NOTA
RECOMENDADA
Policía
comunal: Buenos Aires activa... la represión
Las
colas de muchachos de ambos sexos en La Plata, para inscribirse
como policías comunales de la provincia, llegó
a cuadruplicar las vacantes a cubrir.
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NOTA
ESPECIAL
Proyecto
Conti: Una ley para legitimar la represión
El
primer proyecto de ley con que el Frente para la Victoria obedeció
la orden recibida de su jefa, la presidenta Kirchner, en el discurso
del 1º de marzo de este año, de legislar para “reglamentar”
(es decir, prohibir) las movilizaciones y protestas callejeras,
generó un repudio tan amplio que hasta sectores oficialistas
se plegaron a criticarla. |
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CORREPI
en el aire:
El tercer sábado de mes, cada dos meses, a las
16:00, escuchá el espacio de CORREPI en el programa Rebeldes
Stereotipos, por FM La Tribu , FM 88.7, o en www.fmlatribu.com.
Jueves por medio, entre 10:00 y 11:00, escuchá el espacio
de CORREPI en el programa En Otras Palabras, por FM En Tránsito,
FM 93.9, o en
www.fmentransito.org.ar.
Los jueves, alrededor de las 19:00, escuchá
la columna de María del Carmen Verdú en el programa
Aguantando de Pie que conduce, de 18:00 a 20:00, el periodista
Herman Schiller en Radio La Caterva. Seguilo en vivo en fmlacaterva.blogspot.com
o escuchá los programas anteriores enwww.ivoox.com. Teléfono
para mensajes: 4302-1203. Mail: fmlacaterva@gmail.com. |
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2014
(En
el ENA - Encuentro Nacional Antirrepresivo)
BOLETÍN
INFORMATIVO Nº 723
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BOLETÍN
INFORMATIVO Nº 723
Del
21 de julio del 2014
Por
CORREPI especial para Villa Crespo Digital
2
de agosto del 2014
Sumario:
1.
Policía comunal: Buenos Aires activa... la represión.
2. Proyecto Conti: Una ley para legitimar la represión.
3. El sionismo profundiza su política de exterminio sobre el
pueblo palestino.
4. Represión a los trabajadores en Azul.
Policía
comunal: Buenos Aires activa... la represión
Las
colas de muchachos de ambos sexos en La Plata, para inscribirse
como policías comunales de la provincia, llegó a
cuadruplicar las vacantes a cubrir.
Es probable que el actual gobernador Daniel Scioli (ex vicepresidente
de Néstor Kirchner y figura central en la última
campaña electoral K), sostenga que ha sido todo un éxito
la propuesta y entonces su imagen electoral vuelva a crecer porque
"Bs. As. activa, está haciendo algo frente al tema
de la inseguridad". Mientras tanto, en su distrito de La
Matanza, el presidente del PJ provincial, el kirchnerista furioso
Fernando Espínoza, hace publicidad con los mismos ingredientes:
"La paz que nos reclaman los vecinos llegará con las
escuelas de policía a las que convocamos a nuestros jóvenes".
Pero el maquillaje oculta, encubre, enmascara.
Lo que se revela es la doble función disciplinadora que
entraña el fenómeno de la desocupación derivado
de la última etapa de desarrollo capitalista. Buscan un
trabajo desesperados porque se prepararon para otra cosa, pero
ahora "agarran lo que venga" y esto -según el
fogoneo de los medios de comunicación- es una "salida
laboral". La desocupación entonces, una vez más,
asume su condición de herramienta del poder.
El capitalismo va concentrando mayor riqueza con menos ocupación
y por ende, millones de hombres y mujeres resultan empujados a
la miseria, imposibilitados de subsistir con lo único que
disponen: la venta de su fuerza de trabajo. La tasa normal que
nunca superaba el 5% de desocupados y que permitía cumplir
el rol de "ejército industrial de reserva" al
decir de Carlos Marx, tenía su función asegurada:
mantener bajos los salarios. El disciplinamiento significaba ganancia
empresarial. Pero el capitalismo se transformó. Su forma
de producir incorporó nuevas tecnologías, otra lógica
de reproducción del dinero, que al centralizarse en las
grandes ciudades deja, sobre todo en Latinoamérica, una
"población sobrante".
No es difícil de imaginar lo que vendrá: las sucesivas
crisis derivan en un proceso de descomposición social que
se manifiesta en altos índices de miseria (la Argentina,
pese a la publicitada "Década Ganada", registra
una masa de 11 millones de pobres que no pasan desapercibidos
para el poder). Por ahora los contienen con los planes sociales
que, por efectos de la inflación y la transferencia de
ingresos que significa la devaluación, van perdiendo efectividad.
A su turno, en la economía formal comienza a acelerarse
el proceso de desempleo que en primerísimo término
se cristaliza contra los sectores más cuestionadores, luchadores,
clasistas e independientes.
Es en este contexto que debe analizarse la medida del gobierno
provincial. La población sobrante en términos económicos,
encuentra en el empleo estatal un medio de subsistencia. En nuestro
específico caso esa función tiene como natural correlato
el disciplinamiento del resto de la sociedad mediante el uso monopólico
e indiscriminado de la fuerza estatal y el aparato represivo.
Todos sabemos cómo y cuándo, por qué y para
qué se usa esa función. Lo saben los trabajadores
de Lear, de Gestamp, de Emfer... y las numerosas familias que
engrosan el listado de víctimas del gatillo fácil.
El discurso de la inseguridad deviene así una excusa. Los
beneficiados por el accionar estatal, los grandes capitales, saben
que la seguridad concebida defiende con exclusividad su propiedad.
Los 750 que se incorporarán serán parte del verdadero
ejército de ocupación que los resguarde. La policía
comunal es una herramienta del Poder, el estado es el brazo que
la articula con discursos y su función real es la de todos
los tiempos: proveer el cuidado del orden social mediante el control
total.
Vale la pena remarcarlo, no todos los desempleados buscan eso,
que no es ninguna salida sino el ingreso al laberinto oscuro de
la represión y el verdugueo del pueblo. CORREPI insiste:
los policías no son trabajadores.
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Proyecto
Conti: Una ley para legitimar la represión
El
primer proyecto de ley con que el Frente para la Victoria obedeció
la orden recibida de su jefa, la presidenta Kirchner, en el discurso
del 1º de marzo de este año, de legislar para “reglamentar”
(es decir, prohibir) las movilizaciones y protestas callejeras,
generó un repudio tan amplio que hasta sectores oficialistas
se plegaron a criticarla. Es que era demasiado burdo, aun para
el kirchnerismo, promover un texto que contenía cláusulas
copiadas de un decreto de Pinochet, y que utilizaba categorías
tan expresamente represivas como “protesta legítima”
y “protesta ilegítima”.
Ese proyecto fue rápidamente embolsado, y apareció
en su reemplazo uno largamente titulado “Comisión
de mediación obligatoria frente a los conflictos sociales.
Creación en el ámbito del ministerio de Justicia
y Derechos Humanos de la Nación. Se declara la amnistía
a las personas incursas en delitos cometidos en el marco de protestas,
movilizaciones y reivindicaciones sociales, gremiales y políticas,
a partir del 10 de diciembre de 2001”, de autoría
de la diputada ultra kirchnerista Diana Conti.
En 6 escasos artículos, más el que invita a los
gobernadores a adherirse y el de forma, el texto crea una “Comisión
de Mediación” dentro del ministerio de Justicia y
DDHH, compuesta por los funcionarios de otros ministerios que
el poder ejecutivo designe, que deberá intervenir de inmediato
ante cualquier manifestación, toma de establecimientos
públicos o privados, cortes de rutas o calles o cualquier
otra movilización con “exteriorizaciones que afecten
a terceros ajenos al conflicto”, lo que incluye absolutamente
todo acto de protesta o reclamo.
El procedimiento previsto deja bien claro que se trata simple
y brutalmente, de la prohibición explícita de cualquier
protesta. Ante una “reunión de personas que peticionan
o se expresan sin ejercer violencia, ni utilizando armas”,
la “autoridad competente” (eufemismo que siempre remite
a las fuerzas de seguridad) deberá intimar al cese y llamar
a la Comisión.
Así, en primer lugar, aunque no se hable expresamente de
“manifestaciones legítimas o ilegítimas”,
se consolida de hecho la distinción, y se autoriza la inmediata
represión, sin mediación ni intimación alguna,
sobre las “reuniones de personas” que, a criterio
de esa “autoridad competente”, ejerzan violencia o
utilicen armas. Ya sabemos cuál es el concepto de “violencia”
y de “armas” que aplican los funcionarios estatales
(de policías a jueces, de gendarmes a fiscales) cuando
el que está del otro lado es un trabajador organizado.
Mil veces hemos defendido en causas penales compañeros
imputados como “violentos” porque alguno tenía
el rostro cubierto, o porque se calificó como “elemento
contundente” una caña de una bandera. Ni hablar si
hay cordones de seguridad, bastones de autodefensa o si se ingresa
a un edificio público. La semana pasada, sin ir más
lejos, una radio abierta frente a la Cámara Criminal, organizada
por CORREPI, la RNMA y ENECA, fue calificada a viva voz como “acto
violento” por la presidenta de la Sala V, porque se escuchaba
desde dentro del edificio. Si nos atenemos a lo que la justicia
argentina define como “violento” en materia de movilizaciones,
sólo alguna procesión religiosa (y no siempre necesariamente)
quedaría excluida.
La tarea de los delegados de la Comisión, una vez convocados
por la policía, es la de “canalizar las pretensiones
o reclamos de un modo en que no afecten los derechos de terceros”,
lo que claramente se traduce en la desactivación de la
protesta, para sustituirla por alguna instancia puertas adentro
(elevación de petitorios, reuniones, mesas de diálogo,
etc.), es decir, todo lo que precede habitualmente cualquier reclamo
que llega a la calle. Terminada la mediación, si la protesta
se mantiene, las fuerzas de seguridad tienen vía libre
para intervenir y hacerla cesar, lo que también se dice
tratando que no se note tanto: “si [la mediación]
no tiene éxito, se hará una intimación ordenando
el cese de las acciones que afectan derechos de terceros, y sólo
si la orden no es obedecida se podrá hacer uso de la fuerza
pública para hacer cesar la comisión de los delitos”.
La formulación “derechos de terceros” incluye,
naturalmente, lo que sea necesario para justificar la intervención
represiva. Podrá ser cualquier cosa, desde el “derecho
de circular” si hay una calle cortada, hasta el de dormir
la siesta sin ruidos en la vereda.
El artículo 6º es el que contiene la mayor trampa
del proyecto de ley, y la zanahoria envenenada para que algún
distraído crea que su sanción pudiera ser útil
a los trabajadores. “Se declara la amnistía de todas
las personas incursas en delitos cometidos en el marco de protestas,
movilizaciones y reivindicaciones sociales, gremiales y políticas,
producidas a partir del 10 de diciembre del año 2001 y
hasta la sanción de la presente ley”, dice en el
primer párrafo. Pero el segundo y breve segmento agrega:
“Se excluyen los delitos de homicidio, lesiones graves y
cualquier otro que implique el ejercicio directo de violencia
física sobre las personas”. Prácticamente
ningún compañero, de los más de 5.000 que
hoy enfrentan causas penales como consecuencia de su participación
en movilizaciones o protestas de cualquier tipo, podrá
ser beneficiado con la anunciada amnistía. No es necesario
detenernos en la situación de los petroleros de Las Heras,
condenados por homicidio calificado y coacción agravada,
que quedan claramente excluidos. La figura penal más liviana,
y a la vez la más usada cuando hay detenciones en una movilización,
es el famoso “atentado o resistencia a la autoridad”,
que suele combinarse con daño y lesiones, en lo que hace
años llamamos “combo manifestación”.
Tanto el atentado y resistencia a la autoridad como las lesiones
implican, en su definición técnica, el “ejercicio
directo de violencia física sobre las personas”.
Ni hablar del resto del menú habitual de imputaciones en
causas contra la militancia.
Por lo tanto, salvo algún caso muy excepcional en el que
sólo se acuse por la obstrucción o interrupción
del tránsito (que últimamente, en el ámbito
de la CABA, se canaliza más frecuentemente ante la justicia
penal o contravencional de la ciudad, a la que no alcanza este
proyecto de ley), no habrá cierre de ninguna causa.
La pretendida “amnistía” es puro engaño
para que la ley pase más fácil, y no cambiará
la situación de los compañeros condenados y presos,
como los de Corral de Bustos o Esteche y Lezcano, ni de los que
esperan su juicio, como los de los saqueos de Bariloche, los que
defendieron la Sala Alberdi o los vecinos indignados que arremeten
contra una comisaría después de un fusilamiento
o una muerte en la tortura.
Mientras el texto del proyecto intenta disimular su verdadero
objetivo, en la exposición de motivos la diputada oficialista
los confiesa, como cuando comienza habla de la necesidad de “reglamentar
las protestas sociales para la mejor convivencia” (o sea,
la mejor conveniencia de los gobiernos) y cuando pontifica que
“el Estado debe preferir en tanto sea posible, la utilización
de todos sus elementos de gestión, de prevención,
de disuasión, atención y solución de conflictos,
antes de recurrir a la represión y al castigo penal”.
Claramente, el objetivo es desalentar y desactivar las protestas
de manera más “inteligente” que directamente
cargando con gases y balas, lo que puede dar mala prensa, y así
“solucionar un problema real y acuciante de la Argentina
actual... gestionando con criterio democrático los conflictos
sociales.”.
El “problema real y acuciante” que el proyecto de
ley quiere solucionar no son los despidos y suspensiones, los
salarios caídos, la inflación ni ninguno de los
problemas, esos sí reales y acuciantes, que aquejan al
pueblo trabajador. El “problema real y acuciante”
es que el gobierno disponga de más y mejores herramientas
para reprimir, como siempre en democracia, con todo el consenso
posible.
Como decíamos en abril pasado (Boletín nº 711),
“El derecho, en una sociedad dividida en clases, es el derecho
de la clase dominante, aplicado por el estado de la clase dominante
a través de sus funcionarios. Es el lenguaje de los capitalistas,
no de los trabajadores. El lenguaje de los trabajadores, en cambio,
ha sido siempre el de la lucha organizada en las calles, la única
forma de derrotar estos embates represivos”.
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El
sionismo profundiza su política de exterminio sobre el
pueblo palestino
Al
escribir esta nota, domingo 20 de julio por la noche, ya son 438
las víctimas de los ataques sionistas sobre la Franja de
Gaza. Al menos 100 muertes ocurrieron hoy (La Jornada, 20/07/2014).
De esa cifra, 420 son palestinos y el resto militares israelíes.
Bloqueada en toda su frontera, Gaza es una prisión a cielo
abierto, donde la mayoría de la población depende
de la ayuda humanitaria y el desempleo asciende al 40%. Al ataque
aéreo mediante misiles y bombas, ahora el estado sionista
de Israel sumó la invasión terrestre.
Esta acción criminal del sionismo, llamada cínicamente
"Barrera protectora", es la respuesta militar al acuerdo
político al que arribaron, semanas atrás, Al Fatah
y Hamas, para conformar un gobierno nacional de unidad palestina.
La desaparición de tres jóvenes colonos israelíes,
en un asentamiento, fue la excusa del primer ministro israelí,
Benjamín Netanyahu, para justificar los crímenes
que está cometiendo sobre el pueblo palestino. Mientras
escribimos esta nota, Netanyahu anuncia que no pondrán
fin a los asesinatos masivos "hasta que hayamos alcanzado
todos los objetivos".
También al momento de escribir esta nota, el Consejo de
Seguridad de la Naciones Unidas se estaría por reunir para
tratar la invasión terrestre de Israel a Gaza. La reunión
fue convocada a pedido de Jordania, miembro no permanente del
Consejo, tras un llamado del presidente palestino Mahmoud Abbas.
Desde el 8 de julio, el Consejo de Seguridad se ha reunido en
dos oportunidades, sin resultados. (La Jornada, 20/07/2014). Conocida
es la política del imperialismo norteamericano de bloquear
todas las tentativas de condenar, aunque más no sea en
el plano formal, la política genocida del estado terrorista
de Israel.
Que se trata de una política sistemática de exterminio
del pueblo palestino lo demuestran las diferentes operaciones
militares realizadas por el sionismo en los últimos años,
como las operaciones "Lluvia de Verano" y "Nubes
de otoño", en 2006, ésta lanzada con la excusa
del secuestro del soldado Gilad Shalit, en la que murieron cientos
de palestinos y, entre ellos, dirigentes de Hamas; el bloqueo
económico a Gaza sostenido desde 2007, luego de que Hamas
fuera electa como gobierno en la Franja de Gaza, lo que llevó
a los palestinos a la necesidad de crear túneles para contrabandear
lo necesario para la subsistencia; las operaciones "Invierno
caliente" y "Plomo Fundido" en los que murieron
miles de palestinos; o la operación "Pilar Defensivo",
en el que murieron cientos de habitantes de la Franja.
Esta política puede ser sintetizada como "sumisión
o muerte". El ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas,
Moshe Yaalon llegó a decir que "A los palestinos hay
que hacerles entender en lo más profundo de su conciencia
que son un pueblo derrotado". (El País, 11/01/2009).
En marzo de 2008, el viceministro de defensa israelí, Matan
Vilnai, había dicho que “Se están provocando
una ‘Shoá’ mayor, porque usaremos toda nuestra
fuerza en la forma en que consideremos adecuada, ya sea con ataques
aéreos o terrestres”. (Página 12, 01/03/2008).
Es una posición que es política de estado: “Los
palestinos deben sufrir mucho más hasta que sepan que no
obtendrán nada mediante el terrorismo. Si no sienten que
han sido vencidos, no podremos regresar a la mesa de negociaciones”
(Ariel Sharon ante el Parlamento, el 4 de marzo de 2002, Página/12,
26/01/2009).
Hace 66 años, el terrorismo israelí expulsaba a
miles de palestinos de su territorio, en lo que se conoció
como la Nakba. Según las Naciones Unidas, en 1946, había
en lo que actualmente es Israel, 1.076.783 musulmanes, 608.225
judíos, 145.063 cristianos, y 15.488 de otras confesiones
(Official Records of the Second Session of the general assembly
A/364 - 3 september 1947 Supplement nº 11 United Nations
Special Committe on Palestine Report to the general assembly volume
1, Lake Success, New York, 1947). La historiografía sionista
cuenta la historia de que los palestinos dejaron voluntariamente
sus tierras. Sin embargo, esta historiografía oculta la
cantidad de atentados terroristas que el sionismo desató
en Palestina antes del año 1948. El atentado a la refinería
en Haifa, el atentado en Jerusalén contra el King David
Hotel, efectuado con la aprobación de Ben Gurion, donde
murieron 92 personas, el ahorcamiento de dos sargentos británicos
por miembros de la organización sionista Zva’i Le’
umi, bajo el comando de Menahen Begin, el ataque de la ETZEL y
de Stern a la aldea de Deir Yasin, donde mataron a más
de 250 árabes e hirieron a más de 300, mayoría
de viejos, mujeres y niños, son algunos de los ejemplos
de cuan "voluntario" fue ese éxodo.
Esta política de exterminio se expresa, fronteras adentro,
en un verdadero apartheid a los árabes-israelíes,
que tienen menos derechos que los judíos-israelíes.
El Tribunal Supremo de Israel, si bien ha dicho que la tortura
está prohibida, la admite con el argumento de la "defensa
por la necesidad" (Observaciones del Comité de Derechos
Humanos de la ONU, sobre el respeto por parte de Israel de la
"Convención contra la Tortura", del 23/06/2009).
Durante la guerra anglo-boer, los británicos crearon los
campos de concentración, en los que murieron de hambre
las mujeres y los niños de los guerrilleros campesinos
boers. Años más tarde, los boers aplicaban una política
brutal de apartheid contra la población negra que era mayoritaria
en Sudáfrica. El nazismo transformó ese invento
británico en una política de exterminio de los judíos,
principalmente, y también de comunistas y de otras minorías
nacionales. Hoy el sionismo utiliza el Holocausto para justificar
el exterminio de los palestinos, responsabilizando a las víctimas
que resisten desde hace 66 años la ocupación sionista.
Hoy, cuando vemos a los colonos israelíes festejar los
asesinatos de palestinos, recordamos lo que hace 50 años
el Che Guevara explicaba en un conocido discurso ante la Asamblea
de la Naciones Unidas, sobre el carácter del imperialismo
y del hombre bestializado por ese imperialismo: "Animal
carnicero que se ceba en los pueblos inermes; eso es lo que hace
el imperialismo con el hombre, eso es lo que distingue al «blanco»
imperial".
Eso es lo que distingue al sionismo y a los sionistas.
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Represión
a los trabajadores en Azul
El
16 de julio, en la localidad bonaerense de Azul, se escribió
otro capítulo en la antología represiva contra el
movimiento obrero, esta vez con la municipalidad como escenario
del brutal ataque de la policía bonaerense.
El intendentente kirchnerista José Inza iba a recibir a
los trabajadores de las fábricas HM, TRC y Celanova que
enfrentan el desguace de sus instalaciones y la inminente pérdida
de sus puestos de trabajo, pero la policía arremetió
contra ellos entrando al edificio gubernamental. Inza no se hizo
cargo de la violencia desatada y sostuvo que la policía
fue la que decidió reprimir. Hubo tres trabajadores detenidos
y dos internados, uno con lastimaduras en la cara y otro con las
costillas rotas.
La represión de la que se desentendió el kirchnerismo
de Azul, lejos está de ser un hecho aislado, como lo prueban
los reiterados ataques a los trabajadores que estamos viviendo
semana a semana, día a día, en todos los puntos
donde el movimiento obrero se erige en contra de los despidos,
suspensiones y por mejores condiciones salariales y laborales.
La lucha contra la opresión requiere, también, organizarse
contra la represión.
|
FUENTE:
CORREPI
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Martes, 1 Noviembre, 2016 17:40
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