widget for counting
contador