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(En
el ENA - Encuentro Nacional Antirrepresivo)
BOLETIN
INFORMATIVO Nº 749
|
BOLETÍN
INFORMATIVO Nº 749
Del
10 de febrero del 2015
Por
CORREPI especial para Villa Crespo Digital
23
de febrero del 2015
Sumario:
1.
A 3 años: ¡Aparición con vida de Facundo Rivera
Alegre!
2.
Un policía por casa: Scioli y su idea de sociedad.
3.
Somos los mismos de siempre.
4.
No se los traga la tierra, los desaparece el estado.
5.
A 6 años de la desaparición de Luciano.
6.
Los asesinatos invisibles.
-
A 3 años: ¡Aparición con vida de Facundo Rivera
Alegre!
Facundo,
"el Rubio del Pasaje", tenía 19 años cuando
desapareció, la madrugada del 19 de febrero de 2012, en la ciudad
de Córdoba. Había tenido una hija hacía nueve meses,
era músico, trabajaba como pintor y albañil, y empezaba
a estudiar arquitectura. Esa noche, había ido a bailar con tres
amigos al Estadio del Centro donde tocaba la banda de cuarteto de Damián
Córdoba. Al salir, fue detenido por la policía provincial
en la intersección de las calles Nicolás Avellaneda y
Av. Colón. Nunca más se lo vio.
Gracias a la lucha de su familia y a la tenacidad de su mamá
-Viviana Alegre-, acompañada por distintas organizaciones del
campo popular como la Coordinadora Antirrepresiva de Córdoba,
el caso del "Rubio" no quedó en el silencio y trascendió
el cerco mediático, a pesar de las incontables irregularidades
que presenta la causa, resguardada cuidadosamente por la complicidad
de jueces y fiscales con el aparato represivo uniformado.
El actual fiscal general de la provincia de Córdoba, Alejandro
Moyano, a cargo de la causa, no ha titubeado un instante en hacer caso
omiso de los diversos testimonios que ligan la desaparición de
Facundo con sus responsables materiales y políticos; mucho menos,
le ha dado curso a las reiteradas denuncias sobre las amenazas recibidas
por testigos y la propia familia, que fue instigada a no continuar con
la lucha si no quería que les pase "lo mismo que al Rubio
del Pasaje" (sic). Ni el estado de la causa, ni la metodología
de funcionamiento, difieren en nada con los procesos habituales en las
causas por fusilamientos de gatillo fácil o torturas en cárceles
y comisarías en las que intervenimos. Es que el objetivo es uno
sólo, y mientras los efectivos cumplan su rol, el amparo está
garantizado.
El 19 de febrero se cumplen tres años de la desaparición
de Facu y vamos a salir a la calle para reclamar justicia por él
y por todos los pibes asesinados por el aparato estatal, en Córdoba
y en Buenos Aires.
¡Aparición
con vida de Facundo Rivera Alegre! ¡Fuera la policía de
nuestros barrios!
- Un
policía por casa: Scioli y su idea de sociedad.
Muchas
conjeturas se tejen en tiempos electorales, máxime cuando la
escena política está tan fracturada (es decir, tan fracturada
como la burguesía puede "fracturarse"; a menudo parece
que el eufemismo farsesco es la principal característica de la
burguesía), y máxime cuando un caso como el de Nisman
viene a sacudir el avispero de modo violento pero incierto a la vez.
Entre todas esas conjeturas, acaso la más difundida sea la de
la futura presidencia de Daniel Scioli, a caballo del aparato provincial
y los votos dogmáticos del kirchnerismo. Como es harto sabido,
la cuestión de la "inseguridad" ocupa desde hace años
el rol protagónico de su gestión, tanto la discursiva
como la real, y aunque las expresiones que vamos a comentar fueron hechas
desde su actual puesto de gobernador de la provincia de Buenos Aires,
valen como botón de muestra (nunca mejor dicho lo de botón)
para lo que puede venir.
En primer término, el gobernador aseguró en el inicio
del "ciclo lectivo" (hay términos cuya utilización
da vergüenza ajena) de la Policía Local de Quilmes que su
objetivo es "llegar a 90 mil efectivos de policía entre
las distintas instancias". En su derroche festivo de expresiones
asociadas con una sociedad de la hiper-vigilancia, afirmó en
la misma oportunidad que la sociedad se tranquiliza con la "sensación
de tener policías cercas" (sic).
Más de uno buenamente podría dudar del contexto o el sentido
que tuvieron esas declaraciones, considerando que si bien existe una
importante porción de la sociedad que acuerda con esos conceptos
derechistas (los sectores dirigentes, los terratenientes, los empresarios,
los sectores medios y altos, etc.), también existen grandes cantidades
de individuos que no sólo sufren esa "presencia" de
la policía en sus barrios sino que descreen de que apilar botones
en kilómetros cuadrados vaya a remediar o atenuar el delito.
Pero no, el gobernador nos despejó toda duda cuando seis días
después, el 4 de febrero, declaró en una entrevista radial:
"Es un reclamo que tenemos que entender, de tener un policía
más cerca de su casa y los jóvenes han respondido de forma
contundente a la convocatoria que hemos hecho, con la vocación
de ser nuevos policías, por la ventaja que tienen que cobran
una beca que la paga la Provincia mientras estudian, luego también
sus ingresos y tienen la garantía que van a trabajar en donde
viven, conocen sus vecinos, sus vecinos los conocen a ellos, por eso
en un momento yo dije, hay temas que tienen que ser políticas
de Estado, no politizados."
Cuesta no reconocer el poder de síntesis del apático Scioli,
pues en un solo párrafo condensó muchas de las opiniones
que se encuentran en el centro de nuestra lucha: efectivamente, el gobernador
apunta a una sociedad que tenga un vigilante en cada puerta, pero, de
paso, confirma el perverso sistema de cooptación policial de
la provincia, que incluye el conocimiento que los efectivos tienen de
su barrio, sus vecinos, sus propios familiares, y por último
califica a eso como una necesaria política de estado.
Claro, el chiste reside en qué contenido damos al "eso".
Ellos dirán "la inseguridad", nosotros diremos: "la
necesidad de controlar por parte del poder burgués a las clases
que ellos mismos pauperizan". Y claro compañeros, no se
trata de una mera cuestión semántica.
- Somos
los mismos de siempre.
Más
acá de todo aquello que buscan tapar los medios de desinformación,
está la historia, los hechos concretos, lo que pasa en la calle,
y la palabra testigo. Como pasó en su momento, cuando uno de
los pibes presos con Walter Bulacio inmortalizó en la pared del
calabozo de la comisaría 35ª en el que estaban, la frase
"Jorge, Walter, Kiko, Erik, Leo, Nico, Nazareno, Betu y Héctor.
CAÍMOS POR ESTAR PARADOS. 19/04/91".
Cayeron por estar parados, por estar esperando entrar a ver su banda;
porque "estaban aglomerados en la vía pública y bailaban"
-así diría más adelante el comisario a cargo de
la razzia Miguel Ángel Espósito. Por estar parados, (ayer
u hoy), cuando llegan los uniformados y te detienen porque sí,
porque no les gusta tu cara, tu aspecto o lo que estás haciendo.
Así sucede todos los días a lo largo y a lo ancho del
país, porque, aunque los gobiernos cambien, la necesidad de garantizar
el control es imperativa. Así se llevaron a Ismael Sosa, cuando
esperaba entrar a ver a La Renga en Córdoba. Cinco días
después apareció flotando en el Embalse de Río
Tercero. A Luciano Arruga, tardamos cinco años y medio en encontrarlo.
Como integrantes del Encuentro Nacional Antirrepresivo (ENA), salimos
a la calle el lunes y jueves de la semana pasada, para acompañar
a la familia de Isma en Córdoba y Buenos Aires. Porque -como
dijo Nancy, su mamá, "hay testigos que vieron (como) cómo
se llevaban a mi hijo, entre cuatro policías, con los brazos
para atrás. Los policías le gritaban 'a este porteño
de mierda hay que hacerlo mierda'. Hay gente que no se anima a hablar.
Mi hijo no se ahogó, a mi hijo lo mataron, y ellos tienen que
ser bajados del poder donde están. Yo no voy a parar jamás
hasta que se haga justicia". Porque sabemos que Ismael no es el
único, y la historia se repite. Porque sabemos que, así
como no es un caso aislado, sino una política de estado que se
cobró 4.322 vidas en democracia, también sabemos que no
es un policía, ni una dependencia provincial, sino toda la institución.
Por eso es urgente que la calle nos encuentre organizados, porque tenemos
un objetivo común y un enemigo enorme en la vereda de enfrente.
Pero para eso va a ser necesario también que el miedo no nos
domine, eso es lo que ellos esperan. Necesitamos de la colaboración
de todos y todas. Los que hayan participado del recital y sepan, hayan
visto, o escuchado algo, por vía directa o indirecta, comuníquense
con CORREPI en Buenos Aires, o con la Coordinadora Antirrepresiva en
Córdoba.
Ellos cayeron por estar parados; nosotros seguimos de pie, somos los
mismos de siempre. No vamos a dar un paso atrás por verlos acercarse.
Por Isma, por Walter, por Luciano, y por cada uno de los fusilados por
el gatillo fácil y cada uno de los torturados en comisarías.
Las consignas se repiten, la lucha también: YO SABÍA QUE
A ISMA LO MATÓ LA POLICÍA.
- No
se los traga la tierra, los desaparece el estado.
Las maniobras
represivas no se pierden con el tiempo. Se las maquilla, se las avala
acompañadas de algún discurso emergentista sobre seguridad,
se las naturaliza en los medios de comunicación, se las combina
con el nefasto "por algo será", "algo habrá
hecho", pero no se relegan. Nada se pierde, todo se transforma.
Las desapariciones de personas a manos del aparato represivo no son
sólo exclusividad de la dictadura militar. Más de 200
casos (de los que llegamos a conocer) desmienten rotundamente a cualquier
funcionario que intentara suponer que "hoy nadie puede desaparecer",
como señalara la presidenta Cristina Fernández de Kirchner
tiempo atrás. Este accionar, utilizado para someter las voces
de protesta, para disciplinar y para comercializar vidas con la trata,
también es empleado para "solucionar" los problemas
de los efectivos, con todo el arco de posibilidades que retiene su accionar
impune.
Danilo Humberto Medina desapareció el domingo 25 de enero. En
el barrio Las Toscas, de la localidad riojana de Chepes, nada se sabía
del joven de 18 años. Al día siguiente de la desaparición,
la familia recibió un mensaje de texto del celular de Danilo
avisándoles que se iba a quitar la vida, pero la desconfianza
de que ese mensaje viniera de él intensificó la búsqueda.
Los rastrillajes y los perros de búsqueda apuntaron a la casa
de un policía: en el patio interno del efectivo Luis Contreras,
de 30 años, fue encontrado el cuerpo de Danilo, enterrado a casi
dos metros de profundidad, en cuclillas, maniatado con alambres, recubierto
en cemento y con signos de haber sido apuñalado.
Aparentemente, el joven tenía relaciones con la pareja de Contreras,
éste los encontró y lo asesinó. En el transcurso
de la investigación, la mujer fue llamada a declarar dos veces,
en las que negó el hecho; con el policía fuera del pueblo
para realizar un supuesto trabajo, ella terminó confesando el
hecho.
Mientras tanto, en San Luis, se cumplían 38 años de la
Noche de Los Lápices, el 16 de septiembre pasado, cuando Abel
Ortiz, de 30 años, se dirigía a la casa de su ex mujer
Alejandra Espinoza en el barrio Eva Perón I de Villa Mercedes.
Desde ese día nada más se supo de él. En estos
casi cinco meses desde su desaparición, la familia denunció
constantemente que Abel fue desaparecido con la participación
de la policía provincial, con el comisario Marcelo Acevedo como
principal autor. El hoy ex jefe de la comisaría 9ª de Villa
Mercedes mantenía una relación con la ex mujer de Abel,
según denunció la familia Ortiz.
Cuando desapareció Abel, su familia confió e hizo la denuncia
en la comisaría. Recién 10 días la policía
comunicó a las otras dependencias la solicitud de paradero.
La familia denuncia la lentitud de la investigación judicial,
que permitió que se pierdan pistas como los videos de las cámaras
de seguridad, o que recién en diciembre se citara a declarar
a algunos testigos.
En los meses que sobrevinieron a la desaparición, los medios
de desinformación supieron cumplir su rol, sugiriendo que Abel
estaba en el negocio de las drogas, que había sido secuestrado
por un "mal negocio", que había consumido la "mercadería"
en lugar de venderla, que lo llevaron a Sampacho y lo asesinaron allí.
Puro pescado podrido. Y Abel sigue sin aparecer. Su familia no baja
los brazos. Marcharon ya siete veces reclamando la aparición
de Abel y denunciando a la policía, y lo seguirán haciendo.
- A
6 años de la desaparición de Luciano.
Bien temprano,
el Sábado 31 de enero miles de militantes de organizaciones políticas,
estudiantiles y culturales y familiares de víctimas de gatillo
fácil fuimos convocados a Lomas del Mirador, el barrio donde,
hace 6 años, fue amenazado, torturado, asesinado y desaparecido
Luciano Arruga.
La caravana, al grito de "Yo sabía, yo sabía, que
a Luciano lo mató la policía" partió desde
la plaza del barrio donde él vivía -nombrada en su memoria
como plaza "Luciano Arruga"-; pasó frente al nuevo
destacamento de Lomas del Mirador y a la comisaría 8ª –responsable
del ex destacamento-, y llegó hasta la colectora General Paz
y Mosconi, cerca del lugar donde, como sabemos ahora, a metros de un
patrullero, Luciano fue atropellado.
Hace 6 años, a Luciano lo habían querido reclutar para
robar para la policía. Como se negó, comenzaron a hostigarlo
y a detenerlo sistemáticamente. "Lo golpeaban, lo llevaban
a la comisaría y lo amenazaban diciéndole que iba a aparecer
en un zanjón", fue contando su hermana Vanesa durante la
marcha, tratando de despertar al vecino de Lomas del Mirador que todavía
piensa que la policía está para cuidarlo. Y no fue un
zanjón, pero sí una fosa común del cementerio de
Chacarita -enterrado como NN-, que gracias a la lucha popular apareció
el cuerpo de Luciano, 5 años y 8 meses después de su desaparición
y asesinato a manos de la policía bonaerense.
Lo que vivió Luciano es la realidad que viven miles de pibes
todos los días en los barrios; una realidad que, desde 1983 hasta
hoy, se cobró a más de 4.300 pibes a través del
gatillo fácil y las torturas en lugares de detención,
parte de las herramientas que dispone e impone el aparato represivo
del estado para disciplinar y garantizar el control social. Es por eso
que el sábado 31 de enero, en Lomas del Mirador, nos encargamos
una vez más de gritar que los responsables de la desaparición
de Luciano, de las otras 218 personas desaparecidas en democracia y
de los más de 4.300 pibes asesinados, son las fuerzas de seguridad
del estado.
- Los
asesinatos invisibles.
Cuántas
veces el lector de diarios habrá dado vuelta una página
(o hecho un click) para leer un nuevo titular en que se comentaba la
muerte de otro "delincuente", "malviviente", "ladroncito"
o cualquier otro epíteto que rápidamente encasilla y clasifica
el asesinato como un simple enfrentamiento entre los uniformados y los
miembros de esa difusa amenaza interna, "la delincuencia".
Los medios, en su rol fundamental y funcional de cooptadores de consenso,
son ese tamiz que filtra lo que debe saberse, e instala qué nombre
debe dársele a cada cosa.
Así, el martes 3, en el barrio La Quinta, de Villa Carlos Paz,
el ex policía Darío Campos (calificado ¿inocentemente?
de "vecino" por el diario local), desenfundó su arma
y disparó contra David Oviedo (26), que había intentado
ingresar en su casa por una ventana y que comenzó a huir cuando
vio que lo amenazaban con una pistola. Tras recibir varios tiros en
la espalda por parte de la "víctima" (sí, la
víctima es, para quien redacta la noticia, el fusilador), cayó
a unos pocos metros de la casa en cuestión, donde permaneció
herido por un lapso de media hora, en completo abandono, hasta su muerte.
Pero los recursos no se agotan en un simple manejo tendencioso de adjetivos.
El liso y llano falsamiento de los hechos, la reproducción sin
más de un relato policial interesado, tomado como única
fuente fidedigna, es otra modalidad muy utilizada. La misma madrugada
de ese martes, en la Tablada, murió en una estación de
servicio el sargento Miguel Ángel Medina, del Comando de Prevención
Comunitaria. La primera versión dada a conocer por la agencia
Télam decía que Maximiliano Ezequiel Rodríguez
López (24) y Sergio Hernán Fleitas (30), que se encontraban
detenidos por el delito de "robo con arma", a disposición
de la fiscalía de Flagrancia del departamento judicial La Matanza,
se habían tiroteado con Medina y con su compañera, Verónica
Castillo (24), que llegaron a la estación de servicio donde estaban
llevando a cabo un robo a mano armada. Producto de este supuesto tiroteo,
Medina había muerto.
Al día siguiente se supo, por la confesión de la propia
mujer policía forzada por el peritaje balístico, que fue
ella la que disparó contra el sargento con su arma reglamentaria,
una Taurus 9 milímetros. Argumentó que bajó del
auto y se paró detrás para disparar protegida, se encandiló
con las luces y disparó por "error". En esta mentira
encubridora también se incluía otro robo a mano armada
en una estación a 15 cuadras.
Además de conocerse el verdadero origen de las balas asesinas,
se escuchó la declaración del playero asaltado, que dijo
lo habían amenazado con un cuchillo y que nunca vio un arma de
fuego. Tampoco llevaban ninguna cuando los detuvieron. No hubo ningún
tiroteo. Medina había muerto a 5 cuadras de la estación
de servicio, cuando Maxi intentaba entrar a su casa. Ahí fue
cuando la oficial Castillo se bajó para disparar.
Este mismo miércoles, en Santiago del Estero, se supo que el
asesinato de la travesti Pamela, ocurrido hace dos meses, fue obra de
un ex policía. Brian Salto, que confesó su crimen, había
levantado a su víctima en Palermo en una camioneta robada y se
dirigió a la ruta 34, donde robó y asesinó a Pamela.
Al llegar a su casa se dedicó a desguazar la camioneta.
Entretanto, en Guaymallén, Mendoza, un policía que acompañaba
un camión repartidor de cerveza mató a un joven en moto
de un disparo en la cabeza. El muerto estaba, una vez más, supuestamente
armado, según la versión policial y junto con un acompañante,
que se escapó.
Jóvenes asesinados y doblemente victimizados como criminales
o falsamente incriminados, pobres o miembros de minorías perseguidas,
muertes y represión presentadas como hechos comunes, como cosas
de todos los días.
FUENTE:
CORREPI
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NOTA
RECOMENDADA
- No
se los traga la tierra, los desaparece el estado.
Las maniobras
represivas no se pierden con el tiempo. Se las maquilla, se las avala
acompañadas de algún discurso emergentista sobre seguridad,
se las naturaliza en los medios de comunicación, se las combina
con el nefasto "por algo será", "algo habrá
hecho", pero no se relegan.
NOTA
ESPECIAL
- A
6 años de la desaparición de Luciano.
Bien temprano,
el Sábado 31 de enero miles de militantes de organizaciones políticas,
estudiantiles y culturales y familiares de víctimas de gatillo
fácil fuimos convocados a Lomas del Mirador, el barrio donde,
hace 6 años, fue amenazado, torturado, asesinado y desaparecido
Luciano Arruga.
2015
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